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Crítica Literaria

Por Patricia Espinosa
Publicado en Las Últimas Noticias. Del 10 de junio al 8 de julio de 2022



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El mundo abajo
Patricio Jara. Alfaguara, 2022, 128 páginas.
LUN, 10 de junio de 2022

Hay escrituras blandas, desganadas, carentes de entusiasmo. Justamente ahí se inscribe este libro de cuentos de Patricia Jara, pues se trata de un conjunto de piezas decaídas que, si bien no alcanzan a clasificar en la mediocridad plena, no son ni la sombra de las anteriores publicaciones del autor.

El mundo abajo se configura a partir de anécdotas que procuran delimitar una mirada generacional: aquella de los noventeros cercados por gustos musicales primermundistas, por el fracaso y por una identidad que responde a una suerte de deber ser masculino-joven completamente estándar. A primera vista el perfil elegido podría resultar interesante, pero la nula propuesta discursiva de los personajes arruina un proyecto que no avanza más allá de la construcción de sujetos vacíos.

Jara escribe este volumen con una sencillez que linda con la de un aprendiz que debe obligatoriamente dejar muy claro qué desea transmitir. Un ejemplo al azar ocurre cuando un personaje termina con su pareja y dice: "El departamento se hizo gigante y sentí que tarde o temprano todo se llenaría de agua, como en una gran inundación. Partí tras ella. Lejos de acá tal vez iba a encontrar una buena idea para ocupar mi vida. Una buena excusa para perder el miedo. Al menos había que intentarlo".

La forma en que se dan a conocer los personajes es siempre la misma. Es decir, hay una base común que no muta y una superficie que intenta ser llenada con algunos giros narrativos. Cambian los oficios, contextos, contrapartes; sin embargo, lo profundo se mantiene calcado. Una de las fórmulas que se reitera es de tipos de mediana edad que alguna vez fueron soñadores y que en su presente no saben cómo enfrentar tropiezos laborales y de pareja. Así pasa en "Estuario", relato sobre un cesante que temporalmente se desempeña como conductor, y en "Todo se llena de agua", centrado en un buzo marino que recuerda la muerte accidental de un amigo, lo que lo lleva a distanciarse del trabajo acuático.

Un caso extremo de esquematismo se da con "Jeff Hanneman" y "Búfalo". En ambos hay músicos que desean adquirir un instrumento o aportar a su banda. En ambos, además, hay un coprotagonista pinochetista cuya ideología no interviene en absoluto en la historia del personaje central. El guiño político resulta vano y constreñido al lugar común del fanático de ultraderecha.

Pero el relato que realmente resulta inaceptable es "Una fábula hardcore", que gira en torno al viejo tópico de los ex compañeros de colegio que se juntan a alcoholizarse y que por casualidad se topan con un conocido. El desenlace de esta narración es de un nivel de chapucería injusto con el recorrido literario del autor.

La única historia llamativa es "Frontschwein", un título en clave para la comunidad metalera, donde se rinde culto a una tropa nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Este cuento no tiene absolutamente nada que hacer en el libro. O quizás sí, ya que se podría pensar que es un guiño de Jara para marcar su pertenencia generacional al lote de Ortega y Baradit, grandes apasionados por el militarismo alemán.

Más que un mal paso, este libro apocado e indeciso es, como se ha dicho, indigno para un autor como Jara. Pese a que en literatura no se puede apostar a remontar los desaciertos, es de esperar que en lo que viene el autor se devuelva a la parsimonia y pulcritud narrativa a la que nos ha tenido acostumbrados.

 

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Patricio Jara ha publicado una veintena de libros, entre ellos las novelas "Geología de un planeta desierto", "El sangrador" y "Tragar el sol", el conjunto de cuentos "El cielo rojo del norte" y el volumen de crónicas musicales "Pájaros negros". El autor nació en Antofagasta en 1974, en mayo.

