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Rodrigo Verdugo Pizarro | Autores |













Presentación de
«Poética de la erótica. Amores y desamores» de Claudia Vila Molina
Marciano Ediciones, 2021, 64 páginas


Por Rodrigo Verdugo Pizarro


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Adentrarse en la obra poética de Claudia Vila Molina —la que permanece mayormente inédita— con la excepción de su primera obra “Los ojos invisibles del viento”, más textos suyos que han sido publicados en diversas revistas nacionales y extranjeras, revistas que están mayormente adscritas a lo que es el movimiento surrealista actual por ej. Revista Athena de Portugal, Revista Materika de Costa Rica, etc, implica detallar al menos una de las filiaciones de esta escritura, para no referirnos al concepto de influencias, que según lo conversado con Claudia me parece más exacto. Una de estas primeras filiaciones es la producción escritural de las mujeres durante la colonia, específicamente la escritura de las monjas, sobre todos los relatos referidos a éxtasis místicos, posesiones, profecías, viajes espirituales, milagros domésticos, es decir en todos estos relatos subyace una voz. Estos relatos qué después la historia o cultura de su época relegaron, tacharon, ya que no se incorporaron bien dentro ni de la cultura, ni de la razón dominante de su época, tal vez por el contenido mismo. Pero esta voz que subyace en estos relatos se hace presente por medio de un yo poético-vidente en lo que es la escritura poética de Claudia Vila Molina.

La sospecha empírica cae una y otra vez sobre estos relatos y seguirá cayendo puesto que sólo al escuchar hablar de este tipo de situaciones de carácter sobrenatural o paranormal inmediatamente se impone la razón o trata de imponerse. Los cánones represivos caen sobre los mensajes metafóricos de Claudia Vila Molina.

Esta voz, —la voz que viene de estos relatos— y que está presente en la obra de Claudia Vila Molina, no obstante produce flujos de escritura y una espontanea entronización del surrealismo, con el cual mantiene una relación que no es ni retorica ni dogmática, lo cual se agradece, es decir es una poeta que en gran parte de su obra se podría considerar netamente surrealista, sin embargo su relación no es ni retorica ni dogmática como lo es la de otros poetas surrealistas o como lo hacen generalmente algunos poetas surrealistas, lo cual, repito, se agradece. He ahí entonces otra filiación importante: El surrealismo mismo.

Entonces determinando esta escritura como surrealista propiamente tal posibilita que —esta voz, de impronta sibilina, oracular—, actualice al nivel del imaginario femenino y desde una hermética subjetividad la idea de que el campo de conocimiento de lo sobrenatural y lo divino sea mas propio de las mujeres que de los hombres, en el entendido de que la intuición masculina no es tan desarrollada como la femenina. Y tal vez y sobre todo en las poetas y artistas mujeres.

Hay que recordar que Charcot en su consultorio, tenía fotografías de mujeres que padecían de histeria cuyos gestos remitían a los éxtasis místicos de las monjas y a los trances de las posesas de la edad media, lo que llamo mucho la atención sobre todo de André Bretón, porque fue allí donde algunos surrealistas descubrieron y se fascinaron con estos arquetipos femeninos, no fue precisamente Freud quien les brindo esta apertura hacia el mundo de los delirios y las visiones de las posesas de la edad media, fue el estudio de la histeria por parte de Charcot. Por otra parte ya es sabido el dialogo infructuoso entre Freud y Bretón, tal como esta documentado en su obra “Los pasos perdidos”.

Los relatos de estas monjas, fueron mucho tiempo suprimidos, ocultados y reprimidos. Sin embargo como ya habíamos afirmado —esta voz que subyace debajo de ellos— logra traspasar el imaginario colonial femenino y aquí reaparece nuevamente, es decir la voz que aparece aquí se retro identifica en la obra de Claudia Vila Molina, siendo nuevamente un habla misteriosa cuya fuerza alegórica nos empuja a una doble lectura de sus símbolos, exponiendo tanto una multidireccionalidad como una multidimensionalidad en forma facetada, prismática, caleidoscópica, y poliforme que confronta tanto lo verosímil practico como aquella razón que a juicio de Michel Foucault ha sido instrumentalizada por el poder, (razón que sin embargo en la civilización griega se mantuvo en estado puro), y justamente creemos que contra esto también se levantaron los surrealistas desde un primer momento, no la razón por la razón sino esa razón instrumentalizada por el poder. Esta habla misteriosa pone en crisis y descentra el campo de nuestra percepción sensorial y cognitiva y se hace presente o más bien se instala de un modo visionario en esta nueva obra de Claudia Vila Molina: “Poética de la erótica. Amores y desamores”.

Se instala, decíamos en forma directa e indirecta. En base a esto, uno de los primeros rasgos de esta obra es el modo fragmentario en que se presenta el hablante, modo fragmentario que fue muy característico en la forma en que el hablante lirico de la poesía de los 80 se presentaba, aún más yo veo que más allá de la relación o dialogo o multidialogo que Claudia Vila Molina mantiene con el surrealismo, más como forma de vida, que vanguardia histórica, hay un dialogo con la neovanguardia chilena de los 80 y por lo menos con algunos textos de la neovanguardia chilena y ese dialogo es muy interesante.

