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Mauricio Electorat:


......................................... "En francés soy otro"

por Marilú Ortiz De Rozas
Revista de Libros de El Mercurio, Sábado 29 de noviembre de 2003



Escritor de pocos libros, tres de poesía, uno de cuentos y una novela, Electorat acaba de terminar en París "Del habitar sin tener dónde", su segunda novela.

A los quince años, Mauricio Electorat era ya un personaje que dejaría una estela tras de sí en la Alianza Francesa de Santiago, el colegio donde se educó y formó a otros, pues creó talleres literarios, concursos, huelgas, mitines. Formó parte de un precoz grupo de amigos que ingresó a la política clandestina cuando aún cursaban la enseñanza media, a la vez que se daba el tiempo para convertir a la literatura a los que entonces éramos niños.

Hoy, a casi tres décadas de aquella época, asentado hace diecisiete años en París, su adolescencia constituye el tema central de su última novela. El protagonista, que se viste con diversos elementos de la biografía de Electorat, se sube a un avión rumbo al funeral de su madre en Chile con la misma maleta con que ha desalojado poco antes el hogar conyugal. Es durante este viaje donde transcurre el relato de sus años de colegio y universidad. Una obra que no se enmarca en el género policial, pero donde reincide en el empleo del particular tono negro de las anteriores.

- ¿A qué se debe este tono, se trata de un efecto literario, del resultado de vivencias personales o ambas cosas?
"Ambas, yo creo que no se hace literatura con buenos sentimientos, no conozco a nadie que haya escrito desde la alegría o la total armonía. A veces se da una nostalgia de la felicidad perdida, como cuando por ejemplo Jean Giono evoca su Provenza natal... "Del habitar sin tener dónde" es una novela negra en la medida que no es rosa y siempre es bueno que haya un cadáver, porque hace avanzar la historia. Ésta se abre con el de mi madre, aunque no se queda ahí, sino que aborda la problemática de la adolescencia en los años setenta y ochenta. Mis narraciones se inscriben en la veta de la vieja escuela flaubertiana decimonónica, es decir, en la corriente realista, pero con una distancia irónica que es también una manera de reírse de uno mismo, condición fundamental para escribir".

- ¿Constituye en cierta forma una actitud de tu generación?
"Sí, hay un cierto pesimismo generacional, pues la mía sale al mundo en un momento muy complicado, en plena dictadura, sin ningún horizonte. Luego nos fuimos al exilio, una experiencia sumamente enriquecedora, pero no alegre. Constituye una lucha por sobrevivir sicológica y moralmente. Te deja una marca. Lo que tiene de positivo es que el exilio físico tiene que ver con una condición fundamental del ser humano. Creo que todos en el fondo somos exiliados, nómades y trashumantes".

- ¿En particular los escritores?
"En particular los escritores, porque eres exiliado de una especie de Paraíso, de un estado original. No nos olvidemos que en el principio era el Verbo. Justamente porque no existe el Paraíso, uno escribe".

- ¿El escritor toma el lugar del Creador?
"Uno se pone en el lugar de Dios, uno inventa su propio Paraíso, que es este Paraíso con ribetes más bien negros, pesimista, realista".

- Como el de "El Paraíso tres veces al día", su primera novela?
"Exactamente. El Paraíso de un escritor es su lengua, lo que uno intenta inventar es un lenguaje, a la vez un mundo".

- ¿Formado en la Alianza Francesa y radicado hace décadas en Francia, escribes también en francés?
"Sólo no ficción. Yo creo que uno es diferentes personas en los distintos idiomas en que se expresa. El castellano de Chile es mi lengua materna, la de mi barrio, mi casa, mi infancia, mi universo original. En francés, soy otro, un personaje que yo mismo he creado. El humor es distinto, la espontaneidad no es igual".

- ¿No has vuelto a escribir poesía?
"No, en los años ochenta, viviendo en Barcelona, me di cuenta de que en mi poesía había un principio narrativo. Desde muy pronto me sedujo la idea de escribir ficción, de inventar y separarme del yo poético, del yo hablante. Lo que me atrae de la narrativa es la posibilidad de travestirte, de transformarse en otros, inventando personajes, situaciones, historias que se te imponen, que has de contar".

- Sin embargo en tu narrativa se siente fehacientemente la mano del poeta atrás...
"En el fondo no hay una enorme diferencia entre los géneros, los principios de la poesía habitan en la narrativa y vice-versa, todo es una cuestión de prisma, de qué privilegias. Sin duda que el haber escrito algo de poesía me ha ayudado mucho a la hora de tratar de cultivar algo que en Chile se trabaja poco: el estilo. Yo entré en la literatura por la puerta de la poesía - leí mucha- , y me quedé muchos años en sus pasillos y jardines, lo que provoca una relación distinta con el lenguaje. El estilo es el hombre, decía Boileau, y un escritor ¿qué es si no su estilo?".

- El protagonista de "El Paraíso..." lanza justamente una frase bien poética y negra: "No tengo tratos con el porvenir". ¿Tienes ahora mejores tratos con éste?
"Eso en realidad era un grito. Ahora estoy más viejo y sereno. Tengo mejores tratos con el porvenir en la medida en que estoy haciendo lo que quiero hacer: escribir. Creo que lo que tengo en mis manos es ahora la posibilidad de lanzar una botella al mar, una botella con un manuscrito dentro... Todo libro, una apuesta".

Soledad creadora de París

Como muchos escritores y artistas, Mauricio Electorat parece tener una relación de amor/odio con la Ciudad Luz.

- "París es una emboscada", dices en tu primera novela. ¿Sigues emboscado en París?
"París es una emboscada porque es una ciudad tramposa: promete mucho y da muy poco o nada. Para lograr sobrevivir en París tienes que emplear una cantidad de energía muy superior a la desplegada en cualquier otra ciudad. A cambio de eso ofrece compensaciones que ninguna otra tiene, la oferta cultural es incomparable. Pero así y todo es muy difícil lograr establecer una relación serena con esta ciudad".

- ¿Sigue omnipresente en la obra que escribes ahora?
"Sí, esta novela transcurre entre las calles de París y Santiago. Yo soy un vendedor viajero de París. Creo que si no hubiese venido a esta ciudad nunca habría tenido el valor de escribir narrativa. París te proporciona la distancia contigo mismo y con el entorno para hacerlo, pues aquí uno está solo, aislado y al margen de todo... En Chile, la soledad está más enmascarada, la puedes engañar más, porque se sociabiliza más. Uno allá pertenece a un grupo. En Santiago, yo sé quién soy. En París, tú tienes la curiosa sensación de no ser nadie, de ser absolutamente anónimo, de ser transparente en medio de la multitud y eso aporta una enorme energía creadora. Esa sensación de extrañamiento contigo mismo, de inexistencia es extremadamente dolorosa a veces, pero te obliga a hacer lo que tienes que hacer: cine, literatura, un doctorado en veterinaria o pegarte un tiro".

Entre los proyectos inmediatos de Mauricio Electorat, se cuenta la posibilidad de regresar a Chile por un tiempo, a vivir de adulto en el país que dejó a los veinte- hoy tiene cuarenta y tres- . A reencontrarse con el que era su barrio, Ñuñoa, con el que fuera y aún es su grupo de referencia, aunque las historias de las personas a veces se van tejiendo con hilos diferentes al de las novelas.

 

 


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Mauricio Electorat: "En francés soy otro",
por Marilú Ortiz De Rozas,
Fuente: Revista de Libros de El Mercurio,
sábado 29 de noviembre de 2003.