| POEMAS DEL PAÍS DE NUNCA JAMÁSColección El Viento en la 
            llama, dirigida por
 Armando Menedín
 Imprenta Arancibia 
            Hnos.
 Santiago de Chile, 1963
 
 UN DESCONOCIDO SILBA EN EL BOSQUE
 Un desconocido 
            silba en el bosque.Los patios se llenan de niebla.
 El padre 
            lee un cuento de hadas
 y el hermano muerto escucha tras la 
            puerta.
 
 Se apaga en la ventana
 la bujía que nos señalaba 
            el camino.
 No hallábamos la hora de volver a casa,
 pero nos 
            detenemos sin saber donde ir
 cuando un desconocido silba en el 
            bosque.
 
 Detrás de nuestros párpados surge el 
            invierno
 trayendo una nieve que no es de este mundo
 y que 
            borra nuestras huellas y las huellas del sol
 cuando un 
            desconocido silba en el bosque.
 
 Debíamos decir que ya no nos 
            esperen,
 pero hemos cambiado de lenguaje
 y nadie podrá 
            comprender a los que oímos
 a un desconocido silbar en el 
            bosque.
 
   JUEGOS
 
 A 
            Sebastián y Carolina............. Los 
            niños juegan en sillas diminutas,los grandes no tienen nada con 
            qué jugar.
 Los grandes dicen a los niños
  que se debe hablar en voz baja.
 Los grandes están 
            de pie
 junto a la luz ruinosa de la tarde.
 Los 
            niños reciben de la nochelos cuentos que llegan
 como un 
            tropel de terneros manchados,
 mientras los grandes repiten
 que 
            se debe hablar en voz baja.
 
 Los niños se esconden
 bajo la 
            escalera de caracol
 contando sus historias incontables
 como 
            mazorcas asoleándose en los techos
 y para los grandes sólo llega 
            el silencio
 vacío como un muro que ya no recorren 
            sombras.
 
   LOS DOMINIOS 
            PERDIDOS A 
            Alain-Fournier ..........  Estrellas rojas 
            y blancas nacían de tus manos.Era en 189... en la Chapelle 
            d'Anguillon,
 eran las estrellas eternas
 del cielo de la 
            adolescencia.
 En la noche apagaste las lámparas
 para que 
            halláramos los caminos perdidos
 que nos llevan hacia un laúd roto 
            y trajes de otra época,
 hacia una caballeriza ruinosa y un 
            granero de fiesta
 en donde se reúnen muchachas y ancianas que lo 
            perdonan todo.
 Pues lo que 
            importa no es la luz que encendemos día a día,sino la que alguna 
            vez apagamos
 para guardar la memoria secreta de la luz.
 Lo que 
            importa no es la casa de todos los días
 sino aquella oculta en un 
            recodo de los sueños.
 Lo que importa no es el carruaje
 sino 
            sus huellas descubiertas por azar en el barro.
 Lo que importa no 
            es la lluvia
 sino sus recuerdos tras los ventanales del pleno 
            verano.
 
 Te encontramos en la última calle de una aldea 
            sureña.
 Eras un vagabundo de barba crecida con una niña en 
            brazos,
 era tu sombra —la sombra del desaparecido en 
            1914-
 que 
            se detenía a mirar a los niños jugar a los bandidos,
 o perseguir 
            gansos bajo una desganada llovizna,
 o ayudar a sus madres a 
            desvainar arvejas
 mientras las nubes pasaban como una 
            desconocida,
 la única que de verdad nos hubiese amado.
 Anochece.Y 
            al tañido de una campana llamando a la fiesta
 se rompe la dura 
            corteza de las apariencias.
 Aparecen la casa vigilada por 
            glicinas, una muchacha
 leyendo en la glorieta bajo el piar de 
            gorriones,
 el ruido de las ruedas de un barco lejano.
 La realidad 
            secreta brillaba como un fruto maduro.Empezaron a encender las 
            luces del pueblo.
 Los niños entraron a sus casas. Oímos el 
            silbido del
 titiritero que te llamaba.
 Tú desapareciste 
            diciéndonos: "No hay casa, ni
 padres, ni amor: sólo hay 
            compañeros de juego".
 Y apagaste todas las luces
 para que 
            encendiéramos
 para siempre las estrellas de la 
            adolescencia
 que nacieron de tus manos en un atardecer de 
            mil
 ochocientos
 noventa y tantos.
 
   EN LA SECRETA CASA DE LA 
            NOCHE Cuando ella y yo 
            nos ocultamosen la secreta casa de la noche
 a la hora en que 
            los pescadores furtivos
 reparan sus redes tras los 
            matorrales,
 aunque todas las estrellas cayeran
 yo no tendría 
            ningún deseo que pedirles.
 Y no importa que 
            el viento olvide mi nombrey pase dando gritos burlones
 como 
            un campesino ebrio que vuelve de la feria,
 porque ella y yo 
            estamos ocultos
 en la secreta casa de la noche.
 Ella pasea por 
            mi cuartocomo la sombra desnuda
 de los manzanos en el 
            muro,
 y su cuerpo se enciende como un árbol de pascua
 para una 
            fiesta de ángeles perdidos.
 El temporal del 
            último trenpasa remeciendo las casas de madera.
 Las madres 
            cierran todas las puertas
 y los pescadores furtivos van a 
            repletar sus redes
 mientras ella y yo nos ocultamos
 en la casa 
            secreta de la noche.
 
   CARTA DE LLUVIA Si atraviesas 
            las estacionesconservando en tus manos
 la lluvia de la 
            infancia que debimos compartir
 nos reuniremos en el 
            lugar
 donde los sueños corren jubilosos
 como ovejas liberadas 
            del corral
 y en donde brillará sobre nosotros
 la estrella que 
            nos fuera prometida.
 ... Pero ahora te envío esta carta de lluvia... que te lleva un jinete de lluvia
 ... por caminos acostumbrados a la 
            lluvia.
 Ruega por mí, 
            reloj,en estas horas monótonas como ronroneos de gatos.
 He 
            vuelto al lugar que hace renacer
 La ceniza de los fantasmas que 
            odio.
 Alguna vez salí al patio
 a decirle a los conejos
 que 
            el amor había muerto.
 Aquí no debo recordar a nadie.
 Aquí debo 
            olvidar los aromos
 porque la mano que cortó aromos
 ahora cava 
            una fosa.
 El pasto ha 
            crecido demasiado.En el techo de la casa vecina
 se pudre una 
            pelota de trapo
 dejada por un niño muerto.
 Entre las tablas 
            del cerco
 me vienen a mirar rostros que creía olvidados.
 Mi 
            amigo espera en vano que en el río
 centellee su buena 
            estrella.
 Tú, como en mis 
            sueños vienesatravesando las estaciones,
 con las lluvias de 
            la infancia
 en tus manos hechas cántaro.
 En el invierno nos 
            reunirá el fuego
 que encenderemos juntos.
 Nuestros cuerpos 
            harán las noches tibias
 como el aliento de los bueyes
 y al 
            despertar veré que el pan sobre la mesa
 tiene un resplandor más 
            grande que el de los planetas enemigos
 cuando lo partan tus manos 
            de adolescente.
 ... 
            Pero ahora te envío una carta de lluvia... que te lleva un jinete de lluvia
 ... por caminos acostumbrados a la 
            lluvia.
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