Desde sus inicios el corpus poético de Eugenio Davalos: “Bostezo”,
“La Copa de Neptuno”, “Naturaleza Muerta”, “Rio Seco” “Mitos o los
ojos de la piedra”,
“Estación Central”, está marcado por sus continuas evoluciones
temáticas,
sus guiños multireferenciales a la historia de la literatura y el arte, su
trato con la ubicuidad, resistiéndose a una lectura lineal y cerrada.
Esta mirada ubicua, mediante superposiciones que se van reiterando
en variados poemas,
simultáneamente aglutina varias experiencias, de esta forma imágenes
y circunstancias se ensamblan dentro de la estructura circular a la que
tiende muchas veces la escritura de Eugenio Davalos. Al poeta la
realidad se le presenta en su carácter fragmentario y mutante, una
realidad resquebrajada y a veces inasible respecto de la manipulación
que se ha hecho respecto de si misma. En el entendido de que un
poeta tiene una relación más directa con su biografía, a diferencia de
un narrador, (aunque durante los siglos XVIII y XIX, hubo formas tanto
biográficas como autobiográficas en la novela)
la memoria del poeta Davalos casi en una suerte de metalepsis
consigo misma, trabaja en los dobles fondos, y en los trasfondos de la
propia experiencia, un presente que arrastra residuos, o restos de un
pasado.
Eugenio Dávalos Pomareda
Si bien el poeta no es su propia biografía, ocurre que en los textos de
Eugenio Davalos más que la construcción de un hablante lirico, hay la
invención de un personaje que se instala en la escena misma que es
el poema, y en los desajustes de su propio presente, esto puede o no
estar quizás relacionado con la lectura temprana de comics e
historietas, muchos poetas de la generación de Eugenio Davalos,
consumieron comics e historietas, lo cual fue una marca importante,
en relación a como la cultura de la imagen tuvo un peso específico en
gran parte de la poesía de los 80, y en la forma auto ficcional de
muchos textos de la misma. La poética de Eugenio Davalos presenta
entonces, intensidades, tránsitos, intersecciones, segmentaciones,
líneas de fuga, multiplicidades, que derivan en cierta forma de estar
inscrita en medio de aquellos discursos poéticos que se desarrollan
desde mediados de los 80 hasta mediados de los 90 con una
neovanguardia todavía activa, y de la forma en que la generación del
80 reciclo las experimentaciones formales de la generación del 60.
Crucial fue el paso de Eugenio Davalos por el primer Taller de poesía
de la Fundación Pablo Neruda, un punto privilegiado de conexión entre
la generación del 80 y del 60, bajo la dirección de los poetas Jaime
Quezada, Floridor Pérez y en algún momento el poeta y escritor Jaime
Valdivieso. Si bien la mayoría de los poetas que pertenecieron a ese
taller continúan desarrollando un proyecto poético, unos más prolíficos
que otros
como seria el caso de Andrés Morales, Lila Calderón, Fabio Salas,
Víctor Hugo Diaz, Jesús Sepúlveda, y el propio Eugenio Davalos
Pomareda.
Entrando ahora en el presente libro “Andy Warhol y otros poemas”, y
en su flujo escritural, la icónica figura de Warhol, es intencionalmente excedida en su referencialidad cultural:
Andy Warhol es el mundo contemporáneo
Andy lo es todo
Andy es el mundo actual
Posteriormente y en una sucesión de secuencias (que van a estar
presentes a lo largo de este texto), en una progresión demostrativa,
como diría Nicanor Parra de los vicios del mundo moderno, se va
apuntando directamente al proceso maquinal de una realidad que se
consume a sí misma en su mutación constante, de esta forma el
mundo, se reduce, se condensa, en la figura de Andy Warhol y en una
relación pivotal con la operación pictórica misma de Warhol, en que
como mundo se desposee a sí mismo y se entrega despojado de
significado en forma automatizada y mecánica a sí mismo y a sus
habitantes.
De paso, creo que aquí también en la propia poética de
Eugenio Davalos hay una réplica de todas las poéticas anteriores que
en su momento se propusieron hacer una crítica al avance de una
modernidad equívoca y desigual, a la eclosión de la sociedad de
consumo y del espectáculo a partir de los años cincuenta y sesenta y
finalmente a la conversión de la sociedad en sociedad de consumo, de
igual forma este texto podría leerse como un contra texto de lo masivo,
bélico y productivo.
Continua Warhol:
Sabia que la realidad nunca sería el lenguaje
Y que el lenguaje no genera realidad
Sino que la enmascara en su interfaz.
Respecto de este fragmento, habría que agregar que desde el post
modernismo en adelante (y con apoyo en la filosofía del lenguaje), la
realidad es una construcción simbólica, sumando a esto la idea
nietzscheana de que el lenguaje mismo se origina en una metáfora,
por lo que cualquier construcción que designa a la verdad es una
ficción, que en cuanto a ficción misma permite absorber lo que hay de
ficción en nosotros y en lo que nos rodea.
Pasando a la segunda parte del libro, tanto como Samsa, en tanto
Kafka, Rimbaud, Lezama Lima, Pizarnik etc, en tantos iconos de la
literatura mundial y latinoamericana, pueden leerse como una auto revisión de la propia arte poética de Davalos, sobre todo el texto “Yo
no soy poeta”. Esta segunda y última parte del libro, continúan las
visiones facetadas que se dan en la primera parte, donde lo
coordinado y lo yuxtapuesto conviven, sin embargo, nos devuelven a
el tono habitual de Davalos Pomareda y al juego de actancialidades
que gran parte de su poética formula, porque en este punto volvemos
a insistir, es el personaje y son los personajes que se instalan en ese
paisaje o escenario de fondo que siempre impregna los textos de
Eugenio Davalos Pomadera, situando la trayectoria de estos
personajes ficcionalizados en sus propios apocalipsis personales y en
los desajustes de sus presentes.
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com Presentación de «Andy Warhol y otros poemas» de Eugenio Davalos Pomareda
Marciano Ediciones, 2024, 98 páginas
Por Rodrigo Verdugo