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Novela policial chilena post 2000
o el policial de la memoria

Leonardo Escobar Boehmwald

 

 

"El pasado tiene la clave. Es un libro abierto
con todas las respuestas. Basta mirarlo, revisar
sus páginas y abrir los ojos con cuidado para
caer en cuenta. El pasado es un lastre del que no
hay como librarse"

La Rucia

"Tal vez sea mejor cambiar de perspectiva y pensar
que el pasado es irreversible, que nada ni nadie
puede alterarlo, ni siquiera el olvido."
Antonio Mitre

 

El presente trabajo pretende desentrañar porqué novelas chilenas escritas durante el 2000 tales como La burla del tiempo, La novela de otro y Mapocho, presentan y utilizan códigos pertenecientes a la novela policial aun no siendo policiales. Estos códigos se rearticulan siguiendo las características del policial latinoamericano. Así se muestran como nuevos antagonistas al olvido y a la memoria, tanto personal como colectiva. la nueva estructura del policial mostrará una búsqueda que inevitablemente hará salir muchas verdades a la luz, ya que ponen su atención en lo que fue la dictadura y las acciones que se llevaron a cabo durante esos años, y que le dará un nuevo protagonismo a los recuerdos y a las omisiones.

 

El género policial ha estado presente desde hace mucho tiempo en la literatura universal. Tanto en Edipo Rey como en Hamlet, y en muchas otras obras, se podrían reconocer rasgos pertenecientes a ella. Pero el inicio del género como tal se produce con "Los crímenes de la calle Morgue" de Edgar Allan Poe, en 1841. Junto con él, también podemos encontrar a Conan Doyle, Christie o Chesterton. Con el cuento de Poe se da inicio a la novela policial de enigma que se caracteriza porque presenta un delito no aclarado, el detective es la figura central, se utiliza sólo la argumentación lógica, es decir, se descubre a través de la razón, y se busca un fin moral ya que a los transgresores se les castiga de acuerdo a la ley (Sepúlveda, 1995:12).

Como respuesta a este tipo de novela, en Estados Unidos, Dashiell Hammett y Raymond Chandler estructurarán la novela policial negra dando sus principales características en el ensayo "El simple arte de matar" de 1944. En él se establecerá que el delito ahora afecta a un particular; el detective, aunque usa la razón, también utiliza el sarcasmo, la violencia y la información ilegal, el espacio se vuelve un nuevo personaje y la atención se pone en intentar denunciar la corrupción de las instituciones. (Sepúlveda, 1995:13)

En definitiva, como establecerá Piglia, la novela de enigma se afirma en la inteligencia pura y en la figura de un detective que es el razonador puro y el gran racionalista; mientras que la novela negra presenta como criterio de verdad la experiencia ya que el investigador se deja llevar por los acontecimientos, se lanza a la ciudad a buscar la verdad y su investigación va a ir produciendo nuevos crímenes. (Piglia, 2000: 68)

Influida por esta nueva forma del género, en Latinoamérica se da paso a una nueva rama que será el policial latinoamericano. Este tipo de novela policial se apega fuertemente a las características propias de la novela negra, pero presentará muchas claves políticas y sociales, indagaciones constantes sobre la identidad de los sujetos, y la violencia presente casi siempre se referirá a la ejercida por la autoridad dictatorial. (Franken, 2003: 44)

En Chile, por su parte, la novela policial se estructurará de dos maneras, y que, como establece Clemens Franken, en su obra Crimen y verdad en la novela policial chilena actual, serán: novela con crimen institucional que hace referencia a los años de la UP y de la Dictadura; y novela con crimen pasional que surge en los últimos cinco años de la década de los '90. (255)

Sobre lo que ocurre en los años posteriores, es decir, en el nuevo milenio se pretende trabajar en este trabajo, aunque no en novelas que sean marcadamente policiales sino en novelas en las que se puedan reconocer ciertos códigos pertenecientes a ella. Estas obras son: La burla del tiempo de Mauricio Electorat, y La novela de otro de Cynthia Rimsky, ambas del 2004; y Mapocho de Nona Fernández, del 2002.

