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Con Etcheverry por la calle Gladstone
Acerca de Apocalipsis con amazonas. Toronto, Antares, 2015

Por Luciano Díaz


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Conozco a Jorge Etcheverry hace varias décadas.

Hace muchos años, regresábamos de una reunión político-cultural en la casa de una amiga común hacia la casa de Etcheverry, que por esos años  vivía en la calle James de la ciudad de Ottawa. Tendrá que haber sido por el mes de septiembre u octubre porque la temperatura ambiente comenzaba a sentirse más baja que la del verano que ya se había despedido. Las hojas de los árboles iniciaban también el cambio de colores, tan típico en los bosques boreales en esta época del año.

Íbamos por la calle Gladstone y yo conducía mi auto, un Chevrolet de color gris. Se me cruza el pensamiento que nunca vi a Etcheverry conducir un automóvil, creo que nunca tuvo un automóvil. Bien, como ya dije, bajábamos por la calle Gladstone hacia el este y de pronto le indico a Etcheverry que mire hacia el noreste en dirección al cielo, ya anochecía.

Jorge otea primero hacia el este y luego hacia el norte, luego me mira un tanto incrédulo y vuelve a mirar en dirección al noreste, digamos en dirección al sector conocido como Lebreton Flats. Algo estaba ocurriendo en el cielo que ya oscurecía. Estábamos siendo testigos involuntarios, en ese espacio de tiempo entre tarde y noche en la ciudad de Ottawa. La verdad, creo que volveré a este acontecimiento un poco más adelante ya que lo que vimos en ese tiempo parecía real.

Jorge Etcheverry es esencialmente un poeta, pero también es narrador y artista plástico. Leyendo a Etcheverry a través de los años uno se da cuenta que él posee una voz literaria propia y distintiva, tanto en su poesía como en su narrativa y en sus textos ensayísticos. Para los que conocen la obra y trabajos de Jorge Etcheverry, no resulta para nada extraña su incursión en la literatura fantástica. Con el libro de cuentos Apocalipsis con amazonas, publicado en el 2015 su entrada a este género literario se hace realidad. El libro incluye 45 relatos de variadas extensiones con una amplia y generosa selección de temas.

Pero ¿Qué es la literatura fantástica? preguntaran algunos. La verdad, no existe un acuerdo o convención generalizada sobre una definición acabada de lo que se entiende por literatura fantástica. Existen algunos teoristas y críticos que han intentado describir o enunciar lo que ellos entienden por literatura fantástica.

Tzvetan Todorov, en su Introducción a la literatura fantástica,  propone una teoría sobre este género que ha sido bastante cuestionada y/o disputada por otros teoristas y críticos. Northrop Frye, el reconocido crítico canadiense en su tratado sobre Novela y Romance entrega una serie de indicios y ejemplos de lo que constituiría este género. También Sigmund Freud, en The Uncanny, desde el punto de vista del psicoanálisis, entrega algunas pista y habla sobre lo fantástico. En este caso, The Uncanny, en castellano vendría a ser algo así como lo que es lúgubre, lo que es extraño y lo no familiar.

Todorov dice lo siguiente sobre lo que es el corazón de lo fantástico: “En el mundo que es el nuestro, el que conocemos, sin diablos, sílfides, ni vampiros se produce un acontecimiento imposible de explicar por las leyes de ese mismo mundo familiar. El que percibe el acontecimiento debe optar por una de las dos soluciones posibles: o bien se trata de una ilusión de los sentidos, de un producto de la imaginación, y las leyes del mundo siguen siendo lo que son, o bien el acontecimiento se produjo realmente, es parte integrante de la realidad, y entonces esta realidad está regida por leyes que desconocemos.” Y luego agrega: “Lo fantástico ocupa el tiempo de esta incertidumbre. En cuanto se elige una de las dos respuestas, se deja el terreno de lo fantástico para entrar en un género vecino: lo extraño o lo maravilloso. Lo fantástico es la vacilación experimentada por un ser que no conoce más que las leyes naturales, frente a un acontecimiento aparentemente sobrenatural.”

