Fernando Jerez es un escritor que a lo largo de su carrera ha sabido mantener una actitud inalterable en su proyecto creativo, sustancialmente enmarcado en persistentes cuestionamientos sociales y éticos a las fluctuaciones políticas de nuestro país. Desde temáticas tan dificultosas de novelar como el pánico financiero ocurrido durante el gobierno de la Unidad Popular, que condujo a una huida de los capitales al exterior (El miedo es un negocio, 1973), al autoritarismo megalómano de un dictador latinoamericano atomizado en 24 horas (Un día con Su Excelencia, 1975). Posteriormente, en El himno nacional (2001), describe con acertado realismo el mundo interior de los torturadores. Su obra, en general, es una constante llamada de atención a los resquebrajamientos de la democracia y una crítica frontal y concreta al sistema imperante.
Nostalgias y desdenes pareciera, aparentemente, ser el texto menos político de Jerez. Remarco el término "aparentemente" debido a que la trama central se desarrolla en un ámbito cerrado, el de una pareja y su relación amorosa frustrada. Pero como trasfondo, lo político y social se percibe en sordina, velado por la presencia y el drama del personaje narrador que va escenificando su historia personal y su conflictivo entorno laboral.
Uno de los elementos más importantes en este relato lo configura la escritura, la transparencia del lenguaje, la interrelación con el lector. Esto se debe a que gran parte de la novela está estructurada mediante una alternancia en los niveles narrativos, claramente delineados. A través de este sistema, logra representar la realidad desde dos estratos: la visión subjetiva, la angustia y la añoranza de la mujer amada, y el punto de vista objetivo, expuesto desde fuera del drama sentimental, que opera en relación a una suerte de interacción con el otro, más conflictivo e inexplicable.
La caracterización de los personajes, la dimensión psicológica, especialmente la del protagonista (Martín), así como la de la muchacha (Katie) o del magnate arribista (Nazzir), conforma un trío de insospechadas consecuencias. Los personajes son descritos sin imposiciones narrativas o apremios de un hablante único, puesto que el relevo de las voces, así como el empleo de un estilo indirecto libre, "adquiere su máximo poder cuando apenas resulta visible o audible", al decir del crítico James Wood.
El empleo de un narrador en primera persona contribuye a la agilidad del texto, a la complicidad con el actor principal de la historia, el escritor que cuestiona su existencia. Simultáneamente se emplea otra voz narrativa en tercera persona, más abarcadora, con la finalidad de evitar la omnisciencia y conseguir una mayor libertad expresiva para relatar los desplazamientos de otro personaje, el escritor Néstor Señoret, un chileno exiliado largos años que arriba al país, sobre cuya obra desconocida en su patria pretende escribir Martín. En el intertanto, la entrada en escena de Nazzir, un individuo ambiguo y perturbador que solicita a Martín que le redacte una biografía familiar, termina por provocar el descontrol.
Estos son los elementos básicos sobre los que se sustenta la trama de la novela, circunscrita en un grado no menor -y yo agregaría de relevancia invasora- con la presencia de Katie, una joven diez años menor que el protagonista y que desaparece inexplicablemente de escena y de la vida de Martín. Persiste un grado de incertidumbre en el ocultamiento de la muchacha, que se gatilla como aliciente para el clímax que sólo se resuelve en los últimos párrafos.
Fernando Jerez posee una cualidad innegable para estructurar sus novelas, armar vidas, entrelazar circunstancias, rearmar un tramado social que a primera vista parece confuso e inescrutable. Los personajes no pierden su carnadura, su humanidad. Los desplazamientos de sus actores no dejan de reflejar una ciudad, una región, conflictos y situaciones que cobran presencia y verosimilitud mediante un lenguaje certero y eficiente, y que adquiere la extraña cualidad de revelar sin apostrofar. En el medio nacional son pocos los escritores que han mantenido una consecuencia escritural tan coherente en su trayectoria como la sostenida por este autor, que en cada nueva obra nos sorprende por su lucidez, su maestría y su profunda sensibilidad. Su literatura no pareciera sufrir las consecuencias que experimentaron los escritores que suscribieron al axioma planteado por Mircea Eliade "el terror de la historia" Y eso es digno de aplaudir.
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Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com "Nostalgias y desdenes" de Fernando Jerez.
Simplemente Editores, 2009, 193 págs.
Por Ramiro Rivas.
Publicado en Punto Final, N°703, 22 de enero de 2010
desarrolla en un ámbito cerrado, el de una pareja y su relación amorosa frustrada. Pero como trasfondo, lo político y social se percibe en sordina, velado por la presencia y el drama del personaje narrador que va escenificando su historia personal y su conflictivo entorno laboral. 