 

 


Preferiría que me imaginaran sin cabeza
María José Bilbao. Montacerdos, 2022, 100 páginas.
LUN, 17 de junio de 2022

De entrada, este libro parece abusar de un tono ingenuo, casi infantil, pero poco a poco comienza a afirmarse, hasta demostrar que una de sus fortalezas es su amplio registro de estilos. Preferiría que me imaginaran sin cabeza, de María José Bilbao, explora desde el realismo hasta la ciencia ficción, a veces con una mirada pedestre y otras con la tonalidad más profunda, entregando una suerte de radiografía sobre la violencia y el mal alojados en un variado repertorio de mujeres.

En esta decena de cuentos hay siempre una mujer como personaje principal. Mujeres solas, que en su mayoría desempeñan oficios menores, que deben trabajar para vivir y que se encuentran confinadas a su intimidad. Esto implica un proceso de reflexión enmarañado y constante, donde hay dos aspectos que emergen como centrales: el maltrato y la ansiedad por el cuerpo.

La autora lucha contra la disociación cuerpo/mente, insistiendo en que se retroalimentan, pero con una salvedad: la mayor parte de las veces el cuerpo es un sitio mucho más permeable al daño que la mente. Quizás por ello no hay placeres corporales en esta escritura, donde el cuerpo no se encuentra al servicio del deseo sexual ni de la gestación, siendo su único destino el dolor.

Bilbao pone en escena un cuerpo político, llevado hacia sus límites por una violencia social que le impone una representación de "normalidad" y de belleza. Sin embargo, al mismo tiempo, es el propio cuerpo de la narradora el que actúa como instrumento que provoca fealdad: "No le perdono a mi mano no ser grácil, dócil, fina, y siempre he juzgado de horrible todo lo que ha hecho por mí: desde abrir ventanas y cerrar chaquetas hasta el zigzagueo horrible de mi perfilado de cejas".

"Una mujer gigante" es un relato donde la protagonista excede los parámetros de volumen habitual. Esta mujer "rara", que no cabe en los espacios habituales, se desempeña como una youtuber que enseña sobre belleza. La historia se concentra en la búsqueda de su máxima troll, una de las más odiosas de sus suscriptoras. Con algo de sutil ironía, la narradora saca a relucir una enorme capacidad de resiliencia, la que por fortuna jamás llega a entenderse como un mensaje pastoral.

"Noche en el Monte Calvo", en tanto, es un cuento en tono mayor sobre una niña acorralada por adultos. Su existencia se encuentra limitada al pequeño mundo familiar y a un par de vecinas. La chica posee una mirada aguda y desagradable, aborrece a todos los que la rodean. El monólogo de la protagonista intensifica su odio y el maltrato verbal del que es víctima, presagiando una modalidad de abuso aun mayor.

El recorrido por la ciencia ficción es la parte más débil de este libro. Son tres narraciones que poseen un imaginario rebuscado y un mensaje demasiado simple sobre la amenaza de la tecnología en las vidas comunes. Es evidente que Bilbao se maneja con mayor destreza en el realismo, donde sí logra explotar su prosa directa, carente de una retórica cifrada, sencilla, sin diálogos, con párrafos breves y algunos giros coloquiales. Además, consigue mediante el realismo potenciar a sus personajes por sobre el tema narrado.

Las mujeres de estas historias son rabiosas, detestan a todo el mundo, les complace aquello que puede generar repugnancia, se quejan y sufren aunque sin victimizarse abiertamente. Viven una soledad agitada y se activan a través del malestar, algo novedoso, porque por lo general ser objeto del mal tiende a minar o destruir a los personajes.

A fin de cuentas, Bilbao consigue meritoriamente remontar sus desniveles, ofreciendo un volumen que aguanta más de una lectura.

 

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El libro que aquí se reseña es el primero de María José Bilbao, quien nació en Santiago en 1985 y es licenciada en literatura.

