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VIOLETA PARRA:

CANTO PARA UNA SEMILLA


por
Juan Andrés Piña


Porque tú no te vistes de payaso
Porque tú no te compras ni te vendes
Porque hablas la lengua de la tierra
Viola chilensis.

Seguramente porque amó demasiado la tierra que la vio nacer y crecer, Violeta Parra quiso volver a ella terminando trágicamente con su vida en febrero de 1967. Este resultado entregó la dimensión final de su singular personalidad. La Violeta doliente, la Violeta cantora y por sobre todo la Violeta Parra chilena que terminó por beber de la muerte, un gran afluente que alimentó su vida y su creación.

Canto para una semilla se define a sí mismo como una elegía, como una aproximación a la esencia del canto de Violeta Parra. Y la esencia de este canto, el material fundamental que lo conforma, surge paralelamente de recorrer a grandes trancos su vida. Si Luis Advis al seleccionar trozos de las Décimas de Violeta Parra(1) ha recogido lo personal de esa existencia, ha recogido también la personal forma que adquiere ese canto. Porque en Violeta Parra hay dos hechos inconmovibles, imposibles de divorciar: su canto y su vida, su arte y su ser. De tal manera están tejidos estos motivos que darían tema para infinitas arpilleras como las que ella expuso en el sagrado Louvre allá por 1964.

Canto para una semilla es un disco Long-Play que en una duración de 45 minutos intenta proyectar la dualidad canto-vida en etapas que la misma Violeta postuló en sus Décimas. Luis Advis, Isabel Parra y el grupo Inti Illimani seleccionan, arreglan y graban esta síntesis estructurando así lo principal de la esencia y existencia de esta mujer chilena, intérprete y voz de otras muchas como ella.


Descubrimiento primario del mundo

Canto para una semilla es más bien canto para la germinación de una semilla. Las tres primeras partes del disco. Los Parientes, la Infancia y El Amor entregan en forma de relatos y canciones el enfrentamiento ingenuo y primario que hace Violeta Parra con el mundo y su intento por explicárselo.

Forjada por sus abuelos y sus padres, en la descripción de ellos adivinamos cuáles son las raíces, las capas primeras que se preparan para dar paso a esta mujer. Un abuelo amistoso, guerrero del Pacífico, amante tanto de la batalla como de la vihuela; un padre muy "letrario", profesor de vocación y una madre comparable sólo con el campo florido y el zorzal tierno, son las razones para que se prepare la posterior germinación de la potente voz de Violeta Parra.

En el primer transcurso de su vida vamos notando su amor primario por la naturaleza, por lo más virgen y subterráneo, por el cerro, la viña y los pajaritos. El descubrimiento y permanente asombro ante esa naturaleza hacen a la niña querer fundirse con los árboles y el viento, quedarse allí eternamente. Se establece con esta hermana naturaleza un singular contacto comunicativo. Pero esta relación con la naturaleza pura y quieta es pasiva. Se da aquí un segundo paso que, de acuerdo a su edad y al medio que la ve crecer, la ubica en la inconfundible categoría humana: el dominio de esa naturaleza, el trabajo. Avanzando así sus días se da cuenta...

... lo que es mansera y arado
arrope, zanco y gloriado
bolillo que está tejiendo
la piedra que está moliendo
siembra, apuerca, poda y trilla
emparva, corta y vendimia;

La tarea fundamental de dominación de la naturaleza nacida de lo más abajo comienza paralelamente a ser interpretada por la guitarra de la joven Violeta. Empieza a cumplir así con su labor de interpretación del trabajo de su pueblo. Es la poeta necesaria que requiere todo pueblo y Violeta admira, interpreta y da razón de existir a ese trabajo. Violeta Parra va recogiendo el rezumo del ser y hacer de sus gentes y la canción definitivamente le sirve como tarjeta de identidad:

...y empiezo a amar la guitarra
y donde siento una farra
allí aprendo una canción.

Hasta aquí todo es armónico en el caminar de Violeta Parra. Incluso la música, un importante canal de este disco, despierta el goce del descubrimiento, lleva en sí la compañía alegre a una vida lúdica, juguetona y armoniosa.

