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Ingmar Bergman:
“Me gustaría morir en otoño, la estación de la luz y el silencio”


Por Omar Pérez Santiago
Revista Off The Record, octubre 2022.
https://www.offtherecordonline.cl/




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En algún momento de mi vida —quizás 40 años atrás— paseaba por la plazuela de la veterana e imponente catedral de Uppsala en Suecia. De pronto, sale un gran cortejo desde la basílica y luego un señor flaco y alto grita:
¡Y corten!
Era Ingmar Bergman.
Estaba rodando “Fanny y Alexander”, una de sus más famosas películas, con la que él pensaba jubilarse. El genio sueco tenía 64 años y usaba su habitual boina negra.
En algún momento de su vida, Ingmar Bergman se fue a vivir a la isla de Fårö,  en el mar Báltico. Un lugar ideal para un cineasta como Bergman, un anacoreta, un extraterrestre, tan hermético, reservado y tímido como un japonés de una historia de Yasunari Kawabata.  Un amor a lo simple, austero y rústico. Zen.
Luz, luz, luz, luz de luna (Koben Myôe, 1173–1232-Japón).
En algún momento de mi vida visité la isla de Fårö, isla de ovejas, fría, solitaria y árida. Una pequeña y rocosa isla, con mucho viento, con una playa pedregosa. Ningún lugar de veraneo para un chileno típico y orgulloso como yo.
Allí en la isla Fårö, la isla de ovejas y de rauks, columnas de piedra caliza formadas por la erosión de las olas —hoy un centro turístico culturoso— Bergman puso distancia con su entorno.
En algún momento de su vida, a los 89 años llegó a la isla la muerte a buscarlo. Era verano.
En algún momento de mi vida necesité escribir un cuento sobre Bergman y su muerte. En el cuento la muerte no es el varón vestido de negro que Bergman imaginó en su película “El Séptimo Sello” de 1957.
Los nórdicos creen que la muerte es un ser masculino.
Los latinoamericanos creemos, en cambio, que la muerte es femenina.
La muerte es una mujer muy seductora que viste de rojo.
En la película de Bergman, el protagonista, un caballero medieval, como una forma de adquirir prórroga, desafía a la muerte a jugar ajedrez.
En algún momento de su vida, Bergman tomó esa imagen de un mural en una vetusta iglesia medieval sueca. El mural se llama, justamente, “La muerte juega al ajedrez” (en sueco, Döden spelar schack).
En mi cuento, Bergman le solicita a la muerte —la señorita Catrina— como una forma de prórroga, bailar un tango.
Mientras bailan tango, el dialogo es dinámico.
El cineasta está enojado.
(Bergman era enojón. Como todos los regidos por el signo Cáncer del horóscopo, era un hombre emocionalmente sensible).
Está fastidiado pues va a morir en verano.
Y Bergman no quería morir en verano.
La bella Catrina, la muerte, le pregunta:
“¿Cuál es la estación del año que te habría gustado morir, Bergman?
En otoño, la estación de la luz y el silencio. Soy cineasta. Soy hombre de teatro.”

(“Asesinato en Copenhague y otros cuentos”. Mago editores)

 

 

 

 



 

 

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Ingmar Bergman: “Me gustaría morir en otoño, la estación de la luz y el silencio”
Por Omar Pérez Santiago
Revista Off The Record, octubre 2022.
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