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Ideas Ruidosas

Alto Hospicio
2009

 




 

¿Canita Cartonera?
Ideas ruidosas 

Que maravilloso es que las cosas sucedan donde no se espera.

Canita Cartonera, un proyecto editorial que se desarrolla en el Centro Penitenciario de Alto Hospicio, un presidio de “alta tecnología”, se concreta y logra salir de celdas y módulos para instalarse en la calle, viajando con esa libertad sinónimo del arte; demostrando que la creación literaria no es privilegio de los círculos previsibles de los “escritores”.

Aquí se trata de textos vivos que hablan desde una experiencia que se consolida en imágenes poéticas terribles, visibles y potentes, surgidas de duras condiciones de soledad, angustia y espera. Escritura sin truculencias, no sólo tinta, sino un sujeto igual un texto.

Este es el resultado del trabajo comprometido de un grupo de personas, ya escritores, totalmente diverso expresándose en un ámbito de conversación maduro y tolerante.

Para todos quienes hemos participado es un orgullo ser parte de un esfuerzo inédito e inaugural en América Latina, la primera cartonera cuyos autores publicados son internos penitenciarios, esfuerzo que además es todo un ejemplo de acción para las instituciones, las personas, los “países” y el sistema, demostrando claramente y con peso de obra, que la situación legal o penal de un autor no guarda relación con la producción estética y el crecimiento intelectual, constituyendo también una señal de verdad, en el sentido de que el arte es un factor transparente, imborrable y significativo en los procesos efectivos de reinserción social. ¿Por qué sería más importante producir que crear?

Sin duda este primer paso, un gran paso, de Canita Cartonera, es la prueba de que la prisión que se impone al cuerpo, no logra anular la creatividad, la observación, ni el derecho a reflexionar y respirar; es decir, y que nos quede claro a todos, que los muros, la pausa, las rejas y las fronteras, no serán nunca capaces de imponer convenientes y correctos límites al espíritu libre y creativo.

Víctor Hugo Díaz
Iqq. Oct. 2009

 

 

 * * *

 

Agustín Araneda

 

“Las Horas”
Ilustración de Braulio Olguín 

 

La chica que nunca encontró

Con el tiempo en tu mente se va formando una imagen de cómo sería ella, su porte, su cuerpo, sus ojos, su pelo, todo; al final la imagen está completa y un día la ves entrar con paso airoso por la acristalada puerta giratoria del lobby del hotel donde estás sentado en un sillón tomando un café. Es alta, pasa del metro setenta y cinco con las altas botas que usa, es muy blanca con un ligero tono rosado, su pelo es color miel ondulado cayéndole sobre sus hombros, sus facciones son finas y distinguidas, sus ojos son de un azul intenso, es muy hermosa. Viste un largo abrigo de gamuza café oscuro, pantalones de franela muy apropiados para el frío otoño capitalino, blusa de seda color marfil con una larga chalina al tono con lunares negros.

Conversa con el recepcionista, su risa es fresca y cristalina, muestra mucha personalidad y esa desenvoltura propia de la alta burguesía y de niñas educadas en caros colegios particulares: Villa de María, la Mesonett, Tabancura, quién sabe.  De pronto da un rápido vistazo a su entorno y por un momento, sólo por un momento sus miradas se cruzan, pero tú estás paralizado y ella no repara en ti. ríe y abre los brazos, ha encontrado lo que buscaba, se dirige al botones y apoyó en su brazo una de sus cuidadas manos con largos dedos de pianista, el niño parece saltar y corre al ascensor. Ella vuelve a la recepción donde el empleado parece muy complacido. El niño regresa con un carrito portando un juego de maletas color marfil con guarniciones de cuero café. Se dirigen a la puerta giratoria y puedes ver el taxi de turismo azul diplomático estacionado, el chofer presuroso coge las valijas y las acomoda en la maletera que cierra con un sonido seco. Ella vuelve a la recepción y con un gesto encantador pone  su pelo tras las orejas mientras se inclina y firma el registro se despide del funcionario, da una propina al botones, se coloca unos guantes de cabritilla beige; antes de cruzar el umbral agita su mano hacia la recepción, baja los escalones y se sumerge en el vehiculo que la espera con la puerta que mantiene abierta el conductor, nunca podrás olvidar el ruido abombado al cerrarse. El taxi se separa lentamente del bordillo y con un rápido giro se sumerge en el tráfico de la Alameda. ¿Al aeropuerto? avisa. Tu brazo está agarrotado de tanto sostener la taza de café ya frío.

