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            Mario Vargas llosa en "La Catedral" a inicios de los 70
        
        “¿En qué momento se había jodido el Perú? 
          A 50 años de Conversación en La Catedral, de Mario Vargas Llosa”
          
          María-Elvira Luna-Escudero-Alie
          PhD. Montgomery College, Maryland
          
            
        
          
            
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A Mario Vargas Llosa
        Resumen:
                  Conversación en La Catedral (1969)  es el tercer libro de Mario Vargas Llosa, y además su novela favorita. El  transfondo histórico de esta obra maestra es el ochenio del dictador Manuel  Arturo Odría Amoretti (1948-1956). MVLl subraya en su novela la corrupción  política y el abuso de los militares vinculados- por pactos políticos- a la  clase dominante. Este artículo es una reflexión sobre la famosa pregunta  existencial planteada por Santiago Zavala –alter ego de MVLl-: “¿En qué momento  se había jodido el Perú?” Nuestra reflexión será hecha de acuerdo a los  principios de la ética socrática y considerando los postulados existencialistas  de Jean-Paul Sartre.
                  Palabras  clave:  Santiago  Zavala- Mario Vargas Llosa- Dictadura- Corrupción-Sócrates-Eutifrón-Critón-Existencialismo-Angustia-Autenticidad-Sartre. 
        
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        El  objetivo de este artículo es reflexionar sobre la pregunta existencial del  personaje central de la novela de Vargas Llosa, a cincuenta años de su  publicación. Santiago Zavala, valga recalcar: el alter ego de su creador, se  pregunta angustiado: “¿En qué momento se había jodido el Perú?” Reflexionaremos  en torno a esta pregunta existencial a la luz de dos diálogos de Platón:  “Eutifrón” y “Critón”, y teniendo, además, como segundo transfondo filosófico, los  postulados existencialistas planteados por Jean-Paul Sartre en su ensayo: “L’Existentialisme est un Humanisme.”
        Conversación en La Catedral (1969) es  una novela totalizante que nos presenta un mundo vasto y complejo donde  diversas historias se tejen y enmarañan brindándonos un fresco de la política y  la sociedad peruana de los años cincuenta. Esta etapa de la historia del Perú  estaba teñida por la corrupción política que trajo consigo la dictadura de  Odría con su mano negra: Cayo Bermúdez (que en la realidad histórica era Manuel  Esparza Zañartu; el hombre de confianza del general Odría). Esta corrupción anclada  en la estructura de la sociedad peruana estaba totalmente generalizada y la  novela mostrará bien cómo los efectos de la corrupción política, económica,  moral, y social afectan al pueblo peruano generándole una inmensa y cansina frustración.   Es particularmente conmovedor lo que  ocurre con Santiago Zavala, en cuanto promesa malograda, en tanto joven de  clase media alta con muchas posibilidades para surgir y ser feliz en la vida.  Vemos en la novela que la rebeldía frente a su familia y clase social no es  suficiente acicate para permitirle encontrar su proprio camino y disfrutar del  destino de perfil bajo que ha elegido para su vida. En este sentido, Conversación en La Catedral, sería lo  opuesto a la novela de aprendizaje, o de formación: la “Bildungsroman”, porque Santiago  Zavala traza con sus decisiones, y sobre todo con sus acciones: una hoja de  ruta hacia su inevitable fracaso, para finalmente quedarse inmerso en el  pantanoso territorio del desconcierto, no exento de profunda nostalgia por un  futuro que nunca podrá ser, y por un pasado que auguraba promesas que jamás se  plasmaron en la cotidiana realidad. Desde esa nostalgia y desconcierto Santiago  se pregunta abrumado y estupefacto: “¿En qué momento se había jodido el Perú?”  Con esta pregunta, Santiago quiere entender lo que pasó en su país y en su vida  en particular, para que todos los caminos estén cerrados, para que no sea  posible -nunca más-vislumbrar un futuro luminoso, para que la derrota circunde y  se instale en todos los actos y circunstancias de su vida. Santiago se sabe una  marioneta perdida en el concierto de la vida; un barquito desamparado y sin  brújula a la deriva de las tormentas políticas y sociales resultantes de la  corrupción en el ochenio de Odría.
         En el diálogo aporético “Eutifrón”, escrito un año  antes de la muerte de Sócrates, éste filosofa acerca de la compasión y la  piedad. Sócrates se encuentra en el Juzgado con Eutifrón y cada cual explica  sus razones para estar ahí. Sócrates ha sido acusado de corromper a los jóvenes  con sus ideas filosóficas y Eutifrón ha acusado a su padre de haber cometido  homicidio por negligencia al haber dejado morir a uno de sus empleados que era  un asesino. Eutifrón y Sócrates dialogan dialécticamente y discurren sobre la  naturaleza de la piedad y la compasión. Sócrates le hace dudar a Eutifrón de  haber obrado bien al acusar a su padre a la justicia ateniense.  Santiago Zavala sentirá piedad por su padre al  saberlo homosexual y acaso autor intelectual de un crimen, y desde entonces,  será capaz de verlo bajo el prisma de la compasión. Santiago Zavala cambia su  actitud frente a su padre al darse cuenta que Fermín Zavala, el gran empresario  y hombre de éxito, es también un ser inauténtico que debe fingir sus  preferencias sexuales frente a la pacata sociedad peruana de los años cincuenta  para no ser discriminado, atacado, excluido, ni vilipendiado. Santiago percibe  a su padre desde entonces como a un hombre que sufre, como al amante clandestino  del chofer negro Ambrosio, como al ser que se transforma en sórdidas noches perdidas  en “Bola de Oro” para vivir a plenitud su doble vida, considerada entonces  “pecaminosa” y “pervertida”.
        
