proyecto patrimonio
Gonzalo Rojas


Poesía


PAREJA ACOSTADA EN ESA CAMA CHINA LARGAMENTEREMOTA

1. Hablando de dioptrías, Mafalda era la ciega
y yo el ciego, compartíamos
la misma música arterial,
y cerebral, llorábamos de risa
ante el espectáculo de los dos espejos, el dolor
nos hace cínicos, este Mundo
decíamos no es yámbico sino océanico por comparar
farsa y frenesí: gozosa entonces mi desnuda me
empujaba riente como jugando al límite
del barranco casi fuera de la cama
alta de Pekín, como apostando
a la peripecia de perder de
dinastía en dinastía, cada vez
más y más al borde del camastro
de palo milenario y por lo visto nupcial, cada vez
más lejos del paraíso de su costado
de hembra larga de tobillo a pelo entre exceso
y exceso de hermosura y todo, ¡claro! por amor
y más amor, tigresa ella
en su fijeza de mirarme lúcida, fulgor
contra fulgor, y yo
dragón hasta la violación imantante, ¡diez
minutos sin parar, espiándonos,
líquidamente fijos, viéndonos por dentro
como ven los ciegos, de veras, es decir
nariz contra nariz, soplo contra soplo,
para inventarnos otro Uno centelleante
desde el mísero uno de individuo a individua, a tientas,
costillas abajo! -El que más
aguanta es el que sabe menos, pudiera acaso
decir el Tao.
................... Este Mundo
repetíamos y acabámos sin más
no es yámbico sino oceánico. Otras veces
llovía duro, lo que más llovía
eran lágrimas.
.......................... Ma-fal-da, digo ahora entrecortado,
y esto va en serio,
¿qué habrá sido de Mafalda?

2. Pues de cuantas amé, amé a Mafalda,
y que me despedacen las estrellas!, la amé
volandera en la lluvia de la Diagonal, bufanda al viento,
de una Concepción que yo no más me sé, la esperé
ahí anclado y desollado hasta que volviera la Revelación
cuya encarnación
se da una sola vez, bajé al Inferno
de la costumbre, a
mis años de galeote en USA bajé, entre doctos
y mercaderes, no hubo para mí en el plazo
más que mi Beatrice Villa sin arcancielo, cumbre
y cumbre hasta la asfixia,
ni tersura paridora al itálico modo,
ni otra ni otra, ni esbeltez comparable,
ni olorosa a la velocidad de ser,
ni pensamiento de diamante,
ni exacta de exactitud de mujer, ¡Frida acaso
que fue Diego hasta el fin!

3. Otros la amaron pero
yo la vi,
otros la amarán sin alcanzar nunca a verla,
otros y otros dirán que la durmieron
entre las sábanas del placer, nadadora y libertina
en el oleaje de las tormentas,
madona de las siete lunas dirán por despecho,
cambiantes cada 28
8 de sus días terrestres,
tornadiza y veloz, ;déjenla intacta como es,
que escriba su bitácora de vuelo interminable para mí,
que arda y arda en
mi corazón, que dance su danza de danzar,
libérrima!

4. Y en cuanto a mí,
¿cómo lo diría Matta?, consíguete una
vida de 80 años porque la vida empieza a los 70,
así al morir ya se sabe
Je m’en fous, Roberto: palabras perdedoras,
puras palabras, vejeces de palabras malheridas.
No hubo tiempo entre nosotros,
nunca hay tiempo ni distancia, todo es posible entre dos locos
que se ven a cada instante.
Relámpago es lo que hubo esa vez de Concepción de Chile
y nada más que relámpago,
figura de lo instantáneo hubo de lo que pende
el Mundo, y eso está escrito.
La amo, ¿y qué?
Soy el ciego que ama a su ciega.


de Gonzalo Rojas: Río Turbio


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