Philippe Sands, autor de Calle Este-Oeste y abogado especializado en Derecho Internacional, reconstruye en Calle Londres 38 el proceso de extradición del dictador chileno impulsado desde España. En paralelo, escudriña sus vínculos con un oficial de las SS refugiado en Chile, Walter Rauff, creador de las cámaras de gas ambulantes.
"El campo me recordaba a Auschwitz, así que decidí dibujarlo. Quería que la gente supiera que Chile había construido su propio campo de concentración siguiendo el modelo alemán". El general Augusto Pinochet acababa de tomar el poder por la fuerza y, pocas jornadas después de aquel 11 de septiembre de 1973, el régimen deportaba a la inhóspita Isla Dawson, en el estrecho de Magallanes, a un grupo de fieles a SalvadorAllende, el presidente derrocado. Entre ellos, Miguel Lawner, arquitecto y dueño del testimonio citado.
Otros compañeros de infortunio eran Sergio Bitar, ministro de Minería en el Gobierno depuesto, quien coincide con la apreciación de Lawner; y Orlando Letelier, que ejerció varíos cargos en los gabinetes de Allende y, tres años después, ya exiliado, sería asesinado en un atentado con bomba en Washington. Una operación con el sello de la DINA, la Dirección de Inteligencia Nacional creada por Pinochet.
"Lo más característico era la doble alambrada: es lo que me hizo pensar que Rauff podía estar implicado. Soy arquitecto, nunca había visto eso en Chile ni lo he visto después". Miguel Lawner, nacido en 1928, tenía 94 años cuando Philippe Sands (Londres, 1960) lo conoció. Era una más de las decenas de personas que el escritor y abogado especializado en Derecho Internacional entrevistó para dar forma a Calle
Londres 38. Dos casos de impunidad: Pinochet en Inglaterra y un nazi en la Patagonia, toda una novela de no ficción en la que narra dos tramas paralelas.
Por un lado, el proceso al que fue sometido Pinochet entre 1998 y 2000, cuando permaneció arrestado en la capital británica, a la que había acudido para someterse a una intervención quirúrgica, confiado en la inmunidad que le otorgaba la condición de senador vitalicio que se había procurado tras abandonar voluntariamente el poder en 1990. Una orden internacional de arresto dictada desde España por el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón obligaba al exdictador a asumir responsabilidades por un pasado repleto de asesinatos y torturas a opositores políticos.
Por otro, el nombre germánico antes mencionado: Walther Rauff (1906-1984), antiguo oficial de las SS que, como tantos criminales de guerra nazis, halló refugio en América del Sur tras la Segunda Guerra Mundial. En su siniestro curriculum figura la creación de las cámaras de gas ambulantes, furgones en los que gaseaba a los prisioneros de las SS.
Tras arribar a suelo suramericano, Rauff conocería en Ecuador en 1956 a un comandante del Ejército chileno allí destinado. Trabarian amistad, "unidos por un virulento sentimiento anticomunista, el respeto por los temas alemanes y un interés compartido por todo lo que rodeaba al nazismo". Ese mismo militar lo invitaría a instalarse en su país: "Señor
Rauff, seria estupendo que estuviera con nosotros en Chile, deberia mudarse allí". Sands ha podido confirmar que ese oficial era el propio Pinochet.
Rauff aceptó gustoso la invitación y halló trabajo en una conservera de Porvenir, en la Isla Grande de Tierra del Fuego. Más tarde residiría en Punta Arenas, al otro lado del estrecho de Magallanes, donde seria arrestado en 1962. Un tribunal de Hannover quería extraditarlo a Alemania Occidental. "¿Su delito? Apiñar seres humanos en furgones para gaseamientos".
Su arresto en un país extranjero por una reclamación para ser juzgado en otro es uno de los paralelismos irrefutables entre Rauff y el dictador chileno. "La detención de Rauff prefiguraba lo que más tarde le ocurriría a Augusto Pinochet dos hombres detenidos a las once de la noche, acusados de perpetrar matanzas, con sendas peticiones de extradición de un país a otro", proclama Sands.
PRESCRIPCIÓN E IMPUNIDAD
Sin embargo, fue la Justicia chilena la que evitó su rendición de cuentas ante un tribunal alemán. Tras una primera sentencia condenatoria de un juzgado ordinario, la Corte Suprema estimó en 1963 que "no se le podía extraditar porque el plazo de prescripción de quince años vigente en Chile excluía la jurisdicción sobre actos cometidos en 1942".
Este es otro paralelismo con el caso de Pinochet en Londres, que se libró de ser extraditado a España por resquicios en la legislación británica que dejaron en manos del ministro del Interior, Jack Straw, la decisión
final sobre enviarlo o no a nuestro país —aquí es preciso recordar que entre sus víctimas hubo españoles, como el diplomático Carmelo Soria, asesinado por la DINA en 1976 y cuya viuda e hija han aportado valiosos testimonios a Sands—.
"Jamás se había detenido a un antiguo jefe de Estado en otro país por un crimen internacional", subraya el autor de Calle Londres 38, un título derivado del inmueble ubicado en esa vía de Santiago, utilizado por la DINA como centro de detención y tortura —y donde los presos eran transportados en camiones refrigerados de conserveras—. Un juez chileno le aseguró a Sands: "Rauff bien podría ser la 'mente gris' de todo, lo que conecta la DINA, la pesquera y Colonia Dignidad", otro de los infames lugares de represión.
El autor revela el pacto alcanzado por los Gobiernos chileno y británico para devolver a Pinochet a casa después de que un dictamen médico afirmara que su estado de salud no permitía que fuera juzgado. Algo que se probó falso, vista su agilidad al aterrizar en Santiago mientras una banda militar tocaba Lili Marleen, su canción favorita. Antes de despegar había recibido un regalo de Margaret Thatcher: una placa conmemorativa de la derrota de la Armada española en 1588.
¿Sirvió de algo todo el proceso al dictador? En Chile se le despojaría de la inmunidad y finalizaría sus días en arresto domiciliario. Tras su caso, otros políticos —el croata Franjo Tudjman, Henry Kissinger o Vladimir Putin— cancelaron viajes al extranjero por temor a acabar como él. La respuesta parece ser afirmativa.
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dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com Pinochet y el nazi Rauff: paralelismos irrefutables
CALLE LONDRES 38, Philippe Sands. Traducción de Francisco J. Ramos. Anagrama, 2025, 584 páginas.
Por Manuel Vega
Publicado en EL CULTURAL, 25 de abril de 2025