................. .........R BRUNO VIDAL
 

ARTE MARCIAL
Bruno Vidal
Ediciones Carlos Porter 1991
136 pp.

..... Desde el comienzo, el fragmento y la simulación. En la portada, roja, brillante, sólo una parte, un detalle de un auto: una sinédoque sugerente en un texto donde todo es sugerencia y ambigüedad y doble-triple-o-multiple sentido, donde cada "poema" es más de lo que dice, donde las significaciones se van engarzando casi al infinito... Desde la portada, también, hay máscara, ambigüedad, guiño, quizá burla, pues quien aparece como autor es Bruno Vidal, un seudónimo, un ser inexistente cuyo apellido produce la rima si se aproxima al título: Bruno Vidal - Arte Marcial. Y, claro, la rima engaña porque pareciera prometer poesía tradicional de medidos versos, regulada, seguidora de cánones y normas, nada más lejano a lo que realmente encontramos cuando se traspasa el umbral de la portada.
..... Desde otro ángulo y a pesar que los vocablos bautizan, "Bruno Vidal" es, también, silencio, al acallar y tachar el verdadero apelativo del autor, así como cuando Juan Luis Martínez rayaba su nombre en la poprtada de sus libros (junto con compartir su autoría). Bruno Vidal pareciera, entonces, mirar hacia Martínez, hacia su obra -La poesía chilena y La nueva novela, aparecidas en 1977 y 1978-. y hacer un guiño, como un cómplice, por concordancia, al optar por restarle importancia al autor como persona, pero, también, el guiño parece un gesto de reconocimiento del papel fundamental, y primero, desempeñado por los textos de Martínez -por su concepción y modo de comprender la escritura y la poesía- en la lírica chilena más innovadora, conocida como "neo-vanguardista". Bruno Vidal parece guiñar, agradecido y cómplice, porque sigue la huella dejada por Martínez (muerto en marzo de 1993), utilizando muchas de sus estrategias literarias. Sin embargo, las toma, se acerca a ellas, las revierte, las parodia, y hace algo distinto. Otra de las posibles proximidades de Vidal y Martínez se encuentra en la situación de producción y publicación de sus obras pues si bien parte de La nueva novela fue escrita antes del golpe de estado, al aparecer con posterioridad, la obra adquiere otro carácter y pide otra lectura en el nuevo contexto; algo similar sucede con Arte Marcial, escrito durante la dictadura, pero publicado cuando ésta ya no era gobierno.
..... "¡Rompan filas!", es la primera orden vociferada en Arte Marcial. ¿Un mandato o un clamor? En un lenguaje militar, bastante oído en Chile, como el único del poder, durante casi dos décadas, la orden de Vidal puede parecer un simple eco. Sin embargo, pronto, al leer unas pocas hojas, sabemos que Bruno Vidal no respeta, que en Arte Marcial no hay respeto, y que todo se disloca mediante estrategias variadísimas. Curiosamente, "¡Rompan filas!" resultaba explosivo, en el ambiente en que fue escrito, porque si se acataba su significado literal, más que a sometimiento llamaba a insubordinación, a desacatar el orden establecido, era una orden que ordenaba desordenar. (Entre paréntesis, los datos de impresión precisan "(1983-1987)", y nunca se dice que Arte Marcial apareció en 1991. Nuevamente se disimula y el silencio (re)aparece como otra pista para acercarnos a este texto que lo incorpora en la brevedad de muchos de los fragmentos que lo constituyen. Nada se dice, entonces, de su fecha de publicación si bien -como dije- el libro comenzó a circular cuando los militares ya habían dejado el gobierno y, por lo tanto, las condiciones de recepción eran otras). Sin embargo, a pesar de la distancia temporal entre producción y recepción, y de la distancia entre dictadura y democracia, el "¡Rompan filas!" no había perdido -ni ha perdido- su vigencia, ni siquiera hoy, en un sistema tan partidario del liberalismo, y tan temeroso, por tanto, de reconocer y respetar diferencias. Pero, sí, además, consideramos la frecuencia de los textos meta-literarios existentes en Arte Marcial, podríamos pensar este ¡"Rompan filas!" como un mensaje dirigido a los escritores para que se liberen y no constituyan esa suerte de cofradías, de apoyo, de escritura, para que no repitan caminos ya señalados y recorridos por otros, pero -también- por ellos mismos, para que rompan con la facilidad y la seguridad al quebrar cierto "horizonte de expectativas".
..... ¿Por qué orienté mi mirada hacia esta obra de Bruno Vidal? ¿Por qué la considero representativa de ese momento de cambio que es la post-dictadura?, ¿qué (me) "dice", más que otras obras publicadas en sus cercanías? En parte, mi interés por Arte Marcial reside en su capacidad de escabullir cualquier definición rígida, imposibilitando clasificarla de un modo fijo; en su vocación antropofágica: de absorber y expresarse en lenguajes correspondientes a distintas especialidades y sectores sociales: militar, religioso, político, carcelario, policial, periodístico, médico, forense... Jergas que se van caracterizando por un especial deleite en recoger lugares-comunes, frases hechas, consignas, estereotipos, es decir un lenguaje anquilosado y contaminado que nada diría, sería frase muerta, pura cháchara y ruido, si