Pero todo cambia.

El cosmos de luz y simetría cae ante los ojos de la muchacha. Por un lado la decepción amorosa, y por otro el encuentro con el dolor, el sufrimiento y el engaño al seguir indagando en el mundo, son las principales razones para que todo se convierta en caos y desesperanza:

Más van pasando los años
las cosas son muy distintas
lo que fue vino hoy es tinta
lo que fue piel hoy es paño
lo que cierto, hoy engaño.

Entré al clavel del amor.
Cegada por sus colores
me ataron los resplandores
de tan preferida flor.
Ufano de mi pasión
dejó sangrando una herida
que lloro muy conmovida
en el huerto del olvido.

Es la continuación de su indagar por el mundo, de adentrarse en los recovecos sorpresivos y desilusionantes de la vida. Curiosamente esto lleva aparejada la duda sobre las posibilidades de su canción. El sosiego sólo es encontrado por la mujer en el llanto.

El amor doliente, la constatación de la miseria y el sufrimiento se hace extensivo a todo el mundo, a todas las gentes. Violeta Parra después de esta caída, producto de un choque brutal, levanta la cabeza y saca conclusiones. Ya no es la niña que sólo vive para armar jugarretas en la viña: es una semilla que se abre, que germina y que madura. Se da así la síntesis vital: no todo es armonía y felicidad, como tampoco todo es llanto y desconsuelo. Este descubrimiento de Violeta Parra nace de lo más primogénito, casi de un descubrimiento ingenuo. En ella los elementos van confluyendo e integrándose, definiendo así su peculiar personalidad. La nutrición que hace su sensibilidad la sitúa más cerca de la tierra que de la especulación, más cerca de la sangre que del concepto. Sus conclusiones las extiende a los demás con un gran volumen de comprensión:

Aquí tiene mi puñuelo
señora seque su llanto.
No hay en el mundo quebranto
que no tenga su consuelo.
Nadie se ha muerto de amor
ni por cariño fingido
ni por vivir sin marido
ni por supuesta traición.


El compromiso y la esperanza

La vida de Violeta Parra está marcada nítidamente en esta zona. Toda la experiencia asimilada en el pasado la orienta a tomar determinaciones claves. Los derroteros son marcados a costa de pesadumbres y alegrías y se va enhebrando de esta forma su personal canción.

El choque contra su piel de las realidades y contradicciones dan a luz un compromiso definitivo con los demás. La canción, aquella arma que en situaciones límites creyó inservible, se carga ahora de esperanzas y posibilidades y se dispara amarrando el futuro.

El compromiso con su raza, con su tierra y su país significa una denuncia en voz alta. El pueblo herido, la tierra violentada, el obstinado interés por privar al huaso, al santiaguino y al minero del sol, del pan y de las flores son la médula de su canto.

Los "piececitos de niño" de esa otra chilena, Gabriela Mistral, se convierten en Violeta en "ojos de campesino", en "manos de labrador". A través de este compromiso, Violeta Parra comprende entrañablemente el sufrimiento de sus hermanos, en términos poco denunciados, en facetas nuevas y originales que no caen en lo repetitivo o estereotipado:

Los llevan por el calvario
cargados con una cruz,
les niegan hasta luz,
los ciegan con su sudario,
los dejan sin los rosales,
sin aire y sin manantiales.

Es una comprensión sudada y sangrada que no parte de arriba y acude mesiánicamente en socorro del pueblo, sino que es sudor y sangre de ese pueblo que se hace voz y guitarra. Violeta Parra va percibiendo el calibre que toma su canto, la gran fuerza cohesionante e interpretativa que significa poseer una vihuela y una poesía que decir:

Yo no protesto por migo
porque soy muy poca cosa.
Reclamo porque a la fosa
van las penas del mendigo.

El compromiso que asume Violeta Parra con su pueblo surge de un conocimiento y saber auténtico. Apartándonos un poco del disco podemos apuntar el afán que la movió a indagar a Chile en todas sus dimensiones. El tronco principal de su vida es indagación, escudriñamiento y recuperación de lo más original de nuestra tierra. Violeta Parra, al recorrer el país y recoger de labios de cantores populares, de ancianos, de artistas pueblerinos su singular historia y forma de ver y organizar el mundo, traduce su compromiso en interpretación de ese saber y cosmovisión.