Han pasado casi 40 años y no la volviste a ver, alguna vez  te preguntaste qué decía el libro de registro del hotel o no lo querías saber. Aún te avergüenza cómo te miró la niña que detuviste a la entrada del metro sólo porque tenía el pelo castaño y ondulado o las explicaciones que tuviste que dar al joven esposo por tomar del brazo a su señora en una calle de Asunción, todavía te vuelves a mirar cuando escuchas una risa cristalina de mujer. Solo, en la quietud de la noche, recuerdas su esplendida  figura y cómo miró sin verte. Es la chica que el nunca encontró.

 

Una cierta sonrisa

Quédate  aquí y no molestes, tengo que salir- me dijo.
Sentí los cerrojos de la puerta de la pequeña bodega al fondo de la cocina llamada pomposamente “despensa”  donde se guardaban trastos viejos: cajas y botellas vacías, sillas desvencijadas, tablas, diarios y revistas ajadas, en fin, todos los desechos de un hogar.
Tiré del cordel que abría la alta claraboya para que entrara un poco de luz, se veía el cielo gris del invierno capitalino. Me senté en una pequeña silla de mimbre y me dispuse a esperar. De pronto apareció mi gato parado en el borde de la claraboya.
-Plomo- grité y de un salto estuvo en mis brazos, era de raza angora y casi tan grande como yo.
Fue y husmeó la puerta y me miró con sus grandes ojos felinos. -Sí, estamos encerrados- le dije.
Volvió a mis brazos y me ronroneo en el cuello como consolándome. Hacía mucho frío y nos acurrucamos para pasar la tarde, debo haberme quedado dormido cuando me sobresaltó sentir unos pasos que venían de la escalera que daba a nuestro piso.
-Aló, aló, hay alguien en casa- era la voz de mi padre que por alguna razón había llegado temprano.
-Aquí, aquí!- grité golpeando la puerta con un palo, sentí que se acercaba y corría los cerrojos abriendo la puerta.
 Se arrodilló para quedar a mi altura. -¿Pero qué haces encerrado, donde está tu mamá?
 -Tenía que hacer- Le expliqué.
 -Tomemos once- me dijo y me acarició el pelo con profunda tristeza.
Puse tazas, platos, saqué la mantequilla, el azúcar y el pan, mientras sacaba las cucharillas y mi padre
ponía la tetera sentimos que abrían la mampara y un taconeo en la entrada.
- Quédate tranquilo y no salgas – dijo y salió cerrando la puerta de la cocina.
El gato apareció de un salto de no sé donde, se había escondido porque no era santo de la devoción de mi padre. Se subió a la mesa de la cocina y nuestras caras quedaron muy juntas.
- Alguien lo está pasando muy mal allá afuera le murmuré al oído, entonces muy en lo profundo de sus ojos gatunos creí percibir una cierta sonrisa. 

 

Las horas

En la noche estoy tendido en mi cama
y espero

Los ruidos se han ido apagando de a poco
y espero

Escucho pasos en el pasillo, se detienen
Me siento observado, me quedo inmóvil
Finalmente el guardia reanuda su ronda
y espero

Las horas pasan lentas, pienso en ella
Ninguna tendrá tu piel
Ninguna tendrá tu aroma
Ninguna tendrá tu pelo
Porque todas ellas murieron
cuando crucé las rejas de la prisión
y espero

Tengo miedo del alba ya muy cercana
Es otro largo viaje del día hacia la noche
y espero

Espero el maldito sueño que no llega
y espero, espero, espero. 

 

La jauría

El concierto en el Parque Forestal había terminado, la gente se retiraba a sus casas, era casi  media noche. Un grupo de muchachos conversaban con dos chicas en el paradero, reían y se hacían bromas, el colectivo paró, una de las chica subió y la otra fue retenida violentamente por el grupo cuando el vehículo cerro sus puertas y se alejó, la niña fue llevada en andas al interior del parque casi en vilo mientras una mano cubría su boca.
-Déjenmela a mí- dijo al que le conocían por el “Conde” y le acertó un tremendo puñetazo en la mandíbula. La chica calló desmayada. Los muchachos se le fueron encima, le destrozaron la ropa y ya desnuda la violaron por turnos.
El más joven miraba despavorido y estaba paralizado por el terror.
-Ahora te toca a ti cabrito- le dijeron, pero él no se movió.
-Vámonos de aquí- decidieron y comenzaron a alejarse, entonces el “Conde” volvió sobre sus pasos y clavo profundamente su cortaplumas bajo el seno izquierdo de la desventurada.
A los pocos días el joven leyó en el diario que una niña había sido encontrada muerta, desnuda y violada. No había pistas y los vecinos dijeron que no vieron ni oyeron nada. Un almacenero declaró que “se lo andaban buscando, con las minifaldas que usan ahora”.
Como diría el poeta tras la paletada nadie dijo nada, ni el vecino Pedro, ni el vecino Pinto.
Nadie dijo nada, nadie dijo nada.

