Jorge Teillier

 
 

 

 

PARA UN PUEBLO FANTASMA
Ediciones Universitarias de Valparaíso
Editorial Cruz del Sur
Valparaíso, Chile, 1978


NOTAS SOBRE EL ÚLTIMO VIAJE DEL AUTOR
A SU PUEBLO NATAL

A Stefan Baciu en Hawaii,
y a Vasile Igna, mi primo desconocido,
en Cluj, Transilvania


En el pueblo
donde algunos me conocen
como el poeta cuyo nombre suele aparecer en los diarios,
paseo por la Calle Comercio
que ahora se llama Avenida Bernardo 0'Higgins
(Como en Santiago).
He comulgado con la tierra.
Voy a la Sidrería
Allí están los parroquianos de siempre
y me saludan mis viejos compañeros de curso
que sueñan con ser alcaldes o regidores o comprarse una citroneta.
Ha cerrado el cine.
Aún quedan affiches que anuncian películas de sepia.
A lo largo de los cercos
las ortigas siguen hablando con su indestructible lenguaje.
En el techo de mi casa se reúne el congreso de los gorriones.
Pienso por primera vez
que no pertenezco a ninguna parte,
que ninguna parte me pertenece.

2

El viento trae olor a terneros mojados.

3

Kilómetro 662 a las cuatro de la tarde.
En la calle Comercio los turcos y los españoles bostezan tras los mostradores.
No hay un alma en la calle a la hora de la siesta
horadada sólo por el cuerno primitivo del vendedor de helados.
En las afueras los campesinos esperan las micros rurales.
Tal vez me vaya a otro pueblo
cuyo destino voy a leer en la palma de sus calles.

4

Hay praderas manchadas de vacas y girasoles.
De las cosas que puedan consolarme cuando vuelva a la ciudad enferma de smog.
Viajaré en vagones de segunda atestados como los de las novelas sobre la Revolución Rusa.
He visto las ventanas ciegas del Molino.
Con su arruinado dueño he tomado un trago en cualquier cantina
Paso la tarde sin darme el trabajo de llegar ni siquiera al fondo del patio de la casa paterna.

5

El único hojalatero que quedaba en el pueblo
fue a buscar trabajo a Lonquimay.
No ganó mucha plata pero contempló la Cordillera.
El no tiene Leica ni Kodak
así que se dedicó a dibujarla
para que sus nueve hijos la conocieran de verdad.

6

A los mapuches les gustan las canciones mexicanas del Wurlitzer de la única Fuente de Soda.
Las escuchan sentados en la cuneta de la Calle Principal.
Van a la vendimia en Argentina y vuelven con terno azul y transistores.
Ha llegado la TV.
Los niños ya no juegan en las calles.
Sin hacer ruido se sientan en el living para ver a
Batman o películas del Far West.
Mis amigos están horas y horas frente a la pantalla.

Tengo ganas de que lleguen los Ovnis.

7

Me cuesta creer en la magia de los versos.
Leo novelas policiales,
revistas deportivas, cuentos de terror.
Sólo soy un empleado público como consta en mi carnet de identidad.
Sólo tengo deudas y despertares de resaca donde hace daño hasta el ruido del alka
seltzer al caer al vaso de agua.
En la casa de la ciudad no he pagado la luz ni el agua.
Sigo refugiado en los mesones,
mirando los letreros que dicen "No se fía".
Mi futuro es una cuenta por pagar.

8

Si el futuro pudiera extenderse pulcramente
como mi madre extiende las sábanas de mi cama.
Miro la ropa puesta a secar en el patio.
Han entrado ladrones de gallinas a la casa del frente.
Voy a la plaza a leer el diario con noticias más añejas que las de San Pablo.

9

Solitario donde nunca he estado solitario
camino hasta el abandonado velódromo de tierra
donde no aparece ni el fantasma del Campeonato de Ciclismo de Chile del año 30.
Hay caballos pastando en lo que fue cancha de fútbol.
Todos se interesan sólo por ir a ver los partidos profesionales a la Capital de Provincia
mientras yo pienso mordisquear una brizna de brezo.

10

Trasnochador empedernido
contemplo la luna igual a la de 1945
enrojecida por la erupción del Llaima.
La misma que miraba desde la buhardilla
mientras leía como ahora "Los miserables" y el Almanaque Hachette.

11

Acuérdate que te recuerdo.
Si no te acuerdas no importa mucho.
Siempre te veré caminando sobre los rieles
o buscando el durazno más maduro de la quinta.

12

Ya pasó el Rápido a Puerto Montt
que antes se llamaba el Flecha del Sur.
Voy de la estación al puente
cuyos faroles dicen "Fundición Dickinson, 1918".
Ya no existe esa fundición
ni ninguna fundición.
Confío mi memoria al río Cautín y a la Capilla de Guacolda.
Afirmado en las barandas del puente
miro el cielo del verano que apenas sujetan los
clavos de plata de las estrellas.

