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El eco de la montaña retumba
(AUMEN: A UN PASO DEL CINCUENTENARIO)

Por Sergio Mansilla Torres
Universidad Austral de Chile
Publicado en EL INSULAR, 14 y 21 de mayo de 2024

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Un día de abril de 1975, siendo yo entonces estudiante de Cuarto Medio recién llegado al Liceo de Castro (venía yo del Liceo Ramón Freire de Achao), Carlos Trujillo me invitó a asistir a las reuniones de un taller literario en formación. No asistí a la primera reunión sino a la segunda, y ahí me vi por primera vez a otro profesor que sería uno de los pilares fundacionales del taller que más tarde se llamaría "Aumen": Renato Cárdenas Álvarez, cuya trayectoria como escritor y muy principalmente como investigador es de todos nosotros conocida. A fines de abril de 1975 el taller ya era una realidad: Carlos Trujillo, Renato Cárdenas, Clara Andrade, Juan Gutiérrez, Elba Andrade son los profesores que estuvieron en las primerísimas sesiones del "Aumen". Y los estudiantes Ernesto Bórquez, Roguer Cárcamo, Patricio Carvajal, Miguel Gallardo, Erwin Jorquera, Sergio Mansilla, José Muñoz, Luis Horacio Rojas, Sergio Rubén Colivoro y Manuel Hirohíto Vásquez, estos dos últimos del Instituto Politécnico de entonces, fuimos quienes primero nos aventuramos en el escurridizo territorio de la literatura en el mismísimo Liceo de Castro y apenas a dos años de distancia de ese 1973 de triste memoria. No creo que sea aquí el momento de detenerse en una detallada historia del taller, en parte porque yo mismo carezco de los datos que permitan hacerme una idea exacta del proceso de evolución en los 10 o 12 años siguientes, en parte también porque este trabajo de algún modo ya está hecho por el propio Carlos Trujillo. Hace ya algunos años en la revista Cultura de y desde Chiloé Trujillo publicó precisamente un trabajo en el que traza un panorama de "Aumen" desde 1975 a 1985 aproximadamente, con información de primera mano. Contamos también con un trabajo de la profesora norteamericana Zelda Irene Brook quien acaba de editar el libro Carlos Trujillo: un poeta del sur de Sudamérica (Maryland: Scripta Humanistica, 1992), donde se deja en claro que la trayectoria literaria de Trujillo en Chile va íntima e inevitablemente asociada con la trayectoria del "Aumen" en tanto taller semillero de escritores. Pero, sin duda, uno de los documentos históricos y estéticos más relevantes del "Aumen" como grupo lo constituye la monumental antología del taller que abarca a personas y poemas desde 1975 hasta prácticamente 1990, antología que lamentablemente, por problemas financieros, permanece inédita desde 1986, año en que se terminó de elaborar la primera versión (posteriormente se han agregado nombres de nuevos poetas de la última etapa del taller). Espero que esta situación pueda remediarse a la brevedad, pues, de hecho, constituye la muestra colectiva más contundente del potencial poético de los jóvenes y ya no tan jóvenes escritores que alguna vez asistieron con cierta sistematicidad a las sesiones del taller, sea en el Liceo, en el Politécnico o en la casa particular de Carlos en calle O'Higgins en esos años cuando la estulticia, la estrechez de miras, la miseria mental de la dictadura, dejó sin trabajo a varios de los mejores elementos de la educación castreña, Carlos Trujillo entre ellos.

 

Sergio Mansilla Torres

 

