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In-sufrido fuego[1], flujospoéticos « subterráneos –urbanos » en  la obra de Domingo de Ramos

Por Mario Wong, escritor peruano.



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« Porque nadie ha tomado en serio mi soledad/de animal acorralado por el fuego/ (…) »
(D. de R., « Escrito en soledad », de Arquitectura del espanto)

« … y rendido porque no hay esperanza ni enseñanza/en el azar ni en el amor/ (…) »
(« Kamanegra », de Ósmosis).


En el inicio de una novela, El testamento de la tormenta, publicada en 1998, escribí: « Escalera del infierno bajar en las noches por el jirón Belén y el bulevar Quilca es descender al subsuelo-VISITE NUESTROS SUBTERRÁNEOS . Profetas de la violencia; extremismo. Lucifer! Lucifer!, se ha metido en la droga, se ha metido en el trago, Lucifer! El Frontón (300 muertos para erigir la Jerusalém Celeste), Lurigancho, Santa Bárbara; posesiva de mí, no entiendes de contradicciones… Coche bomba! La Berna y el bonzo (el enmudecimiento total, cuando vio en la pantalla de la TV, que un monje budista, en el Vietnam, rociaba su cuerpo con gasolina y se prendía fuego)…

Los poetas de Kloaka y gente del grupo Del Pueblo, al costado del cine-teatro Colón, leían poemas, tocaban música rock y repartían volantes. Palomeque, el ex-mozo de Las Vitaminas », se hallaba parado en la puerta de un callejón, rata mojada bajo el cielo gris de Lima; pastelero spídico, muerto con el último cigarrillo entre los labios –Si quieren matarme, mátenme! Le dispararon a quemarropa… » [2].

Se trataba, pienso yo, de los efectos de la vida misma, en la Lima de los 80s, de la « Vida artística » en sus calles y bares, que como sostiene el escritor argentino Alan Pauls (en un artículo sobre la obra de Roberto Bolaño) es: « …un principio de inmanencia, una especie de campo informe antijerárquico, sin más allá, que lo procesa todo -política, sexualidad, socialidad, territorio- y se define menos por lo que son las cosas que por lo que pueden, menos por valores que por potencias. »

Y es ahí donde aparecía, en ese entonces, toda la vitalidad de los que pertenecían al movimiento Kloaka (Domingo de Ramos ha sido uno de sus miembros fundadores), y me preguntaba hasta dónde eran capaces de ir, cuál era el límite de su potencialidad. Pienso y lo puedo decir ahora, que en este movimiento la pasión política y la estética (poética sería mejor) seguían articuladas aún, quizás por última vez, en un modo de existir, en una inmanencia vital (ahí están los manifiestos y las entrevistas).

Muy próximo e inspirado en otros movimientos vanguardistas como el dadaismo, el surrealismo, el nadaismo, el infrarealismo, etc., me pregunto si el movimimiento Kloaka (1982-84), ha sido una especie de « neo-vanguardismo », de corte anarquista. La belleza en ellos se expresaba como manifestación espontánea, en el instante, con imágenes poéticas que rompían con la linealidad, « sin lógica, ni coherencia, ni razón » (Proclama, «Vallejo es una pistola al cinto», 1984); así Kloaka tomaba una cierta distancia con respecto al código narrativo-coloquial, aún presente en la poesía latinoamericana[3].

En la obra de Domingo de Ramos los flujos subterráneos, con sus expresiones de violencia (intimamente vinculados a la degradación de la vida urbana), corresponden a una poética que opera con el lenguaje de los sectores populares marginalizados, y muy afin a los grupos juveniles subterráneos de Lima, con imágenes alucinadas de una gran intensidad. Cuál es el « yo-poético » que se expresa en esta poesía »? Debo señalar, aquí, que esto se halla vinculado a la experiencia de la des-subjetivización.

El acto de creación poética, y quizás todo acto de palabra, supone algo como una des-subjetivización; los poetas, en la tradición literaria occidental, siempre han dado el nombre de « Musa » a esta des-subjetivización. Se trata de un « yo-poético » que no es un yo, esto es un yo idéntico a si mismo; un caracter que correspondería a una « persona » (y « persona » desde la Odisea quiere decir « nadie »); en ese sentido el « yo-poético » es un « caracter » que no es el mismo. Él no es el mismo, no tiene identidad; él es todo y nada. El poeta es siempre otro, je est un autre (Rimbaud), que él mismo. Keats decía  que « él esta constantemente en el lugar de otro cuerpo y tratando de rellenarlo »[4]. Esta experiencia de des-subjetivización lo hace que experimente, sin cesar, el alejamiento de si mismo; es como residir en la alienación y en la inexistencia. El « yo-lírico » marginal, o mejor subterráneo, es una especie de « anti-héroe », que da cuenta de dicha « situación anómala » de la modernidad o « postmodernidad » periférica.

La desesperanza, la derrota y el abatimiento, en sus expresiones poéticas del deterioro urbano y del desgarramiento concomitantes, caracterizan toda la obra de Domingo de Ramos; ahí aparecen los amores baldados y la droga en un intento vano de traer el olvido, para expresar que « No hay salida entonces.. . »; hay una suerte de « realismo expresionista » en el combate agonista que libra el « sujeto lírico», el « anti-héroe »; y, también, un cierto « cultismo-paródico », dialogando con el coloquialismo, que recurre a la ironía en un interregno entre lo épico y lo trágico de la existencia. El lenguaje es prolífico, alucinado, convulso, oceánico, en versos libres que se encadenan al ritmo de la voz  poética que martillea las palabras y organiza la síntaxis de los textos poéticos. Y, así, la ciudad aparece -a lo largo de toda esta obra poética-, en sus flujos de degradación, de sordidez y envilecimiento, como si de un río infernal [5] se tratase. Termino señalando al lector que resulta paradigmático, para mí, en lo que concierne a los flujos subterráneos urbanos  (al « Apocalipsis now ») y a la « transcodificación poética» (hay referencias cultas provenientes de la mitología andina y de Occidente, bíblicas, historias de vampiros,  y, también, de la pintura, la música, el cine, la TV, el manga) de esta obra, el poema « Clímaco » (de Dorada Apokalipsis, Lima, 2009).


Paris-Montmartre, 27/12/2016.

 

* * *

Notas:

[1] Domingo de Ramos, In-sufrido fuego. Poesía reunida (1988-2011), Fondo Editorial del Congreso del Perú, Lima, 2014.
[2] Mario Wong, El testamento de la tormenta, Huerga & Fierro editores, Madrid, 1998.
[3] Ver Riccardo Badini, “Estética de la degradación e imaginario urbano en la poética de Domingo de Ramos”, Ob. Cit., p. 85.
[4] « … heis continually in for – and filling some other body…” (Ver Giorgio Agamben, Auschwitz.L’archive et le témoin, Éditions Payot e& Rivages, 2003, p. 122-125).
[5] R. Badini analiza el poema «Yo no soy un gánsters », que él considera como paradigmático de la operación literaria de transcodificación. (In : D. de Ramos, Ob. Cit., p. 85-86)


 

 

 

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