La primera parte de la trilogía 
          llamada "La Oscuridad", del fallecido escritor chileno, fue publicada 
          a fines del año pasado y se presenta como una de las obras nacionales 
          más significativas del último tiempo. 
Por Federico Schopf
en El 
          Mercurio, 25 de marzo de 2001 
          
          ..No es 
          posible esperar de estas observaciones una visión relativamente 
          completa de esta novela, sino más bien algunas indicaciones sobre 
          algunos aspectos de ella, intentos de alumbrar 
parcialmente dimensiones de su discontinua - y 
          en cierto sentido, casi absoluta- magnificencia.
          ..Epifanía de una sombra es el título de 
          esta novela, primera parte de una trilogía: Oscuridad, de la que el 
          resto son manuscritos semitrabajados de un autor ya inexistente, que 
          procuraba recuperar el pasado intenso, intermitente, de unos jóvenes, 
          entre ellos, de él mismo, a los que "el esplendor de la edad no les 
          permitía reconocer los momentos menos omitibles de sus 
          vidas".
          ..La novela -significativamente reconocida como 
          crónica en varios lugares del texto- consiste en el montaje o 
          entrelazamiento de flujos de escritura que obstaculizan la continuidad 
          natural de los acontecimientos y mezclan los espacios y los 
          tiempos.
          ..El orden en que se narran los acontecimientos 
          no es cronológico -como podría esperarse de una crónica convencional- 
          , pero tampoco resulta del puro azar y parecería corresponder, más que 
          a una manipulación consciente del narrador, a un dejarse llevar de 
          éste por el flujo de la rememoración, en un anhelo de acceder o 
          recuperar algún sentido para quien ha vivido en resistencia y a 
          contrapelo de los órdenes represivos, morales y políticos, de la 
          sociedad que le tocó en suerte en el (des)orden de los 
          tiempos.
          ..De la 
          sucesión de fragmentos o secuencias surge un cierto diseño de la obra 
          que -más allá de las prohibiciones sociales y sus transgresiones 
          trágicamente hedonistas- tiende a desaparecer en sus últimas 
          secuencias, que quedan más bien en el estado de materiales que, más 
          elaborados, habrían sido también parte de la base de sustentación del 
          diseño, designio o estructura que persigue esta escritura, tensa y 
          desesperanzadamente, a lo largo de su extensión inconclusa.
          
          Los escenarios
          ..Los 
          acontecimientos se desarrollan en dos grandes escenarios que coexisten 
          y luego se sustituyen el uno al 
otro. 
          Uno de ellos es el espacio rural, el lugar de origen del protagonista 
          central -si es que puede hablarse de centralidad en la extraordinaria 
          dispersión y despedazamiento de esta novela- , Ñilhue, en la provincia 
          de Colchagua, en el que transcurre su infancia y la de otros niños, 
          pero también el común, desigual y conflictivo tránsito a la 
          adolescencia.
          ..El otro es el espacio urbano -Santiago, la 
          capital de Chile- , al que llega Santiago a concluir sus estudios 
          secundarios, las humanidades de entonces, y da comienzos a su 
          formación universitaria. Espacio abierto -a veces íntimo, secreto- de 
          encuentros y desencuentros, de complicidades y traiciones al margen de 
          las familias y su cariño opresivo, asfixiante, ya un poco inútil o 
          incluso falso, más bien evitándolas en un presente separado 
          nebulosamente de sus orígenes, verdaderos o inventados, autónomo, 
          suspendido en su pura actualidad de sensaciones y conocimiento, en la 
          persecución del amor, la carne y la inteligencia, con todo el futuro 
          por delante, sintiendo a veces los aletazos de una potencial e 
          (im)probable perfección en ciernes.
          ..Pero el narrador notoriamente privilegia el 
          escenario rural -un mundo ya desaparecido, declara varias veces- en la 
          morosidad y vinculación emocional -e ilusionismo- de las descripciones 
          tanto del entorno natural como de las casas patronales, bodegas y 
          otros lugares de actividad humana clandestina o pública, más de lo uno 
          que de lo otro.
          ..De 
          hecho, la crítica ya ha destacado el esplendor de sus descripciones 
          del paisaje y de los jardines, parques, corredores o invernaderos en 
          que coexiste la flora y el bosque nativo con especies importadas en 
          las sucesivas oleadas de colonización y emigraciones que nos pueden 
          incluso sorprender con la presencia, en esos rincones, de una pianista 
          rusa que da lecciones de ese instrumento. Un fragmento maestro de esta 
          percepción y aprehensión estética de la naturaleza -de la belleza 
          natural, tan poco considerada por Hegel- es aquél en que "en medio del 
          estruendo de las piedras que se despeñan por el río solar, la mirada 
          encaja en el paisaje como un juego de maderas finas".