 

 * * *

 

Carlos Williams

 

 

“Libertad” 
Ilustración de  Alex Godoy

 

Sufrimiento marica

Pobre mariquita, mariquita tonta
La vida te farreaste de fiesta en fiesta
De hombre en hombre

Volaste alto cargada de ambiciones
y desde arriba todo lo que veías
te pareció pequeño e insignificante
que hasta te creíste invencible y
poderosa y te olvidaste de que existía
el tiempo  y que el cansancio algún
día te robaría el aliento mariquita vanidosa

La soberbia te fue encegueciendo
Quizá por eso tus ojos no vieron
esa jungla de cemento con la que
de golpe te estrellaste
El fuerte impacto te quebró las alas
Ahora estás sufriendo por bruta
por no tomar en cuenta que en esta
vida todo se paga

Pobre mariquita, mariquita, mariquita tonta
Los muros de la cárcel te rompieron las alas

Esa fue la cuenta que te pasó la vida
por desordenada


 



Libertad

Te perdí entre tantas copas
entre tanta droga.
Te perdí, por no valorarte
Te perdí, por obligar a la gente
a no disfrutarte
Sometiéndolas a encerrarse
en sus casas, por el temor
de salir a la calle
Te perdí, por no entender
Que existías para todos
Por pensar, que sólo yo tenía
derecho a tenerte.

Te perdí y me metí en una calle sin salida
Te perdí por muchos años,
y hoy te vuelvo a tener
Sólo ruego no volver a perderte
Porque el placer de sentirte
en el aire y en mi mente
me devuelven las ganas
de vivir de nuevo.

Estoy cansado, corroído, desgastado
no quiero seguir corriendo
pero no puedo detenerme
yo no elegí ser el verdugo del universo
ustedes  son los que me encerraron
en calendarios y relojes
ustedes fueron los que me dieron un nombre
cuando yo no tenía conciencia de mi propia existencia
ustedes fueron los que decidieron no llegar
a la edad de Matusalén y ahora me echan a mí la culpa.

Ciegos, ilusos, cínicos y mentirosos
acaso fui yo el que no escatimó ni aún su vida
para hallar la forma de autolimitarse

Necios, quieren viajar a otras galaxias
y cómo podrán hacerlo si ustedes mismos fueron
los que crearon el límite

Sólo dos cosas puedo envidiarles:
la imaginación, aunque en sus manos sólo sea
un arma poderosa para autodestruirse
y su poder de acción, pues si yo lo tuviera
hace mucho rato colgaría de un madero
como lo hacen ustedes cuando sucumben
ante la cobardía

Pero lamentablemente no puedo hacerlo
porque ustedes me han convertido en su tormento eterno.


Cuando cierro mis ojos

Cada vez que cierro mis ojos
te veo en tu inocencia
cada vez que miro mis manos
puedo sentir el calor de las tuyas
pequeñitas, angelicales, limpias
Cada vez que alguien ríe
llega a mis oídos el sonido de tu tierna risa
Te extraño tanto
era feliz cuando tú estabas
Aún recuerdo tus juegos
el terror que te provocaba
saber que algún día crecerías
Ahora comprendo por que no querías crecer
Recuerdo los deseos que pedía al apagar
las velas para cada cumpleaños.
Tener siempre siete años era todo lo que pedía
Qué no daría por tener 20 años menos
y jugar de nuevo haciendo tortas de barro
pero el tiempo no se detuvo
ni para ti, ni para mí, ni para nadie.

Hemos dado juntos irremediablemente
con este planeta, 27 vueltas alrededor del sol
ya falta poco para apagar otra vela
y desear nuevamente lo que siempre deseaste
lo que siempre he querido

Volver a mis siete.

 

Oda a nuestro maldito amigo

Qué poder tan maldito tienes
de todos los venenos que existe en el planeta
tú eres el mas adictivo
vil asesino, ni el mismísimo Hitler pudo superarte
en crímenes.
Qué impunidad más grande la tuya, matas o atropellas
a quien se te cruza por delante y nadie nunca
podrá juzgarte maldito demonio asexuado, te da
lo mismo con quien revolcarte.
Desde que el mundo es mundo has logrado
disfrazarte camuflarte y engalanarte
con esas bestias de oro con Isabel la Católica
de terciopelo y diamantes.
Quién como tú, ha podido reinventarse plasmándote
en billetes si hasta el plástico estrenaste.