Se han escogido estas novelas no sólo porque presentan ciertas características del género negro sino que, también, porque están ambientadas en los años posteriores a la dictadura de Augusto Pinochet, y este hecho se presenta como tema transversal en la anécdota de las tres novelas. De esta manera se observará como los tres textos presentan como móvil una búsqueda que los llevará a enfrentarse al pasado y a desenterrar muchos recuerdos olvidados y muchas verdades ocultas. En la obra de Electorat, Pablo persigue a Nelson para averiguar sobre el pasado, para buscar la verdad; mientras que en las de Rimsky y de Fernández, la narradora y la Rucia buscan a su hermano, lo que las hará enfrentarse a recuerdos y a algunas verdades que tal vez no debían saber.

Antes de abocarse de lleno a las novelas y a la nueva estructura del policial que ellas presentan, parece necesario saber por qué el género policial puede resultar tan interesante o importante para analizar lo que sucede en la post dictadura.

Daniel Link, compilador del texto El juego de los cautos nos permite esbozar una respuesta aunque sus comentarios no apunten directamente a los períodos de dictadura. Él establece que lo que se muestra en este género son las relaciones que se dan entre la verdad, la ley, el detective, el conflicto y el enigma. (Link, 1992: 8) A partir de estas palabras podemos aventurar que en un período de ausencia de democracia donde la verdad y la ley desaparecen, el silencio se vuelve un personaje más de la vida de las personas, el enigma se vuelve una constante y la necesidad de buscar lo oculto y de intentar sacar a la luz lo que otros han escondido resulta imperiosa como manera de reivindicar la memoria y el pasado.

Por esta razón estos textos del 2000 usarán de nueva manera los antiguos códigos policiales y se construirán en torno a una búsqueda donde la memoria y el olvido se convertirán en factores importantísimos para desentrañar el pasado y el presente, y actuarán en conjunto con los nuevos investigadores que salen a encontrar la verdad.

De esta manera, lo que resulta relevante en La burla del tiempo es la parte de la narración que tiene a Pablo y a Nelson como ejes, ya que es la historia que está ambientada en los años posteriores al Golpe Militar chileno. Este relato ocurre en París cuando Pablo se encuentra con el Trauco en las afueras de un cabaret y desde ahí se inicia la búsqueda de la verdad. Una verdad que estuvo acallada por años y que Riutort ya había asumido, pero que al presentarse la oportunidad decide ir a buscar, transformándose en el detective "Yo era el detective y él mi presa." (131). Aunque Nelson se desaparece, él lo busca en el cabaret, paga para estar con una prostituta sólo con el fin de averiguar sobre su paradero, y aunque no lo consigue, decide esperar y seguir a la mujer, que más por aburrimiento que por convicción le da la información, pero no sin antes dejarle un recuerdo hecho con un cuchillo. Finalmente llega al bar donde trabaja el Trauco, y ahí tendrá lugar el encuentro que dará paso al interrogatorio y que tendrá un solo fin: el conocimiento. "Él volvió a gritar para imponerse al ruido, ¿por qué viniste? Le hice una seña, que se acercara: para saber" (92) Y así Pablo se convierte en el interrogador en búsqueda y que pretende averiguar la causa de hechos pasados, de verdades remotas que se encontraban en la memoria de todos, pero en un momento de pausa, de silencio y, sobre todo, de lejanía, y que, por lo mismo, ya carece de tanto interés:

Quisiera saber por qué hiciste una declaración falsa en mi contra […] en el Pedagógico, hace veinte años, pero no te preocupes, no me cuesta trabajo imaginar por qué lo hiciste y sinceramente no te guardo rencor […] Él, Nelson, el Trauco, el que me había vendido […] en un tiempo tan remoto que ya me parecía otra vida […] sólo atinó a contestar: lo mismo quisiera saber yo. (132)










Pareciera que la búsqueda inicial no tuviera gran importancia, que este detective sólo está cumpliendo con saciar la curiosidad propia de aquel que no supo, pero que nunca se negó a saber. La información ya no le importa porque era una realidad tan remota, tan lejana que no parece su vida. Remueve el dolor sin saberlo y sin querer hacerlo realmente. Este detective busca la verdad que se le negó a él y a muchos durante muchos años. Pero ahora que aparece ya no importa tanto, ya no significará nada para él más que la simple posibilidad de llenar algunos vacíos y tener algo que contar. Lo que él no sabe es que al tomar el rol de cuestionador si hará salir la verdad a la luz, aunque no se dé cuenta. Reactiva los recuerdos y destroza el olvido que tanto trabajo había costado cosechar, y el silencio habla y se pasa de un 'dar lo mismo contar' como comienzan los pensamientos de Nelson ("Parece desconcertado, se pregunta por qué acepté hablar con él. Seguro. Yo le puedo decir al tiro por qué. Porque me da lo mismo, me importa un pito. Yo tengo mi conciencia tranquila. No importa que no haya Dios ni ley, pero la conciencia lo puede matar a uno." (106)) al sufrimiento del mismo Trauco al recordar y al traer al presente la memoria y el olvido que había cosechado durante años

