Gonzalo Rojas

proyecto patrimonio

 

LA SUTURA

Piedad entonces por la sutura de su vientre:
a usted la conocí bíblicamente
allá por marzo del 98 en la ventolera
de algún film de antes, ciego y torrencial
a lo Joan Crawford,
las cejas en arco,
cierta versión eléctrica de los ojos,
el camouflage del no sé,
el hechizo esquizo,
el sollozo de una mujer llamada usted
que aún, pasado los meses,
se parece a usted en cuanto a aullido secreto
que pide hombre
conforme a las dos figuraciones
que es y será siempre usted,
mi hembra hembra,
mi Agua Grande
a la que los clínicos libertinos
llaman con liviandad Melancolía,
como si el tajo de alto abajo no fuera
lo más sagrado de ese láser incurable
que es el amor con aroma de laúd,
y no le importe que las rosas
bajo el estrago del verano
que le anden diciendo por ahí fea
o Arruga,
ríase, huélalas desde su altivez,
métase con descaro en lo más adúltero
de mis sábanas como está escrito
y conste que fue usted la que saltó por asalto
el volcán, y no lo niegue,
ándele airosa entonces pero sin llorar,
equa mía,
la Poesía no le sirve, Lebu mata,
mi posesa flaca de anca,
mi esdrújula bellísima de 50 kilos,
vuélele, no se me emperre en ese inglés metalúrgico
de corral,
todo entre nosotros no pasó de mísera ráfaga telefónica
que alguna vez llamamos eternidad:
usted misma fue esa ráfaga.
Lacán el rey se lo diría igual: ándele,
vuélele paloma casi en mexicano,
no le transe a la depre,
bañese en alquimia espontánea,
tire la fármaca a la basura,
eso engorda,
déjese de drogas,
de analistas, de concupiscencia nicotínica,
y si está loca vuélvase más loca,
baile en pelotas como la muerte,
apréndale a la Tierra que baila así,
¡ y eso que el sol exige la traslación!
Bueno y, para cerrar, si su juego es irse
váyase a otro seso menos diabólico,
elija: culebra, por ejemplo,
¿no le da para culebra?
Eva comió culebra como usted dos veces:
ahí ve cómo va la Especie desde entonces,
cómo se arrastra pendenciera
pidiéndole perdón a las estrellas
por haber parido peste,
¡puro border-line y miedo,
y rosas, dos rosas venenosas!,
¿no cree usted?
¿quién tiene la culpa si nunca hubo culpa?
Preferiblemente cuélguese alámbrica
a todo lo larga y lo preciosa de vértebras
que es usted y,
baile ahí pendular en el vacío
unos diez minutos,
a ver qué pasa con el estirón,
para crecimiento y escarmiento.

 


Poema inédito de Gonzalo Rojas

 

 

 

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