 

 


La naturaleza del deseo
Carla Guelfenbein. Alfaguara, 2022, 195 páginas.
LUN, 24 de junio de 2022

Esta novela solo podría funcionar más o menos bien si fuera parodia. Pero no, no es parodia ni algo parecido, así es que no hay vuelta que darle.

La naturaleza del deseo se concentra en una pareja de amantes y sus turbulentos encuentros y desencuentros. Es una narración que desde sus primeras líneas se advierte desgastada, quizás por lo predecible, tal vez por lo caricaturesco de sus personajes o acaso por lo exageradamente sofisticado de sus escenarios y costumbres. Guelfenbein sigue una receta cursi aunque exitosa, Cincuenta sombras de Grey, pero olvida sazonar su preparación, dando como resultado un caldo deslavado, sin enjundia.

El relato recorre un poco más de tres años de la vida de S (la mujer) y F (el hombre), una pareja muy fina, mundana, de gustos exquisitos, ambos triunfadores y bellos. Ella, quien oficia como protagonista, es una escritora, hija de padres chilenos exiliados, que vive en Londres con su pequeña hija y está separada de su primer marido. Él, chileno también, es un abogado casado, con hijos, apasionado por la literatura, fornido, ágil, conquistador y tremendamente avezado en el accionar sexual.

El hombre seduce a esta mujer dolida por la cercana muerte de un hijo. S, introvertida y algo pacata, se convertirá en una diosa del sexo. Viven su pasión clandestina en las distintas ciudades europeas donde él periódicamente dicta conferencias. Al principio ella imaginaba que esto sería solo una aventura, pero sus cálculos salen mal, caramba, porque se enamora del machote.

Es valorable que la autora explore en la masculinidad opresora, pese a que lo hace desde una única perspectiva; así, la protagonista asume su dependencia como un honor. F y S son delineados de manera plana, constreñida a un ángulo: activo-pasiva. Un ejemplo de eso son las escenas que sirven para apuntalar la condición servicial de la mujer ("me penetra", "me sienta en sus rodillas", "me hizo el amor"), dispuesta a entregar placer a su hombre, penetrándolo con una vela de cera (por iniciativa de él, por supuesto), enjabonando sus genitales con dedicación, permitiendo que la amarre a la cama y la fotografíe desnuda, para, en un acto digno del viejo humor nacional, confesar "Me ha embestido con tal fuerza que me cuesta caminar".

Guelfenbein intenta tristemente otorgar un tono elevado a la relación que sus personajes mantienen citando a parejas de amantes del cenáculo literario como Joyce y Nora Barnacle. Pero no hay caso: el volumen no logra salir del folletín y del estilo telenovelesco. La prosa se empantana una y otra vez en los encuentros sexuales y los constantes desengaños de la mujer, las múltiples oportunidades que le brinda al amante, las ostentosas descripciones espaciales, la vestimenta y los elegantes hábitos de la pareja.

Hacia el final, el libro pretende victimizar a S, para quien el placer propio es secundario, mediante un truco de última hora. Pero ya es tarde para sacar a la mujer de su posición de sierva, porque pesa demasiado la configuración polar de los personajes y su falta de matices. En cuanto a las continuas escenas sexuales, de erotismo, nada que rescatar: los personajes parecen títeres adiestrados para representar cuadros plásticos.

La naturaleza del deseo es una novela fuera de contexto y carente de todo atributo estético. Una total pérdida de tiempo y, si alguien la llega a comprar, de dinero.

 

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Carla Guelfenbein debutó como novelista en 2002 con "El revés del alma", y desde entonces no ha dejado de reincidir en sus afanes narrativos: la novela que aquí se reseña es la novena que publica. La autora nació en Santiago en 1959.

