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Del diamante

En las entrañas de la tierra muy al fondo
la oscuridad le da vida como si fuera su hijo
lo ve crecer en su silenciosa negrura
el tiempo no corre para el animal subterráneo
la luz la sabe desde el comienzo como un recuerdo
como una llama está prendido el secreto muy al fondo
como una luz que ha crecido en la penumbra se va revelando
en centellas de cristal, se va fraguando la alquimia en el carbón
hasta que nace el diamante de su oscura gruta
como el destello de los ojos del poeta en el silencio
nace y brilla y deja pasar la luz
como las palabras que nacen de su silencio
y brillan.

 

El viejo de la isla

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . A Kiko Aldunate, mi padre

Yo a veces lo veo.

Entre los árboles del bosque camina
en noches de viento norte o noches de luna
como una sombra extendida de las sombras
se desliza, silenciosamente
sobre las hojas.

Yo a veces lo veo.

Camina al borde de la playa y se detiene
mira el mar presagiando la tormenta
y entonces veo su sombra iluminada por el relámpago.

Yo a veces lo espero hasta tarde
mientras se apagan las últimas brasas de la chimenea
a veces lo veo parado a los pies de mi cama
y creo ver su rostro y el dibujo de su sonrisa.

Entonces trato de hablarle
pero no me salen las palabras
trato de darle mi mano, pero no lo alcanzo
trato de moverme, pero no puedo despertar del sueño.

Entonces el viejo es una sombra
que desaparece entre las sombras.


Castillo de Arena

Un castillo de arena.
Un castillo de arena dorado y perfecto.
Un castillo de arena frente al mar inquieto.
Un castillo de arena inmutable, impetuoso
una fortaleza pensada para la eternidad.
El rey está en su trono de oro
en los patios las doncellas danzan alegras melodías
en las torres los vigilantes serenos contemplan la distancia
en regiones lejanas hay grandes guerras que el reino ha
provocado
por expandir sus territorios, por grandes tesoros, por la fe
el carro de sol no se detiene
el reino está calculado, todos pagan sus tributos
el consejo del rey planea nuevos decretos
nuevas medidas para incrementar las riquezas del reino
todo es grande y armonioso, todo es bello
pero el rey cabecea de aburrimiento
le sabe todo a apariencia
le enloquece la mesura
siente una ansiosa cólera que le corre por la sangre
pero una tranquilidad engañosa oculta su angustia.

Sí, es el vacío.

Y luego viene una ola, luego viene un niño que juega
un niño que ríe mientras destruye
y todos corren asustados
menos el rey que llora solo en su trono de oro
el rey que se hunde solo en su frágil castillo de arena.

 

Amo la muerte a la que voy
como el caballo musculoso
que se lanza al precipicio.


Mortuus

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .En memoria de Armando Uribe Arce

I

Del gusano salto al otro lado
del reverso
del abandono
de la muerte
salto al otro lado de la página
y toco con mis manos
tu rostro.


II

Tengo poco tiempo
para saber de mí.
Terco, niego de mí lo que ven mis ojos, no me veo,
no escucho la mordedura de la rata.
Renuncio rotundamente a este espacio insoportable.
Soy yo, después de mí,
en un estado imposible.


III

Todo lo que dice el muerto es eco
que rebota y resuena en sus huesos fríos.

Error: ojalá pudiera ser otro
para no morir en este infierno.

Todo lo que digo es huella de mi cuerpo,
huella que desaparece bajo la sombra,
todo esto puedo ser en última instancia,
no me vendo, no subo a los aires.

Son los dioses gusanos, descarnándome.
Son los dioses gusanos sobre mí,
sobre todo lo mío,
sobre todo.


IV

Es un difícil estado
póstumo, innecesario,
estrecho, repetido.
No es un ataúd, es un cuerpo.
No es un cuerpo, es una nada roída
por un aire imposible.

V

Mi corazón es un nido perfecto
para las ratas y los gusanos;
lo siento, es lo único que va quedando,
después de mí todo es ciego:
oscuro el contorno de mi piel,
oscuro el cielo de mis días falsos,
imposibles estas palabras, por cierto,
tediosas, aplastantes,
pero ni siquiera eso.


VI


Nada de esto tiene sentido:
estoy muerto, vale decir... no estoy,
no hay muerto, no hay muerte.
¿Qué va quedando entonces?
Tengo poco tiempo para mirarme:
mis ojos son dos huecos oscuros y brillan como el fuego;
el fuego es más rápido, la ceniza,
el horno de acero anestésico.
Soy yo
después de mí
en un estado insoportable.