(Entonces había cosas que no le iba a contar a nadie. A empujones los sacan esta vez del auto, con la vista vendada los hacen bajar a patadas por unas escaleras, ¿se creían que iban a bajar por el ascensor, los señoritos? Y él reconoció de inmediato el lugar, por el olor y la persona […] Electricidad por todas partes […] y esa cosa dura, gruesa, hundiéndose en su garganta, como un palo de goma, ¿tienen hambre, eh, Garrido?, pero que no era un palo porque arrojaba un líquido viscoso […] No, eso nunca. A nadie) (319 - 320)












La labor 'policial' de Pablo provoca en Nelson el recuerdo. Para Riutort no significa más que un ajuste de cuentas verbal (aunque si oculte, tal vez, una sed de saber), pero para el Trauco se reviven años y experiencias que se había dedicado a olvidar, pero que vuelven con la fuerza de sabores, olores y golpes.

De esta manera la obra de Electorat utiliza al policial para dar paso a la búsqueda que se da a un nivel de memoria y de despertar de hechos olvidados. El 'detective' presente ha estado involucrado de modo directo en los crímenes que pretende desentrañar y entender, y a pesar de esto perdona al supuesto criminal. Criminal que también sufre porque existe un poder superior, sin un rostro individualizado sino que, más bien, como representante de un colectivo, de un poder violentador y violador, que sigue torturando y persiguiendo después de años, y que seguramente seguirá haciéndolo por siempre. Es por esto que este nuevo detective sólo actúa a nivel de preguntas y de búsqueda, pero no interviene de modo violento ni realiza un ejercicio de racionalización de los hechos. Es un nuevo investigador que no utiliza fuerza física, ni sarcasmo excesivo ni tiene una razón iluminadora, pero que sí posee recuerdos y experiencias pasadas que son el móvil de su búsqueda y las causantes del asomo de la verdad.

Por su parte, en La novela de otro también se puede encontrar que el eje de la obra es una búsqueda, en este caso la de una hermana por su hermano Moris. Ella viaja de regreso a Chile desde México para hacer lo que sus padres no se atreven o no desean hacer ("A sabiendas del dolor que voy a causarle, decido cortar yo con lo que ellos no han sido capaces" (16)), pero también con el fin de realizar su búsqueda: "Tú viniste aquí buscando algo - leyó la vidente en la carta que escogí. No hay muchas alternativas, pensé para mí." (24) Esta búsqueda entonces, se estructura con base en el pasado ya que lo único que puede entregarle pistas suficientes para encontrar lo perdido son apuntes de su hermano que han quedado en la casa que habitó por largo tiempo. Es desde aquí que esta detective comienza a caminar siguiendo huellas nítidas que sólo deben ser unidas para lograr alcanzar el final: "Repaso las hojas del cuaderno negro: contienen apuntes destinados a reescribir un libro. Aparecen las letras B y Á; también R y A, se me ocurre que son los personajes de la novela de Moris, pero los puntos en el mapa y el número de teléfono hacen pensar que se trata de su vida." (29) De esta forma el relato se construye gracias a que ella investiga, visita lugares y personas que podrían haber tenido relación con su hermano y con el libro que él escribió. Así la memoria aparentemente no está como eje ni como ayuda para la búsqueda, como tampoco lo está el pasado. Pero es desde el pasado que todo parece tener sentido: el viaje de Moris, la desaparición o nunca publicación del libro, la búsqueda.

