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Un repaso a la obra de Omar Lara

Por Grinor Rojo
Revista de Libros de El Mercurio, Domingo 29 de Julio de 2007



Omar Lara es una figura indispensable de la poesía chilena de las últimas cuatro décadas por muchas razones: porque fue cabeza del Grupo Trilce en los años sesenta y setenta, porque es el director de la revista de ese nombre (que va ya en su tercera época, con una quincena de números nuevos publicados, el último de los cuales es de diciembre-enero de 2006-2007), porque es el editor de los libros de LAR, porque es el único traductor chileno (y uno de los pocos, si es que no el único, en el mundo de habla española) de la excelente poesía rumana, pero sobre todo porque él mismo es un poeta mayor. Veinte libros, desde Argumento del día, de 1964, hasta La nueva frontera, de 2007, han ido marcando la huella de su trabajo en este sentido. Es más: recientemente nos llegan noticias de que ha ganado en España el VII Premio Casa de América, con un libro que se titula Papeles de Harek Ayun, que llegará a Chile en los próximos meses. Éste es Omar Lara. Éste es el escritor a quien está dedicada esta nota.

Escribí ya una vez sobre él en un libro que se publicó en 1993, y dije entonces que la memoria le interesaba a Lara como un camino más hacia el reencuentro con su ser perdido y, por ende, hacia la producción de su poesía como poesía de su "semejante secreto" ("Ese que está mirando y te saluda/ mientras se hunde en la luna del espejo", en el poema de ese título). Con esto nos topamos, es claro, con la escena primaria, la de Narciso contemplando su reflejo en el agua del pozo. La poesía de Lara es la poesía del pasajero sonámbulo y amante, la del que circula en y a través de lo cotidiano inevitable, pero también es la poesía del que se detiene ante el estanque, a veces para fustigar eso cotidiano con una lúcida previsión del futuro, como en la poesía política, y a veces para soslayarlo con una ardiente recuperación del pasado, como en la poesía de su "semejante secreto". En este segundo caso, la fuente es la página ante cuya disponibilidad el poeta se inclina para preguntar por su doble remoto, el que él fue alguna vez, del que ahora se siente apenas un fugaz "sobreviviente", pero con el que ha de volver a encontrarse cualquier día, cualquier noche, seguramente en el "claustro" de un cuerpo femenino, y en un acto de amor, esta vez sí, de veras, "inacabable".

Los dos últimos libros de Lara que han llegado hasta mis manos son Delta, una edición especial, numerada y publicada en México en 2006, y La nueva frontera, que sacó la Editorial de la Universidad de Concepción en 2007. De los dos, el más elegante es el de 2006, y el más enjundioso el de este año. En ambos, como quiera que sea, el que abre es el poeta que está de vuelta de un destierro largo y pedregoso y que se siente vacío ("De los nombres", "Velocidad 1", "Velocidad 2"), y el que cierra es ese mismo poeta, pero ahora con el anuncio de su descubrimiento de una "nueva frontera" ("Ese lugar existe"). Poesía lírica por excelencia, que es la contracara de la mutabilidad, del cambio continuo, Lara apuesta así en este libro a un pasado que no es propiamente el pasado y ni siquiera su recuerdo (el de "el mar" y "los eucaliptus", el de "la lluvia sobre los puentes una tarde de sol", el de aquel "castaño de Nohualhue", todo ello en la Imperial de su niñez y adolescencia), sino el tiempo detenido de la poesía ("El tiempo, ¿dónde estuvo?"). Ésta es la "nueva frontera", el nuevo hontanar desde donde al poeta Lara le es posible reinventarse y completar el círculo de una obra que, sin eludir sus deudas con la poesía chilena e hispanoamericana anterior, establece, de todos modos, una gran diferencia. Tito Triviños, quien escribe el prólogo de La nueva frontera, tiene toda la razón: "La ternura, se dice con toda gravedad, le viene a Lara de Vallejo. Se olvida así que ella le viene a Lara no de Vallejo, sino de Lara, esto es, de dos experiencias biográficas, no literarias, del autor de Argumento del día: el descubrimiento del abuelo constructor de casas como hombre tierno, y la revelación de la mujer como dadora y recibidora de ternura".

 

 

 

 

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Por Grinor Rojo.
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Domingo 29 de Julio de 2007.