VII

¡Cómo va a tener sentido hablar
desde acá!
¿Es éste un acá?
¿Puedo decir:
“estos ojos de gata mirándome,
este despertar de dientes,
este lento crujido de huesos”?
¿Puedo sostener siquiera una palabra?
Soy yo todavía,
es mi cuerpo que se desmembra en un estado enfermo;
mis músculos se sueltan,
en mis ojos beben serpientes,
se mueven, me hablan, me muerden.
Doy vueltas en el encierro total que es mi cuerpo,
quiero el fuego, quiero la ceniza rápida y el viento.
¿Son estos mis últimos días?, ¿son estos mis mejores
infiernos?
¡Cómo puede ser posible que estas palabras hablen de mí!


VIII

Los ojos se tardan en caer
es cierto, se apagan, se vuelven grises, oscuros;
tenemos ojos perfectos para morir,
ojos hastiados de ver serpientes;
tenemos, después del frío, poco tiempo para la sangre,
se detiene, se aquieta,
de la rigidez pasamos a la náusea, al barro;
somos un río de sangre oscura,
los músculos de tu rostro caen, lentamente, se secan.
Todo es seco,
el alma es seca,
este lento caer de ojos es seco,
la huella es seca,
el gesto, seco.


IX

De las ramas podridas de mi tronco
no brotan frutos dulces ni anidan pájaros azules;
no tengo alas en mi repertorio,
no guardo memoria de un sueño
ni reconozco los lares de mi infancia aturdida.
No caigo ni me elevo, no me muevo,
apenas veo más allá de mi ombligo,
me detengo, mis ojos se detienen largo tiempo,
demasiado, es cierto.
¿Qué eternidad podría caber en este deletreo?
Las huellas no son el polvo ni el viento.
No escucho el canto de los pájaros,
no tengo el mar en mi perspectiva,
mis hojas no conocen la luz ni el viento, menos el aire del
mar.
Todo esto son sólo palabras
que se repiten
en el espacio vacío
de mí mismo.
¿Qué soy, en última instancia?
¿Qué estoy dejando de ser?


X

¡Mierda: estoy muerto!
La última baba de poco me sirve.
¿De qué me sirve el sarcasmo, la mueca, el garabato?

Puedo sospechar el aburrimiento de ustedes,
mis pobres ovejas huachas.
Puedo compartir el cansancio de todos mis ausentes,
mis queridos gusanos viejos.

Lo cierto es que estaremos todos juntos en lo mismo:
retorcidos, enmarañados, podridos.

¿De qué podría servir una palabra?
¡Rastros de ti desaparecen!
¿Qué seremos después del banquete de serpientes?
¡Ah, carroña, maldito ser que va quedando!


XI

No por simple razón sigo escribiendo
en esta mala yerba de lengua
que repta infatigable sobre mí
conduciendo mi cuerpo al lugar común
donde todo se destierra.
No por simple costumbre reniego de celebrarme
por estos afanes de decir el mundo
que no dice nada, que nada dice.
No por retórica abdico de ir contagiando la tierra
con esta ponzoñosa lengua
con esta rancia leche que de mi alma brota.
Otros actos serán por mí celebrados
si en lo difícil de la piedra bruño el cáncer
de mis manos y mis ojos;
si en lo extremo de esta nada
busco una conversación profunda
con los astros.


XII

Tú que pasas,
sácame la muerte de encima,
límpiame el rostro de esta mano,
de este hálito indeseable, líbrame.
Condúceme de una vez a la dicha
o condúceme de una vez al infierno.
Implanta mis extremidades
a los bosques milenarios.
No me dejes repitiendo esta nada
este vacío
este hoyo...
“¿Qué quieren? Se llama hoyo”.
Tú que me escuchas:
sácame la muerte de encima
que después de muerto
la muerte me sigue matando.
Háblame con tu boca, mueve el aire, Dios,
que sólo entonces existirás para mí,
aquí, en el olvido profundo
de todo lo mío.