          ..Este paisaje -natural, artificial o mezclado- 
          tiene el efecto de un marco esplendoroso para la exhibición 
          -reiterada, como si el narrador insistiera en reconocer una identidad 
          positiva en ambas- de la vida familiar y social de la comarca, 
          caracterizada, a primera vista, por la cordialidad y buena 
          disposición, el amor severo, distante, protector, autoritario, de los 
          padres hacia los hijos, suave e indulgente en la madre de Santiago, la 
          sana convivencia, respetuosa de normas sociales y principios 
          religiosos, el orgullo de clase, civilizado o en camino de serlo, los 
          fuertes sentimientos de comunidad y pertenencia a la 
región.
          ..Pero - como el narrador inciertamente maduro lo 
          denuncia más adelante, con ferocidad y amargura o desencanto- esta 
          superficie pulida, espejeante, es más que nada pura apariencia que 
          -pese a los controles e hipocresía- no deja de mostrar pequeñas o 
          mayores hendiduras, súbitos desgarros o destapes de olla que delatan 
          un tenebroso fondo de ambiciones, animalidad, codicia, envidia, 
          resentimiento y, sobre todo, acumulación de deseos reprimidos, vida no 
          vivida. 
          ..Así, 
          la necesidad de mantener una apariencia de bienestar ocultaba en 
          muchas familias, supuestamente acomodadas, "la sombra de la miseria, 
          tanto moral como física", de manera que la inestabilidad que afectaba 
          a los niños y jóvenes en sus propias casas los inducia a la perversión 
          y al desvarío. Por otra parte, el cumplimiento del tabú virginal 
          convertía a "las más hermosas náyades en diosas de la 
          sodomía".
          ..La narrativa anterior referida a esta zona - la 
          zona central, el núcleo originario de Chile- ya había detectado estas 
          características o parte de ellas. Mariano Latorre -en sus algo 
          olvidados cuentos o en la también olvidada Zurzulita- las había 
          reducido a resultados de la herencia ancestral o a efectos del medio 
          geográfico, haciendo uso de un racismo y un telurismo sospechosamente 
          ahistóricos que, además, disolvía a los individuos (lo que más existe, 
          habría exclamado eufórico el narrador de la novela de Wacquez) en 
          generalidades de clase o especie.
          ..Por su parte, Casa de Campo de José 
          Donoso representa alegóricamente los falsos esplendores de la 
          oligarquía de una ubicua hacienda latinoamericana que, en parte, es 
          también de esta región, pero -y utilizando la hipocresía de algunos de 
          sus personajes, esto es, sacando las castañas con la mano del gato- 
          corre también cortinas y tupidos velos ante algunas escenas. El 
          lugar sin límites -una de sus grandes novelas- resalta 
          esperpénticamente el dolor (no el goce, hay aquí masoquismo, feismo, 
          no hedonismo, anhelo de belleza) de un viejo homosexual de provincia, 
          de patas flacas y peludas, al que los machos del pueblo -algunos de 
          los cuales lo han probado o al menos masajeado- le echan encima los 
          perros.
          ..El 
          narrador de Epifanía de una sombra, en cambio -desde la no 
          sabiduría y la no planificación de sus sesenta años- se inclina sobre 
          los jóvenes de su relato, hombres y mujeres, esto es, sobre el pasado 
          de estos personajes desocultando o, mejor dicho, (re)creando -en una 
          escritura y en imágenes que funden lo vivido y lo deseado en una 
          especie de hiperrealismo o irrealismo verosímil- un erotismo liberado 
          de trabas y convensiones históricas, homosexual, heterosexual, 
          descubridor del cuerpo como totalidad, superficie o fragmento 
          susceptible de experiencia erótica.
          
          Un personaje 
          ..Pese 
          a la profusión y proliferación de personas que aparecen y desaparecen 
          o que - como él- se mantienen largo tiempo en el escenario y pese a su 
          posición marginal, o quizás debido a ello -pasa gran parte de su 
          infancia y adolescencia en cama, aquejado de sucesivas y graves 
          enfermedades, entre otras, de meningitis- , Santiago Warni llega a 
          transformarse en el personaje central del relato, un observador 
          inmóvil que procura estar informado y tiene informantes varios (entre 
          ellos uno que lo ama), que ha tenido tiempo para pensar y para leer y 
          que aspira a realizar en su vida el contenido de alguna de sus 
          lecturas, ya que, -en opinión del maduro narrador- su "verdadera 
          enfermedad era que nada de lo que vivía era comparable con la 
          eminencia de sus héroes". Ya en su infancia, llegó a tener una gran 
          capacidad de manipulación y desde su (des)centrada posición procuró 
          atraer al secreto objeto de su deseo -Vicente Olavarrieta, el gran 
          seductor de muchachas, que oculta su verdadera pasión- , pero fracasa 
          porque su intermediario lo impide, llevando a cabo un acto que, dentro 
          de poco, nos precipitará en el horror y que para Santiago Warni 
          Ramirez significará su primera y decisiva pérdida del objeto amado, 
          para el cual había diseñado una larga y paciente estrategia de 
          conquista. Nadie más indicado (o tal vez menos por su cercanía) que el 
          narrador para recuperar o reconstruir desde la distancia de los años 
          la "doble vida de nuestro personaje principal", que le impide "valorar 
          la profunda separación entre la realidad quimérica y el dislate que 
          regía todos sus actos".
