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Cecilia Vicuña:
Lo precario, el canto y el rito

Por Claudia Donoso

 

De paso por Santiago, Cecilia Vicuña leyó sus poemas en la Galería Carmen Waugh. Apagó la luz, impostó la voz, agitó un collar de conchas, hizo puntuaciones con la respiración. Todo para enmarcar su poesía en la idea del rito, la ofrenda y la ceremonia como recuperación de maneras arcaicas de darle sentido a laspalabras.

Fundadora en los años 60 del grupo Tribu No, Cecilia Vicuña se siente una exiliada de la cultura chilena por ausencia y por olvido. De aquí salió poco antes de septiembre de 1973. Previo a esa fecha, su itinerario se topó con lo que ella llama "arte precario" y con las intuiciones de una "tribu" cuyos unicos supervivientes artísticos son ella y el poeta Claudio Bertoni.

El arte precario empezó para Cecilia Vicuña en la playa de Con Con. Alli hizo instalaciones efímeras con palitos y conchas, escrituras en la arena, reordenamiento de los elementos botados a la orilla por las olas del mar. En Nueva York, ciudad donde reside desde hace ya varios años, expuso sus esculturas precarias en el Museo de Arte Moderno. Antes, en 1971, había ideado una particular ponencia para el Salón de Otoño del Museo de Bellas Artes: llenó la sala principal con hojas secas recogidas en el Parque Forestal.

Ha publicado Sabor a mí (1973, Inglaterra), Luxumei o el traspié de la doctrina (1983, Bogotá), Precario (1983, Nueva York) y PALABRARmas (1984, Buenos Aires). Uno de los poemas de este último libro dice más de algo sobre la idea que tiene Cecilia Vicuña de la poesía: "Las palabras se tienen unas a otras un amor,/ un deseo/ que culmina en poesía/ unión del hombre y su palabra/ palabra con palabra./ Palabramos por amor/no por necesidad/ o el amor es la única verdadera necesidad/ Verdadera/es dadora de ver./ Ver el sentido del dar/ es el trabajo del palabrar./ Frase y plegaria a la vez/ hablar es orar/( ...)".

Inventas palabras, te inclinas hacia el rescate del rito, te atraen las culturas indigenas. ¿De dónde te viene eso?
Antes de saber escribir yo inventaba palabras, y como a los nueve años escribí mi primer relato, un cuento sobre la luz que le caía a un perro sobre el pelo. Había una búsqueda de otras percepciones y otras plenitudes que no tenían que ver con las expresiones de la cultura occidental, judeo-cristiana, sino más bien con las culturas arcaicas de América y Asia. Descubrir la poesía guaraní fue una clave importante. Yo entraba a las librerías y sentía que algunos libros me hacían "piiiing": me tocaban un timbre y yo me sumergía en ellos. Me pasó justamente con un libro de poesía guaraní que tenía una pantera en la portada. Desde muy chica tuve la convicción de que habían formas de sociedad mejores que la que nos había tocado vivir. Me ponía plumas en la cabeza y organizaba rebeliones en mi barrio. Como a los diez años escuché por primera vez la palabra socialismo. También fue un descubrimiento, porque yo lo había inventado antes de que me lo explicaran. Sucede que yo creo que uno tiene un conocimiento interno sin saberlo. Ese conocimiento es negado por la cultura occidental; en carnbio, los indígenas, los chamanes y los sabios reconocen ese conocimiento.

¿En qué consistió la Tribu No y qué fue de sus miembros?
La Tribu No fue un grupo que formamos varias parejas que compartiamos algunas creencias y actividades, como leer, escribir, pintar. Su existencia correspondió a una época muy llena de esperanza para el mundo, a un momento en que en América Latina se creyó que todo era posible: el amor, la solidaridad, la hermandad, el socialismo. Por ems afios, aqui en Chile vivíamos uno de los pocos intervalos de paz de la historia. Yo inventé una moda y unos peinados que había diseñado después de encontrarme con la Momia del Plomo en el Museo de Historia Natural. También enseñaba a leer y a escribir, y la Tribu No tenia un programa de televisión. Estábamos comunicados y había esperanza. Vino el golpe, nos desbandamos, se deshicieron las parejas: la única pareja que sobrevivió se hizo evangélica.