          
        
         En  “Gorgias”, Sócrates comenta que es mejor sufrir por cuenta de la maldad que  ejecutarla. Santiago Zavala hace precisamente eso en Conversación en La Catedral. Zavala delinea sus propias normas de  juego cuando decide estudiar en la universidad pública San Marcos y no en la  privada Pontificia Universidad Católica como su familia prefería, y al trabajar  de periodista en un periódico menor y percibiendo un salario miserable. Luego  se casa con Ana, proveniente de una clase social inferior a la suya. Santiago  renuncia a los privilegios de su clase social para diseñar su propio espacio existencial. 
         No  todas las acciones de Santiago Zavala están inscritas en el terreno de la  autenticidad. Al renunciar al amor de su vida: Aída, por no atreverse a  expresarle su amor, Santiago actúa traicionándose a sí mismo; toreando a su  corazón. Santiago cae en el territorio de la inautenticidad y ahí se empantana  debido a su timidez, a su falta de valor. A partir de esa renuncia al amor,  Santiago Zavala vivirá una vida muy suya; pero mediocre desde otras  perspectivas. Podemos personalizar la pregunta retórica de Santiago: y  plantearla así: “¿En qué momento se había jodido Santiago Zavala?” La vida de  Santiago perdió luminosidad y brillo cuando actuó inauténticamente, cuando no  fue capaz de arriesgarse, de jugársela y expresarle su amor a Aída; su entrañable  camarada de la célula comunista sanmarquina: “Cahuide”.
         El gran amigo de Sócrates; Critón, en el diálogo que  lleva su nombre, trata de convencer a Sócrates para que huya de la justicia  ateniense que lo había condenado a muerte. El argumento de Critón es que siendo  la sentencia injusta, se justifica que Sócrates escape. Sin embargo, Sócrates  no está de acuerdo con esta suerte de justicia poética ofrecida por Critón y se  niega a desobedecer la decisión de la justicia ateniense.
        
