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Juan Luis Martínez

Un libro escrito por nadie

por Alejandro Zambra
Las Últimas Noticias
Miércoles 5 de noviembre de 2003



A pesar de que durante los últimos años de su vida obtuvo cierto velado reconocimiento, el poeta Juan Luis Martínez se mantuvo firme en su convicción de desaparecer, de borrarse, convencido de que lo que importa es la obra y no quién la escribió. Así, tachó su nombre en la portada de "La nueva novela" -una rarísima y magistral mezcla de juegos lógicos, trabajos visuales y textos literarios que, en 1977, cambió para siempre la poesía chilena-, rehuyó como pudo las entrevistas y las fotos, y hasta dispuso que después de su muerte todos los manuscritos que le sobrevivieran fueran destruidos. Afortunadamente su voluntad no fue satisfecha, pues Ediciones Universidad Diego Portales acaba de publicar "Poemas del otro", volumen que incluye el breve y bellísimo libro homónimo -felizmente salvado de la hoguera- más algunos textos que permanecían dispersos en revistas y antologías y, finalmente, las contadas entrevistas que un poco a regañadientes concedió.

Tales entrevistas muestran a un Martínez extraordinariamente asertivo, tímido y cordial, incluso cuando los entrevistadores insisten en averiguar aspectos de su vida privada. Sin embargo, como es natural, el interés del lector se concentra en los materiales inéditos. La mayor sorpresa es hallar en ellos un tono y un estilo radicalmente distintos a los que le conocíamos: en vez de la enorme heterogeneidad formal de "La nueva novela", aquí predomina un lirismo avasallador y una especie de ferocidad espiritual que por momentos recuerdan el ímpetu iconoclasta de Arthur Rimbaud: "Dos mil años de historia ordenada/ y he sido yo quien ha engullido al Cristo/ y los cabellos no se me han caído/ por todo eso/ mi lengua la he devorado también/ para no hablarte más".

La publicación de "Poemas del otro", de Juan Luis Martínez, es uno de los hechos más importantes que han ocurrido en la poesía chilena en mucho tiempo.

Según el poeta Cristóbal Joannon -quien estuvo a cargo de la edición- estos textos formaban parte de un proyecto inacabado y monumental que a grandes rasgos consistía en crear una serie de libros escritos por autores tremendamente distintos entre sí. Al parecer, Martínez se proponía emular -y extremar- el procedimiento de Fernando Pessoa, el más delirante genio de la literatura tránsfuga: construir una identidad a partir de la suma de identidades, multiplicar el yo hasta llegar a la desintegración total. O como tan bien lo explica Álvaro de Campos -uno de los escritores inventados por Pessoa- en estos admirables versos: "Me he multiplicado para sentir/ para sentirme he debido vivirlo todo/ me he desnudado, me he dado/ y en cada rincón de mi alma/ hay un altar a un dios diferente".

"Un autor debe arreglárselas para hacerle creer a la posteridad que no ha existido jamás", apuntó alguna vez Gustave Flaubert, maestro en el arte de hacerse invisible. Martínez va incluso más lejos, pues, como dice en un poema de este libro, su ambición consiste no sólo en ser otro sino también en "escribir la obra de otro". Si el autor -fallecido en 1993- hubiera querido ver su nombre y su fotografía en la portada de este volumen es cosa del todo incierta. Pero hay algo que es seguro: la aparición de este libro es uno de los hechos más importantes que han ocurrido en la poesía chilena en mucho tiempo.

 


JUEGO DE IDENTIDADES

Un iceberg impredecible

por Bruno Cuneo

Bruno Cuneo
El libro póstumo de Juan Luis Martínez contiene apenas diecisiete poemas.


Juan Luis Martínez se definía a sí mismo como un "poeta apocalíptico", esto es, un escritor para quien la disolución de la imagen coherente y sólida del mundo no era sólo un acontecimiento inminente sino más bien un hecho consumado. Y si es cierto eso que decía Heidegger de que el "lenguaje es la casa del Ser", él - y con él quizás sólo Lihn- fue el primero de una larga tradición, más o menos grandilocuente, de la poesía chilena, en no sentirse ya en esa casa "como en casa".

