Si somos o 
              no universales,
no importa.
Afuera el río fluye, mudo y 
              silencioso
como las hojas de los árboles.
No tenemos más que 
              contemplarlo.
E ave que pasa es real,
el haz de luz que 
              llevas de una a otra ventana,
es real.
              Nosotros 
              somos reales.
Comienza el fin de siglo.
No hay preguntas por 
              hacer.
Sólo te gustaría oír: «escribes como el velero 
              que
...........viaja por el 
              río,
apenas movido por el viento».
Hemos vuelto del 
              Sur,
la luna y los prados
vienen ahora en una 
              postal.
Anochece,
puertas y ventanas se cierran
en las 
              casas de familiares.
Otra ciudad despierta a esa hora.
Si 
              entramos a esa realidad
las calles cambian de nombre.
Se 
              encienden luces para gatos y vagabundos.
Afuera el río fluye, 
              mudo y silencioso.
Tras la ventana,
crece un césped que 
              revela nuestra edad.