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Manuel Silva Acevedo
"LOBOS Y OVEJAS": 25 Años de un Clásico


Por Antonio Skármeta
Publicado en Artes y letras de El Mercurio, Santiago de Chile,
Domingo 10 de Junio de 2001.


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Queda para los lectores la pregunta abierta de si no puede leerse también la obra de Silva Acevedo como la parábola del artista: la santificación del oficio de la creación como sentido de la humanidad. Donde cabe, por cierto, la pregunta: ¿se condena la oveja negra por ser la que arranca de la manada para cumplir el llamado de la trascendencia?


Pocos poemas en la lírica chilena han tenido la resonancia de "Lobos y Ovejas", de Manuel Silva Acevedo. En 1976, cuando se publicó por primera vez con el sello de Galería Paulina Waugh, el crítico Ignacio Valente escribió: "Este notable libro parece ser su primera obra, a pesar de lo cual exhibe un lenguaje sumamente seguro y propio, sin vacilaciones, y una extraña madurez psicológica para indagar la hondura y sobre todo la contradicción de los sentimientos humanos".

Es esto lo que más adelante lleva a Valente a asegurar: "Si es siempre difícil o imposible explicar un poema, en este caso se torna difícil de explicar incluso por qué nos impresiona tan hondamente esta ocurrencia peregrina de la oveja con nostalgias de lobo. ¿Significa acaso el deseo que todos tenemos de ser lo contrario de lo que somos? ¿Significa el secreto deseo de bestialidad que late en nuestras civilizadas existencias?".

Hay múltiples interpretaciones de este cautivante enigma pergeñadas por analistas sagaces, pero el poeta hizo su habitual verónica biográfica para desviar la atención.

"Escribí este poema parabólico - de un solo aliento y prácticamente sin añadiduras y correcciones posteriores- creo que en el verano de 1969, dolido por la ruptura matrimonial. Y fue quizás este hondo sufrimiento lo que permitió despertar a una parte esencial mía y de la condición humana, desgarrada entre dos naturalezas opuestas y que, sin embargo, es de vida o muerte mantener en armonía. En 1976, una modesta edición sacó a luz estos textos y algunos críticos y comentaristas quisieron ver en ellos una clara alusión al golpe militar, a la dictadura en Chile. Sin embargo, según mi parecer, el tiempo ha ido destilando el poema más allá de todo referente histórico/temporal, situándolo en una perspectiva más próxima al misterio que encierra el alma del hombre".

Por cierto, me conmueve la precisión con que el poeta acota el tiempo de provocación del libro vinculándolo al fracaso de su matrimonio, pero no dejan de impresionarme los otros dos datos: que el poema fue escrito en una sentada —en una iluminada corregiría yo— y que su sentido más secreto está en el misterio. Lo habitual en este tipo de textos es que el poeta vuelva a la incursión en lo insondable, conducido por la inspiración, desmadejando y desgarrando vestiduras románticas. Se ve en él el espectáculo de la turbulencia, las huellas de la travesía. El lenguaje suele mostrarse perturbado.

Pues bien, esto no sucede en "Lobos y Ovejas". Aquí estamos en un territorio sólido, ante un misterio "objetivado" en la forma de la parábola. El poeta ha decantado el rapto y le ha impuesto a su revelación un orden musical. Es poesía hecha tras la experiencia antipoética, uno de cuyos maestros era Nicanor Parra. Un tipo de poesía conmocionada, pero que rodea la conmoción sin énfasis. En la antipoesía se busca más la verdad que la elocuencia.

El remitir la explicación del texto a lo insondable "del alma del hombre" pone a este poemario en la filosofía que (des)guía el mundo de Silva Acevedo y que tuvo una escueta formulación en un poema de Desandar lo andado:

"No sé qué busco
No sé dónde buscarlo
No encuentro lo que busco
Pero sigo buscando"

El texto mismo, así, queda jubilosamente entregado a la revelación que será para cada lector. No es aquí mi propósito desentrañar un libro que se propone como dialógico, interviniendo en la deliciosa intimidad que se va a producir entre él y el lector. Pero bien puedo suponer que algunas alusiones que vienen de la tradición española y latinoamericana le serán útiles. Me limitaré a señalar la fuente de un par de ellas.

Pertenece al repertorio formal de la poesía contemporánea latinoamericana la fragmentación del hablante lírico. El poeta opta por cercar su objeto no sólo desde el punto de vista de una subjetividad (habitualmente omnisciente), sino poniéndolo en la perspectiva de sus hablantes. Así se consigue una fuerte inmediatez y una mayor movilidad, al rodar la voz por distintas perspectivas, estableciendo cada una de ellas un fragmento que se vincula como parte con el todo, y la que a su vez matiza el todo con su relativa autonomía dándole al conjunto una nueva dinámica.

Por cierto que esta técnica recuerda la construcción del personaje dramático. Del teatro viene esta multifacética vestidura, este enmascaramiento del discurso. Sólo que en la lírica no se pone énfasis en la caracterización psicológica, ni en la acción, ni en el enfrentamiento de los caracteres. Para que esto ocurriese los caracteres debieran fijar una identidad. En el caso de la lírica, más que identidad tenemos polifonía. Es cierto que en "Lobos y Ovejas" hablan ovejas. Pero, ¿es siempre la misma? ¿Es una en lo múltiple? ¿Es en cada aparición una voz del rebaño?

