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Tres autores chilenos de ideologías excluyentes
"Ideologías excluyentes en la literatura chilena", de Natalia Figueroa.
Historia Chilena, Santiago, 2018, 213 páginas


Por Pedro Pablo Guerrero
Publicado en Revista de Libros de El Mercurio, 8 de julio de 2018


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"Me atrevería a clasificar a los gobernantes en dos tipos fundamentales: aquellos que dictan su voluntad y aquellos que expresan la voluntad de un pueblo. A los primeros se les puede obedecer durante un tiempo; a los segundos se les sigue hasta la muerte", escribía Eduardo Anguita, el 27 de septiembre de 1952, en la columna habitual ("El sonido y la furia") que tenía en la revista Estanquero. "Podemos afirmar, sin temor a ser desmentidos, que Hitler nunca fue un dictador. ¡Por un dictador nunca se combate y se muere como combatió y murió el pueblo alemán hasta su último latido! A este tipo de gobernantes, en quienes todo un pueblo delega, entrega, confiere e inviste, nos parece que pertenece el General Ibáñez", proseguía el columnista al calor del triunfo de ese candidato a la Presidencia de la República en la elección de aquel año.

Con el tiempo, el poeta que había fundado el Movimiento David entre 1938 y 1940 —vanguardia literaria de la cual Anguita se preciaba de ser el único integrante— transitó desde un corporativismo católico, nacionalista, hacia un existencialismo enraizado en el personalismo de Mounier y el humanismo cristiano de Maritain, que impregnarían su creación estética ofreciendo los fundamentos de lo que su autor bautizó como una "poesía funcionaria", al servicio del amor y la verdad, reconocida con el Premio Nacional de Literatura en 1988.

En su ensayo Ideologías excluyentes en la literatura chilena: Braulio Arenas, Eduardo Anguila y Miguel Serrano,(pdf) Natalia Figueroa (La Serena,1983) incluye al autor de El poliedro y el mar junto a otros dos literatos conservadores de la Generación de 1938 que fundamentaron su obra en ideas autoritarias. Así procura demostrarlo la investigadora en la tesis con la que obtuvo el grado de doctora en Literatura por la Universidad de Chile, base del libro que ahora publica la editorial Historia Chilena.


"Es imposible separar al autor y la obra"

"El contexto de escritura fue mi interés por la relación entre literatura y política", dice Natalia Figueroa. "La Generación de 1938 me interesó, pues en ella es patente la idea de la literatura como actividad creadora de vínculos comunitarios. De Miguel Serrano me desconcertaba que hablara de ideas 'bellas' y 'nobles' en sus textos poéticos y que, por otro lado, fuese nazi, esto es, incitador del odio. Al principio pensé que era posible separar autor y obra, pero me convencí de que era imposible. El autor está en su obra, su visión se lee en ella, a veces de forma evidente, otras más velada".

Durante la investigación percibió los riesgos de su objeto de estudio. "Hay en la retórica de estos autores algo que se presenta como seductor", admite. "Y muchas veces, aquellas razones por las cuales seducen parecen escindirse o hacer olvidar aquellas otras razones por las cuales sus propuestas debiesen ser rechazadas desde sus fundamentos. Y es que se cimientan en una ideología que encubre la exclusión de un Otro".


En su investigación advierte que no pudo establecer la existencia de una ideología excluyente detrás de la obra de Braulio Arenas. ¿Por qué lo mantuvo entonces en su estudio?
—Me pareció importante hacerlo. Cuando se empieza una investigación uno tiene hipótesis, y estas se cumplen o no, pero la investigación sigue siendo valiosa. De todas formas tenía que ponerlo, porque es parte de la Generación del 38, mantuvo vínculos con los otros dos escritores analizados y tiene un poema que es claramente celebratorio de la dictadura: "Chile es así", de 1976. Siempre se dijo que era un escritor del oficialismo, y quise ver si podía rastrear eso en su obra.

Sin embargo, la investigadora no encontró en ella nada que sirviera de antecedente al poema. La publicación de "Chile es así" habría sido decisiva para que Braulio Arenas recibiera el Premio Nacional de Literatura en 1984. "Muchos dicen que lo escribió por conveniencia", señala Figueroa. "No hay ningún otro texto publicado, aparte de ese poema, que ya es bastante y habla por sí solo. Eso es claramente darse vuelta la chaqueta, porque Braulio Arenas comenzó escribiendo desde un surrealismo de filiación marxista, de carácter reivindicatorio, y tiene muchos textos en esa línea. Su poesía aborda, además, tópicos que trabajan varios autores conservadores, como la idea de un 'alma nacional', pero de ahí a alinearlo con el fascismo hay una línea súper delicada", reconoce.

El de Braulio Arenas es un caso peculiar, considera la ensayista. Su afán de unir arte y vida, proyecto común a las vanguardias de entreguerras, la Generación del 38 y la Mandrágora —su grupo de pertenencia inmediato—, se expresó en belicosas acciones públicas. La más recordada fue su irrupción, el año 1940, en el Salón de Honor de la Universidad de Chile, durante un homenaje a Pablo Neruda. Arenas le arrebató su discurso de las manos. "Siempre tenía esa idea de impactar", apunta Natalia Figueroa. "El surrealismo tiene una raíz en el dadaísmo y, de hecho, las primeras apariciones de la Mandrágora fueron bien performáticas".