Es aquí donde reside lo original y auténtico del arte de Violeta Parra. Su compromiso es interpretación y recreación de lo terrestre y subterráneo del pueblo; aquello que es apéndice en una investigación sociológica; aquello que siempre pasa a ser elemento de suma, en ella se convierte en substancia de su canto.

Sigue de esta forma la dinámica en su vida. Ya es una mujer. La elaboración primaria de su vida hace brotar una esperanza; esperanza que la seguirá acompañando en su recorrido, elemento vital que se integra a las otras etapas ya enumeradas para ser también material de su canción. Violeta Parra quiere extender a todos la capacidad de ser sensible, de amar. Hay en ella una creencia inocente, creencia necesaria en quien no posee muros en el corazón:

No puede ni el más flamante
pasar en indiferencia
si brilla en nuestra conciencia
amor por los semejantes.

En base a esta fe que puede pasar por ingenua, esta mujer funda sus esperanzas. Anhela y lucha por algo mejor, más digno, mínimamente digno. El tronco central de su canción fue partir de lo peculiar chileno y proyectar en su particular personalidad creadora las posibilidades de mejoramiento. La canción La Esperanza, en este disco, es el centro neurálgico y atomizador de la vida de Violeta Parra. El lenguaje metafórico y siempre en relación con la naturaleza está vertebrado por el gran amor que siempre tuvo a su raza, y esa esperanza, después de sufrir la elaboración de toda una existencia, pasa a ser un componente fundamental de la dualidad canto-vida.

Descubrimiento del mundo y naturaleza; descubrimiento de la naturaleza trabajada; amor, sufrimiento y congoja; compromiso con ese sufrimiento; canto desesperación y esperanza son las etapas sustantivas de la vida de Violeta Parra que se repiten cíclicamente. Llega así el momento de la germinación casi total de esta semilla.


Agradecimiento y muerte

Violeta Parra cantó a la muerte antes de morir. Y no se trata de esas muertes diarias, de esas pequeñas muertes que sufrió todos los días. Es la muerte final. Ella intuye el desaparecimiento de su canto y lo vislumbra como una brisa fresca que termina con los desasosiegos. Esa muerte, en ella, es repetición feliz de lo mejor de este mundo. Es un paso necesario que hay que explicarse y el cual también merece una canción.

En la muerte hay una añoranza del mundo armónico perdido, una nostalgia de la naturaleza simétrica y perfecta. La muerte, en ella, no es motivo de angustias o desesperación. Al contrario. Es un retorno feliz que deja de lado toda posibilidad de preocupación por la Nada. Hay un momento en su vida en que, cansada de trotar por esta tierra, opta por la muerte según propia determinación. Después de la magistral síntesis de vida que fue realizando hasta que su canto proyectó todas las contradicciones de su mundo. Violeta Parra decae y su principal alimento es el sufrimiento.

Al preferir la muerte opta por el reposo y la ausencia necesarios en ese momento:

Ya no me clava la estrella.
Ya no me amarga la luna.
La vida es una fortuna
vistosa, próspera y bella.
Yo siento que el mundo entero
está de canto y de baile.

Hay en ella un tranquilo decaimiento una extinción parsimoniosa y una vuelta a la niñez, a esa luz que perdió y ahora vuelve a recuperar. El mundo es próspero y bello, es armonía y naturaleza. La ingenua humanidad que hemos observado a través de su descubrimiento del cosmos se hace ahora más fuerte. Repunta nuevamente esta elegía sintetizando en Gracias a la Vida la experiencia vital de esta mujer. De alguna forma el concepto de "sabio" se condensa aquí. El sabio no es el que "sabe más", es —en este caso, Violeta Parra— el que hace vida ese saber conseguido a punta de ñeque y hacha. El rezumo de su existencia, de sus pasos, de sus caídas, de sus descubrimientos y conclusiones se sintetiza aquí:

Gracias a la vida
que me ha dado tanto.
Me ha dado la risa
y me ha dado el llanto.
Así yo distingo
dicha de quebranto,
los dos materiales
que forman mi canto,
y el canto de ustedes
que es el mismo canto,
y el canto de todo
que es mi propio canto.

