Jaime Valdivieso

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Un Paralelismo Angustioso


Chéjov y Su Epoca



Un estudio de Chéjov de la profesora de Historia Olga Uliánova arroja luces sobre las condiciones en que se desenvolvío la creación literaria del autor ruso.
por Jaime Valdivieso

 

Afortunadamente desde hace algunas décadas la crítica literaria ha vuelto a un cauce de mayor inteligibilidad y de mayor significado para el lector común. Desde la nueva crítica rusa y norteamericana, pasando por el estructuralismo kayseriano, la estilística, la concepción "grado cero" de la escritura de Roland Bhartes y del neo-marxismo Golmaniano, hemos vuelto a la idea de una literatura cada día más cercada por el contexto histórico y a la visión de un arte verbal ligado a nuestro destino y al destino del hombre y de la sociedad en esta tierra.

Esta visión sin duda más atractiva e integradora que va del texto a la historia y descubre en el texto múltiples sentidos, mitos y símbolos es lo que ha hecho la profesora de Historia, Olga Uliánova en su estudio sobre Chéjov. Un Chéjov desconocido, seguido de la obra inédito en castellano y primera del dramaturgo y cuentista ruso, "Platonov o la pieza sin nombre", libro publicado por la Editorial de la Universidad Andrés Bello y Editorial RIL.

Comienza la autora aclarando lo que se entiende en su país por la intelligentsia rusa y el papel que ha desempeñado en los últimos doscientos años, y su importante relación con la historia de la literatura rusa:
"La historia de la intelligentsia está estrechamente ligada a la historia de la literatura rusa. De hecho, en ausencia de otro espacio de debate público, la literatura, especialmente la narrativa y la crítica literaria, ha sido por excelencia el escenario de la reflexión, no solamente existencial, sino también social y filosófica de los escritores ilustrados de la sociedad rusa. A partir de la segunda mitad del siglo pasado, gran parte de los literatos se identifican con la cosmovisión de la intelligentsia, mientras el resto mantiene el diálogo constante con sus postulados".

Y más adelante describe lo que no sólo en el público ruso sino en el público en general y no exclusivamente en las elites académicas es el mayor motivo de atracción: lo que nos dice una obra sobre nosotros mismos y de la vida en general:
"El público lector ruso busca no sólo y no tanto el deleite estético, sino las respuestas o las claves para responder a los "problemas malditos" de la vida de cada uno y de la vida en general, en las páginas de sus autores favoritos".

Sin embargo y, por sobre todas las circunstancias, lo que hace a este estudio especialmente atractivo e inquietante es el paralelismo de la época de cambios que vivió Chéjov y la sociedad rusa, con lo que ocurre hoy en nuestro país y por extensión (globalización mediante), en todo el mundo: la pérdida de valores que sustentaron el alma y la sociedad durante largo tiempo por otros que aún no cuajan enteramente, todo lo cual vuelve la vida inestable, problemática y atravesada por una película pertinaz de melancolía, pues aquellos valores que se perdieron, han sido velozmente reemplazados por unos nuevos que nos parecen más bien desvalores por su carencia de todo sentido y su incapacidad de motivarnos.

Las poco más de cuatro décadas en que vivió Antón Pávlovich Chéjov, 1860-1904, fueron de enorme importancia para la historia de Rusia: la transformación de una sociedad agraria basada en la servidumbre, a una proletarizada e industrial, en un ritmo acelerado que producía a la vez euforia y desorientación.

Pero el ingrediente de entusiasmo dura poco. En 1881 asesinan a Alejandro II, y todo cambia. Comienza una época sombría, la persecución contra la actividad literaria y el libre pensamiento. La literatura pasó a ser la única tribuna de la conciencia pública. A esta época la intelligentsia la llamó entretiempo, cuando lo viejo ha desaparecido y lo nuevo aún no surge. Es la época de los artistas crepusculares como Chéjov, Levitán y Chaikovski. Los títulos del primero hablan por sí solos: En Crepúsculos, Gente sombría.. El mismo lo llama "tiempo enfermo". Son los hombres de este entretiempo que encontramos en las páginas de Chéjov, aunque él mismo no era así y no le gustaba que lo identificaran con sus personajes.

