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Paraderos Iniciales

Adelanto del libro de Raúl Hernández
www.simpatiaporeldemonio.blogspot.com


 

Es de tarde
y el maíz salta escandaloso
en el carro de cabritas.

En la plaza un puesto de artesanía
viene a mostrar la greda de mi niñez.

Ven a correr este paso de cebra
-creo escuchar un momento-
ven a correr dentro de mí
me llegas jubiloso
me vendas caminando.

Y no sé lo que dicen estas voces fabulescas.

Ningún librero reconoce mis poemas
ni mis gestos ni mis añoranzas
será que ningún libro lluvioso
ha llegado deshecho a sus manos.

Será que no reconocen a este personaje.

Vámonos a caminar por la plaza
nadie sabrá que eres llovizna
ni que le temes a este invierno.

Todo lo que escribas desaparecerá en el río,
todo lo que sueñes acabará esfumando
el insomne halo del tiempo.

No viajes tras la medalla rota.

Camino al volcán
verás aparecer al cóndor del Melocotón
y es mejor estar lejos
de los poemas tenebrosos.

 

Niña
no arranques por el cielo
todo se ha vuelto sombra en San Gabriel
y esta noche sólo vivo
el capricho negro del cognac.

Esta vez he nacido nuevamente
a los pies de la cordillera
y tu amor es algo así
como la huida de las aves
desde esta serranía.

Niña
iniciemos un viaje a La Obra
antes que el ventisquero sepulte
mi chaqueta sucia
en Las Vizcachas.

 

 

Eres joven
y te queda mucho tiempo más
para escoger.

Y si te condeno a amarme
sin tu consentimiento
es porque las mañanas son menos tibias
y el regreso más frío
que de costumbre.

Eres joven
y aunque no me conozcas
te seguiré.

 

 

Ahora que vas por las calles
y sientes que todo lo que ocurre
lo habías vivido
en otro instante similar a este.

Cuando los basureros
son delicia indecible
para felinos minuciosos.

Ahora que sabes
que nada solucionará
todo lo malo de improviso.

Eres invisible y voraz.

La escarcha desaparece
y los ojos lentamente
se cierran.

 

 

La oscuridad se inmiscuye
resbalando por los árboles
y todo el frío es semejante
a lo fortuito del reloj de arena
en el clóset de la residencial.

Como extrañamente se vacían los bolsillos
las tardes se alejan delineadas
por el enfermizo rubor de los vasos.

Los muebles ya no te reconocen
y los lápices desangran
el delicado error de la muerte.

 

 

Esta lluvia
rebota en las puntas
de las rejas caseras
como un devenir inaudito y terminal.

Es algo solamente triste
cuando las mascotas te miran
con sus ojos humedecidos
pidiendo el arrastre del concreto
y la solución
a este mar de hojas sumergidas.

 

 

Es esta nueva forma de sentir
la que encierra gestos
entre el amarillo de las tardes
y las cortinas.

Vas recogiendo papeles
que algún día olvidarás
en el velador añejo
de tanta ceniza de cigarro.

Un incendio en el cerro
imita el crepitar de nuestros corazones
y acomodas tu vestido
y presiento.

Y si cayeran en el techo
los vidrios quebradizos
no escucharías los suspiros
que brotan por aquí.

Un abrazo leve
se esfuma tras la puerta.

Tu voz -igual que ayer-
es un mensaje puro
que viaja entre los libros
y la ropa.

 

 

Sutilmente permaneces.

Un intento vano por ocultar los temores
es tu forma suave
de dar vueltas las páginas.

El periódico de hoy es el mismo de ayer
y nace la esperanza de un beso rojo
a la espera del vino
y las galletas.

Esta noche quiero anular
el hermoso juego del desamor.

Arrancando las hojas secas de tu pelo
puedo alcanzar
esa extraña forma de tranquilidad.

 

 

Mis pantalones han sufrido
la herida profunda
que infringen las piedras.

Algo más hermoso busco
algo sin remedio casero.

En las mañanas
converso con gatos flojos
que no nacieron
con la costumbre de bañarse
y pienso:

Adónde volveré mañana mismo
adónde sino a ninguna parte
estoy algo más lejos
que de costumbre.

 

 

De niño
recorrí los tranques
y los sauces llorones.

Luego
elevaba volantines
que no deseaban volver jamás
a la tierra y a los árboles.

Mis ojos lagrimeaban con el sol de enero
corría tras las bolitas y las mariposas.

Todo eso en un tiempo
en que las alturas y los sueños
se parecían sospechosamente a la eternidad.

 


de Paraderos Iniciales (La Calabaza del Diablo, 2008)

Obra escrita con el apoyo del Consejo Nacional del Libro y la Lectura Beca de Creación Literaria 2004

Raúl Hernández Olivares (Santiago, 1980) Poeta y bibliotecario. Publicó el libro Poemas Cesantes (La Calabaza del Diablo, 2005).

 

 

 

 

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Paraderos Iniciales.
Poesía de Raúl Hernández