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Relectura en el 2005 del Purgatorio de 1979.
[Raúl Zurita, o el atentado terrestre.]

por Arnaldo Enrique Donoso


Consecuencia crucial viven las literaturas contemporáneas que nos sirven de obras capitales -esto porque nunca ha de haber gratuidad en ellas: Octavio Paz sostuvo que la signación de “moderna” para un obra es “el estigma, la presencia herida por el tiempo, tatuada por la muerte”-. Consecuencia crucial es, pues, no encontrar significación sino en sus propias leyes, ser apertura y conclusión de su historicidad, materialidad y desborde, factores que inscriben su derivación radical. Realizo una relectura del Purgatorio del 79’, de Raúl Zurita, en el 2005.

Digo: Contrapunto expansivo, flexiones de la matriz lingüística que le sirve de soporte al discurso, hibridación del género del sujeto en el plano enunciativo a través del ejercicio de la transfiguración y figuración, intertextualidad e intratextualidad, objetualización del libro y categorización visual e iconográfica del discurso, construcción factorial por recurrencia textual y [de]constructivismo logarítmico, telurismo, extraposición; todos ellos módulos [léase nódulos] o dispositivos discursivo-performativo-textuales que exceden los límites del texto en la entrevisión del paraíso, entrevisión que se realiza desde un límite o frontera desde donde podemos ver con mayor nitidez el centro. En todos estos caracteres veo el límite desde donde el estigma del que Paz nos habló dispersa y difumina la precariedad ontológica del hablante hacia un carácter totalizador que imbrica la experiencia poética y la vivencial como parte del discurso. Límite que, al tiempo que concluye la cuadratura operativa que, asumamos, contrajo canónicamente, desdobla la univocidad de las desviaciones del texto ocultando o cegando su estatuto semiótico de fenómeno lingüístico para inaugurarse ante sí: ante el trastocamiento de un escenario de imposibilidad identitaria que no sólo decanta en su historicidad, sincronía, diacronía y gramma estructural.


1. [FLEXIÓN DE LA MATRIZ LINGÜÍSTICA. PRESUNTA UNICIDAD]

Aparente inflexión prescrita por la insustituibilidad del lugar del propio Zurita en el texto a través de un fenómeno de extraposición. Sintaxis que es planteada por transubjetivación subordinada a un ordenamiento de la realidad y estructuración sintagmática cuya plástica se compone de imágenes provenientes de un lenguaje también extrapuesto que se funde con el [los] sujeto[s], y que a su vez, se aloja en él [ellos/as]. Función conclusiva. Valor plástico que concluye y resuelve el sufrimiento al verbalizarlo, restituyendo los fragmentos dispares de una historia, los trozos suspendidos. Flexión de la matriz lingüística que alcanza valores de anomalía y oblicuidad.

Transcribo a continuación un primer segmento:

Me amanezco
Se ha roto una columna
Soy una santa digo

(De “DOMINGO EN LA MAÑANA”, “I”; página 15)

En el segmento transcrito coexisten dos fenómenos de aberración lectoral: el uno semántico-gramatical y el otro semántico-situacional, o cotextual. El enunciado “me amanezco” trasgrede la norma de los verbos impersonales [en este caso un verbo de signación meteorológica] desde una subversión gramático-lexical que denota un evento que ocurre mientras se signa y concluye al ser signado, adquiriendo categorías de aserción no mitigada, afirmación personal desde un verbo impersonal a través del cual se construyen nuevas relaciones sintagmáticas del plano discursivo, difuminación de subjetividad desde el objeto lingüístico, extracción de materialidad desde la abstracción. Nadie puede amanecerse a sí mismo.

Admítase, ante todo, que el verbo es la única unidad de la lengua que se estructura en torno a la categoría de persona, en cualquier caso, para signar la noción verbal. Esta caracterización proviene de la gramática griega donde las formas verbales flexionadas constituyen personae o “figuraciones” sobre las cuales se realiza la categoría verbal. La “figuración”, en el sentido de prevaricación, sostiene el curso de la gramaticalidad, sintaxis y semanticidad anómalas y aberrantes en los textos de Purgatorio. A partir de lo anterior, el segundo caso de aberración lectoral corresponde a la transfiguración o hibridación del personae extraposicionado: “Soy una Santa digo”. Apunto aquí, la distinción que realiza Jorge Lagos Caamaño entre “sujeto de enunciación”, y el “autor textual” ?Greimas y Courtés; 1982?. Ambas tipologías se trasponen, superponen y extraposicionan, en un sentido de distribución libre y en un acto de premeditada prevaricación. En otros términos, la hibridación, a la que aludo más arriba, alcanza valores de figuración en tanto el hablante zuritiano se transfigura en un[a] personae femenino:

