VIUDEZ
Marcelo 
Mellado
Artes y Letras de El Mercurio, 4 de Septiembre de 2005
Uno 
de los tópicos más degradados de la obsesión patrimonial 
del Chile culturoso, además del duelo, es la administración de la 
obra-legado de algún procer que deja este mundo. Las viudas (os) y  herederas(os) 
suelen ser muy celosas(os) de los bienes simbólico materiales de la herencia 
del cadáver que administran. Para los simples usuarios del sistema cultural, 
suele ser patético el ser testigos sin voz de los conflictos por ciertas 
purezas y verdades que habría encarnado el sujeto en cuestión y 
su obra. El tema más apasionante es verificar el modo cómo se institucionalizan 
ciertas fórmulas hereditarias para convertirse en un bien patrimonial y 
quedar como un activo sustentable en el tiempo. Por ejemplo, Bolaño, cuya 
obra es recuperada de inmediato por un aparato crítico para ser patrimonializado 
como escritor no canónico, para su canonización con solemnidad y 
homenaje incluido. El tema es qué aparatos lo promueven y qué estrategias 
criticas lo sustentan, es decir, gran proyecto para fondo concursable. La misma 
pregunta cabe para los procesos de canonización de un Neruda, un Huidobro, 
la Mistral y otros. Pero lo apasionante de todo esto, es el ejercicio de la viudez, 
la de los discípulos mamones, que circula entre el albacea juicioso y la 
amante llorosa. Sin obviar las paternidades matriciales de su legado, cuestión 
clave en un país de huachos. Los conflictos culturales que esto genera, 
debiera ser motivo de preocupación para las autoridades del rubro, en el 
sentido de legislar sobre los abusos publicitarios y la consecuente necrofilia. 
Tengo un vecino que es un tremendo patrimonio literario y que ya está en 
edad de convertirse en monumento. Ya me imagino la disputa crítica, el 
delirio elegiaco y toda la inversión culturera implicada. Aunque yo creo 
que el Nica nos va a enterrar a todos.
herederas(os) 
suelen ser muy celosas(os) de los bienes simbólico materiales de la herencia 
del cadáver que administran. Para los simples usuarios del sistema cultural, 
suele ser patético el ser testigos sin voz de los conflictos por ciertas 
purezas y verdades que habría encarnado el sujeto en cuestión y 
su obra. El tema más apasionante es verificar el modo cómo se institucionalizan 
ciertas fórmulas hereditarias para convertirse en un bien patrimonial y 
quedar como un activo sustentable en el tiempo. Por ejemplo, Bolaño, cuya 
obra es recuperada de inmediato por un aparato crítico para ser patrimonializado 
como escritor no canónico, para su canonización con solemnidad y 
homenaje incluido. El tema es qué aparatos lo promueven y qué estrategias 
criticas lo sustentan, es decir, gran proyecto para fondo concursable. La misma 
pregunta cabe para los procesos de canonización de un Neruda, un Huidobro, 
la Mistral y otros. Pero lo apasionante de todo esto, es el ejercicio de la viudez, 
la de los discípulos mamones, que circula entre el albacea juicioso y la 
amante llorosa. Sin obviar las paternidades matriciales de su legado, cuestión 
clave en un país de huachos. Los conflictos culturales que esto genera, 
debiera ser motivo de preocupación para las autoridades del rubro, en el 
sentido de legislar sobre los abusos publicitarios y la consecuente necrofilia. 
Tengo un vecino que es un tremendo patrimonio literario y que ya está en 
edad de convertirse en monumento. Ya me imagino la disputa crítica, el 
delirio elegiaco y toda la inversión culturera implicada. Aunque yo creo 
que el Nica nos va a enterrar a todos.