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      Patrimonio - 2008 | index  | Juan Cristóbal Romero  |  Veronica Jiménez |   Autores | 
          
          
           
           
        
        Rodas, de Juan Cristóbal Romero
          Ediciones Tácitas. 
          Santiago,   2008.
          
          Presentación de Verónica Jiménez
        
         
        
           El trabajo poético de Juan   Cristóbal Romero es un trabajo original en el panorama de las escrituras   contemporáneas en Chile y comprende su experiencia como traductor y antologador,   además de la creación de sus propios textos. Uno de los rasgos más singulares de   su poética es la transformación de la 
materia histórica en literatura o, en   otras palabras, el tratamiento lírico de temas y personajes de la historia. Es   justamente este rasgo, que se encuentra también en Marulla, su anterior   publicación, el que predomina en Rodas.
             
             Desde ya, el título nos sitúa   frente a un escenario cargado de significados en la crónica histórica. El título   proviene de uno de los poemas del libro llamado Dedicatoria de Pigafetta a   Felipe de Villiers, Maestre de Rodas y adquiere, en la medida que avanza la   lectura, la imagen de un faro que ilumina travesías tanto reales como   simbólicas.
             
             Rodas, una isla olvidada por todos, según la apreciación de   un cronista anónimo, se trasforma en el siglo XIV en el hogar de los caballeros   hospitalarios, en adelante caballeros de Rodas. Es la nueva patria de los   últimos soldados de aquella milicia de Cristo que logran todavía actualizar y   profundizar el contenido religioso y político de la cruzada. Esto, desde luego,   podría tener algún simbolismo que más de un lector puede aventurarse a   descifrar.
             
            Me detendré tan sólo en un par de poemas de Rodas. Son   aquellos que justamente convocan este lugar y tiempo histórico junto con las   figuras de Antonio Pigafetta, caballero y navegante que acompañó a Magallanes en   la aventura de dar la vuelta al mundo a través de los mares, y Felipe de   Villiers, Maestre de la orden, quien defendió Rodas valerosamente, nos dicen   otra vez los cronistas, del ataque del sultán turco.
        
           Pigafetta tras   circunnavegar el globo
            
            Quise habitar los muros de Vicenza
            recién   desembarcado y abatido
            como estoy, Felipe, cándido juez
            
            De los   breviarios que compongo,
            al pie del cielo enorme del verano
            -que tanto más   enferma cuanto más
            
            disipa sus costumbres el gentío-
            retomando los   versos que usted sabe
            comencé por fuerza y dejé olvidados.
        
         Este poema   nos devuelve al orden de la subjetividad, a través de un personaje al que la   hazaña no ha vuelto menos vulnerable. La voz poética escribe, entonces, desde   esa subjetividad para ampliar, con perspectiva lírica, el sentido de una acción   humana emprendida, como todas, contra el fracazo y contra la muerte. En esa   misma dirección, reescribe la dedicatoria de la Relación del primer viaje   alrededor del mundo, que Antonio Pigafetta dirige a Felipe de   Villiers:
        
           ….
            Fue escrito en verso, todo en este libro
            y a ti, señor, lo   ofrezco, suplicándote
            lo hojees una vez que los cuidados
            de la isla de   Rodas te den tiempo
            que es el único pago que pretendo.
        
         El sentido de   estos poemas no alude, propiamente, a que en él se rememoren episodios o   situaciones correspondientes a una autobiografía real o imaginaria. Como en   otros poemas de este libro, se trata, creemos, de  que en sus versos hable la   voz y se exprese la subjetividad de un personaje que habitó un espacio y un   tiempo remoto, tal como podrían expresarse, y lo hacen a través de este libro,   Felipe II, Manuel Lacunza, María Estuardo o Ercilla, entre otros.
          
          Lo   característico de estos poemas, es el punto de vista asumido, que se ubica en la   interioridad psíquica de un sujeto poemático, testigo o protagonista, que desde   allí hace oír su voz. Es un procedimiento, elevado casi al rango de género   poético, frecuente en la lírica del siglo XX, sobre todo en los poetas griegos,   debido a la tradición clásica antigua, de orden mitológico, en la cual era   corriente asumir poéticamente las diversas personalidades divinas y legendarias   que habitaban, como arquetípicos huéspedes, la memoria   colectiva.
          
          Constantino Kavafis es probablemente el poeta precursor,   dentro de la literatura contemporánea, de este tipo de poesía en la que la   conciencia poética asume la personalidad de un sujeto histórico o apócrifo para   expresarse desde ella. En muchos poemas de Kavafis o del también griego Giorgos   Seferis, y otros poetas como Saint John Perse, T. S. Eliot o Jorge Luis Borges,   se recrean acontecimientos pretéritos recurriendo a ese desplazamiento de la   subjetividad.
          
          Surge la pregunta si, tal como ocurre con los poemas de   Constantino Kavafis que abordan sucesos o héroes históricos, los personajes de   Rodas son paradigmas de los defectos y virtudes de los seres humanos. Junto con   ello, la lectura, que nos conduce en la búsqueda de sentido de estos poemas, nos   insta a que formulemos algunas reflexiones y preguntas: ¿Existe en verdad una   disposición heroica del hombre frente a las circunstancias que le toca afrontar?   ¿Disposición heroica frente a qué? ¿Frente a la muerte, frente a la vida?   ¿Pueden estos personajes ser salvados del despojo del tiempo? Se trata de   interrogantes que se nos abren a partir de este libro y que podrían,   enventualmente, tener tantas respuestas como lectores tenga Rodas.