13

Hemos llegado a esta aldea en un Pontiac 40
por caminos que jamás serán pavimentados.
Espantamos cerdos y gallinas.
Los niños se asoman asombrados.
En el negocio clandestino
pedimos un pipeño y hablamos con el dueño
y con un tractorista que nos asegura que Hitler está vivo
y con dos recién llegados que nos convidan charqui de pescado:
son un estibador de Talcahuano y su compadre mapuche que lo trae al anca.
Todos bebimos en la misma medida
y volvimos como nuestros antepasados
ebrios al pueblo que un día nos rechazará.

14

Día domingo de salida de misa.
Las niñas se pasean con la moda recién llegada de Santiago
acompañadas por la banda del Regimiento que toca cumbias.
Los dueños de casa compran las primeras sandías
y los diarios con las noticias frescas de los últimos crímenes.
Camino por las últimas calles de este lugar de bomberos, rotarios, carabineros, jubilados,
tinterillos y profesores primarios,
allí los puñales del sol entran por las costillas de los pobres cercos de madera.
Siento los estertores de las postreras carretas y locomotoras a vapor.
Busco la paz tendiéndome en la pradera condecorada por los girasoles
contemplando el glorioso oleaje del trigo
y los viajes infinitos de las nubes que van a llorar por nosotros.

 


ESTAS PALABRAS


Estas palabras quieren ser
un puñado de cerezas,
un susurro -¿para quién?-
entre una y otra oscuridad.

Sí, un puñado de cerezas,
un susurro -¿para quién?-
entre una y otra oscuridad.

 


BAJO EL CIELO NACIDO TRAS LA LLUVIA


Bajo el cielo nacido tras la lluvia
escucho un leve deslizarse de remos en el agua,
mientras pienso que la felicidad
no es sino un leve deslizarse de remos en el agua.
O quizás no sea sino la luz de un pequeño barco,
esa luz que aparece y desaparece
en el oscuro oleaje de los años
lentos como una cena tras un entierro.

O la luz de una casa hallada tras la colina
cuando ya creíamos que no quedaba sino andar y andar.

O el espacio del silencio
entre mi voz y la voz de alguien
revelándome el verdadero nombre de las cosas
con sólo nombrarlas: "álamos", "tejados".
La distancia entre el tintineo del cencerro
en el cuello de la oveja al amanecer
y el ruido de una puerta cerrándose tras una fiesta.
El espacio entre el grito del ave herida en el pantano,
y las alas plegadas de una mariposa
sobre la cumbre de la loma barrida por el viento.

Eso fue la felicidad:
dibujar en la escarcha figuras sin sentido
sabiendo que no durarían nada,
cortar una rama de pino
para escribir un instante nuestro nombre en la tierra húmeda,
atrapar una plumilla de cardo
para detener la huída de toda una estación.

Así era la felicidad:
breve como el sueño del aromo derribado,
o el baile de la solterona loca frente al espejo roto.
Pero no importa que los días felices sean breves
como el viaje de la estrella desprendida del cielo,
pues siempre podremos reunir sus recuerdos,
así como el niño castigado en el patio
encuentra guijarros para formar brillantes ejércitos.
Pues siempre podremos estar en un día que no ayer ni mañana,
mirando el cielo nacid tras la lluvia
y escuchando a lo lejos
un leve deslizarse de remos en el agua.

 

PEQUEÑA CONFESIÓN

En memoria de Serguéi Esenin ..........

Sí, es cierto, gasté mis codos en todos los mesones.
Me amaron las doncellas y preferí a las putas.
Tal vez nunca debiera haber dejado
El país de techos de zinc y cercos de madera.

En medio del camino de la vida
Vago por las afueras del pueblo
Y ni siquiera aquí se oyen las carretas
Cuya música he amado desde niño.

Desperté con ganas de hacer un testamento
-ese deseo que le viene a todo el mundo-
Pero preferí mirar una pistola
La única amiga que no nos abandona.

Todo lo que se diga de mí es verdadero
Y la verdad es que no me importa mucho.
Me importa soñar con caminos de barro
Y gastar mis codos en todos los mesones.

"Es mejor morir de vino que de tedio"
Sin pensar que pueda haber nuevas cosechas.
Da lo mismo que las amadas vayan de mano en mano
Cuando se gastan los codos en todos los mesones.

Tal vez nunca debí salir del pueblo
Donde cualquiera puede ser mi amigo.
Donde crecen mis iniciales grabadas
En el árbol de la tumba de mi hermana.

El aire de la mañana es siempre nuevo
Y lo saludo como a un viejo conocido,
Pero aunque sea un boxeador golpeado
Voy a dar mis últimas peleas.

Y con el orgullo de siempre
Digo que las amadas pueden ir de mano en mano
Pues siempre fue mío el primer vino que ofrecieron
Y yo gasto mis codos en todos los mesones.

Como de costumbre volveré a la ciudad
Escuchando un perdido rechinar de carretas
Y soñaré techos de zinc y cercos de madera
Mientras gasto mis codos en todos los mesones.

 


 

 

 
 

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