Místico de la Experiencia

Creo también que hay un fuerte juego intertextual con obras claves de la literatura en lengua castellana. En primer lugar, destaco lo que me parece el leit motiv de esta obra: el desvelo por la totalidad, por la intensidad de una experiencia revelatoria, que tiene su máxima concreción en la poesía mística de Santa Teresa, y muy precisamente en el verso "Muero porque no muero". La voluntad de una muerte abridora da nervio a "Lobos y Ovejas" desde su página inicial:

"Hay un lobo en mi entraña
que pugna por nacer.
Mi corazón de oveja, lerda criatura
se desangra por él".

Hereda del lenguaje místico la violenta sensualidad de la imagen —que a ratos asume ribetes eróticos— para expresar situaciones de alta tensión espiritual. En el místico la experiencia de la totalidad es un momento intenso del peregrinaje del alma. Percibo la presencia de esta tradición también en la recurrida vinculación que hay entre lo íntimo y entrañable con lo cósmico, infinito y abierto. La intimidad humana como una partícula donde está el universo entero - su misterio- reclamándola:

"Por qué maldigo mi pacífica cabeza
vuelta hacia el sol".

O bien más adelante:

"Me desprecio a mí misma
cuando escucho los lobos
que aúllan monte adentro".

Y hasta los mismos versos que cierran el volumen:

"El sol de la llanura
calentó demasiado mi cabeza.
Me convertí en la fiera milagrosa".

Creo que no es necesario enfatizar en este juego de lobos, ovejas, naturalezas, intimidad y absoluto, el carácter privilegiado que tiene el pensamiento poético como vía de acceso a lo real. Y dentro de los recursos del pensar poético, el modo insistente con que se ensalza la alucinación. Queda para los lectores la pregunta abierta de si no puede leerse también la obra de Silva Acevedo como la parábola del artista: la santificación del oficio de la creación como sentido de la humanidad. Donde cabe, por cierto, la pregunta: ¿se condena la oveja negra por ser la que arranca de la manada para cumplir el llamado de la trascendencia? O la siguiente: ¿se condena la manada en la insipidez de su rutina que niega la fiera que debiera pugnar por nacer?

No quiero situarme como intérprete de este texto donde la alucinación está vertida con pleno dominio de muchas técnicas poéticas de las cuales el habitual alucinado con su monótona locuacidad no tiene noticia.

Para terminar, vale la pena recordar que Manuel Silva Acevedo no agotó su talento en este celebrado "Lobos y Ovejas", sino que libro tras libro ha ido confirmando la solidez de éste.

"LOBOS Y OVEJAS"
(fragmento)

Hay un lobo en mi entraña
que pugna por nacer
Mi corazón de oveja, lerda criatura
se desangra por él.

II
Por qué si soy oveja
deploro mi ovina mansedumbre
Por qué maldigo mi pacífica cabeza
vuelta hacia el sol
Por qué deseo ahogarme
en la sangre de mis brutas hermanas
apacentadas.

III
Me parieron de mala manera
Me parieron oveja
Soy tan desgraciada y temerosa
No soy más que una oveja pordiosera
Me desprecio a mí misma
cuando escucho a los lobos
que aúllan monte adentro.

 


 

SOBRE "LOBOS Y OVEJAS"

En 'Lobos y ovejas' (1976), una fábula de animales, fragmentariamente escrita en 1972, recoge, en el contexto del tópico del mundo al revés, la historia de una oveja negra que sufre del sentimiento de despreciación o menosprecio de su propia naturaleza, y de la experiencia dolorosa de la escisión interna que no encuentra conciliación. La oveja renegada, la oveja descastada aspira a ser la loba que internamente es. Sueña con integrar su naturaleza contradictoria, y conjetura la posibilidad de cambiar de piel, de activar su fiereza, y sacar a luz el lado oscuro de su ser. Una violenta escena sadomasoquista entre lobo y oveja patentiza la transgresión transformadora abriéndose con ello para la oveja-loba un horizonte de liberación interior y de amor, de misericordia y de fortaleza en la actitud de rebeldía contra la servidumbre a la que el hombre la tiene sometida. El hombre parece ejercer una extraña tuición sobre ella, destinada a velar por su sumisión, mansedumbre y rutinaria existencia y la de todo el rebaño. La oveja-loba, en tanto, es observada por alguien, "yo lo estaba viendo", quien desde su personal punto de vista puede dar testimonio de tan extraños, desquiciantes y, en cierta medida, monstruosos sucesos. Esta perspectiva alterna con la de la propia oveja exaltada, quien demiente al pastor y anuncia proféticamente la nueva situación que podrá ocupar en el futuro, un lugar conflictivo y peligroso al que avanza con decisión.

"Yo tengo un lugar entre las fieras.
Ampárate pastor, ampárate de mí.
Lobo en acecho, ampárame".

Lo que era un sueño se ha convertido en realidad, la escisión interna ha integrado sus contrarios desarticulando con ello la previsible reversión que sobrevendría de mantenerse el criterio del mundo al revés. Pero el proceso no termina aquí, sino que se abre a una nueva dimensión no interna, pero situacional y contingente, en la que los actores podrán ocupar lugares inversos en la estructura social, a pesar de la imposibilidad que pesaba sobre esa reversión en el pasado. De modo que la fábula inscribe la visión de un conflicto ambiguo de índole privada y social, centrado en la problematización del lugar que ocupa el poder y en el conflictivo predominio de ciertas actitudes excluyentes. Se enfrentan, por ejemplo, amor, misericordia por oposición a vigilancia y represión, los amos a los siervos, los pastores a las ovejas, y en el interior de cada uno se desencadena el conflicto entre la primacía de las naturalezas opuestas que luchan por el dominio del sujeto sin encontrar integración."

Carmen Foxley, Ana María Cuneo "Seis poetas de los sesenta". Ediciones Universitaria, Santiago 1991.

 

 

 

 



 

 

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