Blanca Varela
 
 



Poesía de Blanca Varela

 

Casa de cuervos

 

porque te alimenté con esta realidad
.............. mal cocida
por tantas y tan pobres flores del mal
por este absurdo vuelo a ras de pantano
ego te absolvo de mí
................laberinto hijo mío

no es tuya la culpa
ni mía
..............pobre pequeño mío
del que hice este impecable retrato
forzando la oscuridad del día
párpados de miel
................y la mejilla constelada
cerrada a cualquier roce
y la hermosísima distancia
de tu cuerpo
tu náusea es mía
la heredaste como heredan los peces
.................la asfixia
y el color de tus ojos
es también el color de mi ceguera
bajo el que sombras tejen
.................sombras y tentaciones
y es mía también la huella
de tu talón estrecho
................ de arcángel
apenas pasado en la entreabierta ventana
y nuestra
.................. para siempre
la música extranjera
de los cielos batientes
ahora leoncillo
................ encarnación de mi amor
juegas con mis huesos
y te ocultas entre tu belleza
ciego sordo irredento
................. casi saciado y libre
con tu sangre que ya no deja lugar
para nada ni nadie

aquí me tienes como siempre
dispuesta a la sorpresa
................ de tus pasos
a todas las primaveras que inventas
y destruyes
a tenderme .... nada infinita
............... sobre el mundo
hierba ceniza peste fuego
a lo que quieras por una mirada tuya
............... que ilumine mis restos
porque así es este amor
que nada comprende
..............y nada puede
bebes el filtro y te duermes
en ese abismo lleno de ti
música que no ves
.............colores dichos
largamente explicados al silencio
mezclados como se mezclan los sueños
hasta ese torpe gris
.............. que es despertar
en la gran palma de dios
calva vacía sin extremos
.............. y allí te encuentras
sola y perdida en tu alma
sin más obstáculo que tu cuerpo
sin más puerta que tu cuerpo
así este amor
uno solo y el mismo
.............. con tantos nombres
que a ninguno responde
y tú mirándome
como si no me conocieras
.............. marchándote
como se va la luz del mundo
sin promesas
................y otra vez este prado
este prado de negro fuego abandonado
otra vez esta casa vacía
que es mi cuerpo
a donde no has de volver

(1980)

 

Último poema de junio

 

Pienso en esa flor que se enciende en mi cuerpo. La
hermosa, la violenta flor del ridículo. Pétalo de carne [y ..................................[hueso. ¿Pétalos? ¿Flores?
..................................[Preciosismobienvestido,
..................................[muertodehambre, vaderretro.

Se trata simplemente de heridas congénitas y
..................................[felizmente mortales.

Luz alta. Bermellón súbito bajo el que despiertas
de pie, caminando a ninguna parte. Pies, absurdas
criaturas sin ojos. No se parecen sino a otros pies.
Y además estas manos y estos dientes, para mostrar-
los estúpidamente sin haber aprendido nada de ellos.

Y encima de todo y todas las cosas, sobre tu propia
cabeza, la aterciopelada corona del escarnio: un som-
brero de fiesta, inglés y alto, listo para saludar lo
invisible.

Rojos, divinos, celestes rojos de mi sangre y de mi
corazón. Siena, cadmio, magenta, púrpuras, carmi-
nes, cinabrios. Peligrosos, envenenados círculos de
fuego irreconciliable.

¿Adónde te conducen? ¿A la vida o a la muerte?
¿Al único sueño?
La flor de sangre sobre el sombrero de fiesta (inglés
y alto) es una falsa noticia.

Revelación. Soy tu hija, tu agónica niña, flamante
y negra como una aguja que atraviesa un collar de
ojos recién abiertos. Todos míos, todos ciegos, todos
creados en un abrir y cerrar de ojos.

El dolor es una maravillosa cerradura.

Arte negra: mirar sin ser visto a quien nos mira
mirar.

Arte blanca: cerrar los ojos y vernos.

Ver: cerrar los ojos.

Abrir los ojos: dormir.

Facilidades de la noche y de la palabra. Obscenidades
de la luz y del tiempo.

Y así, la flor que fue grande y violenta se deshoja y
el otoño es una torpe caricia que mutila el rostro
más amado.

Fuera, fuera ojos, nariz y boca. Y en polvo te con-
viertes y, a veces, en imprudente y oscuro recuerdo.

Dulce animal, tiernísima bestia que te repliegas en
el olvido para asaltarme siempre. Eres la esfinge
que finge, que sueña en voz alta, que me despierta.

(1993)

 

 

 
 
 

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