Gracias a la vida, además de condensación apretada de la esencia de Violeta Parra, es hacer público un agradecimiento por haber tenido la posibilidad de conocer y más que todo, agradecimiento por haber sido voz de los callados.


Canto final americano

Canto para una semilla extiende por último geográficamente el nervio central del canto de Violeta Parra. El alma que movió las cuerdas de su guitarra se hace extensible a toda América. La síntesis armónica que añoró antes de morir, el resultado de toda una vida abraza ahora América, todo su continente:

América aquí presente
con sus hermanos de clase
que empiece la fiesta grande
de corazones ardientes.
Todo está en armonía,
el pan con el instrumento,
el beso y el pensamiento,
la pena con la alegría.

Este canto final es la maduración de la mujer-semilla que parte desde la tierra fecundante hasta abrazar toda su gran cuna. El ciclo de conocimiento se cierra así, en esta elegía, en una ampliación de la experiencia y del resultado final del itinerario de Violeta Parra. La semilla, después de haber germinado en una frondosa, sufrida y potente voz, se repliega sobre sí misma y vuelve a la placenta de la tierra.

Si bien en la vida de Violeta Parra la etapa-américa puede estar marcada en forma poco nítida, en Canto para una semilla cumple con la función de resumen y culminación que traspasa las fronteras de la experiencia individual.

Gracias a la vida como antesala y Canto final como epopeya postuma, da la dimensión final, la palabra que completa la clave en el andar de Violeta Parra. Algo de nuestra mujer chilena, de nuestro lenguaje, de nuestra manera de mirar la naturaleza, de comprometernos, lamentarnos o agradecer queda al terminar de escuchar esta elegía.


Misión y estructura de canto para una semilla

Se puede preguntar ahora por la Violeta Parra que cantaba en circos, bares y cabarets. Se puede preguntar por su primera grabación, por sus incontables giras de investigación al norte y sur del país. Se puede preguntar por su participación en festivales y también por las innovaciones que introdujo en las técnicas de trabajo con arpilleras y cerámica. Se puede preguntar por su viaje a París, por la exposición en el Louvre. Se pueden preguntar muchos detalles o hechos cruciales en su vida.

Y serían justas todas estas preguntas.

En Canto para una semilla sólo se ha intentado una aproximación a la esencia del canto de Violeta Parra como permeabilización de su vida; un intento por comprender los hilos que manejó y la manejaron.

La estructuración de Canto para una semilla es una unidad indivisible y coherente. La poesía de Violeta Parra está vaciada en música folklórica chilena. Cada ritmo acompaña de manera personal y significativa al texto. La íntima unión entre la poesía escrita por Violeta Parra y el tipo de ritmo que la acompaña hacen al disco remontarse, decaer, alcanzar climax y volver a repuntar. Su estructura coherente, fundada en canto, poesía y relato define su estilo personal y entrega el volumen peculiar de la canción y vida de Violeta Parra.

Canto para una semilla no es una reseña biográfica ni una exaltación laudatoria; es sólo la proyección de los pasos y choques con los distintos planos de la realidad que enfrentó esta singular personalidad creadora, y la dimensión de símbolo que por esto pueda alcanzar.


Reencuentro con lo primario

A través de este recorrido por Violeta Parra, vemos que en ella todo es nacido, sudado y sangrado. Por la trasparencia de su canto podemos concluir que lo más terrestre y virgen fue la vértebra central de su vida. El esquema nacido de la alta elucubración teórica, la ideología y el pensamiento esquemático, encasquetado a presión, es el fenómeno contrario a Violeta Parra. Ese contacto con la naturaleza, con la imaginación y humildad particular de su pueblo la hacen erigirse como una voz original y auténtica.