“mis amigos creen que
estoy muy mala
porque quemé mi mejilla”

(A manera de epígrafe en el original; página 7)

Trasnominación y feminización, articulación de operaciones de anulación y adjunción que rozan los polos del quicio lector. Así, hablo de presunta unicidad en el discurso de Purgatorio: si bien por una parte el hablante zuritiano se extraposiciona a partir de sí mismo, este afirma, flexionando la matriz lingüístico-situacional y la implicatura cotextual, ser otro[a], ser otros[as], en una sucesión dialéctica de identidad o identidades que impiden cualquier fijación, cualquier sujeción identitaria. Sucesión identitaria hegeliana vista por el propio sujeto, quien, en el plano de la construcción del discurso, ostenta un valor exclusivamente objetual en ese mismo sentido dialéctico de la presunta unicidad. Gilles Deleuze nos habla de cartografías, de una de sus características cardinales: “extraer una magnitud utilitaria de una multiplicidad, obteniendo, de este modo, una fuerza mayor que la de una simple suma”. Cartografía del personae, leo yo. Deleuze sabe más, y de otro modo. Yo conmuto, si se me permite, “utilitaria” por unitaria, para hacer completo el sentido de esa “fuerza mayor”.

La radicalidad del mecanismo de sucesión dialéctica de identidad se plasma y reafirma de manera intencionada, categórica y definitiva en la fotocomposión “LA GRUTA DE LOURDES”, perteneciente al apartado “ARCOSANTO” ?apartado que se constituye solamente de la fotocomposición referida?. Allí se encuentra una copia de un diagnóstico psicológico:

Violeta
“Otto: Te adelanto la impresión sobre (la) el paciente Raúl Zurita
Dulce Beatriz
Rosamunda
Manuela
[…]”

(De “ARCOSANTO”, “LA GRUTA DE LOURDES”; página 43)


En el segmento anterior se extraposicionan cinco sucesiones identitarias en la multiplicidad de la enunciación textual de estadios genéricos del hablante. Por otra parte el “autor textual” ?el propio Raúl Zurita? se extraposiciona como sigue:

“Sobre los riscos de la ladera: el sol
entonces abajo en el valle
la tierra cubierta de flores
Zurita enamorado amigo
recoge el sol de la fotosíntesis
Zurita ya no será nunca más amigo
desde las 7 P.M. ha empezado a anochecer

La noche es el manicomio de las plantas”

(De “DOMINGO EN LA MAÑANA”, “XXXVIII”; página 18)


Este simulacro dialógico de exteriorización de sujetos, dispuesto únicamente por yuxtaposición, adjunción [y quizás, anulación] -y no por sustitución, como anota Lagos Caamaño, siguiendo a Mario Rodríguez Fernández: [Asumo: (1) La noción de circuito poético, a propósito de la sustitución, me hace pensar que hablar de ésta es superficial en poesía; al emplear un tropo, una metáfora por ejemplo, la operación retórica supone una sustitución o variación de una palabra, de un sema, de una categoría: un segmento, en el sentido estricto y en lo que respecta a este estudio. No obstante, ni el segmento sustituido ni el “nuevo” adjunto son fragmentos aislados, ni es aquél quitado ni éste impuesto de/en la estructura: son semas subordinantes y subordinados, co(n)textualmente limitados a la estructura concreta, por tanto no hay sustitución o ésta no es sino parcial, puesto que se requiere del sema1 para engendrar [inseminar] el sema2. Por esto, veo en ello no otra cosa que anulación de una función y emergencia de otra, sin que la primera pierda su presencia. (2) Es decir, o puede decirse, que si uno o varios segmentos de una estructura textual “experimentan operaciones de variación”, es únicamente posible por la relación de los segmentos “nuevos” [léase sustitutos en Lagos Caamaño] con otros de la estructura de los cuales devienen, operación “sintáctica”: (3) Admito, en todo caso, que la estructura es transgredida y la evidencia crucial es que su especificidad es más amplia que su valor segmental, siendo eficaz su operatividad tanto a nivel oracional como supraoracional. Pero, (4) la estructura al ser transgredida, trasgrede, a partir de sí, las categorías que la constituyen. Así, su operatividad es maximizada y regulada por una ‘extra’-estructura manifiestamente expresa como circuito semiótico, obra abierta o plan escritural, llámenle como mejor les plazca, donde no hay cabida para sustitución]?, es dado por las flexiones gramatical y sintáctica zuritianas que acometen contra la materialidad del lenguaje, disimulando la materialidad de los signos en una anatomía y ontología escritural unitaria: evidenciar el simulacro de sí desde sí, para sí, travestirse hacia el rostro de otros[as] eliminando la posibilidad de un lenguaje no fracturado cuando la operación primera del lenguaje zuritiano es la alteridad, el secuestro de lo ilegible, la anulación de unidades textuales, la yuxtaposición, el anonimato signado, la presencia / ausencia inevitablemente transida por el montaje de la escritura. Y nada más inexacto que todo aquello.