Permítaseme también traer a estas palabras la figura de nuestro amigo Renato Cárdenas. Circunstancias, razones y motivaciones que no es el caso analizar aquí, irrelevantes en todo caso a la hora de fijar la mirada en lo que ha venido a surgir de todo esto, hicieron que a fines de la década de 1970 Renato se distanciara de las actividades estrictamente propias de taller del "Aumen", generándose a veces duras polémicas entre Carlos y Renato en las que el componente político contingente del momento jugaba un papel esencial en los desacuerdos. Yo mismo, en más de una oportunidad, fui testigo de las discusiones. Viéndolo con los ojos de hoy día, pienso que simplemente no pudo ser de otra manera dado el efecto dislocante que la dictadura ejerció en todos nosotros que vivimos con mayor o menor intensidad ese período. Creo que a la postre, las discusiones, las desavenencias, contribuyeron, y no de un modo tangencial, a crear una conciencia lúcida sobre el sentido del quehacer literario y cultural en Chiloé. Este homenaje a "Aumen" es, de uno u otro modo, resultado de esta dialéctica. Conocido es el hecho de que Renato, más que por los caminos de la creación literaria propiamente tal, avanzó por los de la investigación etnocultural, por los de la animación político-cultural principalmente a través de lo que alguna vez fueron los talleres culturales; trabajo de la más alta importancia y necesidad en el mejor sentido de estas palabras. Quiero aquí enfatizar el hecho de que no hay ni puede haber un proceso cultural —y el "Aumen" más que un taller literario ha sido, en efecto, un proceso cultural— que no tenga fisuras, contradicciones, que no tenga las asperezas naturales que se producen cuando se trabaja con las palabras, con las ideas, con la movilización de lo simbólico como categoría de intelegibilización y construcción de lo real. No puede haber, en suma, proceso cultural que no sea, en su constitución misma, un proceso contradictorio, pero justamente por eso mismo llega a ser una forma de hacer y de ser historia.

Muchos de los poetas que alguna vez estuvieron en "Aumen" hoy día ya no escriben o, si lo hacen, mantienen su escritura dentro de un ámbito estrictamente privado. Vaya también para ellos un reconocimiento, porque la poesía y la literatura en general, en un sentido amplio, no es sólo escritura, aun cuando la escritura y su difusión sea la condición necesaria. La literatura, concebida sociológicamente, es un proceso que involucra a los escritores y a quienes no lo son, y más todavía a quienes alguna vez sí incursionaron en la creación y ahora guardan un silencio bullicioso con la palabra. Si bien no todos quienes alguna vez fueron de "Aumen" han continuado hasta ahora escribiendo de un modo sistemático y trabajando en función de ganarse un espacio en la institución literaria chilena y aun fuera de las fronteras de nuestro país, todos ellos sí han quedado marcados por la formación recibida; lo que en definitiva implica asumir una posición de respeto y cariño hacia el trabajo literario y cultural, lo que a su vez se irradia a otros produciendo un efecto acumulativo que deviene, en última instancia, la construcción de una tradición. De otro modo no se explicaría el otorgamiento de este Premio de Extensión Cultural al taller "Aumen": se trata, pues, de un reconocimiento no tanto a una institución o a personas sino más bien de la autoconsciencia de que hemos construido y estamos construyendo en, con y desde Chiloé una sólida tradición literaria como nunca antes se había visto. En tal sentido, este premio, que ojalá no sea el primero y el último, es signo de madurez de una sociedad, en este caso la sociedad local de Chiloé en general y de Castro en particular, que es capaz de percibirse a sí misma como contenedora de valores que merecen ser premiados y estimulados del modo más digno posible. Crear las condiciones para el crecimiento literario no es tarea sólo de quienes escribimos; lo es de todos, empezando por sus autoridades que, como lo indica el sentido etimológico de la palabra, son (o debieran ser) los 'autores' responsables de las decisiones sabias que legitiman un determinado quehacer y lo vuelven praxis beneficiosa para la comunidad. Notemos la cercanía entre la noción de autor en el sentido de hacedor de una obra artística o científica y autoridad en el sentido de hacedor / gestionador de la res pública en beneficio de la comunidad.

El premio otorgado a "Aumen" por la Ilustre Municipalidad de Castro es un muy buen indicio. Pero queda aún mucho por hacer. Por lo pronto la tarea inmediata es generar las condiciones, en toda la sociedad chilena, que permitan un (re)conocimiento masivo de los escritores e intelectuales nuestros, y no sólo (re)conocimiento por los departamentos de extensión cultural de las municipalidades o por las escuelas y departamentos universitarios o por los organismos gubernamentales que manejan los proyectos culturales y artísticos. Creo que ha llegado la hora de que nuestros trabajos comiencen a ser introducidos sistemática y orgánicamente en los planes de estudios en las escuelas, liceos y universidades. Hasta el momento, salvo excepciones, somos a lo más objeto de actividades extraprogramáticas, muy importantes por cierto pero insuficientes, situación que conspira seriamente contra la difusión de nuestros libros y revistas y el conocimiento de nuestra escritura por parte de los estudiantes de básica y media principalmente, niveles en los que se forma el grueso del contingente de lectores de literatura. Asimismo, no puede ser que los autores sigan autofinanciando las ediciones de sus propios libros y revistas con el agravante de la nula existencia de canales efectivos de distribución y comercialización de los libros que no sean los que los propios autores y sus amigos logran crear y a veces mantener con gran esfuerzo. El sistema de los proyectos culturales y artísticos ha venido a subsanar sólo muy parcialmente esta situación. Y digo "muy parcialmente" por varias razones: primero, porque los fondos son insuficientes; segundo, porque los criterios de selección de los proyectos no son siempre los mejores; tercero, y muy vinculado con lo anterior, porque las decisiones finales suelen estar informadas a veces por intereses de poder y por un centralismo distorsionador; cuarto, y es la razón de fondo, porque el sistema de proyectos es un mecanismo que se inscribe en la lógica de la oferta y la demanda y no en un sistema solidario no mercantilizado con la cultura y con aquellos extensos sectores de población que no tienen acceso a una educación de buena calidad. Lo anterior no invalida ni la honestidad personal con que trabajan los funcionarios encargados de hacer funcionar el sistema de proyectos ni el hecho de que efectivamente se han aprobado y realizado proyectos verdaderamente magníficos. Lo que no hay es una política global juiciosa de fomento y apoyo a la cultura y a la educación; sólo soluciones parciales muy bien intencionadas, sin duda, pero inevitablemente insuficientes.