Una de las preocupaciones fundamentales del dramaturgo y que tiene que ver con la idea del progreso y la modernización de la sociedad es el futuro, concepto que en él difiere del de Tolstoi y Dostoievski y donde en un largo plazo la humanidad conocerá al verdadero Dios, sin necesidad de acudir a las posturas redentoras de Dostoievski. Este elemento religioso ajeno a dogmas, a consignas y sermones que obliga a una reflexión individual es consonante con esta época, observa la autora, caracterizada como post-guerra-fría, postindustrial, post-moderna post todo.

Se destaca en este ensayo igualmente el origen social de Chéjov, otro dato antes poco relevante en las críticas académicas y eruditas, que ilumina no sólo los temas y las características linguísticas sino las obsesiones, la tensión u objetividad de la materia verbal, los flujos y reflujos del alma de los personajes, sus sueños, frustaciones, furias y esperanzas que se vuelven los de toda la humanidad. No es circunstancia prescindible que Kafka, por ejemplo, haya sido hijo de un abogado que ejerció un insano autoritarismo sobre su vástago enfermizo, sensitivo y genial.

Chéjov nace el 17 de enero de 1860. Era nieto de siervos. En una carta a A. Suvorin en 1894 le dice: "En mis venas corre sangre de muszhik y no se me puede asombrar con las bondades campesinas. Desde la infancia creí en el progreso y no podía no creer, ya que la diferencia entre el tiempo cuando me azotaban y cuando dejaron de azotarme era tremenda".

Luego, en su adolescencia, es necesario destacar la importancia que tuvo el Quijote de Cervantes. De él toma el tema de la pasión por la lectura, de la "locura literaria", que se encuentra en varios de sus personajes; de él aprende el arte de la parodia y la importancia de la risa.

Sin embargo, no todo es risa en Chéjov ni menos en esos tiempos de crisis y de cambio de valores. "La conciencia dolorida de la intelligentsia rusa es el elemento clave del mundo de Chéjov, su función en la obra chejoviana es semejante al del destino-fatum en la tragedia griega", nos dice Uliánova. Y agrega algo muy peculiar que diferencia a este autor de los anteriores: "El conflicto de los personajes no es con sus enemigos personales, sino con su época y su conciencia".

Otra característica muy significativa que destaca la autora en la obra de Chéjov es el miedo como opuesto a la risa, sentimiento que por las condiciones de los que ejercían el poder brutal y la indefensión de los que eran objeto de él atraviesa a toda la sociedad y que él supo captar muy claramente: "En ninguna parte pesa tanto la autoridad como entre nosotros, los rusos, humillados por la esclavitud secular, temerosos de la libertad. Nosotros estamos fatigados del servilismo y la hipocresía".

Esto, de paso, muestra el papel social que se adjudica al escritor en Rusia: indagar, esclarecer lo que sucede en el alma de los hombres para así poder curarse de él; de esta manera se vuelven material de la escritura las lacras de las que nunca está exento el mismo autor. Esta es una característica al parecer de los países que no han cumplido el ciclo que desemboca en la modernización: tanto del espíritu como de la sociedad a que conduce la técnica y la ciencia. En América Latina ha sido así, desde la independencia, desde la primera novela, El Periquillo Sarniento, que bajo la influencia del liberalismo iluminista critica en Mexico las injusticias y el poder abusivo de unos pocos, hasta la crítica de la mayoría de las grandes novelas hispanoamericanas de la hora actual( léase La fiesta del Chivo de Vargas Llosa).

Finalmente la autora concluye con un análisis de la obra más emblemática del teatro de Chéjov, El jardín de los cerezos, donde el jardín viene a ser el espacio mítico donde se llora, se guarda silencio, se expresa la frustación o la ira de una sociedad que ha perdido sus valores, que ha cambiado su rostro económico social y que ya no es la misma ni por fuera ni dentro de los hombres. ¿Será mera coincidencia el nombre de la novela de José Donoso "El jardín de al lado", que sirve de marco a un Chile que murió definitivamente después del golpe de 1973?


en Artes y Letras de El Mercurio
7 de enero de 2001




 

 


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