Violeta Parra es la personificación opuesta a la adaptación del esquema archirrepetido que cae y quiere hacer caber todo dentro de él. En Canto para una semilla vemos el alzamiento de una voz y un puño con una guitarra alimentados por la tierra matriz. Y tierra matriz significa la manera original viva y dinámica que tiene un pueblo de organizarse el mundo.

Aquello de síntesis vital; de fusión entre las caras de la realidad; de ligazón entre lo dulce y lo amargo, entre la pena y la alegría; de descubrimiento del trabajo y de ansias por extender el conocimiento y la esperanza que estructuran la canción y la vida de Violeta Parra puede parecer de Perogrullo.

Y lo es.

Pero ¿qué más difícil e importante que volver a encontrar las verdades primarias, los hechos fundamentales, los datos seguros? El descubrimiento de esos datos primarios y de esas verdades irreductibles es precisamente lo que perdemos de vista. Pareciera que todo se nos da dosificado y calculado. Nos entregan productos con terminación de fábrica. En Violeta Parra hay un reencuentro con lo primario y elemental. Hay un mundo descubierto con el asombro, con ingenuidad infantil, con la sencillez del que nació y vivió en la tierra.

Violeta Parra se sigue erigiendo como símbolo de ese descubrimiento y recorrido que hacen muchos como ella. Pero tuvo una ventaja: ella lo ordenó al ritmo de una canción, lo tejió en una arpillera, lo amasó en la tabla del arte.

 

 

(1) Advis reordenó algunos de los poemas que figuran en Décimas de Violeta Parra, (con el subtítulo de Autobiografía en versos chilenos, Ed. Pomaire y U. C., Sept. 1970. cf. Mensaje Nº 220 julio 1973), introduciéndole ligeras modificaciones. La excepción de estas poesías es Gracias a la Vida que no aparece en Decimas.

 

* * * *** * * *

Canto para una semilla
(Inti-Illimani , Isabel Parra , Carmen Bunster)
Poesía: Violeta Parra . Música: Luis Advis)
1972



Los parientes

Cantar es lindo deleite
mucho mejor con guitarra,
quien le hace el quite a la farra
se va como por aceite.
Sin mañas y sin afeites
puede llegar la cantora,
cantarle a la buena aurora
como lo hace el chincolito
o cantarle al angelito
como la Virgen Señora.

A eso vengo mis señores,
a cantar cantos colmados
de versos tan delicados
como perfectos primores.
Aquí mostrarán dolores,
allá pedirán mudanzas
llenas de fe y esperanzas
de nuestros amargos males.
Fatal entre los fatales
yo seguiré estas andanzas.

Empezaré del comienzo
sin perder ningún detalle,
espero que no me falle
lo que contarles yo pienso.
A lo mejor no convenzo
con mi pobre inspiración.
Se larga la descripción
sin coilas y sin engaños
reculando algunos años
y mudando al caserón.

Ya están sonando instrumentos
y diré con gran estilo
señores demen permiso
aquí presento a mi abuelo:

José Calixto su nombre
fue bastante respetao
amistoso y bien letrao
su talento les asombre.
Mas le aumenté su renombre
al decidir muy en breve
no más entre marte'y jueves
procura mostrar su honor
defendiendo el tricolor
del año setenta y nueve.

En la ciudad de Chillán
vivía en un caserón
dueño de una población
de gran popularidad.
Pa'mayor autoridad
manda a su hijo a la escuela
y a petición de mi abuela
le va a enseñar a solfear
para una orquesta formar
de arpa, violín y vihuela.

Ya ven mi abuelo José
con la música en la mente
y quién hubo más prudente
como mi otro abuelo fue:

Mi abuelo por parte'e maire
era inquilino mayor
capataz y cuidaor
poco menos que del aire.
El rico con su donaire
lo tenía de obligao
caballerizo montao
de viñatero y rondín,
podador en el jardín
y hortalicero forzao.

Al verlo a primera vista
parece mi lindo abuelo
algún arcángel del cielo
gemelo de un Juan Bautista.
Azules sus pupilitas,
dorada su cabellera,
montao en su yegua overa
no hay niña que no lo mire
ni vieja que no suspire
por detracito'e mi abuela.