Moris, aún en México, amenaza "escribiré un libro sobre lo que no se dice" (14) y pelea con un padre que ha sido detenido por los servicios de seguridad de la dictadura chilena (12). Un padre que tal vez no quiere que su hijo sufra diciendo cosas que es mejor no decir, pero que de todas formas le llegan a sus manos "el editor me encargó escribir una semblanza sobre los familiares de detenidos desaparecidos al cumplirse quince años del golpe militar." (36) Es así como el pasado está constantemente volviendo y haciendo mella en unos "recuerdos de infancia [que] son un mapa sin coordenadas" (20) de la narradora, pero que sí son traídos al presente por una madre que sabía como relacionarse con ella a la distancia dejando sus propias pistas en la casa que muchos años antes había sido de su familia "la luz del día inunda el biombo chino con motivos de pájaro que mi madre usaba para separar los ambientes […] mi madre sabía que algún día yo volvería y buscaría a Moris" (18) La idea de que se va a regresar al pasado, a un ayer olvidado y con ganas de ser dejado atrás, se repite constantemente como una noción que tendrá su principal asidero en la memoria que se niega a ser desterrada. De esta forma va entregando pistas para poder ser recuperada y traída al presente "Los murmullos de la vidente, que adivina en el segundo piso el destino de la última clienta del día, traen de regreso los días en que Moris titubeó, se enojó, tropezó y se encontró con las cuatro letras que lo condujeron a lo no dicho. Ellas serán mi guía." (30) La memoria, ayudada por la vidente o por objetos, lucha por regresar y al hacerlo la hermana la utilizará para encontrar lo buscado. Es así como la memoria busca ser rescatada ayudándose de una persona. Se convierte en parásito de una mujer que hace de todo para encontrar, una mujer que hace "un esfuerzo para traer al presente lo que ocurrió años atrás." (67) Y lo va logrando, el pasado irá regresando en forma de anotaciones, de emociones y de personas, hasta llegar a convertirse en un cúmulo de sensaciones ajenas que parecen ser propias:

El hurto, la curiosidad, la búsqueda, el mal no desde el lugar pensado y planeado por la autoridad; el otro lado de la creación, el fuego, los instintos, el castigo por el cual jamás verá su imagen reflejada, el mal considerado como parte de la economía de la creación, el paso por su cara oculta y tenebrosa hasta llegar a convertirse en un ser perfecto […] uno de mis dedos se hunde; en vez de sacarlo, termino metiendo toda la mano que se impregna de aserrín. A través de la abertura advierto minúsculos túneles de barro que han carcomido las vigas del techo. (63)












La casa y sus termitas, el dedo que debería ser sacado del agujero, pero que no se saca de ahí, se convierte en su búsqueda hasta entonces infructuosa, que aparentemente sólo encuentra memorias, recuerdos, deudas sin pagar, curiosidad y 'placeres' sexuales que no complacen, pero que parecen ser necesarios. Se sufre, se siguen los instintos y se va armando un puzzle al que parecen faltarle piezas y sobre el cual nunca sabremos si está completo porque todo queda en la idea de la narradora detective que parece haber descubierto la verdad, pero que al igual que Pablo, es una verdad a medias, porque hay cosas e informaciones no dichas o no recordadas.

De esta manera la narradora de Rimsky actúa como una detective que sólo sigue lo que se le he es dado y que se encuentra en el lugar de la memoria, que es la casa donde vivió muchos años antes. Se esfuerza por recuperar lo que no recuerda, lo que está lejos en el tiempo y en el espacio, viaja para encontrar lo que quiere y la memoria la fuerza a recorrer y a traer al presente lo no dicho, lo que no se sabía porque estaba abandonado en el espacio infantil, rodeado de termitas, hurtos y videntes que lo encerraban.

Finalmente en Mapocho también nos encontramos con la búsqueda de una hermana por su hermano. La Rucia vuelve a Chile en busca del Indio sin saber adonde ir, ni donde buscar. No recuerda donde estaba su casa, ni las calles, ni los lugares de su infancia por lo que su labor detectivesca se ve truncada por el olvido que sólo podrá ser superado si a medida que se avanza se van recordando códigos e historias. De hecho es advertida por una mujer que la nota perdida "Si quiere un consejo, señorita, haga más memoria, trate de recordar algo más reconocible." (22)

