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POEMAS PARA DEDICAR A LA DISTANCIA
Presentación de “El mapa de los suspiros” de Tilo Nurmi, 22 de marzo de 2018

Por Nicolás López-Pérez


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Buenas tardes, gracias por asistir (digo resistir) a los rayos de luz provenientes de la poesía. Ni gratuito ni heroico es estar aquí, pero hermoso sin duda que sí es. Compartir un poco de intimidad del alma, en un lugar enormemente poético como es la casa del escritor y el refugio López Velarde. Por acá han pasado varias de las voces más conocidas y contundentes de las letras chilenas. Es un lugar con mucha historia. Me honra sobrecogedoramente la confianza y cariño del poeta Tilo Nurmi no solo con el pase por su invitación a presentar hoy y prologar este volumen de sus últimos poemas “El mapa de los suspiros”, sino con el afecto por cada uno de los lectores que tendrá este libro.

Ok, las nubes se han reunido para que lluevan ideas. Quiero comenzar con una frase atribuida al poeta español Federico García Lorca, ya saben con esto de la propiedad de las palabras, el fondo negro, la autoría, la viralización de los contenidos, en síntesis, el meme. “La poesía no quiere adeptos, quiere amantes”. Una bandera que precisamente desea apoyar la comunión entre vida y poesía, que esta obra suda. La realidad se hace poema y chorrea como un libro que nunca deja de vivir.

“El mapa de los suspiros” no es un libro pretencioso. Habla de ciudades, claro. Pero la referencia es a una geografía del corazón, cruzada por mapas que chocan entre la distancia y la nostalgia. De un viajero, también. De alguien cuyo desplazamiento está por sobre una desconexión provisoria de la rutina (como unas vacaciones o un paseo por el parque, por ejemplo). Su lugar es el de un mundo entero (o la ficción de éste, con nombres grandilocuentes e imágenes preconcebidas) se mueve entre dos continentes. En este libro no es la geografía física la que interesa, sino que eso que está más allá de la metafísica del corazón, su geografía.

Una digresión, digo un paréntesis antes de seguir: ¿Qué es lo primero que se viene a la cabeza cuando uno dice una ciudad? Por ejemplo: París, Londres, Estambul. La pregunta es retórica, pero su arquitectura se instala como un discurso anterior a las palabras. Se hace imágenes en la cabeza. París, el amor, la torre Eiffel, la infinidad de luces. Así también con los signos que identifican a las otras ciudades. El problema: lo que el mercado quiere mostrarnos o lo que el mercado ha construido por décadas. La vida gira en torno a lo monetario. El dinero es la ideología del siglo XXI. Pero para la satisfacción de la necesidad del viaje, los tours con hotel y visita a los “highlights”, los buses hop and off, todo lo que diga tu guía Lonely Planet, los souvenirs de aquí y allá. Ok, eso no está mal si se es turista, por supuesto. El turista es una creación del capitalismo. Si nuestro hablante lírico u objeto es el viajero, todo lo que dije antes no tiene mucho sentido. Fin de la digresión.

No sé si necesariamente es un libro para viajeros, creo que eso está más allá de las palabras ensambladas por Tilo. Cierto es que, al leerlo me sentí viajero y me enamoré de los detalles posibles en cada ciudad. Un viaje cuya carne es una desconexión prolongada de lo cotidiano, convirtiéndose en ruptura o en un regreso tras experimentar una catarsis inesperada. O incluso más allá, una digestión de lo cotidiano ajeno, de donde uno es allegado en casa extraña, de donde uno convive o se aísla.

Este libro se dedica a la distancia. Puede dedicarse como alguien lo hace a un oficio o puede dedicarse como algo se obsequia a otro. Una dedicación a la distancia en el pulso. Una dedicación a otro. Una oda a la distancia que ensambla una poética de la nostalgia. Entonces, va y vuelve. “El mapa de los suspiros” tiene una escritura que nos interpreta, que nos lee en momentos de anhelos indeterminados. Cuando la leemos, nos estamos leyendo a nosotros mismos, mientras somos viajeros que tienen hambre de deseo en otro lado del orbe.

Distancia y nostalgia. Afuera y adentro. Exterior e interior. En este libro, Tilo exuda su nostalgia y pide a gritos que su distancia sea verdad en la hoja en blanco. Lo es. Esas emociones articulan del camino de la belleza. En estética, los individuos a través de creaciones artísticas presentan las cosas que están dotadas de belleza. La belleza es lo impresentable, lo que no merece ni necesita presentación. La belleza está ahí, en el cuerpo del texto y en el texto del cuerpo. En esta oportunidad, se nos manifiesta como suspiros.

