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Óscar Hahn

EL PODER DE LA TRANSFIGURACIÓN


por Ignacio Valente
El Mercurio. Sábado 28 de septiembre de 2002


Ya se encuentra en nuestras librerías "Apariciones Profanas" (LOM Ediciones) el nuevo título del poeta chileno, quien trabaja esencialmente con la imagen y su dimensión lúdica.


El reciente libro de poemas de Óscar Hahn, Apariciones profanas es breve e intenso como los seis anteriores suyos, y alcanza un nivel singularmente alto dentro del panorama de la poesía chilena (y castellana) actual: es una de las escasas voces que han forjado un timbre idiosincrático, un lenguaje muy propio y universal al mismo tiempo, donde se decantan vertientes tan variadas como el Siglo de Oro español, las vanguardias del siglo pasado y el habla coloquial.

Me detendré primero en el poema inicial, el más largo y excelente del libro, "La muerte es una buena maestra", que se las arregla para transfigurar un episodio quirúrgico del sujeto hablante. "Levántate y anda al hospital me dijo la voz / Soy el fantasma anterior a tu nacimiento".

El primer verso es simplemente fáctico y situacional; el segundo tiene ya su toque de misterio, ese aire levemente surreal y hermético que impregna el poema (y casi todo el libro). Aquella curiosa voz habla con indudable ingenio:
"Tu muerte te afectaría profundamente / Jamás podrías recuperarte de tu muerte". Una vez que el sujeto está en el quirófano, "Al otro lado se ve el infinito qué miedo". La primera parte de este verso es de familia huidobriana, o lo sería si no fuera modificada por la segunda, que es coloquial y quita gravedad a la primera.

En seguida:
"Tengo un hoyo en el alma / por el cual se me escapa el cuerpo". Estamos ante un doble acierto: una muy buena imagen de por sí, pero también una descripción muy exacta y afinada de la situación del paciente allí tendido. Siguen, como corresponde, los delirios de la inconsciencia, entre los cuales éste, de atmósfera acuática: "Somos todos pasajeros del Titanic". Van y vienen imágenes oníricas; cerca del final, "Desperté adentro de una pintura del Bosco/ entre tubos y alambres conectados a máquinas". El Bosco: bien. La calidad medular del poema está en mantenerse siempre sobre ese delgado filo que transcurre entre las alusiones "realistas" a la situación quirúrgica, y el vuelo fresco y alocado de una fantasía que encuentra las imágenes más remotas y precisas a la vez. En una palabra: esa propiedad esencial de la poesía que llamamos transfiguración.

No se espere que todos los poemas del libro estén a la altura de este inicial. Baste con decir que algunos, los mejores, se le acercan, y casi siempre dentro de la misma línea: la ligereza de una imaginación creadora que, a punto de disiparse en forma lúdica, se mantiene funcional a la revelación de una realidad inmediata. Así, por ejemplo, en "Vía láctea", que juega con las palabras, pero en el mismo sentido de la fantasía común de la humanidad, como prolongando el hallazgo de la imagen astronómica (y mítica): "Le salía leche de los pechos/ (...) / Le salía leche que fluía por su vientre".

Luego el desborde de la imaginación:
"Era un río de leche que corría por la calle / atravesaba el barrio de Santa Cruz / y llegaba a la plaza de doña Elvira". Y por fin el acierto y la justificación metafórica de todo el desarrollo anterior:
"Era leche que subía por los árboles / ascendía a los cielos / y se desparramaba en la bóveda infinita".

Por ultimo, quisiera no omitir esa manera oblicua -pero más eficaz que la directa- de relacionarse esta poesía con la política, como ocurre en "Hueso": "es una tibia un fémur unas cuantas costillas / una mandíbula que alguna vez hablo / y ahora vuelve a hablar // Todos los huesos hablan penan acusan / alzan torres contra el olvido / trincheras de blancura que brillan en la noche // El hueso es un héroe de la resistencia".

Pocas veces se lee un discurso más políticamente eficaz, y eso a costa de ser fiel a la calidad de la imagen misma en toda su concreción verbal.

Este es el carácter propio de Hahn, un poeta que trabaja esencialmente con la imagen, y dentro de ella con su dimensión lúdica, pero sin perder contacto con la experiencia humana. Su poesía equidista de una situación reconocible, por una parte, y por otra de una brillante imaginería que no utiliza la situación como pretexto, sino que -fiel a la naturaleza de la palabra poética- está al servicio de su revelación.


El Perfeccionista

Yo arruiné este poema

Eliminé palabras
y le torcí el cuello a la sintaxis
hasta dejarlas sin habla

Ahora
no es ni la sombra
de lo que era

De tanto castigarlo
quedó reducido a nada

Ignoro de qué hablaba
No sé cómo termina



El exorcista

No estoy en paz con todos mis demonios
algunos todavía me dan guerra
oficiando aberrantes matrimonios
de ángeles del infierno y de la tierra

Sucede que un engendro del Averno
ha ocupado mi cuerpo sin permiso
y me asegura que es un paraíso
aquello que en verdad es un infierno

Antes de que complete su conquista
necesito esta noche un exorcismo
que expulse al ser maligno de mi vista

No logrará arrastrarme hacia el abismo
Aunque yo soy ese demonio mismo
también soy el mismísimo exorcista

 

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Óscar Hahn: "Apariciones Profanas": El poder de la transfiguración,
por Ignacio Valente,
Fuente: Revista de Libros de El Mercurio,
sábado 28 de septiembre de 2002.