La estructura del relato se construye en torno al olvido, a todo aquello que se fue cortando de raíz de la memoria de los niños por parte de la madre que "corría de un lugar a otro … cuando pensaban que la carrera había terminado y creían que iban a establecerse, aparecía algo, un olor, una imagen, un rostro que a su madre le recordaban Santiago de Chile y bastaba eso para que tuvieran que agarrar todo y mudarse a otro sitio." (23) Aquí se aprecia como, si el olvido está desde un comienzo, la memoria también lucha por ser restaurada, pero se encuentra siempre con algo que no le quiere dar oportunidad ya que al asomarse, uno debe moverse y alejarse de ella. Esa es la constante en la búsqueda de la Rucia. No sólo debe luchar con su ausencia de recuerdos sino que también con los fantasmas del pasado, que no son sólo suyos sino que también de su familia: "Perdona, mamá pero la culpa no es mía, es del Indio que se vino a esconder al quinto infierno, y me arrastró con su voz hasta esta casa de la que tú tanto huiste. Perdona, mamá, sé que estas paredes no te traen buenos recuerdos, que por eso nos sacaste de aquí y nos llevaste lejos." (31) Otra vez la memoria y el olvido se vuelven uno, ya que lo que se quiere olvidar inevitablemente vuelve a aparecer.

De esta manera se puede establecer que no sólo se está buscando a una persona sino que también se están buscando recuerdos, pero todo lo que era de una manera ahora se ha transformado para complicar más la búsqueda dentro de un espacio ajeno "La Rucia se ha sacado las patas caminando. Orientada por el mapa grasiento de la guía, ha recorrido cuanta calle se le ha puesto por delante. […] Sabe que no está lejos, que por lo menos ese es su Barrio. Está distinto, maquillado de luces y colores, pero es su Barrio." (28) Aunque hay diferencias, aunque el pasado ha cambiado, la investigadora debe trabajar, debe recorrer y extraer pistas, observar lo conocido sea como sea, en el plano que sea. Este nuevo rol desconocido para ella se articula también en una nueva realidad que es la de los sueños, la de los recuerdos porque "los sueños y los recuerdos están conectados. La memoria nutre a la cabeza en el momento de dormir, la alimenta con imágenes conocidas y el resultado es una mezcla rara de cosas ya vistas." (87) De esta forma la Rucia va recordando el pasado como medio y forma de acercarse al presente, recuerda la Cala, las pichangas en la cancha del Barrio o a la abuela diciéndole que se acostumbre a ver el poto de la Virgen. Todos estos detalles, tendrán que transformarse en pistas para poder lograr llegar a su meta. Pero aunque se aproxima a ella, al igual que los investigadores de Electorat y de Rimsky, la Rucia encuentra la verdad a media porque aunque está bien encaminada, se le está privando del final:

"Un maraco, Rucio. Te hice venir y ahora me hago el huevón. Me escondo detrás de las esquinas. Te observo vagar solitaria por las calles, pisar mis huellas, andar los mismos recorridos por los que yo anduve, descubrir las mismas cosas que yo descubrí […] Soy tan concha de su madre que te hice caer en esta trampa siguiendo a la distancia, paso por paso, tu descenso." (233)







 

Es decir, la investigadora ha seguido bien los indicios, se ha aventurado muy bien por los caminos que debía seguir, pero es el Indio, su antagonista, el que la ha hecho caer en la trampa y perder el tiempo haciéndola regresar constantemente sobre los recuerdos de épocas cargadas de sufrimiento, de dolor y de muerte.

Ya realizada la revisión puntual de cada novela se puede apreciar como está presente lo policial. Aparece una de las características del género muy claramente, y es la de la búsqueda de una verdad que se ambienta en una época posterior a hechos traumáticos y que se enmarcan en un período de muerte, de silencio y de ocultamiento.

El inmediato precedente de este nuevo rasgo del policial presente en las novelas del 2000 lo presenta Magda Sepúlveda, en el capítulo correspondiente a la novela policial, del texto Novela chilena, nuevas generaciones de Rodrigo Cánovas. En la novela anterior se aprecia la existencia de un enfoque crítico hacia la realidad social y política manejando un espíritu de denuncia frente a la corrupción de las instituciones. Así los protagonistas de esta novela se dedican a reordenar el pasado de la comunidad y de ellos mismos. El detective utiliza los casos para ordenar su vida percibiéndolos como aprendizaje y ejemplo. Es de esta forma que es inducido a la acción. Además muchos de los personajes de estas novelas creyeron en ensueños que en su actualidad no tienen cabida y por eso viven en un total desencanto. Sienten la ausencia de alguien que los guíe, pero al ir en su busca se equivocan de camino y no logran encontrar a una figura que les sirva de referente. (Cánovas, 118 - 120)

Todas estas características se reestructuran en el nuevo milenio y se da paso a un nuevo estilo policial.