Las manos de las gentes hieden de tanto tocarte
eres un cáncer inextirpable, putrefacto
y nauseabundo, que del mundo entero te apoderaste
infeccioso y puto dinero

Colores        

Cada vez que llega la noche
se viene a mí el color de tus mejillas
sonrojadas por ese beso que juntaba tus
rojos labios con los míos mientras yo
miraba en el azul espejo de tus ojos
el reflejo café de los míos
que se encandilaban con el brillo de tu dorado
cabello que caía en hermosos rizos
por tu piel canela que por cierto acentuaba
tu blanca sonrisa que ponía verde de envidia
hasta la misma luna
que con su tenue brillo plateado
bañaba de un suave gris
el lila y el amarillo de las flores frescas
que aquella noche deposité en tus manos
con tanto cariño.

 



Sin culpa

Sí señor, soy el árbol del mal fruto
pero puede la semilla escoger la tierra
no es el que escoge el mismo que siembra.

Sí señor, fui un tiro al aire
pero puede la bala elegir su camino
no es ese el trabajo
del que aprieta el gatillo.

Entonces señor, de qué mierda se queja
si la lana se anuda
la culpa no es de ella
sino del jil que ovilla la madeja.

 

* * *

David Pérez Romero

 

 

 

“Todo está pasando”
Ilustración  de Carlos Macchiavello

 

El sonido de su cuerpo

Se dejó tender en el lecho, sin oponer resistencia
aguardó dócil con sus ojos cerrados a que yo lo desnudara
y acariciara su magnífico cuerpo.

Tras besarlo con avidez en la boca,
lo volví con delicadeza sobre la tibia cama, estimulándolo,
y en un silencio cómplice, sin mediar palabra
mis labios comenzaron a deslizarse por su textura
en busca del codiciado tesoro.

Lo extraje con mucho cuidado sintiéndome segura,
era la primera vez que esgrimía lo que tanto había deseado,
sólo lo había hecho en mi imaginación
 y esa sensación de aferrarme a lo concreto me intimidaba,
me invadió una sensación de placer escalofriante
y ese brillo chispeante de sus ojos,
me dio la seguridad para seguir escuchando su cuerpo. 

 

Todo está pasando

Chiquillo estúpido tienes razón, no soy
más que una loca estúpida, una vieja
necia que se embaucó por la cortesía
y el texto amable de un mocoso, quizás
por amabilidad o agradecimiento por
haber prestado mi tiempo a este revoltoso
sin corazón.
      
Lloré acurrucado en mi cama,
como tantas veces en mi perra vida,
mostrándome el espejo del desengaño,
ya todo está pasando.
      
Me alzaré con toda altivez
y majestuoso, sólo tú serás arrastrado
desvalido y humillado.

Que la gloria resplandezca en mi frente
y vibre mi nombre en estas tierras
pero no será a tu lado, hombre ignorante
que no sólo me fastidiaste, sino que no
comprendiste la grandeza de mi alma.
      
Vivirás infeliz, lejos de la adulación
lo cual forma el vicio de tu vivir.

 

 

 * * *

 

David Rojas Norambuena

 

 “Nada”
Ilustración de Guillermo Barraza

 

Soñando cada día lo mismo

Un hombre
bajo el arado
del silencio
pesca una pistola
y camina a la calle del olvido
se apunta a la sien
derramando todo su amor
en el suelo.

Entonces llega la gente, me rodea
y cuando siento a alguien llorar
despierto de mis sueños
y todo vuelve a ser lo mismo.

Cuando una tragedia
nos reconoce se acerca
la indiferencia a llorarnos
sin poder abrazarnos
en el ultimo día
de nuestra vida.
 

El olvido

Ni Dios ni Patria
Sólo el sentido
de tener una familia
al borde de mis ojos.

Como una lágrima
que brota por las noches

Entre sueños escondidos.

 

Lo que no se ve

Dejarle a Dios
lo que no puede alcanzar y

dejarle al hombre
que alcance lo que
no puede ver.

Para ver si es que pueden
alcanzar la felicidad
que nunca tuvo
ni el hombre ni Dios.

Para que así ninguno de los dos
vayan llorando por la vida
por los fracasos
que les fue heredado.

Déjenme a un lado
para sólo creer en mí
y en lo que  yo puedo hacer.

 

Nada

Entre polvo y sebo no soy nada

Entre persona y persona
Entre persona y niño
No soy nada

Sólo un reflejo que camina
entre reja y cemento
para sólo hundirme
en los recuerdos
que a diario voy matando

Para no ser nada
Real-mente
En el transcurso del día

 

 

* * *

 

Francisco Cambón Madrid

 

 

“El soneto de mi soul”   
Ilustración de Carlos Macchiavello

 

El soneto de mi soul

La tristeza se materializa como un soul
La soledad es un contrabajo sollozo
Lágrimas y saxo.