Uno puede aceptar o no estos preceptos, lo cierto es que estos son una aproximación a lo que sería el género fantástico. Hay otros críticos como el francés Pierre-Georges Castex que indica que para él: “No debe confundirse lo fantástico con las convencionales historias de invención del orden de las narraciones mitológicas o de los cuentos de hadas que implican un traslado de nuestra mente a otro mundo. Lo fantástico, por el contrario, se caracteriza por una intrusión repentina del misterio en el marco de la vida real; en general se relaciona con estados morbosos de la conciencia, la cual, en fenómenos como el de la pesadilla o el del delirio, proyecta ante sí las imágenes de sus angustias y de sus terrores.”

Podríamos agregar que lo fantástico de repente penetra diferente géneros literarios para estar presente en varias situaciones, ya sea en prosa o en textos poéticos, donde se conduce al lector nada menos que a aceptar que la línea que separa lo real de lo (supuestamente) ilusorio, es casi imperceptible.

En el caso de Apocalipsis con amazonas, Etcheverry se desplaza por la vertiente fantástica con una soltura apabullante. En los cuento de este libro, por la variedad de sus temas y disímiles extensiones, da la impresión que existe una aparente entropía en la selección de estos, pero esta apariencia entrópica tiene un trasfondo y mensaje implícito que el lector tendrá que dilucidar o desenterrar.

El libro comienza casi tímidamente con un relato llamado El saltimbanqui. Este describe una escena veraniega durante la celebración de la semana italiana en una ciudad sin nombrar, pero que ciertamente es Ottawa. Un hombre de raza negra en un ambiente carnavalesco, con su cuerpo enteramente pintarrajeado, finge ser una estatua humana, al estilo de esas que cambian de posición cada cierto tiempo, o cada vez que alguna moneda suena cuando cae al recipiente de las limosnas. El acróbata llama la atención del narrador, que con una observación más aguda que los otros transeúntes, que se detienen por breves momentos y luego siguen su camino, se da cuenta al mirar al hombre directamente a los ojos, cuando este pasa por su lado, que esconde secretos muy profundos, que no se vislumbran fácilmente y los que podrían ser cosas aparentemente terribles. El lector percibe un aire de misterio que queda invariablemente en la retina. Digamos, un sabor y un pequeño temor de que hay algo más, algo bien recóndito, algo lúgubre, extraño y no familiar, como diría Freud.

Uno de los temas recurrentes en esta colección son los sueños. Fácilmente el libro podría haberse titulado El libro de los sueños, El libro de las maravillas, Onirismos o algo similar. El hombre es un genio cuando está soñando, diría alguna vez el cineasta japonés Akira Kurosawa. Hubiera sido bueno haber preguntado a Kurosawa que es el hombre entonces cuando los sueños pasan a ser pesadillas.

En los cuentos Retorno con sueño, súcubos, cielo y risas de niñas jóvenes; Posible plaga de súcubos en mi departamento; Acabo de mundo; Sueños y libros; Huidobro literal; Sueños boreales en otoño; Manvantara con dos sueños; Exhibición y lluvia; Leyenda del Quebec entre otros, el narrador va dando cuenta de esa magnífica habilidad de soñar y poder contar.

Dentro del mismo tema mencionado, los sueños, nos encontramos con otro sub-tema recurrente en algunos cuentos de la colección y que consiste en la interacción del narrador con los súcubos. En Retorno con sueño, súcubos, cielo y risas de niñas jóvenes y Posible plaga de súcubos en mi departamento el narrador indica que mientras duerme le parece que es atacado por esos seres fantásticos y mitológicos conocidos como súcubos, que serían según la leyenda, seres demoniacos que toman la forma de bellísimas mujeres para atacar a los hombres, tanto a jóvenes como también a los adultos y hasta monjes, para traerles y realizarles fantasías sexuales. En los cuentos ya mencionados el triángulo que conforman el narrador, los sueños y la realidad, dan al protagonista cierta satisfacción sexual en su interacción con los súcubos.

