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SOBRE UN ENCUENTRO DE POESÍA: ALGUNOS ALCANCES

por Luís Antonio Marín


 

Entre un jueves 25 un domingo 29 de enero de este año de 2007, se realizó el mentado encuentro que contó con la presencia de casi una treintena de poetas -de Santiago, Chillán, Concepción, Valdivia, Temuco y otras ciudades de la región de la Araucanía- cuyas edades promedio andaban por los 26, y que en su mayoría contaban con una obra al menos esbozada y con varias experiencias de socialización de sus quehaceres.

El coordinador general de esta instancia fue el estudiante de Ingeniería Civil de la Universidad Católica de Santiago CAMILO HERRERA (nacido en 1986 y criado en Temuco, pero que jamás había tenido comercio con los creadores literarios de la región novena), ganador de la última edición del "Concurso ROBERTO BOLAÑO versión poesía", para menores de 25 años.

Camilo tuvo, entre muchos otros méritos -incluida su performance de poesía en el "Museo Ferroviario de Temuco PABLO NERUDA"-, la capacidad de poner a trabajar, como buenos y dulces hermanos, a personas como:

GERARDO QUEZADA, que facilitó el taller de su productora
para hospedar a la mayoría de los invitados, contactó a varios de ellos y realizó el principal registro audiovisual del evento; CÉSAR CABELLO, ganador de la última versión del "Concurso de Poesía Eduardo Anguita", que dispuso de recursos personales y venciendo algunos problemas de salud no se restó al lance; y RAMIRO VILLARROEL, artista visual y poeta que prestó las dependencias de su "Klandestino Bar" para las libaciones de rigor y la presentación de dos libros, y que junto a Herrera realizó casi todas las introducciones. Por decirlo claramente, estos 3 artistas de talentos y saberes convergentes, divergentes y paralelos Y POR ENDE SINÉRGICOS, simplemente se desprecian entre ellos. Algo sé del tema.


"COFRADÍA" O SINERGIA

A este respecto, he llegado a la convicción -paradójica quizá, pero jamás amarga- que del desprecio, la envidia y la rabia, pueden dimanar frutos más nobles y venturosos que de las mutuas masturbaciones de la religión del amiguismo, que han llevado a la poesía chilena actual al enghettamiento (según Armando Roa Vial) o a las patotas y el matonaje (según Germán Carrasco Viedma). Antes también fue así, pero en las actuales y aún más caóticas circunstancias sociales (hablo ante todo del los males del neoanalfabetismo y del exitismo insubstancioso que parecen haberse entronizado), esta tendencia está acorralando a la poesía en una suerte de cofradía palurdesca y ni siquiera suficientemente luminosa: Poesía jibarizada, elitizada y, en el mejor de los casos, sólo destinada a cumplir la condena lihneana de ser leída por otros poetas; lo que provoca hacinamiento, miseria y hace del pelambre, la zancadilla y el resguardo carcelario de las becas y prebendas, su razón de ser. En ese sentido, los escritores nos estamos pareciendo a la gente de la farandulandia televisiva, con la diferencia de que estos últimos son los que realmente importan para la sociedad.

Por ello resulta imperativo levantar encuentros (de LITERATURA) entre públicos desacostumbrados a la misma, interviniendo sus cotidianos; y reunir ovejas de rediles distintos para lograr que se miren a la cara, tal vez con desprecio y suspicacia pero con la certeza de que se está luchando contra un único enemigo común: el lobo de la lepra espiritual en estos tiempos de crisis y de cambios.

A mi modo de ver, la actitud de Cabello, Quezada y Villarroel (unidos por un aparecido), refrenda plenamente lo antes dicho y sienta tal vez un precedente que puede ser emulado incluso en el solitario Santiago de Chile.


INTERVINIENDO ESPACIOS

El encuentro de poesía VIOLENTO SUR se desarrolló en algunos referentes esenciales de la ciudad, como lo son el HOSPITAL REGIONAL de Temuco (donde Héctor Hernández presentó algunos versos de su portentoso libro "Coma"), la BIBLIOTECA MUNICIPAL GALO SEPÚLVEDA, el CEMENTERIO GENERAL DE TEMUCO y el MUSEO FERROVIARIO PABLO NERUDA (en dos ocasiones). El evento concluyó, aprovechando el público de un evento musical previo, el domingo 28 en la cumbre del CERRO NIELOL de Ciudad Sur; y es dable destacar -con sorna, emoción o ironía- que en esta última instancia declamaran sus versos dos poetas de origen mapuche: Jaime Luis Huenún y Roxana Miranda Rupailaf.