El suave vaivén de mi cuerpo es mudo
La voz triste es quejido lastimoso
Arranco notas con mis dedos quejumbrosos
Las notas de un piano desfigurado.

El dolor ha templado sangre y hueso
El soul que me ha quemado
Con sensibilidad te puedo percibir.

Hoy mi música será tu pasado
Cantaré, recordarás sólo un beso
Tu corazón sólo mi soul podrá oír.

 

 

* * * 

 

Francisco Cortés Maturana

 

 

“Muerto en vida”
Ilustración de  Fabián Hormazábal

 

Muerto en vida

I

A veces cuando despierto y veo
al espejo, observo a la persona
que más odio.

Siento como mi mente se niega
a creer mi realidad y que esta herida
no cicatrizará en mí
mucho menos en  la humanidad.

Siento como fluye por mis venas
la sustancia venenosa que
al mismo tiempo me convertirá
en un arma poderosa.

Sí, malditos cinco minutos de lujuria
desenfrenada, echaron por tierra
todos mis sueños
Me alejo consciente de mi carga, de todos
y de todo lo que me hubiese
podido hacer feliz.

 

Muerto en vida

II

Por qué no lo dijiste:
fue un falso cariño

Me asesinaste y ni siquiera te conmoviste
Sabías que estaba a un látex
de salvarme y no quisiste

Ahora quieres mi perdón
sólo Dios lo hará

Yo no podré jamás.

 

 

* * *

 

Jorge Saavedra

 

“Una y mil veces”
Ilustración de César Ruz

 

Desde el corazón….

A Raquel
mi esposa

                                                                                
                           No imagino la existencia sin ti….                 
                                                          Cecilia Palma    

I

Al final de todo
Mi vida es desvida
Mientras el Claudio Bertoni
Comete vivicidio
Yo voy muriendo verso a verso,
Contra mi voluntad
                 

II

Ha nacido el día
Y estoy más muerto que ayer.
No recuerdo haber reído
O llorado.
Solo un poema inconcluso,
Un cigarrillo a medias.
Mientras francisco céspedes
Cantaba su vida loca en
La radio.

III

No logro alcanzar la vida.
Se me escapa.
Huye a tu lado.
Estoy dispuesto a todo.
Tu ríes, mientras yo.
Apuñalado al costado.
Siento mi cuerpo dolido.

IV

Ven dame un beso
En mi boca seca.
     Observa
Mis ojos vacíos,
Mi calva cabeza.
Mi figura ósea.
Mi corazón intacto.

VI

Imposible borrar con el codo.
El dolor y la decepción causada.

 

VIII

Desanuda este nudo en mí
          garganta.
        
        ¿Quieres?

      ¡¡Por favor!!

 

IX

Transcurren los días.
           Siento cansado mi cuerpo.
Extraño tu mirada sorprendida.
           Tus manos suaves en una caricia.
Tu vos silenciosa, casi apagada
            Sólo silabas, silabas de gozo.
El calendario mientras tanto avanza.
            Raudamente avanza.
Se deshojan los recuerdos,
            Como el otoño las hojas.
No digo nada, escribo solamente.
             Triste escribo.
Escribo y me asalta el pasado, el olvido
             A esa mezcla de repulsa
Que es la descomposición,
             Mas luego polvo y nada.
Sólo unos versos y hojas amarillas
             Que nadie leerá.
¿Quedará algo de mí?
             ¿Quedará?...
 

X

Una hoja se desprende de un árbol
anunciando la llegada del otoño.

La gente camina sin detenerse.
La mente y el cuerpo confluyen
           Todo es gélido.
“el frío se adentra a mi ser”

Tu imagen de súbito aparece.
Te digo: no desmayes, resiste,
no desesperes.
            Aunque a veces quieras abandonar
el tiempo que se espera, de igual forma
llega; así como hoy el otoño.

Volveré y la espera tendrá su motivo
No desmayes, resiste, no desesperes
volveré y nuestro abrazo será algo así
como volver a la vida; aunque hoy
el manto horrible de la muerte
quisiera abrigarnos. 

 

En el centro del centro

Mi cuerpo desnudo
en el centro del centro
del desierto basureado.
Recibiendo la prepotencia
del frío viento del atardecer
El cemento se adhiere a mis pies
mientras el gélido metal
adormece mi cerebro.

Los gallos cantan al atardecer
el puñal penetra la roca
mi corazón está frío.

No siente amor,
sólo desprecio por aquellos
que aman a sus torturadores,
a sus enemigos
y ponen la otra mejilla.