 

 


Formas de llamar a la noche
Felipe Montalva Peroni. Altazor, 2022, 119 páginas.
LUN, 1 de julio de 2022

El recogimiento y la melancolía ya son un sello en la escritura de Felipe Montalva Peroni. Formas de llamar a la noche, su nuevo libro de relatos, nos introduce en una temporalidad extraña donde la violencia no se encuentra alejada del arrebato y el éxtasis. Ningún personaje queda inmune a una sensación de extravío constante, reforzada por la conciencia de la pérdida, el fracaso y la ansiedad de sentirse con los minutos contados.

Esta decena de historias sobre muerte y resistencia confirma una propuesta de escritura solvente. Montalva escribe de manera fluida, precisa y abierta; los inicios de sus relatos y finales no remiten ni a un comienzo ni a un término. Esto significa que accedemos a un tramo de realidad despejada por ambos extremos, que invita al acceso a una realidad fracturada. Se trata de experiencias o situaciones sin origen, que parecen suceder desde siempre, y sin destino, que pareciera que seguirán ocurriendo una y otra vez.

"Los ojos", uno de los segmentos más destacables del volumen, comienza enfocado en diversos sonidos que dan a entender una convivencia promiscua. Desde ahí, la mirada del narrador se fijará en el protagonista y sus recuerdos de un crimen de odio. Sin condescendencia alguna va apareciendo la violencia hacia un muchacho gay. No hubo condena; es más, el retrato humano del homicida parece imponerse por sobre el de la víctima.

Son frecuentes las historias centradas en adolescentes envejecidos y adultos desgastados por la nostalgia o la mera sobrevivencia. Así ocurre en "Llamar a la noche", narración que limita los niveles de acceso a las vidas de sus personajes. Sobre el padre muerto, el protagonista señala con firmeza "no voy a hablar"; pero sí de Mardones, apenas un conocido de la época universitaria que en el presente comienza a llamarlo por teléfono periódicamente. La carencia de tensiones no implica que la situación pierda fuerza; por el contrario, la reiteración del acto, su monotonía, atrapa al protagonista de manera implacable.

Montalva impregna sus relatos de un pegajoso abatimiento; sus personajes siempre van a pérdida, siempre están en falta y siempre se ven inmersos en situaciones violentas. Así le ocurre al protagonista de "Paisaje circular", historia que opera como una sucesión de fotogramas donde vale la pena detenerse en el narrador y sus enfoques espaciales, atmosféricos, humanos.

El anterior cuento y "Bombarderos", "Tenemos una banda", "Reconstitución", "La sombra de las aves en vuelo" y "Los ojos" conforman un sólido conjunto. Son ficciones oscuras que transcurren en un territorio urbano que parece desolado y aterrador. Valparaíso, Iquique, Madrid, Buenos Aires son los lugares donde los personajes circulan como si fueran unas especies de zombis a los que aún les queda algo de humanidad para mirar su pasado y decir: "Caminas de noche por el barrio que conociste en otros años. Probablemente más felices. Quizás menos conscientes. Eso es todo. Hoy no eres ingenuo. Sabes de la extensión del dolor y la tristeza. También comprendes lo irremontable. Aquilatas la muerte y la ausencia. Conoces en primera persona el olvido, la traición, la crueldad y la estupidez".

En este libro no hay impostaciones de fracaso. Aquí todo está auténtica, verdaderamente hundido, en decadencia. Lo más llamativo es que el discurso de los personajes se enriquece en la caída permanente a la que están sometidos, y en ese acto se filtra algo de luz, un suave pero tenaz misticismo que convive con formas brutales de violencia.

 

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"Formas de llamar a la noche" es el segundo libro de cuentos —y el segundo en general— publicado por Felipe Montalva Peroni; el anterior, "Escombros", apareció hace cinco años. Nacido en Viña del Mar en 1972, el autor es realizador audiovisual (entre otras cosas, ha dirigido los documentales "Txageltü" y "Últimas escenas") y periodista.

