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Jorge Montealegre en Vuelan las Plumas

LAS FRAZADAS SON EL VELO
............................... QUE CUBRIA A CHILE



Miercoles 21 de abril de 2004



Esta es la metáfora -confesó el poeta Jorge Montealegre a los conductores de Vuelan las Plumas, Vivian Lavín y Mario Valdovinos- que está detrás del motivo central de su libro "Frazadas del Estadio Nacional", texto ganador del Premio Altazor en ensayo, y que él escribió como "la épica de una persona común y corriente".

El programa adhirió a la celebración del Día Mundial del Libro, regalando un ejemplar a todo lujo de El Quijote de la Mancha, libro símbolo de esta festividad mundial. También se regalaron libros de Editorial Catalonia y libros autografiados de Jorge Montealegre, de las editoriales Lom y Ril Editores.

Se llamó nuevamente a los auditores a participar en el Concurso "Cuentos de Copas", el certamen que premiará, durante todo el año, a las mejores narraciones que giren en torno a una bebida "espirituosa".


Dice que las frazadas eran ellos mismos; era el lugar íntimo, el abrigo de los sueños y las esperanzas, del juego, pero también el velo que les impedía ver a sus torturadoresy fue finalmente el gran velo que cubrió a todo Chile. "El Estadio Nacional es un momento de Chile y las frazadas son ese velo", dice, agregando que en la medida que va pasando el tiempo nos vamos descubriendo y conociendo.

Piensa que tal vez la distinción de sus pares -quienes le otorgaron el Premio Altazor en ensayo- se deba a que Frazadas del Estadio Nacional no es un libro épico, pero tiene el mérito de ser una épica de la persona común y corriente, una persona normal, precaria y a veces, hasta ridícula, que narra su experiencia. Porque es un libro de vivencias y no un libro de denuncias.
Jorge Montealegre fue detenido a los 19 años y trasladado, junto a miles, a este recinto deportivo. Luego fue llevado al campo de prisioneros de Chacabuco y su experiencia, muy fresca aún, la contó en los escritos que precisamente llevan el nombre de este campo, (Chacabuco, Italia, 100 ejemplares a mimeográfo, 1974 ).

"Hay un libro de este cabro de 19 años, explica, y que recurre al testimonio pero también está la mirada y el relato del adulto, que le presta sus años y su experiencia, a través del tiempo". Y están también las reflexiones que resultan de este encuentro. "Y es este ejercicio, tal vez, el que fue reconocido", señala. Un ejercicio donde los juicios no están y deberá hacerlos, obligatoriamente, el lector.

Jorge Montealegre nació como poeta y escritor en la prisión. En Chacabuco ganó sus primeras "preseas" como vate y fue en muchos sentidos la poesía la que le salvó la vida en medio de la desolación. Y también esa magnífica defensa que es el humor. Transitando por el horror, dice -como transitaron tantos y él mismo- se llega al humor. Y ellos sí que le sacaban el jugo al humor; allí están los sobrenombres para la cama de tortura -"la parrilla"-para la caravana de la muerte -"la caravana del buen humor"-, y para tantos y tantos sinsabores.

Por eso, luego del exilio y ya de vuelta en Chile, participó en la fundación de la revista La Castaña (de humor, gráfica y poesía) y como guionista de humor gráfico colaboró con revistas ya legendarias como Topaze y Condorito, además del suplemento Humor, de revista Hoy, y en diarios como La Tercera, La Época y La Cuarta. Editó el libro Von Pilsener, primer personaje de la historieta chilena y realizó exposiciones acerca del humor gráfico en la Biblioteca Nacional. En el 2003 publicó Prehistorieta de Chile, del arte rupestre al primer periódico de caricaturas, una coedición de la Dibam y RIL Editores.

Entre sus volúmenes de poesía están Huiros (1979) y Bien común (1995), este último distinguido con el Premio Municipal de Literatura (Santiago) y el Premio del Consejo Nacional del Libro y la Lectura a Mejor Obra Literaria (en poesía) de 1996.