Esa inquietud, o mejor, esa catástrofe, estaba inscrita en la imagen misma de la portada del único "libro" que publicó en vida (La nueva novela, 1977) y era el bajo continuo predominante de ese frío y en apariencia científico cálculo verbal que se ponía a prueba una y otra vez, parodiándose, en cada una de sus páginas. A ello se suma que, en parte, fue escrita y publicada durante una dictadura, a la que esa inquietud debe - él mismo lo declaró alguna vez- algunos buenos grados de su fuerza telúrica. En tan dramáticas circunstancias, a Martínez no debió quedarle, como decía Joseph Brodsky de todo poeta de nuestra época, más que dos alternativas: intentar reconstruir una continuidad cultural a partir de lo poco que podría haberse salvado o hacer con los escombros una "poética del nudo en la garganta". Ciertamente se inclinó por la segunda, juicio que, sin embargo, no invalida el de quienes han creído reconocer en él a un cultor tardío del humor patafísico o a un extraviado practicante de la impasibilidad lógica del budismo. Sería un error, en cambio, asignarle esos títulos negándole a su vez el de "artista negativo": aquel que interioriza la crisis de una época carente de unidad significativa o criterios de verdad, carente de mito, y sin proponer uno nuevo, y sin nostalgia, exhibe su decrepitud y confusión, de manera puramente inmanente, en un lenguaje que yuxtapone fragmentos de saberes y discursos carentes ya de significado y cuyo propio autor se niega a reconocer, tachando su nombre, haber articulado.

Si nos extendemos en consideraciones sobre su única "obra" publicada es ante la imposibilidad de juzgar como tal la que ahora se nos presenta. Se trata, en efecto, de una cuidada edición póstuma de una ínfima parte de El poeta anónimo (o el eterno presente de Juan Luis Martínez), libro "muy extenso" del que se sabía que Martínez trabajaba desde hace años y del que Lihn, sin demasiadas pistas, pudo decir que era un "iceberg aún impredecible". Es la imagen que conviene aún hoy a la vista de estas pocas aristas: apenas diecisiete poemas, de irregular calidad, aunque hay algunos muy logrados, cuya clave operativa irremisiblemente se ha extraviado. A favor de Martínez, y teniendo en cuenta que se trata aquí de un work in progress, se puede alegar que, reconocido admirador de Duchamp, sólo le interesaban las obras que funcionaran como un mecanismo, del mismo modo co-mo a Maquieira sólo parecen interesarle los guiones. De ese mecanismo no es posible decir ahora nada con certeza como no sea especular interminablemente a partir de unas cuantas declaraciones y un extendido comidillo: que reproducía la estructura del I Ching, que sería intolerable en términos psiquiátricos y políticos, que está resumido en la frase "el deseo de ser otro sin dejar de ser uno mismo".

¿Quién es ese Otro y quién es ese Mismo tratándose de la escritura de Martínez? ¿Quién habla en estos poemas, que además introducen un yo lírico que estaba ausente o absolutamente objetivado en La nueva novela? Quien habla, nos parece, es un sujeto profundamente disociado, no sólo emocionalmente, porque lo exasperan muchas cosas distintas, o discursivamente, porque se expresa en muchas voces líricas, sino también en relación a lo que él mismo parece haber escrito antes. Hay todo un manierismo de la identidad puesto en juego aquí, un juego de máscaras tan difícil de interpretar como en el aparentemente más senci-llo de los sonetos de Shakespeare. Bastaría, para notarlo, con comparar la portada de este libro con la de La nueva novela: el autor que antes tachara su nombre dos veces reaparece ahora posando para una fotografía que al mismo tiempo lo desdobla de espaldas en un espejo. Sin duda, un acierto del diseñador Carlos Altamirano.

Poemas del otro incluye, además de algunos poemas inéditos o publicados, pero inencontrables, y que no forman parte del mencionado proyecto, algunas de las pocas entrevistas y diálogos que Martínez sostuviera sobre su trabajo poco antes de morir. En ellos se muestra una vez más con esa lucidez y consecuencia artística que lo caracterizaban, y que, aunadas a la originalidad de su escasa, pero contundente obra, han hecho de él uno de los arcanos mayores de la poesía chilena.

Poemas del otro (Poemas y diálogos dispersos)
Juan Luis Martínez.
Edición de Cristóbal Joannon. Ediciones Universidad Diego Portales,
Santiago, 2003, 113 páginas.
Precio de referencia $10.000.


 

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-Un libro escrito por nadie. Crítica por Alejandro Zambra
Fuente: Las Ultimas Noticias
Miércoles 5 de noviembre de 2003. Santiago de Chile.
-Un iceberg impredecible. Crítica, por Bruno Cuneo.
Fuente: Revista de Libros de El Mercurio.
Santiago de Chile.
sábado 15 de noviembre de 2003.
-Poemas del otro (Poemas y diálogos dispersos)
Juan Luis Martínez.
Edición de Cristóbal Joannon. Ediciones Universidad Diego Portales,
Santiago de Chile , 2003, 113 páginas.