Si bien en las novelas de los '80 y '90 había una fuerte critica hacia el régimen dictatorial y se buscaba rescatar o sacar a la luz una verdad que otros se dedicaron a ocultar; en las novelas actuales la verdad que se intenta rescatar es la verdad de un individuo que ha decidido olvidar casi como forma de combatir el pasado. Nelson ha olvidado para no recordar el trauma, la Rucia ha olvidado porque en el pasado se escondían culpas incestuosas y porque el pasado de su país no es digno de ser recordado, y la narradora de Rimsky ha olvidado promesas, ha olvidado objetos y ha vivido en una atmósfera que se ha dedicado a no recordar a su propio hermano.

Si en las novelas anteriores se buscaba ordenar el pasado de una comunidad y el propio, ahora el pasado que hay que reintegrar y articular es sólo el propio. La lucha que se tiene por la verdad resulta ser propia o, como máximo, de la familia nuclear, pero la comunidad ya nada tiene que ver. Pablo busca recuperar una verdad porque es él quien quiere saber, más movido por la curiosidad que por motivos profundos; la Rucia busca la verdad de la desaparición del Indio para poder vivir tranquila y de alguna manera dejar descansar, finalmente, a su madre; y la hermana de Moris busca recuperar su propio pasado incompleto ante la ausencia de su hermano. Es más, en ellos la búsqueda del pasado, el intento de recuperarlo, tiene claros visos en el futuro. Entender los hechos pretéritos tendrá como fin central poder vivir más tranquilos en el futuro. Pero esta visión sólo los afectaría a ellos, no buscan recomponer la sociedad ni mejorar la comunidad. De este modo el pasado sólo serviría para poder estructurar un futuro 'amnésico', sin memoria.

Otro cambio radica en que este nuevo investigador (ya no es posible denominarlo detective porque no cumple con ser violento, sarcástico o pura razón, entre otras características) no es llevado por la corriente, sino que es él o ella quien produce la corriente. Ya no es un personaje de reacción sino que es de acción. No existe aquel personaje que presentaba el conflicto y movía a los detectives; ahora son los propios investigadores los que se mueven por cuenta propia. En las novelas los tres actúan de esta manera. Se convierten en buscadores individuales que no solicitan grandes favores y que no requieren de aprendices o ayudantes. Ellos se dedican a buscar lo olvidado, porque ese es su nuevo rol, el del buscador, el que sigue el orden de los lugares, como en Fernández; de los papeles, como en Rimsky, o de los tragos, comidas y nombres, como en Electorat.

El desencanto, por otra parte, ha dado paso a la sensación de 'que pase lo que tenga que pasar'. Pablo vive tranquilo en París y no está desencantado de la vida, ni preocupado por su pasado. Es más bien éste el desencantado porque lo han olvidado (otro rasgo nuevo que se da en los tres) y se le cruza en su camino intentando ser traído al presente. Y lo logra bastante bien: Nelson se enfrenta a sus traumas y Pablo juega a meterse 'en la boca del lobo' al estar en Santiago y visitar a los soplones. La Rucia 'vive' tranquila en su cajón hasta que es el Indio (otra vez un agente externo, cómplice del pasado) el que la hace volver a los lugares que no necesitaba ver de nuevo ni quería, necesariamente, recordar. Pero otra vez triunfa la memoria olvidada porque todos los lugares y fantasmas se manifiestan con el fin de renacer en los recuerdos. Y finalmente, en Rimsky, el viaje a Chile, la vuelta al pasado, es más con un fin de 'llevar la contra' que con un fin de superación de un desencanto: "La relación con mi madre es conflictiva. A sabiendas del dolor que voy a causarle, decido cortar yo con lo que ellos no han sido capaces." (16) De nuevo está la superación de la historia para apostar por el futuro, pero nuevamente la memoria y sus códigos se aparecen para intentar ser rescatados. En la casa que habitaban existen muchos recuerdos y ahí están las pistas del ayer para encontrar a Moris y traer los años de infancia. Así en los tres el desencanto no es lo característico, sino que es la quietud y la fuerza de una memoria que no quiere sucumbir al olvido y que hace todo lo posible para ser recuperada y reaparecer entre los escombros y traumas del pasado.