El suspiro consiste en una aspiración fuerte y prolongada y que da lugar a una espiración, produciéndose, entremedio del ir y venir, un gemido. Puede considerarse, igualmente, como un proceso que viene desde el ánimo y lo proyecta, implicando un saludo que se hace a una angustia en retirada. El suspiro ocurre como desahogo, fisiológicamente importa expandir el pecho, tragar aire a fondo y deshacerse de una opresión previa. Si es posible suspirar, se está vivo. Los poemas que componen “el mapa de los suspiros” son el vigor que sujeta un tenaz y necesario desajuste frente al recuerdo.

El suspiro anuncia un choque entre sentimientos, principalmente, deseo y pena. De la colisión, el miedo y la risa son testigos privilegiados. Sin embargo, esa escena no es fácil de explicar ni de traducir. Ciertamente, Tilo no está interesado en ninguno de los dos verbos que acabo de aludir. Su dominio está en la sugerencia, en la insinuación, en la invitación a desbordar las fronteras de lo bello, a extenderlas mucho más. Un poema se hace cargo del tiempo que no es y el que está a punto de ser. El tiempo en que Tilo escribe, ya existió. Pero el tiempo para el que escribe, siempre es. No estoy pensando en el recuerdo del suspiro proferido, sino que en la posibilidad de ser que tiene, cada vez más y más. La posibilidad de la lectura, del encuentro ajeno. La distancia es clara. Una palabra. Una impresión. Una copia del ejemplar. Un recuerdo de lectura. Pero no es esa distancia establecida entre autor y lector de la que tanto se habló en la academia francesa de los años sesenta. Sino que una distancia sublime. Una distancia que tiene el escritor, pero a la vez, dos otras distancias: la nostalgia y la melancolía. Sentir es bueno. Es parte de lo que los nuevos tiempos necesitan.

¿Soy yo o es la distancia? Es un tú. Es otro, eso dota de razón a cualquier estímulo, cualquier excitación del ánimo. Pensar en otro. Y ese otro, es un suspiro hecho cuerpo, que viaja en el tiempo, se depura y se fragmenta a cada instante. Se convierte en poemas por la necesidad de eternizarse. La vida está llena de “tú-s”, pero en la lógica romanticista, por ejemplo del poeta alemán Friedrich Hölderlin, los que son para siempre, son aquellos que se aferran al papel y se ocultan entre gotas de tinta y entre el doblez de una página y la otra. 

Desfigurando el género del ensayo, y antes de concluir esta presentación, quiero leerles un poema que escribí (en realidad una interescritura), mientras releía las páginas que verán, y que titulé “El mapa de los suspiros”:

mis poemas / son una vida escrita en tu cuerpo, / son terremotos del mundo real / fueron esculpidos en el paraíso / rezan cada día, cada noche / esperando verte regresar / En esta ciudad sin nombre / te envío un recuerdo desde la pena / y cuando su sonido brote por tu cuello / los cielos van a suspirar por ti / y cuando su sonido brote por tus lagrimas / mis sueños van a suspirar por ti / y cuando su sonido brote por tus años / mis poemas van a suspirar por ti, / porque es lo único en que piensan / y aunque estás lejos, muy lejos / todas las palabras de la historia / amanecen hechas un libro absoluto

Unas ideas para cerrar.- Escribir es una forma de dejar de morir. Leer es una forma de mantenernos sorprendidos. La belleza de las letras desafía la autoridad. Un poema es un arma subversiva contra la rutina. Vivir el arte se trata de estar un poco más atento a la vida. Pregúntense por la satisfacción que produce una foto bien sacada con el teléfono o la conformidad al ver una película que les gustó y pueden hablar de ella. En esa contemplación de las cosas, hay una belleza digna de ser dicha. La poesía de Tilo nos conmueve o nos remueve la distancia. No hay puntos medios.

*** SCL ***
27-02/2018
17-03/2018

 

 

* Nicolás López-Pérez (Rancagua, 1990). Abogado, reside en la ciudad de Santiago de Chile. Administra la mediateca de poesía universal del ayer, “La comparecencia infinita”. Publica ocasionalmente en “Prosopofía para perros”. Actualmente se apresta a publicar un proyecto poético titulado “Metageografías”.

** Tilo Nurmi (Santiago de Chile, 1979).  Poeta y fotógrafo. Ha publicado los poemarios “NecRomántica” (2000), “Putrefilia” (2002), “Estaciones” (2015) y “El mapa de los suspiros” (2018).



 

 

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