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Breves anotaciones sobre "Flama y respiración"
....................................... ...... de Carlos López Degregori


Por Ramón Tomás
Lima, agosto de 2005.

Con la publicación de Flama y respiración, Carlos López Degregori nos ofrece un conjunto de poemas donde se muestra el proceso de escritura y creación en sus diversas etapas, así como los diversos estadios de delirio y ensueño que provocan en la voz que testimonia esta experiencia. Los ejes sobre los cuales es posible el desarrollo de este proceso de composición son tres: desolare, desiderare, delirare y cada eje encuentra una mejor expresión en cada una de las tres partes en las que está dividido el libro (“flama”, “historias del Pájaro Relámpago” y “respiración”).

A lo largo de todo el poemario el espacio onírico es el ámbito donde conviven estas particulares vivencias, sin embargo, es en la primera sección, “flama”, en donde se acentúa la carencia y la desolación por medio de la oscuridad de la noche. Es en este estado de penumbra y quietud donde se revela el abandono de la voz que clama su fin, el término de este homeless perpetuo: “Y te dicen que ya no tienen ningún lugar al que puedan regresar, que han recorrido todas las ventanas y noches y habitaciones para buscarte, porque un poema tuyo fue su destino y ahora te deben una retribución.” (La retribución). La noche, entonces, es el momento de caos en donde el “desolare” es el motor que da inicio a la búsqueda de la plenitud a través del deseo, que viene a ser representado por la flama, imagen y símbolo de la inspiración.

En el primer poema titulado “Voces”, la historia es configurada a partir de la tercera persona: “Alguien viene a tu habitación esta noche y te dice al oído: levántate, he venido para llevarte”; pero lo destacable es que poco a poco se va conformando un ambiente de patética oscuridad y soledad que es descrito por la voz a modo de confesión al poeta que momentos antes yacía dormido, el cual prepara la despedida de todo aquello que formaba parte de su espacio, volviéndose cada vez más solitario: “Y le dices al aire encendido tus mejores recuerdos y poemas: ya no los volverás a ver: nunca podrás besarlos ni respirarlos ni dormirlos: ya no los escucharás amorosos o tristes ni seguirás con tus dedos su forma terrible”. Sin embargo, será en la última estrofa del poema donde se produce un giro inesperado apreciándose un desdoblamiento de la voz inicial, una paradoja producto del sueño y del estado de somnolencia en la que se encuentra el poeta, porque nada permanece estático: “Entonces regresas a tu habitación y algo ha cambiado. Alguien respira en la oscuridad. Tú te acercas para decirle al oído: levántate, he venido para llevarte”. Esta voz que dicta y dispone no es más que la propia inspiración que aleja al poeta del aletargamiento y de la inactividad: “Graznan. Revolotean como enormes pájaros de sueño. Te llaman en voz baja ensayando mil nombres para despertarte. Silban como agujeros o ruiseñores de hueso” (La retribución).

Este primer poema marca la pauta y el derrotero por el cual recorrerá el poeta en su búsqueda por llenar esta carencia, esta plenitud que es el amor, por medio de la escritura. Entonces, este desdoblamiento no es una imagen fútil, sino representa el estado de ensoñación que de a pocos se volverá delirio hasta llegar a la contemplación (respiración) que es el poema ya finalizado. Dentro de este primer estadio la percepción lógica del tiempo y del espacio quedan abolidas y son reemplazadas por un ambiente de eterna irrealidad:

“Ayer regresaré. No. Ya regresé mañana.” (Santa o niebla)

“Aquí el viento es de piedra, igual que las lunas y pájaros que vuelan por el aire sólido y se elevan hasta estrellarse contra el cielo, o el mar que camina entre las duras olas detenidas.” (Pasó silbando el viento rojo).

Esta primera sección cierra con un poema titulado “Herida de tu herida”, el cual es como una bitácora o un diario de escritura del poeta. En ella presenciamos que el acto de creación se asemeja mucho al acto de creación mítico, la fundación de un mundo alejado y distinto del mundo cognoscible:

“(Diciembre 14)
He alumbrado una diosa o un dios. No sé si salió de mis ojos o de mi boca”
(...)

(Junio 19)
Bostezas y sale una luna de tu boca.
Caminas y brotan rosas de tus pasos.”

Ahora bien, este largo y complejo proceso de creación que nace con el desdoblamiento no es sino un tortuoso camino que paulatinamente se va convirtiendo en experiencia mística. El poema establece directas alusiones con las imágenes de la flama y el dolor de San Juan de la Cruz. Sin embargo, las imágenes que presenta Carlos López Degregori mantienen un furor contenido, un delirio que por momentos está controlado y pensado, antes que una experiencia poderosa que es regurgitada como materia discursiva:

“(Diciembre 14)
(...) pero cuando desperté estaba allí como una herida enorme de amor viva o una flama.

(Marzo 15)
Se volvió un cordero con flamas en lugar de vellones y venía a lamer mis piernas, a pacer en mis manos y en mis ojos.

(Junio 2)
De mañana eres un cordero. De tarde una paloma. De noche un ciego animal de amianto que no se deja ver y escarba galerías en las paredes.”