Otro cambio está dado por la búsqueda de personas como referentes, que es fallida en el pasado, pero que en estas novelas no resulta tan errada, y aunque no se logra encontrar lo que se busca o a quien se busca, el camino que se sigue para hacerlo es el correcto. De los tres, Pablo es, claramente, el más exitoso ya que encuentra la verdad (parcialmente, es cierto) y además, logra enfrentarse a los enemigos del pasado. La Rucia sigue los pasos correctos, pero no llega a la meta, porque la meta se mueve y no quiere ser encontrada. La hermana de Moris, por su parte, construye muy bien el camino de su hermano y, aunque llega al fin (aparentemente) opta por dejarlo para otra oportunidad. De este modo la búsqueda parece tener éxito, pero realmente no importa tanto encontrar o no a alguien porque es la individualidad lo que predomina.

Otro punto interesante de estos nuevos investigadores es que la verdad que consiguen se les entrega a medias. Ninguno logra la verdad total y esto se da porque son movidos por una memoria que ellos realmente no han buscado. La memoria juega con ellos y es feliz logrando que la recuerden. Pablo logra saber parte porque hay cosas que no serán contadas y que nadie sabrá nunca; la Rucia busca, desentraña los códigos y los entiende, pero no llegará a la verdad porque ésta camina y mira desde los arbustos; y la hermana llega al final, pero una persiana le niega seguir construyendo la imagen de su hermano perdido, pero feliz, lector de Economía y Negocios y bebedor de whisky. Como es la memoria la que los obliga a recordar y se cruza en sus caminos sin que ellos necesariamente la hayan llamado, lo que logran entender es sólo la verdad a medias y realmente no les inquieta del todo poder descubrir aquello que les falta.

Finalmente, y quizás el punto más importante de esta nueva novela, o más bien, de esta nueva utilización del código policial, es la presencia de algo que se ha nombrado muchas veces a lo largo del trabajo: la memoria y el olvido.

Los nuevos códigos del policial hacen aparecer la memoria como personaje que fuerza muchas relaciones y acciones, y así reemplaza al espacio personaje de la novela negra, y a la crítica social en la latinoamericana. Pero no aparece sólo por el placer de hacerlo sino que sale a luchar contra su antagonista que es el olvido. Como dice Candau en "Memorias y amnesias colectivas" el olvido permitió depurar y erradicar las huellas y símbolos de regímenes políticos anteriores (21) y de esta forma se transforma en "una carta de triunfo que le permite a la persona o al grupo construir o restaurar una imagen de ellos mismos globalmente satisfactoria." (23) y es justamente con esto con lo que nos estamos enfrentando; con sujetos que decidieron olvidar, que prefirieron 'dar vuelta la página' y no seguir pensando en el pasado, ni reviviendo traumas. Se podría decir que se deseó el olvido porque se vivió un trauma muy fuerte y marcador y como dice Susana Griselda Kaufman

El sentido de incluir la noción de trauma como parte de los procesos de construcción y deconstrucción de la memoria y el olvido, es contribuir a comprender qué marcas dejan en el nivel subjetivo los procesos represivos, y cómo estas huellas se alojan en espacios intersubjetivos.
Dada la manera particular de lo traumático, sus ecos y consecuencias hacen que las marcas de lo vivido en un pasado reciente o lejano estén presentes, actúen expresadas o silenciadas, vuelvan en diferentes formas y multipliquen sus efectos. (1)












Aquí Kaufman rescata la idea de trauma y nos permite entender como esto lleva a olvidar, o puede justificar el olvido. Nelson olvida su tortura, Pablo también olvida el período donde corrió peligro, hasta que el Trauco se le aparece; la Rucia olvida la ciudad donde su madre sufrió, y la investigadora olvida (aunque nombra) el trauma de sus padres al ser 'requeridos' por la dictadura.

Todos estos nuevos investigadores han olvidado, pero estos 'no recuerdos' volverán de diferentes formas: para Pablo como el portero 'atrae clientes' de un cabaret, para Nelson como un pije de mierda, para la Rucia como una ciudad maquillada, y para la hermana de Moris como los papeles o recuerdos dejados por la madre en su antigua casa. Y así entonces aparece la memoria que "es un proceso complejo, […] que imparte sentido a lo vivido, vincula presente y pasado. […] El acceso a la temporalidad de la memoria evoca recuerdos y actualiza marcas que, al repetirse o ser puestos en pensamientos actuales, se resignifican, son desagregados, aparecen o se olvidan, dando lugar a nuevas formas de presencia o de ausencia." (Kaufman, 3) Entonces se convierte en el personaje que los obliga a enfrentarse a ellos mismos. La memoria se vuelve así en el verdadero rival de los nuevos investigadores. Los hará descubrir objetos que los llevarán a la verdadera meta: ellos mismos. Y aquí vemos otro rasgo de esta nueva reestructuración de lo policial: quien investiga, ya no lo hace para otro (aunque en un comienzo pareciera ser así) sino que lo hace para sí mismo, pero sin darse cuenta porque no saben que están siendo objetos de la memoria.

