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"Telepunga" de Arelis Uribe
Los Libros De La Mujer Rota, 2025, 116 páginas

Por Patricia Espinosa
Publicado en ARTEFACTO, 12 de agosto 2025

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La autora declaró que este libro lo escribió mucho antes que Las heridas. La distancia se deja ver con fuerza, tanto que el desastroso paso dado en 2021 podría quedar atrás. Telepunga es un conjunto de narraciones que revelan seguridad en la escritura, una estética que logra articular inocencia y perversión y, en especial, pocas ganas de hacer concesiones.

Es así como los relatos van construyendo un modo de enfocar la realidad donde tiene más relevancia el tono de ingenuidad de sus personajes que explorar en los derroteros del mal. Es como si existiera en ellos una fractura profunda que no deja ver la depravación que esconden. Esto significa que vemos una capa externa, pero poco a poco van apareciendo indicios de una fuerza capaz de satisfacer los deseos a costa de todo, sin freno de ningún tipo.

 

Arelis Uribe

La violencia es siempre el vector que desata la acción, una energía maldita que pulsa por materializarse en los cuerpos y las voluntades. Pero hay algo más: estas narraciones desenfocan el porqué llegaron a comportarse así, permitiendo que surja un aire inquietante, una atmósfera que resulta común, reconocible, o si se quiere, normal. Esto en algún momento se quebrará, generando un contraste violento entre lo gentil y lo perverso.

Las 11 narraciones se estructuran, en su mayoría, en torno a un/a personaje inserto en una situación sencilla, asociada con trabajos mal pagados, becas míseras, relaciones amorosas quebradas y tormentosos vínculos familiares.

Tres relatos abren el volumen y nos sitúan en territorios de infancia y adolescencia. En “La escopeta”, un padre violento impone su masculinidad a un niño que está mostrando conductas inquietantes. “Miss Lola” expone a una chica que descubre que el poder y el mal en los adultos van de la mano. “Cuarto medio” se refiere a un adolescente que de testigo pasa a ser cómplice de un acto brutal. En todos estos relatos, los pactos de silencio para resguardar algún orden establecido pesan mucho más que la justicia o la moralidad.

“Trenes” es uno de los mayores aciertos del volumen. También tiene a una niña como protagonista, situada en un hogar precario, donde la madre sostiene la casa haciendo costuras. Un abuso sexual narrado de una manera brutal logra generar un estado de degradación que parece no tener escapatoria. De igual manera, el relato se enfoca con rudeza en la pobreza y la miseria que atrapa cada vez con más fuerza a la madre. A pesar de un desenlace que daba para más, no cabe duda de que Uribe consigue dibujar de manera impecable una escena donde se impone un destino aciago.

Una segunda línea de personajes, además de las infancias, es la de parejas heterosexuales. “La posta” es un relato que presenta a una mujer de clase acomodada que siente la necesidad de vincularse con “otros”. Con un comienzo muy esquemático, especialmente por el simplón contraste entre la cuica y la chica de población, el cuento se logra sacudir del forzamiento inicial. Un accidente callejero permite a la cuica Paula conocer a una joven y a su grupo de amigos, sintiendo una complicidad enorme con aquellos marginados. El foco siempre está en Paula, mostrando su benevolencia de manera constante. De ahí en más, la tensión radicará en si es posible sacudirse el clasismo o si todo no fue más que un entusiasmo pasajero.

En “Nos quedamos a solas”, la protagonista, una mujer acomodada, vive un mundo paralelo al de su compañero, más aun ella siente fascinación por lo marginal. Una mudanza le da la oportunidad de conocer a personas provenientes de un mundo distante. De ahí en adelante se desata en ella una inclinación por las corporalidades imperfectas, incluso monstruosas, pero seductoras. En apariencias se trata de algo simple, ella es capaz de encontrar belleza en aquellos que supuestamente no la tienen. La atracción sexual refuerza un historia donde necesitamos saber qué tanto esta dispuesta a correr los límites. ¿Contradiscurso a favor de la diferencia o simple deseo inconfesable? La mezcla entre lo erótico y una base cristiana otorga al relato un espesor muy interesante.

Siguiendo con las parejas hetero y lo perverso, un punto alto resulta ser “Casa de muñecas”. Una historia muy bien armada donde una trama de indicios resultan capitales para el desarrollo de la acción. Una pareja joven y consolidada visita una casa de campo de la familia de ella. Uribe elabora una masculinidad con dobleces oscuros, dirigidos a una pequeña, prima de la pareja del hombre. El aspecto más turbio en este relato no solo es el deseo del hombre por la niña, sino que la posible atracción de la pequeña hacia el sujeto. El volumen nos enfrenta a uno de los argumentos más sucios usados por los pederastas: son las víctimas las que provocan a los hombres, quienes, como mansos corderos, no hacen más que seguir la ruta del instinto masculino, prácticamente obligados por una suerte de malignidad seductora propia de algunas infancias.  

Hacia el final del volumen, se incluyen dos relatos que se desvían del conjunto. “Solo para argentinos”, que aborda la estadía en el país vecino de una becaria chilena, desarraigada y falta de cariño, es fácilmente prescindible por su falta de energía para salir del cliché.

Este mal paso se compensa con “Telepunga”, que da título al libro. Un gran relato. Veloz, contingente, con una crítica social despiadada al trabajo precarizado y una protagonista ladina, con humor, entusiasta, pese a la enorme cantidad de infortunios que le toca pasar. El personaje central trabaja en una pizzería donde impera el descalabro. Son comunes el robo hormiga, el maltrato laboral, las amistades entre los trabajadores, las malas jugadas y los enamoramientos. La narración, cargada de un lenguaje coloquial y una mirada burlesca, reserva un sobrecogedor y cinematográfico desenlace, donde se revierte todo sesgo carnavalesco.

Arelis Uribe ha elaborado un conjunto de relatos destacables en su desenvoltura al momento de elaborar una crítica social y construir personajes excluidos por el sistema. El mayor acierto del conjunto está en la configuración de aquellos sujetos/as que contienen una crueldad larvada, canalizada en impulsos irrefrenables, donde el otro no es más que un instrumento de autosatisfacción. El intento de narrar sin juzgar resulta valioso, porque se sacude de moralismo y deja al lector/a la decisión de enjuiciar. Telepunga, en última instancia, es un enorme paso en la escritura de la autora.


 



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