Me pongo a pensar un rato
y mis taitas aparecen
ojalá aquí deletree
con claridez sus retratos:

Mi taita fue muy letrario
pa'profesor estudió
y a las escuelas llegó
a enseñar su diccionario.
Mi mamá como canario
nació en un campo florio
como zorzal entumio
creció entre la candelilla
conoció lo que es la trilla
la molienda, el amasijo.

 

La infancia

Semana sobre semana
transcurre mi edad primera.
Mejor ni hablar de la escuela,
la odié con todas mis ganas,
del libro hasta la campana,
del lápiz al pizarrón,
del banco hasta el profesor.
Y empiezo a amar la guitarra
y donde siento una farra
allí aprendo una canción.

Cuando me pierdo en la viña
armando mis jugarretas
yo soy la feliz Violeta
el viento me desaliña.

Como nací pat'e perro
ni el diablo me echaba el guante
si con la escuela inconstante
constante para ir al cerro.
Lo paso como en destierro
feliz con los pajaritos
soñando con angelitos.
Así me pilla fin de año
sentada en unos escaños.
¡Quisiera ser arbolito!

Así poco a poco aprendo
lo que es mansera y arado
arrope, zanco y gloriado
bolillo que está moliendo
siembra, apuerca, poca y trilla,
emparva, corta y vendimia;
ya sé lo que es la cizaña
y cuantas clases de araña
carcomen la manzanilla.

Aprendo a bailar la cueca
toco vihuela, improviso,
descuero rana a cuchillo
ya le doy vuelta a la rueca.
Como una gallina clueca
saco mi linda parvá
y en la callana caldeá
dorado dejo el triguito
y amarillo el motecito,
nadie me gana a pelear.

...Y empiezo a amar la guitarra
y donde siento una farra
allí aprendo una canción.

 

El amor

Mas, van pasando los años
las cosas son muy distintas
lo que fue vino hoy es tinta
lo que fue piel hoy es paño
lo que fue cierto hoy engaño.
Todo es penuria y quebranto
de las leyes yo me espanto
lo paso muy confundida
y es grande torpeza mía
buscar alivio en mi canto.

Los tiempos se van volando
y van cambiando las cosas.
Crecí en el trigo melosa
la siembra fue castigando
fue la cosecha mermando
la esperanza quedó trunca.
La gente no sabe nunca
lo que mañana la espera...
lo que mañana la espera
la gente no sabe nunca.

Entré al clavel del amor.
Cegada por sus colores
me ataron los resplandores
de tan preferida flor.
Ufano de mi pasión
dejó sangrando una herida
que lloro muy conmovida
en el huerto del olvido.
Clavel no ha correspondido.
¡Qué lágrimas tan perdidas!

La vida me da recelo
me espanta la indiferencia
la mano de la inclemencia
me ha echado este nudo ciego.

La fuerza me ha consumido
y me ha atormentado el alma
pa'mí lo que llaman calma
es vocablo sin sentido.

El sol reseca el barbecho
lo deja como la espina
me clava con negra inquina
si piso este duro lecho.

Camino por un momento
las calles a la sin rumbo
veo que estoy en el mundo
sin más que el alma en el cuerpo.

Miserias y alevosías
anudan mis pensamientos
entre las aguas y el viento
me pierdo en la lejanía.

No lloro yo por llorar
sino por hallar sosiego.
Mi llorar es como un ruego
que nadie quiere escuchar.

 

El compromiso

Aquí tiene mi pañuelo
señora, seque su llanto
no hay en el mundo quebranto
que no tenga su consuelo.
Saque la vista del suelo
y míreme frente a frente
que sufre toda la gente
lo olvidaba por egoísmo
eso conduce al abismo
le digo primeramente.

Yo la condeno señora
a lo alto de una patagua
cinco días a pan y agua
durante todas sus horas
las lágrimas que me lloran
no tienen explicación.
Denuncie con su furor
la farsa politicante
no los suspiros galantes
ni las razones de amor.

Nadie se ha muerto de amor
ni por cariño fingido
ni por vivir sin marido
ni por supuesta traición.
El mundo es una estación
de trenes de sinsabores
con faltas muy superiores
su pleito no es una queja.
Gran pleito es quien despelleja
sin lástima a nuestros pobres.