Es bueno que se reconozca la labor del taller "Aumen"; celebro que así sea. Pero así también espero que la cultura no sea sólo entendida como mero suplemento de la vida institucional del país, sino el componente fundamental de la vida cotidiana, institucional y política en última instancia de la nación. Es bueno invitar a los escritores y pagarles pasajes, hotel, honorarios; pero es todavía mejor si sus libros se publican y se difunden y llegan a formar parte sustancial de la institución educativa. Resta un largo camino, por cierto. Y así "Caminamos la esperanza desde antes de nacer/ hasta después de después/ como un doloroso parto cada día distinto" (Trujillo, "territorio de la esperanza").

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Han pasado 30 años desde que escribí el texto anterior. Hoy nuestro amigo Renato Cárdenas ya no está con nosotros. La Antología Poética Aumen, por fin se publicó en 2001, más como testimonio de época a esas alturas, aunque sigue siendo, como diría Walter Benjamin, un "documento de cultura" que no podemos simplemente ignorar. Los buenos indicios de las autoridades locales que veía en 1993 en relación con el reconocimiento a la labor literaria y artística en general, a propósito del premio a "Aumen", se han desdibujado dramáticamente. Los intereses y las urgencias son otras y la "cultura" sigue siendo objeto de una atención periférica cuando no es ignorada sin más. Aunque quizás, después de tantos años, lo mejor sea no lamentarse en absoluto por estas cosas, y continuar con lo que sabemos hacer y amamos hasta el final de nuestros días sin preocuparnos de si somos visibles o invisibles ante la institucionalidad cultural o educacional. Con unos cuantos lectores, bastaría. En cierto modo, quizás lo mejor sea permanecer siempre en ese estado inicial de apego a la palabra mayor. Lo demás, si ocurre, bienvenido. Por supuesto que sería mejor que se publicaran las obras completas de Aristóteles España, por ejemplo; que las instituciones isleñas ligadas a la cultura contribuyeran decisivamente a visibilizar la obra de artistas y escritores chilotes en su debido mérito. "Lo que de veras amas no te será arrebatado", escribió Pound. Y tiene razón. Para muchos de nosotros, la literatura ha sido "un aire, un aire, un aire,/ ... / un aire nuevo,/ no para respirarlo,/ sino para vivirlo." Me apropio de las palabras de Gonzalo Rojas a quien, dicho sea de paso, conocí en casa de don Custodio Trujillo; palabras que expresan con precisión nuestra apuesta de vida por la literatura.

Quisiera concluir agradeciendo a tantos... a mis profesores del taller que estuvieron ahí en 1975 y de quienes aprendí a leer el mundo en clave de poesía. Con los años fui puliendo y complejizando este aprendizaje, pero el venero originario viene de ahí, de esas reuniones, lecturas, risas, escritos que comenzaron cuando éramos unos jovencitos perfectamente desconocidos. Vale la pena, creo, recordar las estremecedoras palabras de Enrique Lihn, a quien Tote España tan insistentemente recomendaba, y con toda razón, leer: "Ahora que quizás, en un año de calma, piense: / la poesía me sirvió para esto: / no pude ser feliz, ello me fue negado, / pero escribí".


Casablanca, Valdivia, mayo de 2024



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