Respecto de Anguita: ¿en qué se basa para afirmar que su pensamiento es excluyente y totalitario? ¿En sus columnas de opinión o en sus poemas?
—Yo trato de analizar su poesía en su propia ley, bajo sus propias ideas. El muchas veces dijo que su poesía era católica. Es excluyente porque, como demuestro en el análisis de varios textos, su pensamiento estético, al pretender instalar sentidos para la existencia, se identifica con un catolicismo súper conservador: para él no cabe nada más que no sea ese mismo catolicismo. Que Anguita fuera pro Hitler, como queda claro en sus columnas, es otro tema, pero al final uno se da cuenta de que forma parte de lo mismo. En ese momento, su catolicismo estaba plenamente asociado al auge de ciertas ideologías y Anguita participó de esos movimientos, aunque fue cambiando de partido a medida que evolucionaban sus ideas.

A la luz de estas últimas, la autora analiza un libro tan celebrado como Venus en el pudridero. "Ahí muestro que este poemario sí se alinea con los códigos ideológicos del autor. No olvidemos que Anguita, mucho después de los juicios de Nuremberg, continuaba endiosando a Hitler", advierte.

Sin embargo, usted dice en el libro que "no hay que blanquear a los escritores, sino que, al contrario, comprenderlos en su complejidad creativa".
—Siempre se intenta separar al autor de la obra. O al escritor lo valoras tal como es o no lo valoras, pero eso de separarlo de su obra es un autoengaño. A eso apunto. Es como lo que pasó cuando murió Miguel Serrano y Cristián Warnken escribió una columna en la que separaba su producción literaria de sus posturas ideológicas. No es así: toda la obra de Serrano está impregnada de códigos nazis. Hasta en Las visitas de la Reina de Saba y La flor inexistente, libros que merecen ser considerados literariamente.

¿Serrano es el más excluyente de los tres autores que estudia?
—Sí, porque el nazismo es directamente incitador del odio. Es el más explícito de los tres y, contradictoriamente, el que más seguidores tuvo, porque siempre estuvo rodeado de una cohorte de personas de chaqueta negra que hasta el día de hoy lo defienden contra viento y marea.

¿Lo conoció personalmente?
—Nunca me interesó, pero conversé con personas que lo habían conocido y todas me hablaban de que tenía un halo de misterio y una personalidad que irradiaba algo seductor. Me dieron su contacto, se ofrecieron incluso a llevarme, pero siempre me pareció raro lo que se creaba en torno a Miguel Serrano.

¿Hablar con él no le hubiera servido para su tesis?
—No, porque me parecía que su pensamiento no tiene ningún misterio, está todo claro, es explícito.


"Los tres autores me chocaban"

Conocida por el libro Una mujer sola siempre llama la atención en un pueblo (Premio a la Mejor Obra Literaria en Poesía 2015, del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes), Natalia Figueroa ha traducido del griego moderno dos libros de Yannis Ritsos: Diarios de exilio y Canción de mi hermana. En septiembre, se irá con una beca a Barcelona para cursar un máster de Creación Literaria en la Universidad Pompeu Fabra.

Escribir su tesis doctoral no fue algo fácil ni rápido, según admite. "Hacer cualquier tesis, sobre todo para una que es poeta, es bastante ingrato, porque te significa dejar de lado tu propio lenguaje para asumir uno más formal. Pero me siento bastante satisfecha por los resultados y lo que fui aprendiendo en la investigación".

¿No le hubiera gustado hacer la tesis sobre un tema más cercano a sus gustos o intereses?
—Ya en mi tesis del magíster había estudiado la Generación del 38. Mi intención era hacer un libro sobre ella que abarcara más escritores, pero, por limitaciones obvias de la tesis, me cerré en estos autores. Me chocaba mucho Miguel Serrano. En realidad, los tres autores me chocaban. En ese sentido, me pareció desafiante llegar al meollo para generar el argumento científico concluyente que me permitiera rechazar sus obras.

¿Cuál es la importancia de recordarlos en un momento que, como usted misma dice, ya no hay grandes relatos ni exigencias de buscar un sentido en el arte?
—Eso lo digo a nivel general, pero todavía hay obras literarias que encubren ideologías excluyentes. De hecho, yo las leo con frecuencia. Prefiero no dar nombres, pero son muchas. El arte de estos tres autores parece algo de otra época; sin embargo, se siguen construyendo obras de poesía y de narrativa con visiones que excluyen al otro por consideraciones sociales, ideológicas y de género.

En el paso de la tesis al libro, Natalia Figueroa agregó un capítulo sobre la representación de la mujer en la obra de los tres autores, reconociendo una "carencia" en su investigación inicial.

"Es posible vivir en este mundo patriarcal, heteronormativo, violento e injusto sin darse cuenta de cómo una misma contribuye con ello", afirma. "En mi proceso de ser menos inconsciente, noté que solo del estudio del lugar de las mujeres en el mundo representado por estos autores se concluye que su pensamiento está fundado en la exclusión. Da para un libro entero, para muchos, el lugar de las mujeres en la representación de la literatura, o de la historia, o incluso en los procesos celebrados como 'revolucionarios'. A la luz del feminismo, nos damos cuenta de que muchos encubren una 'ideología excluyente"'.



 



 

 

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"Ideologías excluyentes en la literatura chilena", de Natalia Figueroa.
Historia Chilena, Santiago, 2018, 213 páginas
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