En la segunda sección titulada “historias del Pájaro Relámpago”, hay un cambio de perspectiva del discurso y la voz que antes estaba en tercera persona del singular cambia a primera persona singular. Pero este cambio no es estéril, sino que a partir de este momento la vivencia es referida desde la visión de la inspiración, de aquella voz guía que pretende obtener y conseguir su objeto de deseo que está representada por el Pájaro Relámpago, el pájaro de fuego o la imagen del delirio y a la vez del acto de creación, que es otro de los ejes sobre los cuales está basado la construcción del poemario. En el poema “Flama y respiración” hay una enumeración de sensaciones que tratan de representar al Pájaro Relámpago a partir de negaciones, tal como lo hacían los místicos para designar a Dios, pero este delirio mora en el sueño del poeta, en el interior del cuerpo donde se encuentra el vacío a llenar: “Y no suena ni como un reloj ni como un diente ni como una rueca hilando la oscuridad del río ni como el canto duro de las olas. Solo suena muy adentro de la almohada: sencillamente suena como una flama crudelísima”. En otras palabras, es en esta segunda parte en donde las imágenes se concentran en el estado de ensueño profundo y el discurso tiende a la alucinación, al desapego de la realidad lógica:

“Y sin añadir nada más me cortó la garganta para arrancar un puñado de voz roja, palpitante. Entonces se lo colocó al pájaro como un inexplicable mecanismo y empezó a sonar. Era un canto de guijarros y burbujas. Duro. Hermoso. Inocente”. (En esta nuez).

“Te he envuelto en esta blanca sábana de fiebre
.......... como si se tratara de un santo sudario
.................... o un velo nupcial
.......... como si fuera una crecida
.............. ...... una ciega
................ .... telaraña”. (Una blanca sábana de fiebre)

“Le salen bultos a mi voz y mis plumas se desprenden como una extraña nieve. Me llaman desesperados los corazones desde sus jaulas pero no sé qué hacer”. (Algarabía).

Cabe destacar que en toda esta parte hay una profunda preocupación por el acto de la escritura y su cabal aprendizaje. Se reproduce la enseñanza a partir de los consejos y dictámenes del pájaro al poeta: “Soy tu asentimiento / tu yesca / (...) tu pájaro mar / y tu pájaro revólver / buscándote / en la noche vertiginosa” (Lumbre). No obstante, en el poema “El Pájaro Relámpago me enseña a hablar” nos damos cuenta que el primer problema que enfrenta este delirio es la insuficiencia del lenguaje. Con ello la representación se ve disminuida y limitada lo cual imposibilita la total representación de la visión, sobre todo porque el léxico se ve reducido solamente a dos palabras: “Creo” y “Recuerdo”, que no son sino dos verbos que apelan al uso de la memoria y sus facultades para desarrollar y plasmar el delirio a través de la escritura:

“No necesitas más.

Con las dos tienes el lenguaje suficiente
.......... porque las palabras son fisuras
.............. ...... risas
.................. .. grandes bocanadas de niebla”.

Una vez que se ha visto superado el problema del lenguaje, el resto de poemas configuran el esquema central del libro que es el proceso de escritura y su posterior contemplación, o lo que en pocas palabras viene a ser la respiración, es decir, la tercera y última parte del libro.

En “respiración” se advierte con mayor notoriedad el objeto de deseo que el poeta ha buscado desde el principio del acto escritural. Las flamas del Pájaro Relámpago que antes entreoía en la oscuridad son plasmadas en este tercer estadio. El resultado es una escritura un tanto sosegada con relación a la neurosis y al delirio de la segunda y primera parte, puesto que se reflexiona sobre esta experiencia y sus resultados. Por lo tanto, el vértigo se ve aplacado y desde ahora es el poeta quien toma la palabra para comentarnos las innumerables etapas y fases que ha tenido el poema mientras duraba su ensueño:

“Borro, entonces:
miento y desmiento:
desdigo:
vuelvo a comenzar:” (Como decir mi espalda)

“Fuiste tú, Carlos

Yo me rendí a tu voluntad
.................. que es también mi voluntad
a tu santa voz
.................. que se oye sobre la mía” (Deseo de una mañana de verano)

Esta oscuridad que servía de escenario para la aparición y obra del delirio representa también el vacío y la ausencia por la cual se gesta la escritura. El objeto de deseo no es más que la falta de amor: “Una noche vino un eco / a acostarse en mi cama. / Era helado / y hacía crujir sus dientes. / ámame / ámame / ámame / reclamó”. La desolación es, entonces, la carencia de sentimiento (deseo) que es aplacado mediante la poesía (delirio); he ahí el funcionamiento de los tres ejes del poemario, los que articulan todo el proceso de creación, un proceso fugaz, relámpago, que no es eterno sino que se pierde y desvanece en el delirio mismo:

“Dile que se acerque
.................a mis labios por última vez
.................para repetir tres veces

.................DESOLARE .....DESIDERARE..... DELIRARE

y luego se marche conmigo caminando por el mar” (Deseo de una mañana de
verano).

 
 

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