          ..Santiago es hijo de un anciano enólogo francés, que ocupa la 
          amplia casa patronal de una hacienda vinícola y del cual, durante 
          mucho tiempo, no se sabe con claridad si es dueño o administrador de 
          la hacienda. La identidad de Santiago es también ambigua en virtud de 
          su doble procedencia y de su atravesada posición social. Parece 
          naturalmente instalado en el escenario y se desplaza en el con la 
          soltura de los dueños de la tierra, pero afirma y hunde cada uno de 
          sus pies en distintos niveles de procedencia -padre extranjero y madre 
          chilena- y de posición social, flotando entre la clase propietaria y 
          la clase media provista de alguna formación o talento. Tenso entre dos 
          culturas y dos orígenes, su verdadera patria es -parodiando a Rilke- 
          su conflictiva infancia.
          
          El narrador
          ..Me 
          parece que la separación entre el narrador y el protagonista -que no 
          es producto de una estrategia, sino de la extrañeza, la escisión y el 
          olvido generado por el paso del tiempo- es decisiva para el despliegue 
          y constitución del disperso, pero poderoso, rapsódico mundo de la 
          novela y su fascinante y a la vez atroz esfuerzo de abrir las 
          condiciones de encuentro de un sentido para una vida que, además, 
          apenas se reconoce -y en virtud del puro presente- como dudosamente 
          propia.
          ..A la luz o sombra de algunos segmentos de la 
          obra aparecen suficientes indicios que permiten identificar 
          formalmente y, en parte, materialmente al narrador maduro con la 
          convulsionada figura de Santiago Warni: "De toda la crónica de su 
          vida, Santiago debe elegir lo que sea menos desvergonzado, menos 
          inútil o gratuito... lo que el narrador, no el héroe, pretende es que 
          de alguna manera los hechos hinquen verdades en el corazón del lector 
          y en el corazón de aquel país desaparecido".
          ..La 
          reconstrucción del pasado -la epifanía de una sombra- no está guiada 
          por un programa y más bien se abre paso en las condiciones altamente 
          negativas en que se encuentra el erosionado y cansado narrador y que 
          se relacionan no sólo con una memoria errática, que se activa por 
          ráfagas que, a veces, traen materiales adulterados o sustituye los 
          recuerdos, sino también por los peligros del autoengaño piadoso o la 
          complacencia con alguna imagen amable de su propio pasado, trampas del 
          espíritu, cantos de sirenas tardíos a los que trata de resistir, 
          porque siente que suenan a hueco y no conducen a una epifanía 
          sostenida en los jirones de su vida y la perplejidad (in)corruptible 
          de su pensamiento.
          ..En este sentido, la reconstitución de su vida 
          se inscribe en el orden óntico de la irrealidad verosímil -que hace 
          confluir las imágenes del deseo de entonces con "los sinuosos caminos 
          que llevan a la verdad de la infancia, que no se compadecen con el 
          estricto rigor de los hechos"- en una búsqueda de legitimación o 
          gratificación, casi in artículo mortis del devenir (in)feliz de una 
          vida salpicada por una serie (in)suficiente de momentos de plenitud 
          estético-erótica.
          ..Desde luego, de la lectura de esta novela - 
          crónica o informe- resulta claro que no es la crítica o denuncia 
          social la que impulsa el flujo escritural, sino algo más básico y 
          fundamental: la búsqueda de la liberación de los sentidos, la derrota 
          o apartamiento de las variedades represivas de la moral y de los 
          valores falsamente universales, el rechazo del deber ser que no 
          consulta la gratificación del cuerpo y no surge - llamémosla así- de 
          su espiritualización o humanización, sino de su represión y 
          aniquilamiento. Por ello -tratando de legitimar una nueva praxis, no 
          sólo erótica, que él no pretende haber encontrado- el viejo narrador 
          aún no suficientemente derrotado, se pregunta: "Porque ¿qué son la 
          sapiencia, la empiria y la cordura sin la juventud, la belleza, el 
          amor, la locura, sin que al final se imponga la perturbada carne 
          humana?"