Siglo XXI

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .A Vicente Huidobro

Todo nuevo siglo
. . . . . . . . . .asoma su rostro de recién nacido
y escucha la palabra de los muertos
. . . . . . . . . .como un otoño escucha el primer viento norte

. . . . . . . . . . . . . . . . .. . .que sopla desde el fondo del
tiempo

y se alegra
. . . . . . . . . .de verse en el espejo
y se asombra
. . . . . . . . . .de estar buscando a alguien
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .ñ ñ. .. . .que está naciendo
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .ñ ñ. .. . .a esta hora
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .ñ ñ. .. . .que está muriendo
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .ñ ñ. .. . .a esta hora
y se espanta
. . . .de las bombas de los siglos
. . . . . .. .del hombre
y de la mano del hombre
. . . . . . . . .ñ ñse suelta y se cae
. . . . . . . . .ñ. . . . .ña velocidades que no comprende
pero se vuelve a encantar
. . . . . . . . .de los temblores de la mujer
. . . . . . . .. . . . . ..como una joven serpiente
. . . . . . . .. . . . . . . . . .perdida en los desiertos del
. . . . . . . .. . . . . . .mundo

así comienza todo
. . . . . . . . . . en las habitaciones en que ya no cuelgan
relojes
. . . . . . . . . . en los patios que ya no conocen niños

así comienza todo siglo nuevo
. . . . . . . . . . la belleza tiene un rostro que no se parece a
nada
. . . . . . . . . . y su palabra es suave y perversa
más perversa que el cielo
. . . . . . . . . . con sus aeroplanos de guerra

aquí comienza a caminar el siglo a tientas
. . . . . . . . . . conducido por un montón de silencio
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . en los precipicios del mundo
. . . . . . . . . . guiado por el color del vacío
. . . . . . . . . . como un ciego que se acostumbra a la noche
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . de sus ojos

lleno de sorpresa y de miedo
. . . . . el viejo se lleva el mar y a sus hijos les guarda el
canto

. . . . . . . . .. . . .. el viejo siglo dice:
. . . −me llevo el mar conmigo y lo guardo para ustedes
. . . . . . . . . . . .en estas redes de pesca−
. . . . . . . lo miro
. . . . . . . . . . . .lo mismo que en un espejo

. . . . . . . y el mar dice:

. . . . . . . −me voy contigo a otras islas
. . . . . . . . . . . .donde los pájaros
. . . . . . . . . . . .recién han aprendido a cantar−.

Sobre la danza de las abejas

Las abejas se comunican danzando para recolectar el
néctar o el polen de las flores.
. . . . . Cuando una de ellas descubre la fuente de energía
se dispone a comunicar algo completamente nuevo, una
danza.
. . . . . Podemos suponer que esa danza irrepetible es la
expresión de su dicha
. . . . . o bien el secreto juego de sus alas con el aire.
A eso nosotros lo llamamos una danza.
. . . . . Nosotros, que repetimos el extraño solipsismo del
silencio; nosotros, que copiamos la noche; nosotros,
escondidos en la cueva, no danzamos, no queremos
danzar.

 

La presa

Tú y yo no son más que uno.
El hambre es más que el hambre.
Ambos viven en la misma jaula
de la que no salen.
Preso el hombre en sí mismo
y en la palabra que lo nombra
grita y golpea torpemente
en la jaula que lo apresa.
No sabe este hombre que no es la jaula
no sabe este hombre que el hambre
-que es más que el hambre-
se lo come.
Es el hambre del hombre en el lenguaje.
Es el hambre que escribe al hombre
y se lo come.

 

Mensaje al caminante

Ten cuidado de la serpiente
que en el camino del desierto espera.
Recuerda que no debes mirarla a la cara.
Recuerda también que no debes huir
acaso sea ella lo que tanto buscas.
Cuídate de la serpiente, cuídate, mas no le temas.
Sigue el camino de la serpiente
sigue la huella ondulante sobre las dunas
acaso la serpiente te lleve al mar que sueñas
acaso en el camino de la serpiente encuentres la cifra
del desierto rojo
en cuyas arenas te perdiste
para siempre.

 

