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El erotismo femenino
"A horcajadas", Pía Barros. Editorial Mosquito Comunicaciones, 1990, 69 páginas


Por Virginia Vidal
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blicado en Punto Final, N°218, 30 de julio de 1990


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"A horcajadas" se titula el irreverente conjunto de relatos de Pía Barros, publicado por Mosquito Editores. El crítico Juan Carlos Lértora dice en su prólogo que el discurso de Pía es de transgresión, de desacato a la convención. En efecto, a través de trece relatos desiguales, es posible percibir la subversión y el desacato a un modelo tradicional, donde la mujer se transforma en sujeto de sus deseos. Esta subversión favorece el acercamiento de la pareja, logra romper esquemas y permite reconstruir un entendimiento de iguales en apetencias y afectividad. Pero esto se logra en medio del conflicto, con violencia y riesgos.


AMANTE IMAGINARIO

Entre estos relatos sobresale uno, muy breve y de sorprendente belleza: "Olor a madera y a silencio". Una mujer "se dedica al sueño" y en ese espacio "de este lado", exclusivo para el amor construye a un amante. Del otro lado quedan "las urgencias, las culpas, los horarios". Como en uno de los famosos cuentos de Horacio Quiroga, la mujer es absorbida no por un monstruo bicho metido en el almohadón de plumas, sino por el amante que ha ido corporizando de pies a cabeza, hasta que por fin tiene un rostro y una mirada que lo completa. A la par de la aventura en aquel espacio inviolable, crece al otro lado el impotente dolor del esposo. Su ansiedad en atisbar los ojos de la durmiente es una de las pruebas más hermosas de amor, sufrimiento y celos de nuestra literatura. Ese dolor se intensifica por las briznas de pasto, granos de arena o barquito de papel traídos por ella de sus citas oníricas. La mujer será recuperada por el esposo cuando ya no pueda soñar y pierda su maravilloso golem y retorne al "otro lado", el lado de lo gris y rutinario.

"Deshabitados ante la ventana" revela todo el poder de sugerencia de la autora. La ventana no sólo es el lugar de aguardar sino también el de encuentro con otro: o del desencuentro en la soledad o de la urbe. Es la trágica apertura a un vacío que dos mirones no pueden salvar mientras se masturban. La mujer imagina que poseyéndose a sí misma, ama en sí a otro y el hombre se estrecha contra el vidrio soñando alcanzar a un ser que no sabe si existe o es fruto de su delirio. El cuento decae con la presencia de un tercer personaje, confidente de ambos, el psiquiatra, quien podría resolver el angustioso conflicto, pero actúa con inhumano profesionalismo. Ciertas referencias naturalistas a la fisiología no son un aporte a las hermosas imágenes con que Pía Barros trata algunas de las infinitas formas de "recuperar el cuerpo".


REENCARNAR A LA MALINCHE

En el breve relato "Conmiseración", la compasión —pasión de amor por el muchacho desconocido acribillado y caído en la calle— la metáfora de la solidaridad alcanza calidad superior. "Artemisa" es el más anticonvencional de los relatos, pues trata de la mujer recién parida y ansiosa de recuperar su belleza para el amor que niega la leche a su hijo rechazando el estereotipo del amor maternal. La venganza de la naturaleza es portentosa y alcanza una plasticidad digna de un cuadro de Dalí.

"Mordaza" es un relato sobrecogedor inspirado en los recientes terribles años de la dictadura. Aborda un asunto injustamente soslayado y que afectó a demasiada gente de este país: hombres y mujeres de todas las edades, sacerdotes y monjas, nacionales y extranjeros; sus consecuencias escapan a todo muestreo, a todo análisis. Son el resultado del fenómeno horroroso de utilizar el cuerpo con sadismo inconmensurable y de negar la esencia humana —de víctima y victimario— en la tortura. El relato va más allá de la ficción de un testimonio cuando la víctima se escabulle en la imagen de Malinche, símbolo de la controvertida mujer que entrega a su pueblo dando su cuerpo y se convierte en intérprete, en mediadora, en médium al servicio del conquistador. Malinche seguirá siendo la amada, odiada, discutida madre de un nuevo habitante del continente nuestro y toda mujer torturada se enfrentará a la atroz posibilidad de reencarnarla.

Estos acelerados relatos de Pía Barros —la edición adolece de descuidos— demuestran que la joven y audaz revelada en "Miedos transitorios. De a uno, de a dos, de a todos", avanza con seguridad, decidida a ser agente de su escritura e intérprete del sentir de muchas mujeres.




 



 

 

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El erotismo femenino
"A horcajadas", Pía Barros.
Editorial Mosquito Comunicaciones, 1990, 69 páginas
Por Virginia Vidal
Publicado en Punto Final, N°218, 30 de julio de 1990