          
            
               “Then, starting from these premises, we have to  consider whether it is just or not 
                for me to try to escape from  prison, without the consent of the Athenians. If we find
                that it is just, we will try;  if not, we will give up the idea. I am afraid that considerations 
                of expense,  and of reputation, and of bringing up my children, of which you talk, Crito,  
                are only the opinions of the many, who casually put men to death, and who  would, if  
                they could, as casually bring  them to life again, without a thought.”(pages 34-45).
            
          
        
         Santiago  Zavala, al igual que Sócrates, se niega a escapar de su circunstancia infausta.  Sócrates por respeto a la ley ateniense, y Santiago por apatía, por falta de  valor y convicción, porque la vida le da lo mismo; porque al renunciar al amor  de Aída ya no tiene pasiones que lo apuntalen.
         Vargas Llosa tenía el simpático apodo de  “sartresillo valiente” en sus años universitarios por su gran admiración a Jean-Paul  Sartre. El famoso cuento infantil de los hermanos Grimm: “El sastresillo  valiente” da pie a este ingenioso juego de palabras. Vargas Llosa les dedica Conversación en La Catedral, a sus  amigos de juventud: Luis Loayza y Abelardo Oquendo, firmando la cariñosa  dedicatoria con su apodo universitario.
         Cuando  Vargas Llosa escribió sus primeras novelas, estaba de hecho influido por la  filosofía sartreana y es plausible, por tanto, - desde todo punto de vista-  considerar una lectura existencialista, sobre todo en sus primeras obras.  Delineemos ahora, de manera concisa, los planteamientos de Sartre en su ensayo: “L’Existentialisme est un Humanisme”.
                  Jean-Paul Sartre (1905-1980), estructura su  pensamiento filosófico como una reacción a la tradición racionalista francesa,  cuyo gran representante era René Descartes (1596-1650). Sartre demuestra en su  obra la influencia de la fenomenología de Edmund Husserl (1859-1938), y del  existencialismo de Martin Heidegger (1889-1976). Sartre defiende el existencialismo  en su ensayo:“L’Existentialisme est un  Humanisme”(1946), frente a tres críticas cruciales:
         1.-  El existencialismo impele a la inercia, de acuerdo a los comunistas de la  época. Sin posibles soluciones, la acción era carente de sentido.
          
          2.-  El existencialismo subraya la sordidez humana. El existencialismo era acusado “d’avoir  oublié le sourire de l’enfant” (p. 10).
          
