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CLAUDIO ARRAU Y ALEMANIA

Por Reinaldo Edmundo Marchant



Claudio Arrau fue considerado como uno de los más grandes pianistas del siglo pasado. Nacido el 6 de febrero de 1903 en la ciudad de Chillán, en el sur de Chile, a escasos cincuenta kilómetros de donde naciera Pablo Neruda, cada año se realizan diversas actividades en el mundo para celebrar los más de cien años de su nacimiento. El eximio músico alcanzó fama internacional gracias a su talento innato y a los estudios que recibió del prestigioso profesor de piano, el alemán Martín Krause, quien fue responsable absoluto en su calidad de intérprete y, además, un entrañable amigo que desarrolló profesionalmente su talento, y le enseñó la rica e histórica cultura pianística alemana.

Si se indaga el árbol genealógico musical del maestro Martín Krause, se descubrirá que fue discípulo del genio Franz Liszt, el cual lo sería de Carl Czerny, quien venía a su vez educado por la perdurable celebridad de Ludwig van Beethoven: tal es la herencia musical y de intérprete que el profesor Krause le entregaría al niño chileno, quien la aprendió con rapidez sorprendente.

Cuando sólo tenía 8 años Claudio Arrau partió a Hamburgo, junto a su madre y hermanos, becado por el gobierno chileno. Esta beca la consiguió luego de asombrar al público en el Congreso Nacional y en el Palacio de la Moneda, donde fue invitado por el Presidente de la República de entonces, Jorge Montt, cuando apenas era un niño.

Fue la conocida pianista nacional, Rosita Renard, quien le presentó al profesor Martín Krause. Junto a él el pequeño maestro completaría sus estudios de piano en Alemania. Los frutos no tardarían en llegar: en 1915 ganó el Premio Rudolph Ibach, con lo cual le permitió inicial una exitosa gira por varios países de Europa, donde la crítica especializada aplaudió su talento extraordinario y calidad de niño prodigio. A todos estos precipitados triunfos, llegaría su primera gran tristeza humana: su adorable profesor alemán falleció en 1918, desgracia que repercutió profundamente en su vida y de la cual le costó salir: por lealtad y cariño hacia el profesor Martín Krause no aceptó proseguir estudiando con otros maestros. Se sabe que permaneció largo tiempo en terapia, para superar la muerte del maestro; según los expertos, el psicoanálisis le vino en provecho y gracias a él controló los miedos, aprendió la relajación y flexibilidad para tocar las monumentales piezas musicales que lo harían famoso en el mundo.

Superado el duelo, Claudio Arrau obtuvo el respetable Premio Lizt, galardón que lo ubicó, a los diecisiete años, en el primer lugar de los pianistas de su generación a nivel internacional. A partir de ese momento comenzó a tocar con los prestigiosos directores de orquestas Karl Muck y Wilhenm Futwangler. Los especialistas lo consideraron un eximio en la interpretación romántica, puntualmente en los temas de Beethoven, y, en menor medida, de Johann Sebastian Bach, Robert Schumann y Johannes Brahms.

Siempre en Alemania, hacia 1925, fue distinguido como profesor del Conservatorio Stern, lugar donde él mismo había estudiado. Con este hecho su fama se consolidó en toda Europa y consecutivamente ganó el Gran Premio Internacional de Piano de Ginebra, considerado como uno de los mayores galardones en esta rama artística.

Su relación con la Alemania que lo recibió a los ocho años se acrecentó todavía más en 1937, cuando contrajo matrimonio con la hermosa cantante lírica alemana, Ruth Schneider, con quien tuvo tres hijos. Con la llegada del nazismo su esposa fue acusada de tener antepasados judíos, pero la acusación fue salvada por la intervención de la embajada chilena, que le extendió rápidamente un pasaporte chileno. Sin embargo, en 1941, un alumno suyo fue acusado de realizar actividades en contra del nazismo y entonces sí la familia Arrau Schneider emigró hacia Estados Unidos.

Hacendado en el país del norte, su carrera artística no se detuvo y el éxito del público y la crítica no se hizo esperar. Realizó presentaciones en las mejores salas de Estados Unidos y Canadá. En cada lugar era saludado como el mayor pianista del siglo. Luego vendrían más distinciones, homenajes, viajes, la Legión de Honor en Francia, la Medalla Beethoven en Nueva York, el Premio Mundial de Música de la UNESCO, la Medalla Hans Von Bullow de la Orquesta Filarmónica de Berlín, el Premio Nacional de Arte en Chile...

Luego de una infatigable labor artística, reconocida en todo el mundo, Claudio Arrau falleció el 9 de junio de 1991, en Austria. De acuerdo con su última voluntad, sus restos fueron repatriados hasta su ciudad natal, Chillán, donde reposan. En los incesantes homenajes que desde entonces se realizan en su memoria, asoma con gratitud y nostalgia el recuerdo de su primer gran maestro, Martín Krause, y el desarrollo profesional y humano que obtuvo en Alemania, en los tempranos años de su vida como músico de excepción. Porque su relación sentimental con este país, parece un cuento de hadas: ahí llegó siendo un niño demasiado precoz, luego de emigrar de una ciudad fría, distante, modesta, lugar difícil de abandonar, y a cuya tierra regresaría ochenta y tres años después para descansar para siempre.

 

 

 

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