Muda de piel de la serpiente

La serpiente, símbolo perfecto de la circularidad, muda su piel cada cierto tiempo renovándose constantemente a sí misma. Según la creencia, ella misma se muerde la cola, de modo que siempre que termina un ciclo comienza otro nuevo. Su forma a su vez expresa esta espiritualidad secreta, semejante al río de Heráclito, que nunca es el mismo río. De ahí que el hombre sea otro, puesto que son otras las aguas del río que mira. Así, la serpiente siempre huye de la piel que se seca, como el río que a su vez cambia el cauce que lo llevará al mar, porque o si no, de lo contrario, se seca.
. . . . .Muchas veces la búsqueda de la serpiente termina en el hallazgo de la muda de piel. El herpetólogo evanta la muda de piel cuidadosamente y luego descifra el hallazgo como si fuera una escritura, especificando la edad, el sexo y la especie. Olvidamos que la serpiente se renueva completamente, que desde sus entrañas surge una serpiente nueva (no sólo la piel es nueva), de modo que no hay evento que se repita, de modo que el ciclo nunca se cierra con lo mismo y la muda de piel, que es una forma de morir y nacer, es siempre un hecho distinto, como lo es el mismo diseño de la piel seca que nunca es el mismo.
. . . . .De modo que el río nunca dirá lo mismo, por ello el hombre siempre lo habrá de mirar por primera vez. A la vez que la muda de piel de serpiente se deshace entre los dedos del herpetólogo, otra serpiente, la serpiente que es la imagen perfecta del misterio, repta infatigablemente, ondulantemente, a la vez de las arenas del desierto.
. . . . .El camino de la serpiente comienza con este hallazgo. Para seguir este camino hay que mudar de piel.
Sólo de esta forma se puede habitar en el desierto.

 

Sequedad

Nada.
Nada más que la arena de un desierto seco.
Nada más que una espalda roja y unos pies descalzos y
endurecidos.
Nada, ni una playa
ni una embarcación esperando marea
Menos la posibilidad del mar.
Menos la posibilidad de la isla.
Nada.
Sólo el infatigable movimiento de las dunas y el viento.
Sólo el imperceptible mensaje de la arena
deslizándose entre los dedos.

 

El trabajo de la muerte

Sin quererlo,
me convertí en un trabajador de la muerte;
dije que tenía un nombre
y quise jugar a la trampa del que escribe;
¿quién era?, ¿qué dijo mi palabra?

Sin quererlo
le trabajé a la muerte
y la muerte me dijo
que nadie trabajaba para ella.

No contento, doblé mis esfuerzos
y creí hacerle mejores trampas,
pero nada de eso resultó
porque trabajándole a la muerte
perdí mi nombre,
la perdí a ella
y sólo entonces me di cuenta
del mal jugador que era.

La muerte trabajó en mí
y mi paga no fue precisamente la muerte;
la muerte trabajó en mí
y mi trabajo,
tuve que saberlo,
jamás
fue mi gloria.

 

Solus Ipse

A Jorge Luis Borges

Todas las palabras te repiten. El fuego se enciende y la habitación se despierta. El fuego crea la apariencia del mundo. Una mirada basta para escribirlo. La textura de la piedra te devuelve las sombras. Todo lo que ven tus ojos se vuelve palabra, acto en el silencio, verdad a tientas y a ciegas. Tú estás ahí para verlo. Te miras desde un cielo imposible, mientras vas cruzando el infierno y la dicha, pero ya no bebes de las fuentes de ese espejo torcido; pasas, imperceptible, por el espacio que te nombra. Las palabras que habitaste te repiten; te repites una y otra vez en cada signo, te observas en cada fragmento y te abandonas; 25 pones las manos en la pared, pero no hay nada. El silencio te lo dice todo: eres tú. 

 

Memoria de un tallador de diamantes

El oficio de tallar diamantes es antiguo como la piedra que tengo en mis manos o como la mirada del hombre que la refiere.
. . . . .Puede ser que este acto de la memoria no sea cierto.
. . . . .Puede ser que todas las palabras sean oscuras y que probablemente no indiquen nada.
. . . . .La luz es un sueño encerrado en unos cuantos cristales, una mirada de alguien, unas pocas palabras. . . . . . . . .Puede ser que los ojos sean ciegos para la luz de los diamantes.
. . . . .Puede ser que haya manos despiertas que escuchan y hablan, manos que sangran con el primer contacto de la luz.
. . . . .Y puede ser que heridas, esas manos, dibujen un rostro y tal vez un cuerpo. Ese cuerpo es el verdadero diamante. 
. . . . .La voz en su silencio seguirá diciendo el espacio cerrado de ti.
. . . . .La voz te repetirá en el cuarto oscuro que te antecede.
. . . . .La voz morirá con el primer golpe o con el primer conjuro de la noche.
. . . . .La luz de la luna no ablandará las piedras ni el desierto en los ojos.
. . . . .Podrás decirlo en silencio: éstos son mis secretos, mis pobrezas, mis carbones.

 

 





 






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"Poemas del diamante".
Pedro Aldunate Flores.
Poetikal Art Delicti. 2020.