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En torno a un libro de Mariela Griffor

Por Jorge Etcheverry

 

La conexión entre poesía, política y literatura del exilo no es nueva entre nosotros. No es tan corriente que la poesía de intención lírica, para muchos la poesía por antonomasia, pueda comunicarnos algo otro, más allá de la sucinta gama de los sentimientos humanos inventariables con los dedos de una mano. Es decir, que eso que en primera instancia nos toca, nos llega, sea a la vez vehículo del contexto y las determinantes que originan el poema. Esa parte que va más allá de la voz poética individual, que brega por trascender la experiencia y el sentido, y que al hacerse presente en el poema, lo enriquece. Este es el caso del libro Exiliana, de Mariela Griffor, publicado en inglés en Luna Publications, Toronto, 2006, que consta de 47 poemas y de cuyos textos citados hago traducciones libres. El meollo afectivo, individual y concreto, lo mimético, no se pierde al desplegarse desde la comunicación poética individual hacia el radio de lo factual y conceptual, genérico o universal en un sentido humano. El logro de una tal empresa implica en el comunicador poético la combinación de lo accesible y simple-siempre útil, ya que la poesía política y testimonial está destinada a la 'polis' y tiene por tanto intención 'universal'-, con la habilidad, casi preferiría decir capacidad técnica, de hacer sentir al lector la emotividad de la experiencia revolucionaria y del exilio, como ambas caras de una moneda que si bien no puede comprar el retorno geográfico ni temporal, no está sin embargo desprovista de valor.

Eso sucede en el poema A Julio Santibáñez (p.12), en que la voz poética que subyace al poema intenta diversas ofrendas al amado muerto, pero una y otra vez, en cada uno de los casos enumerados, "eso no ha sido posible". El lector no necesita más. Hay un 'estado de cosas'* , un trasfondo al que refiere la afectividad, del que es en definitiva el vehículo. En el segundo poema del libro, Amor para un subversivo (p.2), "¿Qué vamos a hacer con el amor/si mueres?", es la pregunta de la emisora poética (esa voz que como lectores construimos subyacente al texto y a la que proyectamos una personalidad en las avenidas del mundo). La bandera del movimiento revolucionario se concretiza y cotidianiza, aparece como un elemento más junto a zapatos, pantalones, la camisa. Se naturaliza desde el mundo alternativo** de los discursos panfletarios a la realidad concreta de todos los días, que es donde en verdad reside su potencial y eficacia. O así puede parecerle a ciertos lectores, que instalan en su preconcepción de la poesía política como panfletaria y llena de lugares comunes este texto que al concretizarla rescata su novedad y vigencia. El cadáver del combatiente caído se instala en la cotidianidad llevado por esta voz que se pregunta qué hacer con el amor, entre comentarios de la madre, referencias a costumbres foráneas que el lector remite al exilio ("...en una corona de flores/como las que la gente hace/para los hombres escandinavos/para su noviazgo"), un dicho citado del combatiente caído (Santiago es una charca escarlata/de idiotas,/poetas,/asesinos, e/inocentes,/tú mismo lo dijiste...), la imagen del cadáver en la memoria de la poeta (Sólo recuerdo las/cicatrices en tus labios,/sobre tu ceja izquierda,/jirones de carne que faltaban/por tus fosas nasales), el dolor que se hace equivaler al parto, las circunstancias de la muerte (...o la granada que te sacó/de mis manos), y la referencia a la lucha y el propósito de continuarla (mantendré en secreto nuestros nombres,/los lugares en que/levantaremos barricadas, lanzaremos/ataques contra cuarteles de policía/hasta que nos maten a todos".

Entonces, lejos de venirnos desde el mundo superior y alternativo que nos enfrenta desde discursos, lienzos, pancartas, puños en alto, desde el friso del realismo socialista, esta realidad histórica se nos va desplegando desde instancias concretas múltiples, provenientes de varios sectores por así decir 'ónticos', que van siendo entregados y validados por esa voz lírica que los sobredetermina afectivamente y los instaura así en nuestra conciencia de lectores. La consigna se encarna. Como se dice, "la letra con sangre entra". Ésa es quizás la vertiente más eficaz de la poesía de Mariela Griffor.

