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VIDA DE PUEBLO EN LA CIUDAD

Silvia Rodríguez B.
Poeta

Es alarmante. Es sorprendente. Es inconcebible tan poca tolerancia con el mundo actual en el que mal vivimos. Antes las riñas entre grupos (al menos en mi pueblo) eran los del Norte contra los del Sur. El pueblo era una calla larga y como es obvio todos se sabían la vida de todos. La lucha era quien demostraba algo mejor, en el fútbol, baile y nadie podía pololear con una persona del bando contrario porque ahí se armaba la grande. Las ramadas eran un punto de encuentro en común, el sitio donde algunos problemas se arreglaban a combo limpio, rara vez quedó un muerto, solo moretones o algún ojo en tinta que no importaba tanto si había limpiado el apellido o la honra de alguna mujer de la familia.

El pecado mayor era entrar a robar uva a las viñas de los hacendados Corvalán o ser amiga del sacristán y comer hostias con un poquito de vino sin bendecir. La señora Martita era una vieja de mierda que vivía pegada a la ventana, tenía la costumbre de decirle a mi mamá: "El otro día ví a su niña de la mano con un joven de la Población Victoria, ¿Estará pololeando". Por este comentario muchas veces fui castigada justa o injustamente. Porque la Señora Martita no mentía, una persona que va todos los domingos a misa no puede mentir. Aún así, nunca le quebramos los vidrios, ni fue apedreada.

Esta escueta radiografía corresponde a hechos verídicos de hace veinticinco años atrás. La vida de un pueblo no es lejana a la de una población inserta en una ciudad, como sea en cualquier lugar se forman grupos y existe el comentario, pero en veinticinco años los grupos se han convertido en sectas. Ahora hay góticos, punks, drags, fascistas, anti-fascista, neo-nazis, anti-nazis, y los anti-todo, ¿Cuál de ellos construirá realmente un mundo mejor?

Como ahora surgen tantos grupos podría emerger alguno original, por ejemplo, un "Clan Nazi Gay". Los sociólogos dicen que estas agrupaciones responden a una realidad marginal, o sea, están fuera de la sociedad. Existen muchas personas que están fuera del sistema porque su realidad no les permite acceder a una mejor calidad de vida, pero no por ello se andan golpeando, cobrando venganzas ni haciendo vendetas por las calles.

Dudo que los integrantes de estas sectas sean ignorantes, por el contrario, deben ser medianamente inteligentes y deben conocer muy bien la historia del grupo al cual pertenecen. Con la inteligencia que tienen como no se dan cuenta que son seres humanos, que el otro que piensa, viste y actúa diferente también es un ser humano, que tiene familia y si no la tiene, al menos tendrá alguien que lo llore. Arreglar las cosas matando al otro, porque es de raza diferente o porque piensa diferente, sería una cuestión fácil, si la solución pasara por el aniquilamiento no tendríamos sobre-población. Entonces yo debería matar al jefe que me echó de la pega, sin motivo alguno, los propietarios de las casas Chubi deberían matar a los jefes de la empresa constructora y también al Ministro de Hacienda, la gente que va de urgencia a un hospital, después de estar una hora esperando, debería matar a la enfermera y luego al doctor. El mendigo, el ermitaño deberían matar al culpable de su precaria situación, los poetas que no tenemos fama deberíamos matar a los famosos. En resumen los ofendidos deberían matar al que ofende.

Vivir no es fácil, ganarse el pan dignamente, forjarse un futuro en forma honrada no es fácil. En gran medida cada cual forja su propio destino, las circunstancias no siempre nos favorecen y existen personas que no tienen una oportunidad para surgir, algunas mujeres, hombres y travestis, probablemente no tuvieron otra opción más que el de prostituirse y no por ello habría que golpearlos o matarlos para formar una sociedad o raza pura. No se puede construir un país mejor, a base de homicidios, una víctima sólo da fuerza y poder, ya que su sangre, su gesto, su rostro, se apoderan de la mente del victimario ¿Cómo se puede vivir, dormir, ser feliz con odio y sangre en las manos?

Entonces, el día de mañana, cuando un integrante de estos grupos forme familia y tenga un hijo que piense, vista, actúe diferente y no acepte su ideología, tendría que hacerlo entender a puñetazos y patadas o matarlo. Mejorar la sociedad pasa primero por la familia, aquí está la base de cada individuo, los cimientos éticos y morales, la guía espiritual que nos servirá de escudo para defendernos de influencias negativas porque nuestros valores son como una marca traída desde el nacimiento.

Con la ley de la calle que existe ahora, la señora Martita tendría los vidrios rotos o habría amanecido muerta una mañana de domingo. Todo pasado fue mejor, en este contexto es verdad, el movimiento Hippie fue mejor, pura paz y amor, todos con flores fumando marihuana, haciendo productivo el ocio en su máxima expresión, viviendo en comunidad donde la comida se repartía igual para todos. Al pasar de los años, el cintillo de los varones se cambió por corbata y las túnicas de las damas en traje de dos piezas. No aceptaban el sistema, pero la vida da muchas vueltas, al final hay que bajar las manos con dignidad y resistir en la trinchera de los valores que hemos defendido, siendo honestos, tratando de ser justos y sinceros, respetándonos a nosotros mismos y también al otro. Defender una causa es bueno, siempre y cuando no perjudique a nadie, así fue la revolución pingüinense, probablemente aún no consiguen ni la mitad de lo que pidieron pero los estudiantes hicieron que este país se detuviera, y estremecieron a los Ministros que tienen la costumbre de decir que todo está bajo control, aunque el piño de ovejas ande perdido.

En esta vida no existe una verdad absoluta, cada ser tiene su propia verdad, sólo existe un orden social regido por la señora Religión o el señor Estado, una justicia ya sea divina o terrenal, pero justicia a la cual debemos responder. Aunque alguien se pinte la cara o el pelo de verde, ande rapado, con ropas negras, o sea punk, gótico, nazi, neo nazi, anti-todo, o pertenezca al Club de Tobi, al de la Pequeña Lulú, o sea amigo de Mafalda, al igual debe respetar y regirse por el orden social establecido. Realmente uno puede hacer lo que quiere en este mundo, pero sin molestar a nadie y por supuesto sin dar motivo a los Carabineros para que nos busquen y nos lleven preso. Eso es todo.

 
 

 

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