Estos cuentos tienen antecedentes en la novela Le diable amoureux/ El diablo enamorado/ Roman fantastique, escrita en 1772 por el escritor francés del siglo XVIII Jacques Cazotte y que el crítico francés Pierre-Georges Castex la identifica como “la precursora del cuento fantástico moderno.” En esta breve novela, el diablo tomando el cuerpo de Sílfide, convertida en una bella mujer se enamora perdidamente del protagonista Álvaro y pretende por todos los medios seducirlo y finalmente hacer el amor. Álvaro, al final de la novela, no puede comprender si todo lo ocurrido fue un sueño o si los hechos realmente ocurrieron. En el caso de los cuentos de Etcheverry, este no tiene dudas que los hechos sí han ocurrido. Lo único que no puede precisar es el aspecto temporal de lo que ha sucedido.

Otro tema preferido de los escritores del género fantástico es lo que concierne al mundo de las ratas. H.P. Lovecraft, Edgar Allan Poe, Stephen King y hasta, recientemente Roberto Bolaño tienen trabajos sobre las ratas. Las ratas parecen ser el epítome del terror y generalmente aparecen desde las profundidades oscuras, pestilentes y de ultratumba para descargar el horror sobre los pobres mortales atados a estas lúgubres historias. Jorge Etcheverry, que no elude este tema, en Las ratas de la Ciudad de México relata una situación en que por el tono de la narración, parecerían ser hechos cotidianos que ocurren en esta ciudad y que específicamente en este relato se refiere a la aparición de ratas en un establecimiento donde se vende comida. La relación de Etcheverry sobre este fenómeno contrasta grandemente con los relatos que de alguna u otra manera dieron origen a este tema. En el cuento The Mouse Tower por ejemplo, que data desde el año 1865 y que es recopilado por Lillian Gasc en Folk Tales From Many Lands, relata que un cruel y acaudalado obispo de la iglesia católica prende fuego y quema vivos, en uno de sus graneros, a sus sirvientes que estaban al borde de la desnutrición y quienes le imploraban que les diera comida. Él les dice, antes de quemarlos, que son unas ratas y que morirán como las ratas. Al día siguiente de la masacre, desde el granero en cenizas, una multitud de ratas marcha hacia la casa del Obispo que trata de huir de cualquier manera, para ser finalmente devorado vivo por las ratas.

H.P Lovecraft, que prefería que sus relatos fueran conocidos como literatura “extraña” (Weird), en su relato The rats in the Walls también logra el efecto de horror, que destila cada vez que se menciona a las ratas. En lo que a nosotros concierne y que nos llama la atención, es que en este relato hay una cierta coincidencia con el cuento de Etcheverry llamado Murmullo. En The Rats In The Walls, Lovecraft describe el murmullo de las ratas, el cual el protagonista de la Poer escucha desde que llega a su casa ancestral. Investigando el origen de estos murmullos, descubre que su familia era dueña de una ciudad subterránea que se encontraba en las profundidades de la tierra por debajo de su mansión. En esta ciudad subterránea la familia criaba “ganado” humano para ser consumido por la familia de la Poer. Enloquecido por este descubrimiento el protagonista ataca a uno de sus acompañantes en las profundidades de la casa y comienza devorarlo vivo. Finalmente de la Poer es controlado y llevado a una institución para enfermos mentales, allí continua oyendo el murmullo incesante de las ratas.