Acabo por indicar que aquel travestismo, ese espacio, esa región o soporte bajo los efectos del simulacro, es delimitado por la intención / intensión del efecto subversivo de la teatralidad que en el vacío de la página no se ostenta en vano. La exhibición y la proliferación identitaria surge desde un centro que no es posible obviar, donde el modelo y la copia errática, travestida en su inestabilidad, son casi idénticas y confusas. Uno de los ejes de la obra, la presunta unicidad -como veíamos en “ARCOSANTO”, “LA GRUTA DE LOURDES”-, es pospuesto tras el espejo de la ambigüedad, el manierismo, el “borrón, graffiti, anuncio obsceno, navajazo contra la tela canónica…”.


2. [REESCRITURA. INTERTEXTUALIDAD. INTRATEXTUALIDAD. HIPERTEXTO.]

Referencialidad e hipertextualidad en el título que rotula al texto: Purgatorio. Intertextualidad contenida en un caos onírico y quimérico. Sufrimiento compulsivo que recuerda a las lamentaciones del Conde de Lautréamont o las Escrituras, en Jeremías o Job. Intratextualidad de una escritura que es el presagio de otros apartados del mismo texto. Desde la iconicidad del desierto en el Éxodo. Desde la escritura como soporte y el recobro de las literaturas y grafías de las vanguardias de principios del siglo que pasó. Desde la autoflagelación y el tatuaje. Desde la signación de sí mismo, tal y como lo hizo el padre del crucificado a Moisés: Ego sum qui sum. Desde la visión alucinada del ángel como en tantos pasajes de las escrituras y la Comedia. Desde la pérdida de la función representativa del discurso, hasta el hallazgo de la misma; desde la cartografía que aludía más arriba que establece una región imaginaria que es reescrita y soterrada bajo la manifestación textual que despliega el propio cuerpo guiando el diálogo con las otras literaturas que eslabonan el texto.

Habitado por connotaciones de otras unidades textuales que se acoplan constituyendo el entramado textual, Purgatorio reescribe y conforma una visión de doble movimiento en cuanto marcas textuales de yuxtaposición, adjunción y anulación, metonimia, actualización y reescritura, por una parte, y, por otra, un movimiento de intratextualidad o hipertextualidad dentro de la propia obra, en la que segmentos textuales del capítulo “DOMINGO EN LA MAÑANA” se funcionalizan como marcadores catafóricos, hipertextuales o intratextuales, que anticipan el tema de los “poemas” y apartados siguientes. Avanzada la lectura, el movimiento, en una cara del trazo de las remisiones, se hace inverso: segmentos textuales de los apartados posteriores a “DOMINGO EN LA MAÑANA” se funcionalizan como marcadores anafóricos al tiempo que las funciones hipertextual e intratextual conservan su desplazamiento inverso en la traza: doble movimiento de proyección y subcategorización ?operaciones biunívocas y simultáneas?. Se expanden los significantes hacia el exterior y se contraen hacia el interior en una insistencia que derroca la univocidad del sintagma que se desvía, estableciendo la prolongación de la obra en otras obras y de éstas en aquélla. Transcribo:

Les aseguro que no estoy enfermo créanme
ni a menudo me suceden esas cosas
pero pasó que estaba en un baño
cuando vi algo como un ángel
“Como (sic) estás, perro” le oí decirme
bueno -eso sería todo
Pero ahora los malditos recuerdos
ya no me dejan ni dormir por las noches.

(De “DOMINGO EN LA MAÑANA”, “XXXIII”; página 17)

Poema “XXXIII”: la edad a la que Cristo fue crucificado. Visitas de “algo como ángel”, en Ezequiel 1. 28 y 2. 1-2, en 40. 4; en Daniel 10. 5; Zacarías 1-8; Mateo 1. 18-23… etcétera. La prolongación o expansión del relato de aparición de seres divinos disloca el tejido escritural hacia una representación de la geometría cartesiana que libera al signo -el relato de la visión del ángel como macrorelato objetualizado en toda la literatura- difuminando todos los sentidos de éste y sus representaciones como macrorelato del que el segmento es una reminiscencia, un eco. De tal modo, se concede la legibilidad de otros discursos referentes a éste fijando una alter-junción o movimiento hacia un exterior siempre móvil que reestablece la especificidad irreducible de la literaturidad del texto, puesto que la práctica sémica de intertextualidad en el segmento citado va desde la palabra dicha -dice: “Les aseguro que no estoy enfermo créanme […]”. ‘Elocutio’: dialogicidad confesional gatillada por la psicosis- a la escrita, a la letra, y desde ésta, a la expansión o revocamiento al macrorelato del que forma parte, hipertexto, espaciamiento geométrico cartesiano, hacia el campo reinscrito del afuera, única propiedad no material del texto escrito.

