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          BRACEA
            (Malú Urriola,  LOM, 2007)
          Por Raúl Hernández
           
          
          
          El exceso de carencia es de  buena forma sobrellevado, sólidamente trabajado en el último libro de la poeta  chilena Malú Urriola. Las fracciones ligadas al traslado fatal hacia un mundo  de monstruosas situaciones son el gesto deforme de una obra transmutada. Los  instantes se quedan como escenas de película rara, 
abriendo un zig zageo que  adecuadamente se traslada hacia efímeras escenas de felicidad. La hermandad  obligada y la inevitable privación de normalidad, cuaja de gran forma y se posa  en imágenes inclinadas hacia oscuras fotografías.
              
            La muerte sólo es un secreto y ya no es menester de algún sufrimiento. Conocer  un amor de tres piernas, llevar una vida siamesa, tener dos madres y vivir una  niñez de perros atropellados por trenes y tibios rasguños de alambre de púas  sólo es parte de una vida sin inercia, asimétrica, casual.
  
            La escritura de un diario de niñas limitadas y vivir de una vez por todas estos  fríos momentos de desesperanza con la ternura de quien ve animales en las  extrañas formas de las nubes. Las miradas se acercan poco a poco, y la  escritura se transforma en un nuevo gesto, nuevas moralejas, disímiles mensajes  que nos indican la dirección del viento, de la tarde, de la ciudad. Una vida fragmentada.
  
            Y dando alcance a un mundo que quizás parezca irreal, es cuando el espejo de la  realidad nos carcome el seño y encandila brillantemente, como una mirada de  reojo, tras el hombro, que evita esta inevitable escalera rota, como una nota  musical que desafina o cree desafinar. Las miradas de las voces de las niñas,  las carreras de Tres Piernas a la par con el ferrocarril que extirpa, el mar  que finalmente enarbola una hermandad que motiva frenar y observar hacia atrás,  hacia leves remembranzas que fueron parte de la mímica cotidiana. Esta historia  pictórica, esta dulce levedad del ser.
  
            Entonces, esta obra que resguarda una historia gigante que avanza y se desangra  de a poco, se transforma en un nadar de espaldas mirando el cielo, con esa paz  del final inevitablemente, con el asumir, en el destello de la desaparición.
          Malú Urriola exhibe en Bracea (LOM, 2007) un gran  trabajo escritural que no conmuta con el poema que se ahoga en sí mismo. Es  esta obra un laborioso libro de poesía que, como las pinturas de Balthus,  entregan lo cotidiano en extrañas imágenes de transfiguración. La metamorfosis  desarrollada a la par con la historia frágil del abandono. Ser parte de un  instinto esencial, como el desarrollo de una emoción continua, que bracea, en  todos los momentos de la huida.