En Murmullo, cuento número veintitrés del libro Apocalipsis con amazonas, el protagonista, acompañado en sus caminatas aparentemente por una mujer, siente este murmullo en su cabeza, en su cerebro específicamente. Esto lo lleva a una necesidad que querer exorcizar estos murmullos y temores, eliminando a quien él cree es la causa y responsable de su furor, de esas voces y de esos temores. El protagonista termina eliminando, más bien, asesinando a su acompañante, para, seguidamente en un acto irracional comenzar a comer la carne aún caliente de su víctima. Este es uno de los relatos que en este libro estaría exento del humor que permea el libro en la mayoría de sus páginas.

Otro tema importante, de los muchos que hay en este libro, y que ocupa varios cuentos son los que tienen relación con los seres extraterrestres, sus motivos y sus extraordinarias naves. Mi favorito en este grupo es Rapto por extraterrestres, en donde el protagonista parece ser un hombre de mucha suerte ya que es el único que logra visualizar un disco volador en el predio de un estadio de fútbol que se encuentra cerca de su casa. Al protagonista se le pide tener sexo con mujeres alienígenas con el motivo de producir seres híbridos además de dos especies nuevas de las cuales unos serían seres voladores, y los otros acuáticos. Al leer este cuento, uno no puede dejar de pensar en Philip K. Dick, quién por su parte es uno de los escritores más importantes del género fantástico en cuanto a mundos paralelos en otras galaxias o mundos extraterrestres. Philip K. Dick no creía que sus escritos eran ciencia ficción, más aún, él detestaba esa denominación. Dick en sus novelas y cuentos exploraba en magníficas alegorías, asuntos filosóficos, políticos y denunciaba a grandes corporaciones y gobiernos autoritarios. También estaba en contra de lo que dice relación con el poder de la mente o los estados de conciencia. Todo esto con una seriedad absoluta. Lo que me entusiasma de Etcheverry en su relación con este tema, principalmente en el cuento mencionado, es su desenfado en relatar un acontecimiento que es indudablemente fantástico, él lo hace como si esto fuera una ocurrencia de todos los días.

Quizá podríamos decir que Etcheverry es una especie de Philip K. Dick a la chilena, como alguien que va por la calle “tranquilo y fumando” y también con ciertos tintes de un Bukowski digno de La máquina de follar o Tales of Ordinary Madness.

Etcheverry, en este libro, despoja de solemnidad y seriedad el género fantástico que es evidente en cuentos de Poe, Lovecraft, Borges, Cortazar, Philip K. Dick y muchos otros. Pero hay que dejar en claro que este despojo Etcheverry lo hace con mucho respeto. Creo que esto es para imprimir un cierto aire de humor e ironía y una acidez perceptible en sus narraciones. Yo diría un estilo muy propio. Etcheverriano quizá y por cierto muy chileno.

Stephen King incluye humor en algunas de sus narraciones, por ejemplo en su colección de cuentos Everything is Eventual, sin embargo mucha gente sólo parece fijarse en el tema del terror en sus relatos y no en el humor que este de pronto les imprime a sus escritos. En Etcheverry, en estos casos, el terror casi no parece terror, sino como algo natural y asumido a sabiendas que algo raro está pasando en la acción del relato. Esto se debe, creo, a una voz propia y clara que obviamente trasunta la magnífica imaginación y creatividad de alguien que tiene un manejo certero del lenguaje y que atestiguamos en estas entretenidas páginas.

Entonces, seguimos en dirección hacia el centro de la ciudad con Etcheverry, casi llegando a Preston Street, en el barrio italiano de la ciudad, ya estábamos convencidos de lo que estábamos viendo y atestiguando arriba en cielo circundante era real. Esto, porque aquello que veíamos, maniobraba y se escondía a su antojo por detrás de los edificios de la ciudad. El asunto era averiguar y cerciorarse si alguien más había visto lo que nosotros habíamos ciertamente (repito) atestiguado. El desenlace de esta experiencia lo dejaremos para que el lector lo encuentre de alguna u otra manera en las páginas de este libro.


Ottawa, 23 de octubre de 2015

 

 

 

 

Luciano Díaz

 

 

 

 



 

 

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