Estos textos de “Poética de la erótica Amores y desamores”, como señalaba Miguel Moreno Duhamel, tienen básicamente un carácter minimalista pero también algunos tienen una suerte de precisión epigramática que amplifican o condensan las escenas o acontecimientos. Hay muchas escenas en esta obra, muchos acontecimientos, (yo diría que no hay anécdotas en la obra de Claudia Vila Molina). Pero estas escenas o acontecimientos disponen de un subterfugio onírico. Otro rasgo presente es aquel referido al erotismo mismo, que esta obra misma tematiza. Respecto a esto mismo Claudia Vila Molina señala: “Que el erotismo está delimitado por los influjos de la naturaleza humana y salvaje”. Junto a esta apreciación podríamos agregar la de Octavio Paz respecto a que el erotismo seria, tal como él lo define en su obra “La llama doble”, “La ritualización de la sexualidad”.

“Poética de la erótica Amores y desamores”, explora esa ritualización, porque se trata además de un erotismo posesivo, (según la categorización que establece George Bataille), es decir el erotismo posesivo seria el erotismo de los cuerpos. Este erotismo o este Eros aun fijo en su daimon , es explorado aquí a través de una suerte de representación intuitiva, no obstante, esta exploración permite que despierte la conciencia del doble por parte de la hablante. Respecto a esto es decir a este doble o a eso otro cito:

“Me miras como si fuese tu fetiche
me tocas cuando estamos solos
no soy nada de aquello
ni la sombra de nuestros propios pasos”.

Ella es imagen para el otro, tal vez proyección astral y él es reflejo para ella, pero ese reflejo o imagen sólo involucra visión y no reconocimiento.

“Te nombro para que no te extravíes
y termines por confundirme
con otras imágenes”.

Pero el otro también es para ella algo indeterminado, extraviado, algo que se desliza por las cerraduras, tal vez ese otro mismo.

“Sobrevuelas mi habitación
vencido por los aires de otro
que se evade y reclama tu lugar”.

Pero este erotismo posesivo permanece en todos los mensajes velados que se dirigen desde la correspondencia desde un yo hacía un tú, para los cuales ambos son imágenes, pero una imagen de las cual se intuye su más allá.

“Porque todavía me amarras
a esa imagen
y yo desaparezco”.

Es importante señalar que el deseo no tiene referente, la nostalgia sí. Claudia Vila Molina explora también la representación del deseo como imagen, como hemos estado demostrando hasta aquí y corrobora el porvenir tautológico del deseo. También cabe señalar a modo de conjetura si esa otredad no es acaso esencial para sí mismo o para sí misma o más bien esa otredad permite la constitución del otro.

Cabe señalar ahora una influencia importante a nivel general en la escritura de Claudia Vila Molina, me refiero a Vicente Huidobro. Esta voz misteriosa retoma el dualismo cósmico huidobriano e insiste en la esencia espacial del objeto como también en los vínculos metafísicos del objeto (esto atraviesa toda la obra de Claudia Vila Molina), también deforma la causalidad de la referencia en una casualidad. Respecto a esta admiración por Huidobro me voy a permitir citar dos versos que son en el fondo un guiño a ese Huidobro del primer y segundo estado del creacionismo. Cito:

“¿Que parte del espacio se creara con tu presencia”.

“Y luego parece haber pensamientos
que corren debajo de los muebles”.

Muchos de estos textos, por otra parte, nos remiten a una predeterminación situacional, a una referencialidad desdoblada, proyectando a las cosas, no desde si mismas, sino desde su descripción.

Otro guiño significativo que aparece en esta obra, es a la poesía de la generación del 60, particularmente a aquel Oscar Hanh de “Mal de amor”, como se aprecia en el sgte texto:

“Un día apareces desnudo
entre los pliegues de mi ropa
te almaceno en la cocina
junto a los víveres
y me alimento de ti
para que tu carne
sea mi próxima estadía”.

Volviendo al doble y a la indeterminación (de índole romántica), el uno es también para el otro no solo como habíamos dicho imagen, sino como habíamos también señalado reflejo, entendiendo la conciencia como espejo y el reflejo como destino. Cito:

“Hacia que crucifijo llega tu reflejo”.

“Me miras mientras mi reflejo
huye por la ventana
hacia la región del olvido”.

Otro guiño significativo que encontramos , (tal vez inconsciente), es a Federico Schopf de: “La nube”. Cito:

“Una vez más han caído
hasta el fondo
y todavía no encienden
la luz del mediodía”.

Para terminar podemos resumir que en esta segunda obra de Claudia Vila Molina, corrobora la permanencia de esa voz que deviniendo habla misteriosa atraviesa el imaginario colonial femenino, y el surrealismo. Por otra parte esta obra postula dentro del erotismo posesivo y a través de él, la búsqueda de un misterio ritual, y repostulando desde un sincretismo sensorial el carácter mistérico-oculto del erotismo en oposición a la pornografía y a su transparencia y finalmente proyectando el erotismo como tema y motivo a la vez pero a la vez superando la otredad que se esconde en el mismo cuerpo.




 



 

 

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