Jorge Montealegre bautizó a los de su generación -la de los '80-, como los NN. Dice que eran los No Nominados, los que quizás nunca serían conocidos ni escuchados; aquellos que no tendrían nombre. Y la gran paradoja de esos NN, dice, es que han sido definitivamente nominados, y están escribiendo de verdad sus nombres bajo esa gran frazada que comienza a develarse.

Para la poesía, explica, tuvo que pedir nostalgias prestadas. Porque las nostalgias son siempre el recuerdo de los afectos, de lo cálido y agradable. "Y eso fue lo que no tuvimos y hubo que pedirlas para tener así un pasado que añorar". Allí está el poema Mi padre bailó con Pola Negri en Puerto Varas, por ejemplo, o las alusiones a Marlene Dietrich y otras musas del cine de antes y de hoy. Su poesía sin artificios se acercó en una primera instancia, dice, a la mirada de los "chistes tipo Parra", aquellos que a él le "salían tan fácil" y sostuvieron también su veta humorística, su profesionalización en el argumento de los cómics y las caricaturas. Había, dice, un temple natural hacia la ironía y hacia el epigrama, que se asimilaba a los escritos de uno de sus poetas admirados, Ernesto Cardenal. Este, junto a Nicanor Parra, Armando Uribe y Floridor Pérez, son de alguna manera la rama de la poesía a la que él le gusta pertenecer. Pero fue precisamente este especializarse en la viñeta y el chispazo lo que le hizo derivar, paradojalmente, también, a la vastedad y seriedad del poema. Versos que se extendieron, pero que siguieron siendo tributarios de lo cotidiano, de la pequeña historia, de la gente y los lugares comunes y corrientes. Y con una marcada presencia de los niños, siempre, como una metáfora de utopía, de futuro, de cierta inocencia.

Jorge Montealegre cree en la poesía común y cree en el humor. Un humor que en nuestra sociedad sigue siendo discriminatorio. "El humor depende mucho del grado de tolerancia que uno tenga y nosotros somos bastante intolerantes, lo que se traduce en un humor bastante discriminatorio, en general".

Por eso él desacraliza desde el humor a las grandes figuras, las que se humanizan con esta mirada que tiene mucho más de nuestras propias flaquezas y precariedad. Su libro Prehistorieta de Chile, desde el arte rupestre al primer periódico de caricaturas, es un ejemplo de la presencia de esta línea en su trabajo. "Estos personajes serios también tienen su lado humorístico", señala, agregando que vamos avanzando hacia una sociedad más tolerante, que "respete la diversidad y que no discrimine al distinto".

 

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Al finalizar el Programa Vuelan las Plumas se entregó al autor invitado un vino 35 Sur, por gentileza de CCU, y se regalaron libros. El gran premio de la jornada fue un ejemplar a todo lujo de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes y Saavedra, de editorial SM, donado para los auditores -en preparación del Día Mundial del Libro- por la librería Había una Vez. También se regalaron libros de Jorge Montealegre, autografiados, de Editorial Lom y Ril Editores. Además se entregaron ejemplares de Editorial Catalonia, de su stand en la Feria del Libro de Plaza de Armas, que se desarrolla en estos momentos también en adhesión a esta fiesta mundial del libro y la lectura.

Se llamó nuevamente a los auditores a participar en el Concurso Cuentos de Copas, que premiará a la mejor narración cuyo tema central gire en torno a una bebida "espirituosa". Los cuentos deben enviarse a Miguel Claro 509, Providencia, o al correo electrónico vlp@uchile.cl
Nuestro próximo invitado: El dramaturgo Jorge Díaz.

Santiago, 22 de abril de 2004.

 

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Vuelan las Plumas: Jorge Montealegre: "Las frazadas son el velo que cubría a Chile", miércoles 21 de abril de 2004.