 

 


La lava
Alejandra Coz Rosenfeld. Sangría, 2021, 128 páginas.
LUN, 8 de julio de 2022

Distancias y cercanías trenzan esta escritura sobre afectos y pérdidas. Alejandra Coz Rosenfeld escribe siempre desde la emotividad, ya sea filial o romántica. La lava es una novela conformada por fragmentos que remiten a un proceso de vida y, en especial, a una relación amorosa de años, atrapada por múltiples encuentros y separaciones en diversos lugares del orbe. Lamentablemente, la idealización de los afectos le juega en contra.

La protagonista, chilena y escritora, abandona sus estudios muy joven, enfatizando lo siguiente: "Necesito encontrarme a mí misma, que necesito replantearme por completo". Esta indeterminación del estado de su "espíritu" abarca todo el libro. El personaje es poseído por una suerte de spleen o melancolía de origen incierto que, como corresponde, se soluciona viajando y no precisamente de mochilera.

El volumen abarca un extenso periodo de la vida de la narradora, quien acompaña a su famosa madre artista en sus viajes por el mundo. Pese a la constante dedicación a su progenitora, la hija ha podido crearse un espacio personal, en el cual trata de compensar sus grandes carencias afectivas. Es así como en su juventud, en una ciudad europea, conoce al amor de su vida. Él es un acaudalado artista brasileño poseedor de una maravillosa casa en la Toscana. A partir de entonces, la pareja se encontrará en diversos lugares del mundo, para vivir con intensidad su relación. Por desgracia, y sin razones explícitas, terminaran distanciados, aunque después de veintiún años, cuando ella tiene ya tres hijos y está divorciada, vivirán su reencuentro más importante.

Un carácter etéreo cruza esta historia, como si la protagonista estuviera siempre experimentando ensoñaciones. Este modo de percepción la convierte en un receptáculo de símbolos, de visiones del espacio cargadas de un halo mágico: "El desierto tiene aroma a tierra seca, carbón y viento. Los colores son implacables. El azul es azul, el verde muy verde, todo brilla y los sonidos se eternizan". Ella vive en plan de atrapar momentos especiales, que la sacan de lo cotidiano y aproximan a una suerte de belleza pura: "Gozo de ciertos extraños placeres como el sonido de una palabra escogida con pinzas, el vuelo de las aves migratorias, el tacto de ciertas telas como la seda salvaje o el terciopelo o el oír a los grillos en la noche"; "Me distraigo de golpe con unas voces angelicales, irrumpe un oboe y lo sigo [...]. Son cantos gregorianos. Sin dudarlo entro y me quedo totalmente paralizada".

El tiempo es uno de los grandes temas de este volumen. Un tiempo que se alarga, se concentra o se ciñe al eterno retorno, aunque el que más llama la atención es el tiempo libre que posee la protagonista para explorar y arrobarse ante la realidad. Paradójicamente, la inquietud sobre el paso del tiempo y la afición por los viajes no traen aparejada movilidad alguna; por el contrario, la marca de este libro es la inercia, la clausura al cambio, todo lo cual redunda en la inacción.

En lo medular, La lava es una novela romántica convencional, atada al distanciamiento de dos amantes pertenecientes a una élite que pueden darse el lujo de entregarse a la melancolía, pese a llevar —o justamente por eso— una vida regalada. Si bien en términos técnicos resulta destacable la mezcla entre una primera y una segunda persona narrativa, al igual que la ruptura de la linealidad, estos elementos no logran revertir el enorme peso de una historia rutilante, enmascarada de derrota.

 

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Alejandra Coz Rosenfeld nació en Santiago en 1972. Artista visual y terapeuta transpersonal, ha publicado dos libros de poemas, "Marea baja" y "La jabalina", y durante muchos años trabajó en la producción de la obra de Lotty Rosenfeld. "La lava" es su primera novela.



 



 

 

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Por Patricia Espinosa
Publicado en Las Últimas Noticias. Del 10 de junio al 8 de julio de 2022