La otra vertiente principal en este libro es la del exilio, el entramado del aquí y ahora desde el cual se despliega ese pasado que lo determina, y que instaura un estado de cosas insalvable, una carencia no sólo temporal, sino también geográfica, por siempre presente y que no será satisfecha: "Ciudades sin/ montañas/vidas sin/ conciencia/cuerpos sin/deseo/me rodean (Desfile, p.19). El stacatto breve y cortado se suma al contenido para denotar la experiencia de la alineación/ unidimensionalidad de la urbe desarrollada occidental, que sabemos por libros, pero concretizada, personificada y sobredeterminada por la ausencia de montañas, la conciencia y el deseo que se quedaron atrás, al sur y afuera, quizás para siempre. Así, la poesía es una actividad anfibológica que se realiza (quizás) en otro lenguaje y que indica hacia la pertenencia y la falta de arraigo en el presente. Cabello de arena (p. 23) establece esa conexión entre poesía, memoria e irrecuperabilidad.

Si la revolución se basa en la camaradería, es decir la vida compañera, concreta y en común, su momento cumbre será el amor. O más bien, en el fárrago de la vida cuyo punto culminante es cambiarla y mejorarla, es decir la revolución, el amor es la experiencia de del contacto humano por excelencia. Así, el amor permite la vida auténtica en el exilio, o el intento de realizarla. O quizás sea en el fondo simplemente lo erótico o fisiológico, que proporciona la (ilusión de) trascendencia, pero que significa innegablemente la pervivencia biológica, que se trasmuta y siente como amor***. Ese proceso es a la vez producto y causa, se encuentra al fin y al principio del amor - compañía. Si la experiencia vital de la revolución alcanza su momento culminante en el amor- camaradería, el exilio producto de esta situación también se redime en la relación de trascendencia en/con el otro, como queda de manifiesto en Esposo (p. 49). En resumen, en este libro se entrecruzan nostalgia, recuerdos, instancias ambivalentes espaciales y temporales, carencias irrecuperables y sustitutos en un vaivén con el pasado, un inventario de ganancias y pérdidas en el contexto del exilio y el fundamento originario de la experiencia revolucionaria abortada.

 

 

Notas

*Llamo 'Estado de cosas' al contexto situacional en tanto percibido por el poeta, mezcla de contexto objetivo, percepción o impresión del poeta testificante y estado de ánimo. El ex poeta pepecuevas escribe en una entrada de su Blog, UNA MIRADA A LA POESIA , "Pues bien , a fines de los años 60, y ppios. de los 70, en Santiago vi cómo algunos amigos comenzaron a escribir unos poemas semi largos, pero no pesados, en ellos había "una espacialidad" una mirada al mundo a través de hechos, recuerdo el poema "Estado de cosas" de Jorge Etcheverry de la Escuela de Santiago. César Soto comenzó a escribir unos poemas tipo versículo y con un aire anarco-bíblico donde pasaba la URSS, la Iglesia, el Ejército" (jueves 17 de agosto de 2006).

** Por 'Mundo alternativo' se entiende el friso constituido por (el conjunto real/posible) de las representaciones que nos entregan el 'mundo' y nuestra imagen o concepción de sí en el mismo, debido al carácter necesariamente mediado y reflejo del conocimiento. Comentando a Rulfo, decía que "esta obra como una representación que muestra indiscutiblemente una situación objetiva, real, de la que parece constituir un reflejo que destaca sus elementos más importantes y esenciales, oponiéndose a la realidad cotidiana y nebulosa, como una representación artística (o quizás simplemente una representación). Obviamente, esta entidad representativa no forma parte de lo que se entiende en el lenguaje cotidiano como "la realidad concreta" de la misma manera en que lo hacen las demás entidades, sino en sus aspectos materiales evidentes, que constituyen, por ejemplo, el objeto libro, soporte material de la representación literaria....... La obra de arte representa la realidad. Por tanto, se le enfrenta espectacularmente y, al ser una representación, no es real como lo es el mundo objetivo. Esta irrealidad de la obra de arte...... y de la representación en general, la percibimos como algo esencial respecto a la realidad corriente, en la medida en que parece ofrecernos la esencia de esa misma realidad que hasta entonces no era nítida. Al suspender la actividad cotidiana y sumirse en la contemplación de la representación, el espectador o lector parece encontrar en su propia vida claridad y sentido, y puede experimentar el convencimiento de que la realidad, las cosas, habían sido siempre así y él/ella no se había dado cuenta". La re-presentación como misterio en la obra de Rulfo. Jorge Etcheverry. Revista Canadiense de Estudios Hispánicos, Vol XXII, No.2, Invierno 1988 pp. 315-323.

*** "El tema de lo erótico ocurre como concretización del proceso de adquisición de un espacio, ya que la relación humana primera y prototípica es el encuentro erótico y afectivo" (traducción del inglés, de Chilean Poetry in Canada: Avant-Garde, Nostalgia & Commitment, Jorge Etcheverry. Vice-Versa, Magazine Transculturel Bimestrial, Montreal, Décembre/Janvier 1985

 

 

 

 

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