La cruz es lo mismo que la silla eléctrica.
mi cuerpo frío, acalambrado
resiste el desierto y su cuerpo
colmado de desaparecidos,
los remolinos borran los
                 rastros, de los rastros;
     ¿Por dónde entonces vaga tu alma
Víctor, Manuel, José o que se yo?

Muere la noche y el silencio.

 

Una y mil veces

  “El problema no es: ¿Que es el amor?
   sino lo que lo produce”.
Me grito el orgullo manchado y agónico
   de mi ser
En la oscuridad de la noche silenciosa
te imagine afrentando mi nombre
con el lascivo jugo de tu cuerpo.
   Ambos seres barnizados bajo la luna.
  Que en complicidad conmigo.
Me guiña un ojo confirmándome
lo ya sospechado.
Que amargo sabor dejaste en mi recuerdo.

El que prontamente se disipa con
                       un verso nietzscheano.
Pero ni la fuerza nihilista lo ahuyenta
                            del todo.

Una y mil veces, vuelvo atrás y
                      adelante el tiempo.
Corro, me escondo, asesino,
violento, me atrapo, me vendo,
los humillo, invento, destruyo,
avasallo, me arrepiento.

Me escudo en dios, quemo la Biblia,
me emancipo, me margino, lo violo,
lo mato, te escupo, corro,
me escondo…      me da sueño…
    …  Enciendo un cigarro, mis
pupilas se contraen.
La luz del encendedor dibuja tu cara
                                         en la pared.

Qué suda un perfume adúltero,
fumo a prisa y ruego encontrar
al esquivo Morfeo, pero
corro, asesino y violento
creo que eso lo ahuyenta, corro,
lucho, me canso…
     … Enseguida me despierta
el corazón que se azota
incontrolado en mi pecho.
Morfeo la trajo ante mí, pero se
la llevo enseguida.
aún con el corazón a mil,
enciendo un cigarrillo
una y mil veces vuelvo atrás
y adelante el tiempo, una y mil veces
no duermo, corro, me escondo,
asesino, violento, me atrapo.
…  No duermo, no duermo…
…  incluso te perdono…
¡¿Qué me pasa?! no, no,
eso es de cobarde.
los mato, me escondo y no duermo,
la noche se va, y se lleva mis
crímenes a dormir y no duermo…

          …  ¡No duermo!...

 

 

* * *

 

Michel Ulloa

 

“Maldito Sosiego”
Ilustración de Eliseo Rojas

 

Maldito sosiego

Cuando siento el silencio
las ideas se apoderan de mí y rompen la quietud
las estrofas arman la unión
y el juego derriba el muro

Sólo la inspiración acalla el ocio. Las letras
quiebran esquemas y rompen horizontes de concreto
que sólo son superficiales
Estoy dentro del mundo.

 

Fragancias

Espero y pierdo el tiempo, el reloj marca
el sonido de la llave que anuncia el eclipse
y avalanchas de ideas.
Se enciende el televisor y comienza el flagelo juvenil
lo llaman nuevas propuestas formadoras de mierda
Pierdo el tiempo pensando que esa fragancia culiá
se pasea por todo espacio reducido que deambula.

El olor conchesumadre me reprime aunque no quiero.
Pierdo el tiempo en ejercicios de respiración
No estoy dispuesto a dejar de respirar
con ese maldito olor a mi alrededor. 

 

El viaje
 
Jamás menciono ausencia, jamás quise cambiar de lugar
parecía eterna, pero fue fugaz
cansada de esperar en el lugar de encuentros
percibió que no volvería

dejó el rocío del ultimo suspiro
en la madriguera de los sueños
a la vuelta del trayecto se me olvidó

jamás quise cambiar de lugar.

 

Deseo o deseo

Deseo romper cráneos, con letras punzantes
que digan realidad y sean abundantes
deseo un derrame cerebral.
Los bastardos prometedores anuncian
la bazofia de la ayuda social

no sé adonde va esta vida
deseo la verdad
siento un olor denso y oscuro
deseo el silencio
para decir que lo único real es la muerte
la deseo, la anhelo ¿aún vivo?

 

Una mañana en Nuremberg 

El centinela que decía protestar contra otras razas
inferiores a la suya, se encontraba en la cúspide de
su ser, ya no había competencia todos los maldecidos
se encontraban encerrados y los otros caemos por sí
solo, eran ignorantes sin educación ni bendición
divina, el se había preparado mucho en su soberbia.

Esa noche bebió y esa mañana un estruendo lo
despertó sin reconocer lo que lo rodeaba, no muchas
señales irreconocibles caminaba dentro de un laberinto
sin salida, los días aumentaron su ignorancia y quedo
en el complejo analfabetismo.

