La vida es una muerte que viene. En el caso del poeta chileno Romeo Murga, se cumplen 100 años desde su partida. El poeta Pablo Neruda en su libro de memorias “Confieso que he vivido” lo recuerda así: “Con este Romeo Murga fuimos a leer nuestras poesías a la ciudad de San Bernardo, cerca de la capital (Chile). Antes que apareciéramos en el escenario, todo se había desarrollado en un ambiente de gran fiesta; la reina de los Juegos Florales con su corte blanca y rubia, los discursos de los notables del pueblo y los conjuntos vagamente musicales de aquel sitio; pero cuando yo entré y comencé a recitar mis versos con la voz más quejumbrosa del mundo, todo cambió: el público tosía, lanzaba chirigotas y se divertía mucho con mi melancólica poesía. Al ver esta reacción, apresuré mi lectura y dejé sitio a mi compañero Romeo Murga. Aquello fue memorable, al ver a aquel quijote de dos metros de altura, de ropa oscura y raída, y empezar su lectura con voz aún más quejumbrosa que la mía, el público en masa no pudo ya contener su indignación y comenzó a gritar: “¡Poetas con hambre! ¡Váyanse! No echen a perder la fiesta”.
Romeo Murga era flaco, alto, tenía el rostro pálido, ojos verdes y cabellos negros. Nació en 1904 en la ciudad nortina de Copiapó y tuvo una vida breve pero trascendente. En 1920, se trasladó a Santiago e ingresó al Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, donde obtuvo el título de profesor de estado en la asignatura de francés. Por esta razón el Museo del Instituto pedagógico Valentín Letelier lo recuerda como "un hijo del Pedagógico". Fue aquí donde conoció a Eugenio González, Pablo Neruda, José Recabarren y Rubén Azócar, con quienes trabó una amistad profunda y lazos literarios que se mantuvieron más allá de su muerte. En 1923, recibió el primer premio en el elogio a la reina de la primavera con “El libro de la fiesta”. En 1924, fue nombrado profesor en el liceo de Quillota, donde hizo clases a Luis Enrique Délano, quién se convertiría en un célebre escritor. Colaboró en las revistas: Iris, Claridad, Educación y cultura y Zig-Zag, donde publicó su poema “La lejana”. Además, fue en esta revista donde desarrolló su trabajo como traductor de autores como Paul Fort, Anatole France, Charles Nodier y Henri Barbusse, entre otros.
Romeo Murga empieza a publicar sus poemas, incorporándose a los "nuevos" como llamaban a los jóvenes de esa época los poetas chilenos de mayor influencia, entre ellos Pedro Prado, que era el poeta favorito de Murga. En 1925, la tuberculosis que lo aquejaba se lo llevó, anticipada en sus versos: “Y la noche terrible se te entrará en los huesos”. En 1935 poetas, amigos y familiares realizaron una romería al cementerio Parroquial de San Bernardo. Veintiún años después de su muerte, fue publicada la obra “El canto en la sombra”. En 1955, el poeta Andrés Sabella edita su libro “Clara ternura” en la revista Hacia. El poeta Jorge Teillier escribió en 1962: “En la Generación de 1920, Romeo Murga nos parece el ángel guardián que llega a la casa de la poesía por sólo un instante, la ilumina silenciosamente como una linterna, y luego desaparece”. Neruda recordó a su amigo, fallecido tan joven, como su ángel protector cuando obtiene el Premio Nobel de Literatura el año 1972.
La función de la poesía para Murga fue el "canto de la mujer amada”, ella se mostró cautelosa respecto de las nuevas formas poéticas y señaló como paradigma al francés Paul Verlaine, pues éste trabajaba una poesía aliada a la música de la palabra.
En el cementerio Parroquial de San Bernardo está su tumba. El profesor normalista Bernardo Recabarren la compra en 1992 para evitar el destino de la fosa común para el poeta-profesor que fuera amigo de su padre el escultor José Recabarren. Por esta razón la Fundación Profesor José Recabarren realiza permanentemente un trabajo de cuidado y mantención de esta y el próximo 22 de mayo organiza una romería para no olvidar la obra y al autor. Además su directora Evelyn Recabarren modela una escultura de Murga que será develada en esta ocasión.
Así resume su vida el poeta chileno Horacio Eloy: “Breve fue el tránsito por este mundo del poeta Romeo Murga. La sombra de la muerte lo alcanzó en plena juventud, no alcanzando a cumplir los 21 años. Nuestro poeta nació bajo el sol nortino de Copiapó un 18 de junio de 1904 y falleció en San Bernardo, el otoño de 1925”.
La muerte de Murga fue el espejo en el que su vida se miró para recordar su propósito: la construcción del propio ser que trato de influir en la realidad que lo envolvió.
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El poeta-profesor a 100 años de su muerte
Por Leo Lobos
Publicado en OFF THE RECORD, N°74, mayo 2025