no "hablara" de un contexto, además de aludirlo, y, sobre todo, si no fuera desmontado y desactivado mediante el humor, la ironía, lo lúdico, la parodia, la ambigüedad y la violencia (de significante y significado): de este modo, Vidal da un giro a los giros (lingüísticos). Canibalescamente, en Arte Marcial se recogen y explicitan -como en un juego, con la más entera libertad y sin aceptar órdenes ni jerarquías- las más variadas referencias, alusiones, citas ajenas (que no tienen por qué ser verdaderas), grafías y disposiciones en las páginas, personajes, historias, espacios, tiempos, realidades (imaginadas o/y reales), que, fusionados y trastocados, elaboran un imaginario diferente, al que el lector debe incorporarse de modo activo y ágil, exigido por numerosos llamados de un hablante móvil, "sujeto del lenguaje poético", que se enmascara, con frecuencia, en la "objetividad" de la tercera persona. Así por medio de paréntesis, reflexiones, sentencias, y/o interrogantes, se construye una obra, Arte Marcial, donde la literatura se vuelca sobre sí misma en infinitas consideraciones meta-literarias que, implicitamente, traslucen sospecha, irreverencia, y hasta malestar, frente a un poder, frente a poderes, (casi) omnipotente(s), y simplificador(es), que todo lo infecta(n), hasta el lenguaje. Por esta causa, probablemente, no le veo fin a este texto abierto que termina donde otros comienzan, en una dedicatoria, "A Lihn", reconoce la última página de esta obra abierta que , me parece, que extrema el "tic" neo-vanguardista como para evidenciar que, incluso, las novedades pueden anquilosarse cuando pierden su frescura inicial y como recetas se cumplen, se repiten o se copian, tal como lo hicieron -y lo hacen- algunos epígonos de la neo-vanguardia en cuya obra, ciertos procedimientos caracterizadores no son más que vacío (in)significante. Entonces, en un atisbo corrosivo, Bruno Vidal pareciera alertar contra la repetición hueca apuntando al límite de una forma de expresión que asumió tan bien y con tanta sutileza el momento en que surgió, y que hoy ya es base y referente en la literatura chilena actual.
..... Pero hay más, me interesa el tono de Arte Marcial que, con diferencias, por supuesto, lo situaría en las inmediaciones del de Rodrigo Lira (que naciendo en 1949 eligió morir en 1981), en cuyos escritos, recopilados, póstumamente, en ese Proyecto de Obras Completas (de 1984), se tensan procedimientos de la antipoesía de Nicanor Parra y se elabora, sin dudas, el humor más cáustico y despiadado, que se vuelca sobre todos los referentes, sin excepción ni piedad, ni siquiera para/por el autor. Por su parte, hay algo desfachatado en Vidal: tal vez, en ocasiones, un dejo de cinismo y/o de hipocresía; una cierta distancia, y muy en especial; un negarse a tomar partido explícitamente. En Arte Marcial que podría considerarse una suerte de síntesis (poética) de una época, la heterogeneidad es entregada de modo homogénea, sin priorizar un aspecto sobre otro. De esta manera, el ámbito político y de la represión y la violencia producen horror (porque se sabe que efectivamente existieron), a pesar de la ausencia de calificativos y calificaciones, y coexisten con otros mundos, a veces ficticios, más o menos frívolos, reconocibles, etc., y todo al mismo nivel. Es, en especial, cuando se muestra el espacio político que Arte Marcial me recuerda la producción de José Ángel Cuevas: quizá por sus diferencias -de énfasis y de modos de situarse- pues parece no haber un autor donde la carga moral se explicite más que en Cuevas quien -en primera persona- se sitúa frente a un mundo, el suyo, aquel de la década del 60, con la nostalgia de la pérdida, y sin tener poder, además de no poder, ni querer desplazarse. Entonces, instalado allí denosta la realidad -política, social y, muy especialmente, humana- de la época actual. El contacto entre Vidal y Cuevas creo, sin embargo, que se da por el interés de hacer ver -cada uno a su manera tan particular- ese universo político, hoy ya tan distante como preocupación y afecto, no sólo de la literatura actual -con posterioridad a la profusión testimonial de cierta época-, sino de un amplio sector de la sociedad chilena.



SOLEDAD BIANCHI
Universidad de Chile
en Revista Chilena de Literatura Nº48 1996.



José Maximiliano Díaz González Abogado y poeta. Nace en Santiago en el año 1957. Casado, estudio en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. En 1991 gana el premio de la Editorial Sin Fronteras, por su obra de poesía "Arte Marcial". Este año fue finalista del Concurso Literario de la revista Lea de Argentina con su libro de textos poéticos "Arte comprometido". Su nombre poético es Bruno Vidal. El año 2001 un jurado compuesto por los señores Gonzalo Millán, Gonzalo Rojas y Diego Maqueira otorgaron por unanimidad otorgar el premio a la Mejor Obra Literaria inédita, categoría poesía a su obra AKA 47.

 

 

 

 
 

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letras.s5.com , proyecto patrimonio, BRUNO VIDAL: Arte Marcial. Crítica. por Soledad Bianchi. 1996.

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