Marca registrada

El quería tranquilizarse y poder encarar al capo que lo
esperaba acostado al otro lado de la puerta, controlando su
respiración para buscar algo firme para darle con todo en caso
de una mala negociación. El capo sabe que saldrá de allí, su
impulsividad sabe reprimirla y utilizarla cada vez que lo amerite.
Lo llama con un tono solemne a que salga del aislamiento y
conversen, el intimidado cambia a una expresión estoica y
lo encara -¿qué quieres de mí? pregunta tratando de disimular
esa horca en su garganta que lo delata en sus ojos.
-¿Tú eres uno de ellos?- con tono de interrogatorio y la mirada
esquiva estudiando el entorno, sólo esperaba actuar
cuando aquellos ojos le anunciaran.
-¿Traes micrófonos en el cuerpo?- vuelve a preguntar el capo,
se pone de pie dispuesto a estar seguro de la inquietud que
lo obsesiona.
El principiante responde que no… silencio en el ambiente,
trata de responder con tono a plegaria, un
zumbido estrepitoso interior lo desequilibra y cae sin poder
erguirse, el silencio se torna infinito para el ayudante del
pintor capo.
Malditos aspirantes, si no saben sentir el arte fuera de mi aula.
Mencioné que está fuera de peligro vital, el novato
quedó sordo por la mutilación de sus oídos y el reventarse
los tímpanos con pinceles marca Van Gogh.

 

 

* * *

 

Naldir Mejía

 

 

“Perderte”
Ilustración de César Ruz

 

La noche

Paz absoluta
miles de pensamientos pasan por mi mente
malos recuerdos, vacíos y lo vivido en el día
Fumo un cigarrillo, la penumbra de mi habitación
sólo me hace ver mi vida pasada.
Me siento solo y descanso, me desahogo
recobro fuerzas para el día siguiente
para levantarme y vivir un nuevo día.

 

Perderte

Es un castigo y un dolor extremo en mi corazón.
Te amo tanto que me acostumbré y quiero
compartir mi vida contigo.
Nuestras almas por siempre
hasta cuando dejemos de existir en este mundo
No sé si me ames tú, con la misma intensidad.
Tus caricias, tus besos y el calor de tu cuerpo
me hace falta y no quiero perderte, amor.

 

Debilidad
                
 Debilidad siento por amor.
 Debilidad siento por confiar.
 Debilidad siento por ser un idiota que se enamora
de una weona que me traicionó, que me dejó
por un amante, que sólo quería mi dinero

Mujercita que me embrujó con su bello cuerpo y lindos
ojos, decía amarme; quererme, pero al final
sólo me hizo daño, y yo como mosca me dejé
atrapar en una telaraña que ella preparó
y caí en la debilidad de amarla sabiendo
que jugaba con mis sentimientos.

 

 

* * *

 

 

Patricio Villagrán

 

“Originales”
Ilustración de Braulio Olguín

 

Originales

Mis pensamientos, sólo eso
pensamientos, sin esperar que alguien
llegue a mí, por que sólo
son mis pensamientos, sin esperar
algo a cambio, sólo pensamientos,
sólo eso es lo que tengo
tímidos y nebulosos
pensamientos.

Pensamientos es el que guarda
el olvidado.
Pensamientos detenidos en
el tiempo que nos muestran
historias en nuestras polvorientas
mentes, que el viento,
en la historia verdadera
de la calle hace mucho rato
ya ha borrado.

Pensamientos y recuerdos añejos
son los que hacen vivir
la ilusión de un hombre encerrado.

No me dejen pensamientos,
porque gracias a ustedes,
aún me siento aferrado a este mundo.

 

De mi voz

Deja que la voz de mis sentimientos
te hablen y te digan que
el sueño que una vez tuvimos
“amarnos para siempre”

Ahora es historia 

 

 

* * *  

 

 

Tayron García

 

 

“Tay”
Ilustración de Fabián Hormazábal

 

Tay

No sé a quién le escribo, pero quiero
decirle que no me siento bien.
Que una cosa es aparentar estar bien
y otra muy diferente sentirlo.

Siento como mi alma gime dentro
como mis demonios hacen y
deshacen en mi cabeza, sin ni siquiera
dejarme dormir
Odio mi cinismo, la falsedad y mi
hipocresía para con los demás; el resentimiento
es brutal y lo peor es que nadie tiene
la culpa más que yo
No soy honesto conmigo y sé que
nadie puede confiar en mí.
 
Sabes, me siento mal, horrible y desnudo,
Porque nunca tuve el tiempo, como ahora,
de verme por el exterior
Regio, soy el más bello, según yo, pero
mi interior es un  caos putrefacto con pequeños
gusanos devorándome, retorciéndose
como la orgía devastadora de mi descomposición.