He abordado someramente el plano intertextual o transtextual, los nodos de coherencia sémica y discursiva con otros relatos u obras de la literatura. Más someramente, en el plano intratextual, Purgatorio, posee segmentos de texto que plasman un recorrido de coherencia semiótica y textual coordinando en base a una recurrencia permanente de aquellos segmentos, de modo de isotópico (Greimas; 1966, 1973), dos niveles de iteractividad -entendida ésta como la reproducción de un eje sintagmático de unidades idénticas o comparables situadas en el mismo nivel de análisis- que siguen las directrices formales y temáticas [ambas categorías siempre superpuestas]. Las formales tienen relación con segmentos que por su tipografía y posición en el diseño cumplen funciones específicas en el texto. Las temáticas adecuan su vinculación como sigue:

Me amanezco
Se ha roto una columna
Soy una santa digo

(De “DOMINGO EN LA MAÑANA”, “I”; página 15)

Se ha roto una columna: vi a Dios
aunque no lo creas te digo
sí hombre ayer domingo
con los mismos ojos de este vuelo

(De “DOMINGO EN LA MAÑANA”, “EPÍLOGO”; página 21)

Esta recursividad, o propiedad isotópica, explicita niveles de textura que impiden la dispersión y destacan los planos de homogeneidad de significación del texto, es decir, asisten la existencia de la discursividad, en el plano de la lectura, y de textualidad, en el plano de la construcción: una isotopía textual global, pluri-isotópica de alguna manera, pues pueden encontrarse variados conjuntos de iteractividad en Purgatorio.

La muestra entregada es sólo una ínfima fracción del recurso analizado, queda a juicio del buen lector el escudriñar el texto, a fin de dar con más aciertos del caso, en la dirección propuesta.

3. [CONCLUYO: ALEGORÍAS POLÍTICAS. OBJETUALIZACIÓN.]

Atendiendo al contexto de producción de una obra literaria, a los indicios paratextuales de la producción, a la historia reciente que define su ‘telos’, ideologizando el texto, arrastrando sus implicaturas culturales, históricas y vivenciales, digo que Raúl Zurita en Purgatorio realiza una sutil apertura de los indicios del riesgo, a partir de éste, disimulando el gesto político –dos veces simulado, apuntamos con Sarduy– como una nueva “figuración”. Esta nueva figuración ya no es el travestismo, ni la anulación, sino la alegoría e iconografía a través de las connotaciones culturales del influjo de lo telúrico del desierto, las áreas verdes y de otros espacios de ficcionalización del dolor, desamparo y precariedad ontológica en primer término del “autor textual”, y, en segundo término, de todo un país fisurado por la dictadura militar.

La interpretación del texto como gesto político es avalada por un corpus considerable de segmentos que refieren a la fragilidad humana ante la imposición de la autoridad, a la locura, autoflagelación e insanidad resultante de las formas de control social (tortura, asesinato, segregación), la coerción institucional, la explicitación de la militancia, entre otras manifestaciones, donde el riesgo concreto y la amenaza que constituye el sujeto ante sí es el límite que cubre el manifiesto. El profesor Rodrigo Cánovas ha indicado que estos caracteres corresponden a la dimensión ética de la obra en cuestión, introduciendo las categorías de texto como territorio y cuerpo social. Convendré en no explorar dichas categorías ni caracterizar el imaginario poético de la producción de un texto cuyas connotaciones soterradas provienen del dolor, algo que ya ha hecho Cánovas con una mayor lucidez que la que habría de encontrarse en quien escribe. Diré solamente que estas connotaciones se encuentran fragmentadas en una lucha interna de los “sujetos de la enunciación” por entrever el paraíso desde el Purgatorio, fisura carnal en la mejilla de la poesía chilena.

Chillán, 21 de Septiembre de 2005.

 

Purgatorio de Raúl Zurita en Memoria Chilena: (Archivo pdf 6.5 MB)

 
 

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Arnaldo Enrique Donoso. Relectura en el 2005 del Purgatorio de 1979.
[Raúl Zurita, o el atentado terrestre.]
Chillán, 21 de septiembre de 2005.