          3.-  De acuerdo a la crítica cristiana, el existencialismo negaba los esfuerzos  humanos al quedar todo permitido en un mundo sin Dios y sin mandamientos.
         El  primer postulado existencialista es que la existencia precede a la esencia.  “l’existence précede l’essence, ou si vous voulez, qu’il faut partir de la  subjectivité.” (p.17). Es el hombre quien define su propia esencia a partir de  su existencia, siendo por tanto, el hombre el único responsable de su vida.  Pero esta responsabilidad humana es de tipo personal y no general. “l’homme  n’est rien d’autre que ce qu’il se fait”.
         De acuerdo al pensamiento  sartreano, el ser humano se halla inmerso durante toda su vida en la angustia  porque después de haber sido “arrojado” al mundo tiene la responsabilidad  constante de elegir y así, forzado a implementar su libertad debe diseñar su propio  espacio existencial; construir su destino, estructurar su vida. Kierkegaard se  refería a esta angustia existencial como a “la angustia de Abraham” quien tuvo  que sacrificar a su hijo. La angustia de Sartre es una fuerza propulsora de la  acción: “Elle n’est pas un rideau que nos séparerait de l’action, mais elle  fait partie de l’action meme.” (p.33). En la filosofía sartreana no hay espacio  para Dios. “Si d’autre parte, Dieu n’existe pas, […] Nous sommes seuls, sans  excuses. C’est que j’exprimerai en disant que l’homme est condamné à être  libre.” (p.37)
         La liberdad del hombre es una  condena de acuerdo a la filosofía de Sartre y de Heidegger. El hombre está  condenado a elegir a cada instante de su vida desde que es “arrojado” al mundo  de manera arbitraria y violenta. Sólo la muerte libera al hombre de esta  condena que genera angustia cada vez que nos vemos obligados a elegir, porque  lo que no elegimos implica un renunciamiento, como lo indica Heidegger en El ser y el tiempo (1927).
         El ser humano diseña su propio destino que  puede ser auténtico o inauténtico. “Je construis l’universel en me choisissant;  je le construis en comprenant le projet de tout autre homme, de quelque époque  qu’il soit.” (p.70-71). Los hombres de buena fe, de acuerdo a Sartre buscarán  en su libertad también la de los demás.  “Nous  voulons la liberté pour la liberté et à travers chaque circonstance  particulière. Et en voulant la liberté, nous découvrons qu’elle dépend  entièrement de la liberté des autres, et que la liberté des autres dépend de la  nôtre.” (p.83).
         La conclusión de Sartre en su ensayo “L’Existentialisme est un Humanisme”, es  que el existencialismo es un pensamiento que impele a la acción, y por tanto es  una filosofía positiva y optimista que ayuda al ser humano a vivir una vida  auténtica.
         En Conversación  en La Catedral, vemos que Santiago Zavala intenta vivir una vida auténtica  al diseñar su propio espacio y trazar su propio destino. Trata de vivir una  vida auténtica, sin embargo, cuando se pregunta pasmado: “¿En qué momento se  había jodido el Perú?” constatamos que no es feliz y que se siente hundido  “jodido” como su país también. El mismo hecho de plantearse esa pregunta  retórica implica que no considera que su vida es auténtica, y que por tanto, no  ha sido exitoso en su afán de labrar su propio camino. Al menos, no ha sido  feliz. Siendo joven aún, Santiago se siente un perdedor sin futuro.
         Si aventuramos una respuesta a la pregunta de  Santiago, quizás podríamos decir que el Perú “se había jodido” cuando no luchó  por su libertad y se dejó avasallar por dictaduras militares y civiles: por  ejemplo: la dictadura de Augusto B. Leguía (1863-1932), y la del general Manuel  Odría (1896-1974), que está en el trasfondo político de Conversación en La Catedral.  El Perú “se había jodido” cuando se hundió en  el fracaso y no encontró caminos de libertad para dibujar su propio destino.  Cuando permitió que la corrupción política y moral dictara su camino y coartara  su libertad.
         
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        Bibliografía 
        
          
            - Alonso, María Rosa y Otros. Agresión a la realidad: Mario Vargas Llosa. Gran Canaria:  Ed. Inventarios provisionales, 1971. 
 
         
            - Ferrater Mora, José. Diccionario de grandes filósofos. Madrid:       Alianza, 1986.
 
            - Krystal, Efraín. Temptation of       the World. Vanderbilt University Press, 1998.
 
            - Legrand, Gerard. Dictionnaire de philosophie.Paris: Ed. Bordas,       1974.
 
            - Luna-Escudero-Alie, María-Elvira. “Conversación       en La Catedral y “La muerte de       Iván Ilich”. Confluencias éticas, en Texto Crítico. Revista del       Instituto de Investigaciones Lingüístico-Literarias. México. Universidad       Veracruzana, Número 15, 2004.
 
            - Luna-Escudero-Alie,       María Elvira, “Una lectura existencialista de la narrativa del primer       Cortázar”, Espéculo, 28 (2004). Disponible en: https://pendiente-demigracion.ucm.es/info/especulo/numero28/cortaexi.html
 
            - Plato. The dialogues of Plato. Nueva       York: Bantam Books, 1986.
 
            - Sartre, Jean Paul. L’Existentialisme est un humanisme. Suiza:       Ed. Nagel, 1970.
 
            - Vargas Llosa, Mario. “Conversación en La Catedral”, en Obras       escogidas. Madrid: Aguilar, 1978.
 
            - Vlastos, Gregory. The Philosophy       of Socrates. Indiana: University of Notre Dame Press, 1980.