Si escribo esta poesía
no es sólo por darme gusto
más bien por meterle susto
al mal con alevosía.
Quiero marcar la partida
por eso prendo centellas
que me ayuden las estrellas
con su inmensa claridad
pa' publicar la verdad
que anda la sombra en la tierra.

Mi corazón peregrino
se afirma en este servicio
será grande el beneficio
que le otorgue a mi destino
el pensamiento infinito
me traiciona a cada instante.
No puede ni el más flamante
pasar en indiferencia
si brilla en nuestra conciencia
amor por los semejantes.

 

La denuncia

Ya está corrido el telón
la fiesta sigue su curso
mi largo y triste discurso
es parte de la función.

Les doy la continuación
porque eso es lo prometido
despéjense los sentidos
y tengan comprobación.

La prueba será el testigo
aquí la tengo en la mano
pa' condenar al villano
que tengo por enemigo.

Mis cantos desatan nudos
aquí va el primer disparo.
No han de pasar por el aro
mis versos por el saludo.

Hacia mediados de invierno
cuando las noches son crudas
vemos a tanta criatura
peleando ya en este infierno
más bien me venga la muerte
que seguir viendo este ejemplo.

El pobre vive en silencio
y sufre ya muy cruel castigo
de ver a sus diez chiquillos
en la miseria y el vicio.
Al borde del precipicio
se está agusanando el trigo.

No puede ni el más flamante
pasar en indiferencia
si brilla en nuestra conciencia
amor por los semejantes.

Es una infamia muy dura
que no se salven del foso.
El dolor es oprobioso
y pregunto de partida
si la justicia en la vida
existe pa' los rotosos.

Los llevan por el calvario
cargados con una cruz
les niegan hasta la luz
los ciegan con su sudario
los dejan sin los rosales
sin aire y sin manantiales.

De qué nos sirven los templos
de qué el sol y el aire puro
cuando su sol es oscuro
y va caminando a tientas.
Necesito un lazarillo
que me alumbre este tormento.


La esperanza


Yo no protesto por migo
porque soy muy poca cosa.
Reclamo porque a la fosa
van las penas del mendigo.

Potreros con más frijoles
es lo que aquí se reclama.
Pa'l pobre una buena cama
y un cielo con arreboles.

Me amarga la situación
cómo cambiarla pudiera.
Pero ordenaré el problema
al ritmo de una canción.

Me cruzan por la cabeza
como palomas los sueños.
Mi voluntad jura empeño
de arrear con esta pobreza.

Válgame Dios cómo están
todos los pobres cristianos
en este mundo inhumano
partidos mitá a mitá.
Del rico es esta maldad
lo digo muy conmovido.
Dijo el Señor a María
son para todos las flores,
los montes, los arreboles.
¿Porqué el pudiente se olvida?

Si el sol pudieran guardarlo
lo hicieran de buena gana
de noche, tarde y mañana
quisieran acapararlo.
Por suerte que pa' alcanzarlo
se necesitan cojones.
De rabia esconden las flores
las meten en calabozos
privando al pobre rotoso
de sus radiantes colores.

No puede ni el más flamante
pasar en indiferencia
si brilla en nuestra conciencia
amor por los semejantes.

En este mundo moderno
qué sabe el pobre del queso,
caldo de papa sin hueso,
menos sabe lo que es terno
por casa callampa, infierno
de lata y ladrillos viejos.
¿Cómo le aguanta el pellejo?
Eso sí que no lo sé
pero bien sé que el burgués
se pita al pobre verdejo.

No pierdo las esperanzas
de que esto tenga su arreglo.
Un día este pobre pueblo
tendrá una feliz mudanza.
El toro sólo se amansa
montándolo bien en pelo.
No tengo ningún recelo
de verlo vuelto tirilla
cuando se dé la tortilla
la vuelta que tanto anhelo.

 

La muerte

No es que no quiera pasarme
el lomo por la escobilla,
tampoco hacerle cosquillas
al que ha venido a escucharme.
Con prisiones y gendarmes
castiguen mi vanidad,
a la pata'e la verdad
yo estoy contando mi cuento,
Perdonen mi atrevimiento
y mi escasa habilidad.