Y de esta manera vemos a los sujetos en una constante lucha, en un constante batallar porque han luchado por olvidar, pero se les obliga a recordar. Debería permitírseles olvidar a veces porque "a la ancestral creencia de que ser significa perdurar en la memoria, debiera acompañarla otra que afirme, con igual convicción, que para perdurar en el tiempo también es necesario olvidar." (Mitre, 8)

Estos nuevos investigadores han luchado por olvidar, se han esforzado por superar los traumas que de por sí son difíciles de abandonar, pero la memoria se empecina en volver y jugar con ellos. E incluso pasa por sobre años e intentos de otros por lograr el olvido, ya que las madres aparecen como su principal aliado, pues intentan que sus hijos no recuerden ni sepan los dolores que han tenido que vivir.

De esta forma, lo policial da un nuevo vuelco, su utilización se actualiza y se construye en torno a la recuperación de la memoria, a la percepción de un futuro preferible y de un pasado olvidable. Los nuevos investigadores y esta nueva forma del género sucumben ante el pasado. La memoria se convierte en un nuevo personaje del género policial y estructura esta nueva novela policial chilena, un policial que se construye como uno de la memoria donde el detective se convierte sólo en un buscador / investigador; donde el pasado desaparece para dar paso al olvido; donde los medios utilizados son los que aparecen y no los que se buscan; donde se apunta hacia el futuro más que hacia el pasado y donde el complacer fines individuales es más importante que el intentar recomponer una memoria colectiva.

Los nuevos investigadores cometen el mismo error que cometió Eric Lönnrot. Se 'meten' tanto en su papel que no ven que el objeto del crimen son ellos mismos, no tiene tiempo de rechazar el ataque porque se dan cuenta muy tarde que han sido golpeados. Han luchado constantemente contra la memoria y han hecho todo lo posible por olvidar, pero no se dan cuenta que al buscar, que al invocar hachos que habían decidido dejar atrás los están haciendo volver y están otorgándole la victoria a los recuerdos. Si en Borges el detective muere por no apreciar la trampa con distancia, en las novelas del 2000 los investigadores son absorbidos por los recuerdos que se buscaron tapar, y las persianas se vuelven a cerrar, las termitas vuelven a roer, el agua del río vuelve a pasar bajo el puente, y ellos vuelven a vivir en el pasado y a recibir el disparo de Memoria que les advierte que tal vez la próxima vez los deje salir de su laberinto de recuerdos.

 

 

 

 

Bibliografía

- Candau, Joel. "Memorias y amnesias colectivas." 2002.
www.cholonautas.edu.pe

- Electorat, Mauricio. La burla del tiempo. Santiago de Chile: Biblioteca Breve Seix Barral. 2004.

- Franken, Clemens. Crimen y verdad en la novela policial chilena actual. Santiago de Chile: Universidad de Santiago de Chile. 2003.

- Kaufmann, Susana Griselda. "Sobre violencia social, trauma y memoria." 1998.
www.cholonautas.edu.pe

- Link, Daniel (Compilador). El juego de los cautos. Buenos Aires: La Marca Editora. 1992.

- Mitre, Antonio. "Historia, memoria y olvido." 2001.
www.cholonautas.edu.pe

- Piglia, Ricardo. Crítica y Ficción. Buenos Aires: Seix Barral. 2000

- Sepúlveda, Magda. "Del género policial." En Novela chilena: nuevas generaciones. Santiago de Chile: Ediciones Universidad Católica de Chile. 1997.

- Sepúlveda, Magda. El género policial en la más reciente generación de novelistas chilenos. Santiago de Chile: Tesis PUC. 1995.

- Rimsky, Cynthia. La novela de otro. Santiago de Chile: Edebé. 2004.

 

 

 

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