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NICOMEDES GUZMAN Y LA GENERACION DEL 38: antología mínima
Mario Ferrero. Ediciones Mar Afuera, 1982. 219 págs.

Por Antonio Campaña
Publicado en Revista Atenea, N° 449 (1984)


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A más de útil para el conocimiento de la obra de Nicomedes Guzmán, este libro suma otra importancia: la de relacionar la narrativa del novelista con la de otros autores de su tiempo, a quienes se ha denominado como Generación del 38. Este hecho había sido advertido por algunos ensayistas como Francisco Santana —quien los llamó nueva generación de prosistas— y por Fernando Alegría, el que considera que los nuevos narradores se proyectan en conjunto por el mecanismo a que lleva la responsabilidad social del escritor. El interesante estudio que sobre este momento de la literatura chilena nos presenta Mario Ferrero en Nicomedes Guzmán y la Generación del 38 hará, sin lugar a dudas, que se vuelva a reflexionar sobre un tópico con el cual se ha perdido mucho el nexo en los últimos tiempos. Tal vez por ello, Ferrero ha vuelto a insistir sobre este tema cuya historia aún no termina pues muchos de sus protagonistas se encuentran en pleno ejercicio creador. Circunscribiendo el fenómeno, el autor señala que el advenimiento del Frente Popular en el país "significa, en el plano literario, la entrada en escena de una serie interminable de tipos y personajes de compleja psicología, pertenecientes no sólo a la pequeña burguesía, sino también a los grupos sociales intermedios e, incluso, desclasados de imposible clasificación". Acertada reflexión que apunta sobre los avatares de la época con acierto.

Estamos, pues, frente a una obra que tiende a objetivar los hechos temporales de una realidad social a la que la narrativa de Guzmán y otros autores le otorgan cierto poder literario, situación que entra a chocar de frente con las manifestaciones subjetivistas criollistas en boga en su afán de enfrentar, directamente, el drama social. Este panorama es bien observado por Ferrero, lo que nos da cabal muestra de su integridad para penetrar los filones de una época bastante más vigorosa e importante en la vida nacional de lo que a veces se aprecia a simple vista. La problemática que trae la narrativa de Nicomedes Guzmán a nuestra historia literaria viste nada menos que la indumentaria de un realismo social. Desde luego que no es el único de los escritores del 38 que lo hace, pero de lo que no hay duda es que es uno de los más veraces en la captación del ambiente proletario en la sociabilidad chilena. Guzmán no trae a la literatura peculiaridades alquitaradas ni tiene necesidad de vitalizar su arte con métodos y articulaciones del lenguaje. La decapitación del criollismo no es perseguida afirmándose en interioridades accesorias o ambientes rarificados, como lo intentan los narradores que siguen a los del 38. Por el contrario, toda esta novelística se concentra en el alrededor, en la vida que acota, en la observación lineal del lugar común, en un neopopularismo que la sustrae a cualquier síntoma de aislamiento posible.

Pero tal vez lo más valioso de Nicomedes Guzmán está en que, al meterse de cabeza en su mundo material y espiritual, no lo reconstruye sobre la base de una determinada ideología como a veces se ha querido considerarlo. Nosotros estamos seguros de que ello lo habría neutralizado en su necesidad de mostrar directamente las imágenes de un universo del que se siente representante y portador. Guzmán es, concisamente, un narrador proletario de alcurnia que quiere dar a conocer su mundo, aunque ello pudiese considerarse un prejuicio voluntario. El novelista, consciente o inconscientemente; se sitúa por encima de estas connotaciones ideológicas. Otra contribución válida de nuestro autor es su capacidad para cortar los vínculos con el proceso que sigue la novelística tradicional y que algunos denominan balzaciana. De ahi que este arte de Guzmán encuentre, como muy pocos, la facultad de transformar ciertos estados de miseria ambiental en sensaciones y circunstancias que atraen y se toman trascendentes. ¿Cómo logra Guzmán hacernos la transmisión tan verídica de este circuito? Pues de la manera más simple: arrastrándonos con su lenguaje directo —no exento de figuraciones poéticas sencillas— hasta hacernos sentir el fondo vivo de ese mundo. En cierto modo es aquello que Sartre precisa con singular agudeza cuando nos dice que el problema no estaba en la literatura que se había comprometido en hablar de cuanto sucede en el proceso social. Y que, por el contrario, la situación está en que el hombre del cual se habla, que representa también el otro y nosotros mismos, pueda ser hundido en ese mundo y pueda así captar sus valores, lo que de ninguna otra manera se podría lograr.

 Si la figura de Nicomedes Guzmán es tan determinante en un momento clave de la vida literaria chilena, este libro de Mario Ferrero adquiere, por lo mismo, así como por la forma en que revela esta circunstancia, un valor inapreciable, Nicomedes Guzmán y la Generación del 38 nos da a conocer en su primera parte la vida del novelista a través de afirmaciones y de lo que el propio Guzmán habla de sí mismo. Siguen unos homenajes líricos de Neruda, Angel Cruchaga, Juvencio Valle y Hernán Cañas y de una cronología básica para una biografía de Guzmán. Ferrero recoge apuntes de Baltazar Castro, Luis Sánchez Latorre y Homero Bascuñán que se refieren, sobre codo, a la vida del novelista. A ellos agrega Ferrero sus notas sobre "Nicomedes Guzmán, novelista de los pobres", testimonio de otros autores y un detalle de la obra de difusión de la literatura chilena que realizó el escritor.

 La segunda parte del libro es, a nuestro juicio, la más notable por la acertada interpretación de la obra literaria de Guzmán. Se centra en dos ensayos interesantísimos de Ferrero: "La polémica en el cuento: realismo y surrealismo en la novela" y el "Realismo social". En una parte Ferrero relata: "la Generación del 38 traía, como herencia de la Guerra Civil Española, la experiencia de un drama intelectual cuya solución era definitiva para el destino de la cultura universal: el amor a la libertad, el respeto a las jerarquías intelectuales y la defensa del progreso científico y humanista alcanzado por el hombre a través de la historia". Creemos que a ello habría que agregar las convulsiones de todo orden que precedieron a la Segunda Guerra Mundial.

 En la tercera parte de Nicomedes Guzmán y la Generación del 38 Mario Ferrero añade una excelente "Antología Mínima" de Guzmán como poeta, novelista, cuentista, ensayista y periodista, en la que es posible apreciar tanto la calidad de la narrativa del escritor como las inquietudes que llenaron su vida. Esta obra de Ferrero nos ha dado la oportunidad de acercarnos y observar nuevamente cómo ciertas formas de la literatura exigen el más intimo acercamiento a la realidad humana porque trabaja con personajes extraídos tal cual se encuentran en nuestro universo, con todo ese torrente de circunstancias y contrastes que lo surten.



 

 

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Mario Ferrero. Ediciones Mar Afuera, 1982. 219 págs.
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