LOS SEIS AÑOS DE NERUDA EN  PARRAL
      Por Reinaldo Edmundo Marchant
  
        El escritor talquino Gabriel  Rodríguez, ha publicado un excelente libro sobre el período – seis años – que  vivió Pablo Neruda en ciudad natal, Parral.
   Existe poca documentación  histórica sobre el verdadero origen y el tiempo que nuestro Premio Nobel pasó  en el lugar que lo vio nacer.
Existe poca documentación  histórica sobre el verdadero origen y el tiempo que nuestro Premio Nobel pasó  en el lugar que lo vio nacer. 
Este hecho ha generado serias distorsiones  culturales. 
La más recurrente es creer que  el vate vino al mundo en Temuco. No son pocos los textos foráneos que ponen ese  dato erróneo en la solapa de libros, o que llegan a esas tierras buscando  antepasados maternos que no existen, que están radicados en Parral.  Ciudad que, en realidad, tampoco se ha  esmerado en preservar a tan insigne habitante.
“Neftalí, el niño de Parral” –  Pentagrama Editores, 2007 -, resulta todo un aporte para conocer en una mejor  dimensión a una ser tan valioso como enigmático como lo fue Ricardo Neptalí Eliezer  Reyes Basoalto. 
Con información de primera  mano, testimonios vitales, antecedentes incluso legales – la muerte de su  madre, nacimiento del bardo, etc-, Rodríguez bucea en las casas, fundos,  amigos, literatos, acontecimientos, que relacionan y dan cuenta de la  importancia fundamental que tendría en la vida de Neruda, el hecho de de nacer en  aquel pueblo tranquilo, casi aburrido, que no figura como antecedente  trascendente en la biografía de él y que hoy es un tanto olvidado por los  estudiosos. 
Hasta la casa de sus padres,  donde él nació, la echaron abajo, y la tumba de su madre está totalmente  ignorada: nadie la visita.  Una piedra,  levantada en su honor, también desapareció.
No existen antecedentes que  relacionen a  Pablo Neruda con esa  ciudad. Este libro, editado en hora buena, viene a ser un esperado aporte. 
Narrado con un lenguaje llano,  natural, el lector se impregna de esa atmósfera de a comienzo de siglo, con una  madre, maestra de oficio, considerada una mujer fina, callada y culta, que  muere al mes de haber dado a luz a quien sería uno de los mayores poetas de la  historia literaria universal, cuando tenía sólo treinta y un año. 
La fuerza de este libro es  potente, asertiva, se logra sentir la vida de aquel lejano período. Aquí puede  hallarse la primera información del porqué el poeta regresaba siempre a la  lluvia y a su infancia. Neruda nunca abandonó la necesidad afectiva de volver a  los trenes y a la naturaleza. Los dolorosos sucesos de sus primeros años  marcaron su carácter y forma de ser. Incluso la peculiar manera de declamar,  que el vate comparaba con el ritmo de una lluvia invernal.
 Neruda jamás olvidaría a  “Parral se llama el sitio/del que nació en invierno”, lugar que compara como  “un polvoso pueblo blanco y lejano…”.
El libro, excelentemente  editado, puede brindar la tardía posibilidad de Nerudizar a Parral y  “Parralizar” a Neruda. De los pocos vacíos que todavía quedan sobre la  existencia del gran poeta, quizás sea esta aventura la más justa y  oportuna.
Es necesario regresar al Fundo  Belén, a la Estación  de Ñiquén,   a los boliches que después frecuentaba y, sobre todo, se hace  indispensable redescubrir a Rosa Neftalí Basoalto Opazo, su madre, a quien  dedica el bello poemario:
  
    “Cuando nací
      Mi madre se moría
      Con una santidad de anima en pena
      Era su cuerpo  transparente
      Ella tenía bajo la carne
      Un luminar de estrellas
      Ella murió y nací
      Por eso llevo un invisible río  en las venas…”
                          (El río invisible)
    
  
 He de esperar que con este notable libro  sobre nuestro Premio Nobel, las autoridades y los literatos nacionales puedan  retomar el olvidado sueño de levantar el monumento que Neruda merece en el  sitio que lo vio nacer.