Pedro Lemebel

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La Propaganda Oficial

(o la poética del optimismo)cubana


Por Pedro Lemebel

 



Del aeropuerto José Martí, que cumple con sencillez el arribo a Cuba, las carreteras del país nos llevan por una serpentina de emociones y expectativad tratando de mirar a través de los vidrios empañados del bus el anochecido paisaje habanero. En el camino casi no hay avisos publicitarios o los típicos luminosos que enmarcan las rutas que en otros países llevan del aeropuerto a la ciudad. En su reemplazo, los slogans de la revolución escriben el paisaje sombrío de la bienvenida, cuando los focos de los vehículos iluminan su alfabeto romántico y panfletero. "AQUÍ LOS NIÑOS BESAN Y LA GENTE SONRÍE". Frases, leídas con la distancia prejuiciada del visitante, arengan la conciencia política, como si en cada recodo, en cada sitio eriazo, en cada muro deslavado, una voz oficial tuviera que refrescar continuamente la memoria gallarda del proceso cubano.
"A PESAR DE TODO, Y POR TODOS SEGUIREMOS SIENDO LIBRES". Acompañando la llegada, los graffiti gubernamentales parecieran un empuje de optimismo que intenta levantar la moral de este país hecho leyenda en su porfía. "RESISTENCIA CON INTELIGENCIA Y CORAZÓN". La ciudad de La Habana parece dormir en medio del apagón de racionamiento, y lo único que resplandece al flashazo de las luces del bus, es el carteleo que machaca de versos y poemas la oscura llegada. "USTED ELIGE, CUBA LO SATISFACE". Es extraño, pero frente a esta cinta pobre que exagera el nacionalismo, se experimenta la sensación de acoso, leyendo y releyendo la enamorada política de su reiteración. "SOMOS ASÍ Y QUE". Elverde negruzco de la foresta se adivina en la calurosa resaca nocturna, las palmas y platanales recortan el cielo tropical, y en las murallas, los escritos bordan de aguante la jodida permanencia de un pueblo que eligió su destino.
"EL AMOR Y LA SOLIDARIDAD NO SE BLOQUEAN". En la carretera casi no hay autos, y los pocos que se ven parecen sacados de un film de Doris Day con Rock Hudson: largos Oldsmobiles, Alfa Romeos y Cadillacs, aparecen y desaparecen como fantasmas de una historia feliz, de una película de amor con luna y palmeras, narrada por los graffiti que acordonan el camino. "DESDE LAS CUADRAS CRECE UN PAÍS. A la rápida, en un pestañeo de viraje caminero, salta desde las sombras un verso de Martí, el poeta de la revolución. Con la misma rapidez viene otro de Nicolás Guillén, pero repiquetea majadero el siempre y nunca de la escritura oficial. "CUANTO HICE HASTA HOY Y HARÉ ES PARA ESO".
Algunas luces nos acercan a esta mítica ciudad que pasó de cabaret yanqui a la metáfora latinoamericana de la izquierda. El chofer del bus habla poco, contesta con aburrimiento nuestras observaciones. Y no es por que no pueda hablar, está cansado de responder lo mismo a la ingenuidad turista que acarrea en su micro (que allá le llaman guagua). Él, un achocolatado habanero, tiene esa displicencia de llevar y traer ojos copuchentos a su isla, adivinando los recelos, cachando las sospechas y la doble intención del interrogatorio extranjero. Por eso sus respuestas son cortantes, simples y codificadas como la propaganda publicitaria que bordea la ruta. "SOY CUBANO, NO PUEDO SER DIFERENTE". Sería fácil calificar esta bienvenida de panfleto castrista, o de exagerado populismo naciuonal que intenta acallar con optimismo el bullado naufragio de la gesta cubana. Sería apresurado emitir juicios sobre el carteleo insistente que vocea los avances del proceso.
Uno recién llega, con los ojos nublados por el ron y algún extraviado sueño. Uno es visita, y si quiere, puede leer más allá de las consignas. Con un poco de generosidad puede descubrir los materiales pobres usados en esta campaña. Materiales que en chile ocupa la Brigada Chacón. Materiales artesanales que jamás usarían las grandes propagandas del mercado. Papel craff, papeles de envolver, de ese color café que e usó en los panfletos y publicaciones antidictadura. Estos de acá son carteles escritos a mano, con el agregado cursi de la florcita en el punto de la "i". Frases coloridas, rematadas con un corazón en vez del punto final. Letras dispares, que en su caligrafía apresurada, bailan una danza de palabras, como si fueran carteles escolares de alguna recordada kermesse o baile de máscaras. "A FIDEL NO LO DEJAMOS SOLO". En cada muro, en cada calle, la oratoria política del esfuerzo, mantiene la utopía a puro pulso, con las patas y el buche, con algo de irrenunciable ilusión los carteles desfilan y pasan a morir en nuestras espaldas. Sus vocales de carnaval revolucionario, se despegan un momento del cartel y quedan grabadas campaneando la ardiente sombra de la noche cubana...y luego, regresan al muro, al rayado antidepresivo de la propaganda. "LA DIGNIDAD DE MIRAR LIBRES". En el aire se escucha un canto de rumba y sus notas dibujan la ciudad de La Habana que se abre como ua caja de música, como una concha antigua que reparte generosa los encajes negros de su sentimental son.


Del libro "Cartas de amor a La Habana"

 

 

 

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