El cuarto entra en penumbra y Aniceto sabe que dos o más personas han llegado y están de pie en la puerta o asomadas a la estrecha ventanita que da al patio del conventillo. Todos tienen un pequeño sobresalto y Oscar levanta vivamente la cabeza.
-Hola -murmura, sonriendo.
(Desde muy joven hizo ejercicios gimnásticos, correr, saltar, respirar, uno, dos, uno, dos, correr más ligero, saltar más alto, respirar más profundamente, todo por gusto, el gusto de correr más ligero, saltar más alto, respirar más hondo. Adquirió rapidez y elasticidad, además de un ancho y alto pecho. Ya era algo. Mientras, oyó hablar, a los compañeros y amigos de su maestro, al maestro mismo, de libertad y de explotación del hombre por el hombre, de amor libre y de una sociedad sin clases y sin gobierno. También le gustó. Repitió todo al padre, que era albañil, jugador de rayuela y demócrata, y el padre le preguntó si había comido caca. ¿Cómo puede haber una sociedad sin clases y sin gobierno? ¿Quién elegiría a los diputados y a los senadores? ¿Quién pagaría los votos? La madre no dijo nada, nunca decía nada, no tenía tiempo: lavaba, hacía de comer y a veces trabajaba de sirvienta. Alberto se fue del hogar, una pieza redonda, sin cocina y sin excusado, en un conventillo; ése era su hogar, el hogar de muchos. No entendía gran cosa de lo que hablaban su maestro y los amigos de su maestro, pero ¿por qué no podría haber alguna vez un lugar en que se trabajara poco, en que no hubiese policías, militares ni patrones y en donde se hiciera mucha vida al aire libre y mucho ejercicio? Un poco por la influencia de esas ideas y otro poco porque su cuerpo se desarrolló bien, adquirió aplomo, más que aplomo, arrogancia y un sentido de independencia que habría irritado a alguien cuya arrogancia estuviese respaldada por el dinero, el poder o la familia; Alberto era zapatero y eso no es motivo para sentirse independiente ni arrogante, sobre todo si no se es más que oficial de zapatero. ¿Que significa que un clavador de tachuelas, por más que haya oído mentar al Superhombre y hablar de libertad, hecho ejercicios y desarrollado bien su cuerpo, mire con desprecio al dueño de una fábrica, al mayor de ejército, al obispo y al policía? ¿Dónde se ha visto? Había otros muchachos y esos otros muchachos habían oído también hablar de libertad y de la explotación del hombre por el hombre; algunos hacían también ejercicios y también les gustaba la vida al aire libre y todos se reunieron y hablaron y aprendieron canciones revolucionarias y cantaron. Algunos pensaban más en los demás que en ellos mismos, pero otros, como Alberto, pensaban mas en ellos mismos que en los demás. Por ese primer tiempo enamoró a una mujer joven, buena moza, gordita; la hizo su amante y siguió hablando de libertad. No andaba tan bien vestido como ahora; un oficial de zapatero no tiene muchas probabilidades de andar bien vestido. La Rosa María era sirvienta y cuando no tenía dinero ella le daba algo, y él, agradecido, la metía a su cuartucho y se acostaba con ella; quedó embarazada. Así era el amor libre. Y habría seguido mal vestido, arrogante e independiente, aunque inofensivo, si una noche, después de una velada literariomusical, predilectas de los que hablaban de libertad, del Superhombre y de una sociedad sin clases, no hubiese ido con dos amigos a un parque público, en donde se sentaron, primero en un banco y después en el césped, rompiendo en seguida a cantar. Era verano, una fresca noche de verano, y estaban llenos de todo y hambrientos de todo, llenos de deseos, de ilusiones, de buenas intenciones, pero sin poder realizar nada y sin haber comido más que unas miserables papas o porotos. Querían ser muchas cosas y no eran nada o querían que los demás llegasen a ser algo y los demás no podían, igual que ellos, llegar a ser algo.