Tenga calma la compaña
ya viene la despedida;
la poca sabiduría
mis pensamientos empaña.
Siempre la suerte me engaña
por mucha ilusión que tenga.
Que la fuerza me sostenga
si el sacrificio es en vano
y no me condene hermano,
no hay mal que por bien no venga.

Por años crucé las calles
gimiendo muy dolorosa
y a trabajar afanosa
me fui por montes y valles.
No quiero entrar en detalles
ni remover las cenizas,
lo malo me escandaliza
me quiebra nervios y huesos...
Ya el viento volvió el recelo
y el mar lavó las desdichas.

Me voy por un senderito
sembrado de blancos yuyos
y en árboles en capullo
ya cantan los chincolitos.
En el estero infinito
se están meciendo las aguas,
la sombra de la patagua
me recibe con cariño,
las lágrimas, del corpiño,
resbalan hasta mi enagua.

Detrás de las alamedas
se duermen los animales,
perfuman los cereales
las trémulas sementeras.
Las hojas por vez postrera
me brindan una sonrisa
y me refresca la brisa
con sus esponjas, la frente.
Respiro serenamente,
ya nada me martiriza.

Semana que mis rosales
estaban ya florecidos
yo con mi malo sentido
vi sólo sus espinales.
Las nubes primaverales
parecen una pintura,
los campos con su verdura
me han descorrido el telón.
Mis ojos bailan al son
del viento por la llanura.

Ya no me clava la estrella,
ya no me amarga la luna,
la vida es una fortuna
vistosa, próspera y bella.
Sus lluvias y sus centellas
nos engalanan los aires
nos brindan como una madre
su aliento renovadero.
Ya siento que el mundo entero
está de canto y baile.


Epílogo

Ya no tendrá sus dolencias
porque se fue de este mundo
sumergida en el profundo
misterio de las ausencias.

De las doradas gavillas
que en el rastrojo cayeran
limpiando la sementera
va recogiendo semilla.

Ayer sembró la simiente
que hoy florece y fructifica.

Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me dio dos luceros que, cuando los abro,
perfecto distingo lo negro del blanco,
y en el alto cielo su fondo estrellado.

Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado el oído que, en todo su ancho,
graba noche y día grillos y canarios;
martillos, turbinas, ladridos, chubascos.

Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado la marcha de mis pies cansados;
con ellos anduve ciudades y charcos,
playas y desiertos, montañas y llanos.

Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado la risa y me ha dado el llanto.
Así yo distingo dicha de quebranto,
los dos materiales que forman mi canto,
y el canto de ustedes que es el mismo canto
y el canto de todos, que es mi propio canto.


Canción final

Me falta la compresión
para explicar el grandioso
momento tan venturoso
que dentra por mi razón.
Se embarga mi corazón
en este siglo moderno
veo que aflojan los cuernos,
los toros quedan sin astas
y el pueblo diciendo basta
pa’l pobre ya los infiernos.

América aquí presente
con sus hermanos de clase
que empiece la fiesta grande
de corazones ardientes.
Se abracen los continentes
por este momento cumbre
que surja una perdidumbre
de lágrimas de alegría.
Se baile y cante a porfía
se acaben las pesadumbres.

Entremos en la columna
humana de este desfile.
Miles y miles de miles
de voces fundida en una.
De todas partes los hurra,
aquí todos son hermanos
y así estarán: de la mano
como formando cadena
porque la sangre en las venas
fluirá de amor sobrehumano.

Todo estará en armonía
el pan con el instrumento
el beso y el pensamiento
la pena con la alegría
la música se desliza
como cariño de madre
que se embelezcan los aires
desparramando esperanzas.
El pueblo tendrá mudanza
lo digo con gran donaire.

 

 
 

Proyecto Patrimonio— Año 2004
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Violeta Parra: Canto para una semilla,
por Juan Andrés Piña.
Fuente: Revista Mensaje, Nº 224, 225.
Noviembre-Diciembre de 1973.