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LÍRICO PURO: POEMARIO DE WILLY GÓMEZ MIGLIARO
Breve introducción a sus versos.

Por Consuelo Núñez


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La poesía de Willy Gómez (esta vez bajo el título de Lírico puro) nos alcanza un panorama de imágenes, programado para describir o pintar la realidad o lo que se puede esperar de los poetas de oficio, en un contexto actual, sin que sea la intención misma de imponer criterios.  Invita sí a una lectura detallada como quien se asoma a una empresa cuya normativa ha establecido búsquedas algo arriesgadas en el amplio espectro de la producción creativa, propia como ajena.

Fluyen las aguas y sobre ellas.
El poeta se allana y va al encuentro de una construcción donde prolifera la contaminación, en términos poéticos, más también  agudiza el sentido de hallar como novedoso u original algo que es repetido, trabajo seriado que se ofrece a la vista de entrenado lector que juega al cliente o supervisor de mercadería.
Construcción que se pierde o desfigura porque manifiesta huella tras huella, impresa una misma «imagen objetora circular» donde lucen y se ocupan más clientes,
«sueldan chapas levantan rejas reducen autos»
aludidos poetas que han logrado componer «las  mismos redondos filos de tarros de leche».
La idea se confirma en «fuerza la paleta de respuestas» el poeta revisa los golpes como anotaciones en un tablero, a manera de normas o nomenclatura «en la pared de frontón/ante cada golpe un cambio al reconocer bolas de plástico y autos con pegatinas» su mirada se fija como quien registra el juego de una cancha donde:
«todo vuelve a nosotros sino falta la «materia soñadora» y denota «después de un par de líneas /volver negrísimo e inclasificable»

Hacerse a un movimiento complejo.
En estos versos el poeta baja la mirada y se sitúa en el plano del quehacer y/o del oficio poético mismo de ser poeta.  Revisa su entorno y la plástica ajena como propia en el devenir del tiempo, a manera de introducirnos en una conversación, sobre la problemática de lo recorrido en el tiempo, aquí muy esquivo «aunque no tenemos la idea circular de una carrera/solo composturas de bajar escaleras y volver a marcar o mover manecillas al ver que todo atrapa/ tarde cuando el tiempo reduce y llenamos/tapar poca cosa al nadar abrir cierta eternidad»

Ser feliz cada mañana tras golpes de tambores.
La mirada del poeta se alza sobre una visión periférica donde tantea y cuestiona la performance de cada quien o el cómo de cada propuesta poética:
«jalar multitudes o aire vicioso o un descampado canto de amor hacia la constitución primitiva/alerta al orden del poder primero de hacer ruido/regocijo y análisis para saber de qué estuvo hecho/baqueta estiramiento de cuero y celebración/ la promesa de plantarse y el deseo de ser el último»
Más adelante en alusión o en aproximación a una propia poética, como ajena, revisa tramos o pasajes de su recorrido valorativo para encontrar su clasificación.
«con pedacerías el costo por uno no es claridad»
Ciertamente el poeta nos alcanza en logradas imágenes sucesivas su balance contante.

Más allá va el poeta de lo que percibe, luces y ecos, más allá el poeta va, que presta oídos:

Salida del sol ante una actividad que nos rodea/restaurant marino a la entrada se toca cucharas/ como castañuelas escucha y refleja durante/ (…)
aceptándolo hay alteridad lejos de nosotros/ decisión de alzar de llenarse de mesas incluso/ de chocar vasos después constitución de una retórica/
Y el poeta no sin poco asombro revisa que después del ejercicio, de las búsquedas (de oír otras voces) de los préstamos, o mudanzas da cuenta:
«y al acabado un desconocido de la gula un gesto que /expresa satisfacción o grosería familiar y carga/ al descubrir hubo amor en las ensaladas/ odio en el plato caracoles en nuestra extrañeza/ el crecimiento debe continuar después no comprender ningún futuro»
No comprender ningún futuro, aquí el poeta contrasta y redondea sus versos y analiza su discurrir propio habiendo reconocido a la alteridad que lo vincula al otro cual suerte de caldo existencial.

La materia de su poesía carece en efecto, no del presente o del pasado sino, y esto le es patente no comporta tiempo futuro a la hora de componer el verso.  Consciente también que atraviesa esa o esas sombras en las que pudo haberse estacionado para sí.
Marca una línea de frontera muy nítida entre el yo poético (alma) como del otro, yo (propio y ajeno) que se desdobla en «un núcleo en la sala si las sillas caen y uno se mantiene»

La poesía de Willy Gómez nuevamente se ensancha por apuestas siempre novedosas, las miradas que ha construido y el lector participa de estas miradas en un juego de intercambio deconstructivo, nos referimos a un lector activo y realizado en el campo poético.
Esta propuesta en tono reflexivo, ambiciona mucho más y por ello confirmamos la salud fronda de que gozan sus versos.

Arequipa, primavera 2017.


Recuperado de: https://zunila.wordpress.com/2017/10/02/lirico-puro/ 



 

 

 

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