Has hablado de encuentros y chamanes. ¿Te has encontrado con algún chamán?
Después del golpe estuve varios años perdida, dedicada a estudiar socialismo científico. Creí que eso era lo que debía hacer y me metí en una racionalidad que a mí me hace enfermarme, porque justamente niega esa otra parte mía que es la vertiente poética. Yo estaba en Londres, y de un momento a otro deshice mi casa y me fui a Bogotá con cinco dólares en el bolsillo. Un día caminando por una calle, me encontré cara a cara con una mujer que no era una mujer, sino una especie de chorro de calor. Me plantó una sola mirada y yo me sentí rescatada. Pude volver a encontrar la fuente de mi energia. Como esa mujer, hubo otras que están relacionadas con el mundo indígena que existe mientras nosotros estamos en la ciudad. En toda América existen sabios y pensadores que mantienen un potencial de conocimiento que me interesa. Tengo amigas sabias. Una es ceramista la otra es recopiladora de folklore. Esos contactos con otras formas de expresión yo las busco porque me alimentan. Juegan una función interna que consiste en reconocer en mí una manera de conocimiento que existe, que nadie sabe exactamente de qué se trata, pero que es claramente real. Los guaraníes lo explican bien. Dicen que el propósito de los seres humanos en la tierra es tener conciencia de la divinidad y que eso se expresa en el canto. El canto sólo les es otorgado, según ellos, a quienes trabajan por el bien de la comunidad.

¿Cómo relacionas tú el arte precario con la idea de ofrenda?

La primera vez que hice arte precario fue en 1966. Sentí la necesidad inexplicable de construir una especie de ciudad con los huesos y las basuras de la playa. Después me di cuenta de que esa acción correspondía a una forma de pensamiento antigua en la cual estaba implicita la idea de ofrenda. Precario viene, por otra parte, del latin preces , que significa oración. Eso lo descubrí después, y ahí se me redondeó ese primer impulso salido de ese conocimiento primigenio que yo creo que podemos descubrir en nuestro interior si trabajamos con eso.

Aqui no se conoce tu poesia. ¿Podrias recitar esa que se llama Luxumei?
Te la doy escrita. Aqui esta:
"Necesito decir que mi atavio natural/ son las flores/ aunque me vestiré de un modo increíble/ con plumas/ dientes de loco/ y manojos de cabellera/ de Taiwan y Luxumei/ Cada vez que estornudo/ se llena el cielo de chispas/ hago acrobacias/ y piruetas endemoniadas/ cada noche/ me sale una espalda adyacente./ Soy de cuatro patas / preferentemente,/ las ramas me saldrán por la piel,/ estoy obligada a ser/ un Angel con la pelvis/ en llamas".

¿Y cómo ha sido para tí meterte en Nueva York? ¿Qué haces allá actualmente?
En Nueva York fui acogida inmediatamente por las escritoras feministas, que apenas me vieron aparecer me pescaron como una de ellas: mis cosas calzaban con su programa y eso me causó una gran sorpresa. Actualmente estoy trabajando en la elaboración de una serie sobre autores latinoamericanos que me solicitó una editorial. Esa serie me apasiona, porque integrará en igualdad de condiciones a escritores latinoamericanos conocidos y a creadores mapuches, guaraníes y de otras culturas indígenas; no lo haré como antropologia, sino como literatura recogida a base de transcripciones de sus creaciones orales.


 

 

 


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Cecilia Vicuña: Lo precario, el canto y el rito
Entrevista por Claudia Donoso
Fuente: Revista Apsi, Número 218.
semana del 21 al 27 de Septiembre de 1987
págs. 44-46