Todas estas actividades se realizaron al aire libre y tuvieron, aunque menguado, un carácter interventor -y en el caso del cementerio hasta disrruptor- del espacio cotidiano citadino. Y a juicio de quien este escribe, para evitar el callejón sin salida del hacinamiento (muchos tripulantes para tan poco suministro), que llevan a los poetas, entre otras linduras, a fagocitarse mutuamente (es cosa de leer la abyeción a que llegaron algunos de los comentarios emitidos en el blog de VIOLENTO SUR), es necesario sacar a la poesía de las abadías universitarias, del cadáver sagrado de lo museológico mal entendido, de las cada vez más invisitadas bibliotecas e incluso de los libros casi siempre cerrados, e intervenir los espacios sociales; dejando en el público (en el otro que también es nosotros) esa capacidad de asombro, esa perplejidad que entronca con lo sagrado, con la revelación anticosificante, que los hace preguntarse "no sé que es esto pero se ve interesante", y les devuelve de paso un patrimonio que ignoran que siempre les ha pertenecido.

Ello, y debo dejarlo muy en claro, no deslegitima las entidades culturales de conservación de la cultura antes nombradas (y otras), pero si relativiza su poder de pregnancia social.


¿POESÍA VERSUS NARRATIVA?

Hace algunos años un conocido crítico nacional sustuvo que a los poetas les faltaba involucrarse más con la narrativa y a los narradores inmiscuirse más con la poesía. A estas alturas, ello (y por muchas razones entre las cuáles esbozaré sólo una) parece indiscutible: Poesía y narrativa nacieron de la oralidad, devinieron letra impresa (allí se entronizaron) y ahora -donde el texto impreso vale cada vez menos- es necesario que vuelvan a la oralidad: Porque poesía y narrativa, a diferencia del texto dramático (teatro), no nacieron para ser representadas. Es el valor de la paradoja en estos tiempos donde sin duda, y más allá de ciertas luces, estamos perdiendo la batalla… y por ello mismo la vamos a ganar.

Concluyo esta breve reflexión dimanada de VIOLENTO SUR, agradeciendo a los organizadores… a los auspiciadores… y a los poetas:

Héctor Hernández, Sebastián Baeza, Jaime Huenún, Rodrigo Gómez, Tamym Maulén, Guido Arroyo, Jaime Baeza, Felipe Becerra, Marcela Parra, Gerardo Quezada, Ramiro Villarroel, Luis Marín, César Cabello, Dafne Meezs, Patricio Alvarado, Camilo Herrera, Ernesto González, Rodolfo Hlousek, Ángel Valdebenito, María Isabel Lara Millapán, Víctor Cifuentes, Juan Huenán, Roxana Miranda, Jorge Cid, Agustín Hidalgo, Marcelo, Guajardo y a algún otro cuyo nombre se me escapa y a quien pido por ello las disculpas de rigor.

 

 

Luis Antonio Marín (Lota, 11 de febrero de 1972) es periodista y reside en Temuco desde 1980. Realizó estudios de magíster en literatura y guiones cinematográficos (El informante, 2000, mención 4to Festival de Gante, Bélgica), y fundó el colectivo de arte Juglares del Mapocho (1999), que reposicionó el espacio citadino con declamaciones y performances en espacios públicos (metro, micros, bares). Ha ejercido de columnista en medios escritos nacionales, y fue conductor del programa radial "Temblor de Cielo" (ex 1007.7). Es también autor del poemario "La Ciudad Derrotada", actualmente inédito. Entre sus reconocimientos figuran: mención honrosa Concurso Nacional de Poesía Caballos de Fuego (1999), finalista Concurso Internacional de Cuentos Juan Rulfo (2000), y obtención Beca Para Escritores Noveles del Consejo Nacional del Libro y la Lectura, Género Cuento (2003). En el año 2005 realizó un diplomado en escritura audiovisual en la casa central de la Universidad Católica de Chile y espera pronto viajar a Bélgica a trabajar para el cineasta nacional Roberto Flores.

 
 

 

 

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Sobre un encuentro de poesía: Algunos alcances.
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