Humanos como yo no deberían  existir, somos
las mentes enfermas, nuestras, o por lo menos
la mía, es la prueba de la decadencia de la raza
Negro, sombrío, muerto, pervertido, desviado,
masoquista, místico, patético, neurótico,
satírico, psicótico.
Al menos me siento ínfimamente desahogado.

 

Un trozo de poesía
                   un pedazo infectado de mí

Observo en tus pupilas mi reflejo
altanero e inquebrantable y me pregunto
si sabrás la escoria que eres.

Te crees mejor, superior, ignorando
tu maldad, tu sed de imponer.
Me río porque quizá está en tu gen
darme órdenes que me denigren
pero lee bien, porque tú
escudado tras ese color limón pálido
se esconde un ser más malo, más
agresivo que yo, por eso me “cuidas”
porque tienes que ser peor que yo,
o te comería por las patas
y lo sabes o por lo menos lo presientes
y te desquitas por eso pobre loro con traje
que lástima me das.

 

Mis ampoas

Todo maricón, incluyéndome,
nos jactamos que somos regios,
que tenemos esto y lo otro.
Que soy bonita o bonito y si no
es agraciado lo compensa con cosas
como comprar amor; con ropas,
joyas o teniendo lo mejor.
Pero todo eso es el gran vacío de
nuestro amor, que casi siempre no
es reciproco.
Nos enamoramos, pero a sabiendas que
nunca nos van a amar y seguimos
aunque nos defrauden, nos hagan daño,
destrocen toda ilusión y ahí estamos
como masoquistas innatos.
Nos caímos con nuestras alas en llamas,
con el alma repleta de ampoas sanguinolentas
que lo único que contienen es un líquido
amargo de la decepción, de la derrota
y nos levantamos como las artistas,
con maquillaje hasta en el corazón,
¡que no se note!
¡que no se note!
Y vamos por la vida, con nuestro circo
como mochila, caminando solos con aires
de falso intelecto;

Mirando hacia el frente y a los ojos
ocultando nuestro lento marchitar.

 

Qué somos

Qué somos ¿un proyecto
de explotar nuestro potencial
de reivindicar nuestro camino
a dónde?

Sí, somos tan diferentes al círculo social,
inadaptados, es eso lo que hace nuestra
esencia.

Qué, si nuestros pasos fueron erróneos,
pero de no ser por eso no estaría aquí
y no habría descubierto de lo que soy capaz.

de mis ganas de ser reconocido, perpetuado
expresado eternamente en papel.

 

 

 

* * *

 

Proyecto Editorial Canita Cartonera
Complejo Penitenciario de Alto Hospicio – Región de Tarapacá

 

Textos: Internos del Área Literaria
Agustín Araneda, Carlos Williams, David Pérez Romero
David Rojas, Francisco Cambón Madrid, Francisco Cortés Maturana
Jorge Saavedra, Michel Ulloa, Naldir Mejia,
Patricio Villagrán, Tayron García

Producción e impresión de portada: Internos del Área Gráfica
Alex Godoy, Alvaro Medina, Braulio Olguín, Bruno Rivasplata, Carlos Macchiavello, Cesar Ruz, Christian Pérez, Eduardo Chávez
Eliseo Rojas, Fabián  Hormazabal,Guillermo Barraza, Joel Peñailillo, Jorge León
José Alvarez, Juan García, Winston González

 

:: Equipo del Proyecto ::
Juan Malebrán, Director Proyecto Editorial
Milena Mollo, Coordinadora Proyecto Editorial
Víctor Hugo Díaz, Director Unidad Literaria
Carlos Vargas, Asistente Unidad Literaria
Tomás Ives, Director Unidad Gráfica
Andrés Estica, Productor Gráfico

:: Comité Editorial ::
Jorge Saavedra - Representante de Comunidad Carcelaria
Juan José Podestá - Representante Consejo de la Cultura y las Artes de Tarapacá
Roberto Ulloa - Representante Dibam  Tarapacá
Juan Malebrán - Director Proyecto Editorial
Víctor Hugo Díaz - Director Unidad Literaria

:: Patrocinadores ::
Dirección Regional de Bibliotecas, Archivos y Museos
Secretaría Regional Ministerial de Justicia –Tarapacá
Gendarmería de Chile

:: Financiamiento ::
Consejo Regional de la Cultura y las Artes de Tarapacá /Programa Acceso Regional

:: Agradecimientos ::
Empresa Concesionaria Siges
Editorial Yerba Mala Cartonera – Bolivia

 

Ideas Ruidosas
Canita Cartonera
Inscripción N 187994
Chile 2010
Alto Hospicio

 


 

 

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dirigida por Luis Martinez S.
e-mail: osol301@yahoo.es
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2009.